MinJeong no sabía si responder o no a lo que había escuchado.

—No te pido que me respondas. Sé que no sientes lo mismo por mí, me lo has dicho muchas veces. Solo quiero que me des una oportunidad para demostrarte que voy en serio —le dijo con una sonrisa, mientras se separaba de su cuerpo.

MinJeong aún estaba absorta en aquella mirada color miel. ¿Cómo le haría saber que todo aquello era causado por las feromonas? Hasta a ella le dolía eso... ¿Siente aquella atracción también por estar en celo?

—JiMin... —consiguió decir— Si ya sabes que no siento lo mismo, no sigas. No te daré ninguna oportunidad, ni nada. Venía para dejarte en claro que no quiero escuchar rumores sobre lo que pasó entre nosotras —mintió. Le dolía decirlo, pero era por el bien de JiMin. Si cuando acabara su tiempo de celo, JiMin aún querría estar con ella, aceptaría, pero no mientras esas dudas estuvieran en su mente.

—Esperaré a que cambies de opinión. No quiero rendirme, MinJeong. No ahora que he probado un poco de ti... —nuevamente sus ojos se tornaron oscuros. En un acto fugaz le robó un beso, que MinJeong a penas pudo mantenerse de pie— Nos vemos.

Tan solo se quedó ahí, observando como ella se iba a su casa, tarareando una canción que apenas escuchaba. ¿Qué haría ahora...?

—¡MinJeong! —no supo cuanto tiempo estuvo observando a la nada, cuando una voz la interrumpió— ¿No deberías ir a casa? —era Aeri.

—Lo mismo digo —dijo antes de querer irse, pero la voz de la chica no se lo permitió.

—MinJeong, ayer no pude pedirte perdón correctamente, por todo lo que había pasado con JiMin. Realmente lamento haber abierto la boca... Si yo no hubiese hablado-

—No te preocupes. Ya pasó —y por primera vez le sonrió con sinceridad—. Entiendo tus razones... Aunque me gustaría saber algo —Aeri alzó una ceja, en forma de pregunta—. ¿Por qué la fiesta es tan importante para JiMin? —preguntó.

—Oh, lo lamento. No puedo decirlo, o JiMin me mataría —se apenó—. Pero será mejor que le preguntes directamente... Hoy en la noche iremos al lago de su clan. Deberías ir... y también invita a YiZhuo —le sonrió—. Nos vemos.

MinJeong vio como Aeri se iba, sin haber esperado respuesta alguna. Aunque era más que obvia.

La rubia al fin se fue a su hogar, y mientras entraba, vio como su padre la miraba con una sonrisa.

—Me han informado que por fin haces lazos con la hija del clan del Sol, MinJeong. Muy bien... —es lo único que alcanzó a decir, ya que la rubia lo ignoró, pasando directamente lejos de él.

Odiaba ser utilizada, como lo hacía su padre. Sabía que el matrimonio no era nada más que para obtener más poder. Aunque ahora mismo, el matrimonio ya no le sonaba tan desagradable...

Debía prepararse. Hoy iría al lago.