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Falsa inocencia

— Vamos unnie, tómame con fuerza.

Las caderas de la menor se mecían tortuosamente sobre su dolorosa erección, dejándola con la boca abierta, sin saber cómo responder a aquello y menos a la imagen del rostro que su novia le brindaba.

Sus ojos habían perdido aquella adorable forma redonda que tanto le causaba ternura y ese brillo tan inocente había sido reemplazado por lo más cercano a la definición de lujuria.

Yuna estaba sin habla, no era que no hubiesen tenido relaciones antes, pero ese comportamiento no era nada parecido al que Wonyoung mostraba a diario, ni siquiera había una pizca de la dulzura habitual en su voz, ¿Qué estaba pasando?

— ¿E-eh? —Se maldijo a sí misma por ser aquello lo único que había salido de su boca—

Pero tampoco se le podía culpar, Wonyoung había lanzado su blusa escolar y su brasier en alguna parte de la habitación, dejando sus pechos a pocos centímetros de su rostro mientras tiraba su cabeza hacia atrás lanzando pequeños gemidos ante los roces que estimulaban su zona más intima, sintiendo como la humedad mojaba cada vez más la delgada tela de su ropa interior.

La pelirroja volvió a reaccionar cuando una de sus manos fue tomada y apoyada en uno de los pechos de la menor, invitándola a tocarla, no pudo evitar apretarlo suavemente mientras dos de sus dedos hacían presión contra su necesitado pezón, escuchándola gemir suavemente.

Wonyoung le sonrió de lado mientras tomaba su rostro y juntaba sus labios en un beso desesperado. Sin poder evitarlo, la tomó posesivamente de las caderas, haciendo que la presión entre su erección y el húmedo centro de su novia aumentara y las hiciera gemir perdiendo el aliento.

— Necesito que me toques, tómame, por favor.

Su voz sonaba tan necesitada que la mayor no pudo hacer más que tragar saliva con fuerza, este comportamiento no era algo que veía todos los días ni tampoco estaba acostumbrada, pero aún así no podía negar lo mucho que la deseaba.

Sus deseos siempre serían sus órdenes, y ella estaba dispuesta a cumplir cada una de ellas.

Esta vez fue ella quién juntó sus labios desesperadamente, pasando su lengua por el labio inferior de la menor pidiendo permiso para introducirla en su boca. Al momento en que sus manos recorrían desde sus pechos hasta su delgada cintura, sintiendo que moriría si paraba de tocarla.

De un momento a otro, Yuna había perdido el ritmo del beso cuando la delicada mano de Wonyoung se escabulló dentro de su ropa interior, acariciando su miembro de arriba hacia abajo mientras sus dientes atrapaban su labio inferior.

— Te necesito tanto.

Murmuró cerca de sus labios para después alejarse, poniéndose de pie frente a ella mientras escabullía sus manos en el interior de su falda, dejando que la delgada tela de sus bragas se deslizara por sus delgadas piernas, volviendo a los segundos a estar a horcajadas sobre la mayor.

— Déjame montarte.

El rostro de Yuna no pudo evitar ocultar la sorpresa, provocando una risa en la menor, quién había estirado la mano hacia su bolso, sacando un pequeño paquete plateado del interior.

Mientras la mayor pensaba y pensaba sobre qué debería decir, Wonyoung la miraba expectante, esperando ansiosamente por alguna respuesta, y ahí fue cuando Shin decidió mandar todo al carajo, no podía negarle a su novia que hiciese lo que quería.

Yuna tomó el envoltorio plateado de las manos de su novia, no dudó en abrirlo mientras la menor liberaba su erección de su tan apretada ropa interior. Cuando iba a sacar el contenido, Wonyoung la detuvo, volviendo a ser ella quien tuviese el sobre plateado ya abierto en su mano.

— Yo lo hago. —Le dijo en un susurro—

Fijándose que estuviese en el lado correcto, Yuna soltó un jadeo cuando sintió la mano de la menor volver a recorrer su erección, esta vez dejando que aquel pequeño artefacto de látex lo envolviera correctamente.

Volvieron a unir sus labios, esta vez con más calma, al momento en que la menor se acomodaba mejor encima de ella, recibiéndola lentamente en su interior.

La menor había empezado a moverse, primero de manera lenta y circular, agarrando las mejillas de Yuna para seguir besándola con más necesidad que antes, aumentando de a poco el ritmo de sus caderas. Ambas separaron sus labios cuando las embestidas fueron más rápidas y fuertes, Wonyoung no pudo hacer más que tirar su cabeza hacia atrás mientras se agarraba de los hombros de la mayor, quién no pudo evitar quedar con la boca abierta ante la imagen frente a sus ojos.

Los pequeños pechos de la menor botaban cerca de su rostro, y el flequillo su cabello se pegaba a su frente. Se llevó uno de sus pechos a su boca, mientras sus manos posicionadas a un lado de las caderas de la menor la ayudaban a moverse.

— ¡Ah! Yuna, y-ya no...

La nombrada conectó su mirada con la de su novia, entendiendo enseguida que estaba perdiendo fuerza en sus piernas como para seguir con lo que estaba haciendo, así que no tardó en darla vuelta, posicionándose encima de ella, deteniendo el movimiento constante de las caderas de la menor, haciéndola soltar un pequeño jadeo con descontento.

— Dime lo que quieres, Wonyoung.

La voz de Yuna había salido gruesa, provocando que los nervios recorrieran la espalda de la menor, ahora el control sería totalmente suyo.

— Fóllame, fóllame con fuerza.

Aquellas palabras fueron suficientes para que Yuna empezara a mover sus caderas con fuerza, penetrándola sin piedad alguna.

Los gemidos de Wonyoung se hacían cada vez más fuertes con cada embestida, y Shin no podía estar más encantada con ella.

— ¡Ah! Mierda, sí, ahí, sigue así.

Moviendo con más fuerza las caderas, fue cuestión de segundos para que ambas gimieran alto, llegando al orgasmo. Yuna dejando caer su cuerpo suavemente sobre el de su novia.

Las respiraciones de ambas se fueron regulando de a poco, cuando la mayor levantó el rostro, recibió una linda e inocente sonrisa por parte de la menor que la dejó sin habla nuevamente.

¿Cómo podía hacer eso tan rápido?

Wonyoung dejó un beso en su frente, y ambas sonrieron, Yuna había descubierto un lado que nunca esperó encontrar y que jamás llegó a pensar que la inocencia dibujada en el rostro de su pequeña no sería otra cosa más que una gran farsa.


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