8
Arabella Adoir ─
Más tarde esa noche
―Está bien, ahora dime, ¿eres supersticiosa?
Chris muerde su pedazo de pizza y se recuesta en el sofá. ―¿Supersticiosa? No lo sé. Tal vez solo esa de tocar madera. Aunque creo que ahora es más un hábito que algo que determine mi futuro.
Bebo lo último de mi cerveza y miro a Chris. ―Ahora que lo mencionas, creo que soy igual. Tengo que llamar y agradecerle a mi mamá.
Durante las últimas dos horas, Chris y yo nos la pasamos en mi sala de estar. Pasando de mirar las decoraciones y hablar a preparar bebidas en la cocina y comer las sobras de pizza que teníamos. Se sentía tan bien tenerlo de vuelta. Tampoco se sentía como si se hubiera ido tanto tiempo como lo estuvo.
Se sintió como si simplemente retomáramos todo desde donde lo habíamos dejado. A pesar de que nos pusimos al día sobre lo acontecido el último mes, todo se sentía como antes. Bromeamos sobre todo lo que seguíamos conociendo del otro y me atrevía a decir que conforme más aprendía sobre Chris más crecía mi enamoramiento por él.
Estaba jodida.
Echo un vistazo a la hora y veo que es casi medianoche. Por mucho que no quiera que se vaya, sabía que había venido directamente desde el aeropuerto. Necesitaba descansar y yo necesitaba llamar a una de las chicas, o chicos, y contarles de su sorpresa.
Chris me sonríe y mira por la ventana. ―Creo que debería irme a casa.
Se pone de pie y estira la parte superior de su cuerpo. Sus bíceps prácticamente rasgando la tela y su camisa levantándose, mostrando su marcado abdomen. Dios mío. Lo observo por un momento mientras se levanta y lleva la caja de pizza, los platos y las tazas a la cocina. ―Chris, no te preocupes por eso.
―No te voy a dejar con todo este desastre, Bella. Además, puedo tirar la caja al salir.
Juntos ordenamos mi sala de estar y mi cocina. Aunque estábamos en silencio mientras limpiamos, fue agradable. Cómodo. Por un momento dejé que mi mente divagara y pensé en cómo sería si estuviéramos juntos. Cómo sería si pasáramos las noches en la casa del otro y que no tuviéramos que preocuparnos de que el otro se fuera a cualquier hora del día y llegara a casa a salvo.
Pero no me detuve mucho en ello. No podía. Lo que teníamos ahora era más que suficiente para mí y no quería arruinarlo pensando que esto podría ser algo más y que él terminará rompiendo mi corazón más adelante. El era un buen hombre. Él era perfecto, de verdad. Encontrarme con personas como él era una rareza, y estaba lo suficientemente agradecida como para llamarlo amigo. No podría arruinar eso. No me perdonaría si lo arruinaba por fantasías infantiles.
―Bella?
Miro hacia a Chris y levanto las cejas. Me da una pequeña sonrisa y levanta los vasos limpios en su mano. Estaba lavando los platos y yo ni siquiera me había dado cuenta. ¿qué diablos he hecho? Señalo el gabinete al otro lado de la cocina y él sigue mi dedo antes de caminar alrededor de la isla.
―Puedes conducir, ¿verdad?― Me doy la vuelta y empiezo a tirar las cosas a la basura.
Chris asiente y se da la vuelta, apoyándose en el mostrador. Envuelve sus manos en el borde del mármol y cruza sus tobillos. ―Incluso con algunas copas soy un buen conductor. No te preocupes.
Mi corazón se acelera ante sus palabras y le presto toda mi atención. Lo último que iba a hacer era salir a la carretera si decía la verdad. Al darse cuenta de mi reacción, Chris se apresura a acercarse a mí y agarrar mis manos.
―Broma de mal gusto― murmura. ―Lo siento. Pero, honestamente, estoy bien. He bebido agua durante la última media hora y acabo de comer.
Aprieta mis manos y lo miro. La culpa se vio en todo su rostro y entrelacé nuestros dedos. Lo último que quería era que pensara que estaba molesta por su comentario. De por si era malo, pero no estaba enojada por eso. Tampoco quería que esa mirada en su rostro fuera la última que viera en la noche.
―¿Y si?― dice, acercándome a su pecho. ―¿Te llamo una vez que entre a mi coche y hablamos todo el camino a mi casa? Así podrás ver que llego a casa seguro y puedo aprovechar para hablar contigo un rato más.
Sus labios presionan mi mejilla y su barba me causa cosquillas en la cara. Me inclino hacia él hasta que mi pecho golpea el suyo y mis brazos rodean su cuello. ―Hace muy malos chistes, señor Evans.
―Parece que tengo que trabajar un poco en ellos― dice. ―Lo siento si te preocupé.
Nos quedamos abrazados unos minutos y sentí mucho frío cuando finalmente se apartó. Realmente no quería que se fuera. Chris agarra sus cosas, así como la caja de pizza y lo acompaño a la puerta principal. Doy unos pasos hacia la puerta y veo su auto estacionado detrás del mío. Enciende el coche con la llave a distancia y luego me mira.
Una pequeña sonrisa se forma en su rostro y señala el auto en marcha. ―Impresionante, ¿no?
Ruedo los ojos y trato de ocultar mi sonrisa. ―Felicidades, tu coche será uno de los primeros en cobrar vida y traicionarnos en un futuro próximo.
Se ríe de mi comentario e inclina la cabeza hacia un lado. ―Bueno, espero que sea después de haber tenido la oportunidad de invitarte a una cita o dos.
Parpadeo y me quedo en silencio durante unos segundos. ¿De verdad acaba de decir eso? esa sonrisa de suficiencia todavía está en su rostro y cruzo los brazos sobre mi pecho.
―¿Me estás invitando a una cita?
Si es cierto, realmente podría desmayarme.
―Créeme cuando te digo que tenía una mejor manera de preguntar, pero vi una oportunidad y fui a por ella.
Dios mío, realmente lo era. Chris Evans quería tener una cita, conmigo. Conmigo. ¿Qué mierdas estaba pasando?
Veo que el silencio se lo está comiendo vivo y asiento. ―Okey.
―¿Okey?― él sonríe.
―Sí. Me encantaría tener una cita contigo.
Chris se mueve y deja escapar una risa nerviosa. Observo cómo se recompone y usa la caja de pizza para abanicar su cara. Su cabello vuela en diferentes direcciones y el olor a pizza llena el aire a nuestro alrededor.
―Bueno, entonces te llamaré, y podemos hablar de eso entonces.
Asiento con la cabeza mientras deja la caja a un lado y da un paso hacia mí. Su mano libre se envuelve alrededor de mi antebrazo y se inclina hacia adelante, dejando un beso más en mi mejilla. Lo miro mientras camina por el camino de la entrada, tirando la caja a la basura y caminando hacia su auto. Se despide con la mano antes de entrar rápidamente a su auto y alejarse.
Entro de regreso y cierro la puerta detrás de mí. Volviendo a la cocina, mi teléfono suena y veo el nombre de Chris en la pantalla. Te llamo y hablamos todo el camino a mi casa. Acepto la llamada y me siento en uno de los taburetes.
―Hey.
―Entonces, ¿cómo suena el domingo en la noche?
.❀。• *₊°。 ❀°。
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DI NO A LOS LECTORES FANTASMA.
Todos los derechos y créditos reservados a la autora original: cevans-
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