Era su noche. Su pelaje brillaba más que nunca, y sus ojos azules relucían a la luz de la luna. Se veía hermosa.

Fue en busca de YiZhuo, y ambas fueron al lago.

Tal y como Aeri lo había dicho, ahí se encontraban ambas chicas del clan del Sol.

—Oh, MinJeong —Aeri fingió estar sorprendida—. Vengan a divertirse con nosotras.

JiMin al darse cuenta de la presencia de Kim y Ning, no pudo evitar emocionarse.

—Buenas noches, mi reina —la saludó. MinJeong agradeció que convertida en lobo no se notara su sonrojo.

—No me digas así, que ya te lo he dejado en claro ésta tarde —rodó los ojos. En el fondo le alegraba sentirse deseada por JiMin.

—No me ha quedado muy claro, Kim... creo que necesito que me lo diga otra vez —comenzó a caminar a su alrededor—. ¿Por qué te ves aún más bonita justo ahora?... —se acercó a ella.

—Siempre lo soy —se alejó.

YiZhuo contemplaba todo, totalmente en silencio. Era una buena observadora, y justo ahora se había percatado de lo que ambas transmitían. Pero no diría nada, al menos no por ahora.

—Chicas, tengo una idea —dijo Aeri, interrumpiendo el incómodo momento. Logró llamar la atención de todas—. ¿Juguemos a las escondidas?

—¿Crees que somos cachorros? —preguntó MinJeong.

—A mí me parece divertido —opinó YiZhuo, recibiendo un guiño de Aeri. Un guiño que obviamente la puso nerviosa. ¿Por qué le pasaba eso con la joven Uchinaga? Ella lo sabía, porque no se anda con rodeos. Le gusta Aeri, y por como la trata, supone que también le gusta a ella, pero prefiere esperar a que ella dé el primer paso.

—También quiero jugar —comentó JiMin, igual o más emocionada que Aeri.

MinJeong tan solo se resignó, y aceptó jugar.

Estuvieron divirtiéndose por horas, y ni se dieron cuenta de que había amanecido.

Todas comenzaron a sentir el cambio de sus cuerpos, y corrieron a esconderse.

—Dios, Zhuo, ¿Cómo iremos a buscar ropa? —preguntó.

—Espera, yo puedo ir por un poco. Quédate aquí, y procura que nadie te vea —y corrió, escondiéndose de árbol en árbol. Una escena que hizo reír a carcajadas a MinJeong.

Miró hacia donde habían ido las otras dos, pero al parecer ya no estaban.

Suspiró, y se mantuvo agachada.

—Que hermosa eres cuando estás desnuda —el susurró a sus espaldas la hizo sobresaltar, y se giró inmediatamente, encontrándose con aquellos ojos marrones que tanto le atraían. Atinó a cubrirse con los brazos todo lo que pudo, pero era en vano.

—¿Q-qué haces aquí? —preguntó, maldiciéndose ya que en su forma humana no podía disimular para nada su nerviosismo.

—Bueno, Aeri ha ido por ropa. Quise pasar a ver si te encontrabas bien —la miró de pies a cabeza, mordiéndose el labio inferior, haciendo que MinJeong trague saliva—. Y estás muy bien —dijo con una sonrisa.

—Será mejor que te vayas, JiMin.

—¿Y que me vean desnuda por todo el clan? No gracias. Prefiero estar aquí contigo, besándote.

—No me estás besando.

—Yo no diría eso —y le robó un beso. MinJeong podía sentir aquel miembro chocar contra sus muslos. ¿Por qué todo era tan tentador con JiMin?