Aeri se veía nerviosa, y un poco aterrada, se podría decir.

—B-bueno... la persona que esparció el rumor fue... RyuJin.

—¿RyuJin? ¿Y por qué demonios iba a hacer eso? ¡Ni siquiera lo sabía!

—¡Sí lo sabía! Porque... yo le dije —desvió la mirada.

—¡¿Por qué has hecho eso, Aeri?! —gritó la azabache, no creyendo lo que estaba escuchando.

—¡Ella me amenazó, JiMin! ¡Dijo que nos vio en el área del clan de la Luna, y si no le decía la verdad acerca de MinJeong, te acusaría a tu padre! Lo hice por ti, JiMin...

—Aeri... ¿Comprendes lo que has hecho? Hemos arruinado la vida de MinJeong, Aeri. ¡No me perdonará nunca! —comenzó a alborotar su pelo.

—JiMin, no es tu culpa. Fui yo la he ha abierto la boca. Sabes que es mi culpa... Lo lamento, no pensé que se fuera a salir de las manos...

—No es conmigo con quien debes disculparte —dijo, antes de ir tras MinJeong.

—¡Espera, JiMin! Yo... solo le he dicho que sospechaba que MinJeong era Omega... No sabe si es verdad o no.

—¿Y como podríamos convencer a todos de que no es así? ¿Eh?

—Bueno... Ella puede fingir ser un Alpha, y acostarse con un Omega... Ya sabes... Los Omegas al estar marcados, dejan de transmitir aquel aroma.

—¿Entonces planeas que ella tenga sexo con un Omega? ¡Eso es imposible!

—¡Dije que podría fingirlo! Y en realidad se puede acostar con un Alpha...

—¡Estás loca, Aeri!

—¿Qué tiene? ¡Ni siquiera debería molestarte!

—¡Quieres que se acueste con alguien que no ama! ¡Eso implicaría estar atada a ese Alpha por el resto de su vida! ¿Entiendes? Ella ha dejado en claro que no quiere estar amarrada a alguien.

—Pero ha sido ella misma la que dijo que va a buscar un Alpha, ¿No?

—Yo... Solo no quiero que haga estupideces de las que se pueda arrepentir —admitió.

—JiMin... ella te gusta, ¿No? —preguntó Aeri, con una voz dulce.

JiMin se quedó en silencio por unos minutos. Aquella pregunta se había instalado en su mente, y aún no podía responderla. ¿Por qué no simplemente decía que no? ¿Por qué no podía negarlo?

—No lo sé... ¿Ok? —dijo, y la castaña asintió, quedando satisfecha con aquella respuesta— Tengo que ir a ver a MinJeong.

Corrió en busca de la rubia, pero no la hallaba en ningún lado. No estaba ni en el patio, ni en la cocina, ni en las aulas, mucho menos en la biblioteca... ¿Donde podría estar? ¡Claro! El gimnasio.

Se apresuró a llegar, y vio como la puerta del almacén del gimnasio estaba entreabierta.

Se acercó y escuchó los sollozos de MinJeong.

—Maldita idiota... No puedo creer que me haya hecho ésto. Y yo sintiendo estos estúpidos sentimientos... —escuchó. ¿Sentimientos? ¿A qué se refería la rubia?

—MinJeong... —se adentró, sorprendiendo a la rubia, quien no dudó en lanzar todo lo que estaba a su alcance.

—¡Vete! ¡No quiero verte! ¡Idiota! —sus gritos mostraban rabia pura.

—¡MinJeong, escucha! ¡No he sido yo! ¡Ya sé quién ha sido! Necesito que me escuches... —solo una cosa había logrado darle en la ceja, haciendo que ésta sangrase.

—¿Cómo puedo creerte? —dudó, limpiando el resto de lágrimas que quedaban.

—Puedo demostrarlo, MinJeong...

—Habla.

—Ha sido RyuJin la que ha esparcido el rumor... Aeri le ha contado porque la ha amenazado. Ella nos vio en el área de su clan, y dijo que le avisaría a mi padre sobre eso. MinJeong, si mi padre se entera, no podré ir a la fiesta del eclipse... —la rubia se quedó en silencio unos minutos— Tienes que creerme...

—¿Todo por una estúpida fiesta? ¿Arruinaron mi vida por una estúpida fiesta? —iba a golpearla, hasta que el grito de la azabache la detuvo.

-—No vuelvas a decir eso! —le había sorprendido con la furia con la que lo dijo.

—¡Tú no me dices qué hacer!

—MinJeong, tú no entiendes... —necesitaba desatar la furia que le había provocado las palabras de la rubia— Me duele que digas eso, ¿Entiendes? Esa fiesta es importante para mí. No vuelvas a decir que es estupidez —su mirada era tan seria, que la rubia juró nunca haber sentido tanto temor con una mirada como ahora.