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Arabella Adoir

―... también tienes una conferencia telefónica con Ryan en Nueva York después de tu reunión y luego esta Bruce quien quiere verte lo antes posible.

Calum lee lo último de mi agenda y deja caer los brazos. Me mira, esperando algo, mientras yo miro la pantalla oscura de la computadora, respondo con un simple ―está bien― luego se despide y cierra la puerta. Dejo caer mi cabeza hacia atrás en la silla y paso una mano por mi cabello.

Otro día ajetreado en la oficina significaba otra semana estresante para mí y ya lo veía venir. Amaba mi trabajo, todos sabían, pero los días ocupados eran cosas que no podía manejar en algunas ocasiones, y hoy era uno de ellos.

―Oh, hijo de puta― suspiro, sentándome y preparándome para el resto del día.

Mi intercomunicador suena y la voz de Calum se escucha. ―Tengo a Chris aquí, B.

Por mucho que supiera que no podía tener distracciones en este momento, Chris era una excepción. No lo había visto en unos días y necesitaba a alguien con quien platicar, además de Calum.

―Déjalo entrar, Cal. Gracias.

La puerta se abre y lo primero que veo es la cola esponjosa de Dodger mientras corre hacia adentro y se dirige directamente hacia mí. Le doy vuelta a mi silla y lo agarro mientras coloca sus dos patas delanteras en mi regazo. Chris entra después y cierra la puerta detrás de él. Me sonríe y se ríe entre dientes al ver a Dodger prácticamente rogar por ser mi mascota.

―¡Hola Dodger! Yo también te extrañé, amigo.

Dejo un beso en la parte superior de su cabeza y lo empujo suavemente fuera de mi regazo. Me paro y camino alrededor de mi escritorio para ir hacia Chris. Alcanza mi muñeca me jala hacia él, mi pecho choca contra el suyo. Me balanceo y envuelvo mis manos alrededor de sus bíceps, mirándolo a tiempo para ver cómo se está formando una sonrisa en su rostro.

―Hola cariño― le sonrío a Chris.

Él seguía sin decir una palabra y estaba comenzando a sentir curiosidad por lo que pasaba por su mente. Chris no era de los que tenía que encajar, pero hablaba mucho cuando lo volvías a ver, no importaba cuánto tiempo hubiera pasado desde la última vez que lo viste o hablaste con él.

Antes de que pudiera preguntarle algo, baja la cabeza y me da un beso. Sus brazos se envuelven alrededor de mi espalda baja y yo muevo una mano hacia su nuca.

El beso era suave, como la mayoría de las veces, pero esta vez esta lleno de un sentimiento que no podía descifrar. Se había apartado por un segundo, antes de besarme de nuevo y movernos a los dos hasta que mis muslos golpearon mi escritorio. Chris me coloca en el cristal y lo rodeo con mis piernas sin apretarlo pero si acercándolo más a mí.

Ninguno de los dos había intentado llegar más lejos. Cuando nos apartamos para tomar un poco de aire, la frente de Chris inmediatamente cae sobre mi hombro y sus brazos quedan sueltos alrededor de mi cintura. Veo a Dodger caminar hacia nosotros y sentarse junto a las piernas de Chris.

―Hey― le susurro, pasando mis manos por su espalda. ―¿Qué está pasando? ¿Estás bien?

Él no dice nada durante unos minutos. No digo nada. Lo único que se escucha es el ruido exterior a mi oficina. No estaba segura de qué hacer o qué decir, no tenía ni la menor idea de lo que estaba pasando, así que lo abracé.

Girando mi cabeza, para descansar mi mejilla contra el hombro de Chris, capté la lista de cosas que tenía que hacer y por mucho que aumentara mi ansiedad y estrés por el trabajo que aún no terminaba, sabía que esa era la menor de mis preocupaciones. Lo que sea que estaba pasando por la mente de Chris, lo que sea que lo hiciera sentir de esta manera era mi principal preocupación.

Este tipo de situaciones nunca surgieron en todos mis años de tener amigos 'verdaderos'. Mencionábamos de vez en cuando nuestros problemas, pero no dejábamos de hacer lo que estábamos haciendo. No podíamos. Cuando era más joven este tipo de situaciones nunca me preocuparon, pero conforme crecía y aprendía, más me entendía como persona, y comprendí la importancia de procurar mi salud mental y salud en general. Me di cuenta, un poco tarde, de que no tener una salida adecuada no era saludable.

La forma en la que mis amigos y yo nos las arreglábamos no era adecuada para nosotros. Lo que probablemente tiene sentido en cuanto a por qué todos dejamos de ser amigos después de la preparatoria.

―Lamento haber venido sin avisar― finalmente habló, en voz baja.

Niego con la cabeza y paso mis dedos por su espalda, tratando de relajarlo. ―No te preocupes por eso. ¿Estás bien?

Todo lo que Chris hizo fue tomar una respiración temblorosa y pasar sus dedos por mis caderas. ―Necesitaba verte. Mi día se convirtió en una completa mierda, y quería verte.

La idea de ser su primera opción hizo que mi corazón se acelerara. Probablemente no era el mejor momento para sentirme tan feliz cuando tenía a un molesto Chris en mis brazos, pero no podía controlarlo. Tan rápido como llegó ese sentimiento, desapareció y mi único enfoque estaba de nuevo en Chris.

Me empujo hacia atrás lo suficiente para mirarlo y finalmente ver cuán agotado se veía realmente. Sus ojos estaban más oscuros de lo habitual, mostrando nada más que cansancio, sus labios estaban en una fina línea con un indicio de una curva hacia abajo. ¿Qué mierdas paso?

―Dame treinta minutos para acomodar mi agenda, y soy toda tuya― Chris inmediatamente comienza a negar con la cabeza, pero lo detengo antes de que se diga algo. ―No. En este momento lo más importante eres tú, no quiero que estés solo.

―Tengo a Dodger.

Alzo las cejas y miro al perro dormido. ―Eso es lo que haces cuando estas solo, pero ahora estoy contigo.

Chris me ayuda a levantarme del escritorio y paso una mano por mi blusa, deshaciéndome de las arrugas que se habían formado. Agarro mi teléfono y señalo el sofá, Chris inmediatamente se sienta y mira por la ventana. Dodger también se apresura para llegar a el y apoyar su cabeza en los pies de Chris, volviendo a dormirse en segundos.

Sonrío al verlo y salgo de mi oficina. Calum me mira y respiro hondo.

―Es hora de arruinar el día de todos.


• • •


―Sé que dije que estaría bien solo― Chris sujeta la correa en el cuello de dodger y se para derecho, mirándome. ―Pero estoy feliz de que me ignoraras y decidieras venir.

Salimos del parque y nos dirigimos hacia el coche de Chris. El sol comenzaba a esconderse tras las montañas y comenzaba a tener hambre, algo que no tenía que decirle a Chris, porque parecía que mi estomago lo decía por mí.

Después de salir de mi oficina, Chris me siguió a casa para dejar mi auto y de ahí nos fuimos directamente al parque para perros. No estuvimos allí por mucho tiempo, pero pareció que fue más que suficiente para que Dodger sacara su energía. También le dio oportunidad a Chris para distraerse y pensar en algo diferente a lo que había sucedido hoy y asegurarse de que su mascota estuviera feliz.

Chris no me había dicho qué fue lo que lo puso en ese estado de ánimo, pero no quería mencionar nada porque su ánimo había aumentado enormemente en la última hora.

―Entonces, ¿A dónde quieres ir a comer?

Chris ríe mientras sale del estacionamiento. ―No creo que sea una comida, son casi las cinco.

―Bueno, una cena. ¿A dónde quieres ir?

Reclino mi asiento lo suficiente para tener mi brazo estirado y acariciar a Dodge mientras miro a Chris. Él simplemente se encoge de hombros, esa era su forma de decir que me tocaba decidir yo decida.

―Podríamos ir por una hamburguesa― digo. ―o por unas alitas. Sorpréndeme.

Chris simplemente ríe mientras yo continuaba nombrando los alimentos que se me antojaban. No tenía preferencia en alguna, yo solo quería comer.

Estuvimos en el coche durante veinticinco minutos y pasamos todo ese tiempo hablando de cosas random. No tenía ni idea de hacia dónde nos dirigíamos, pero Chris era puras sonrisas y risas mientras hablábamos. Al concentrarme en él y mirarlo me di cuenta de que era lo único que deseaba ver por el resto de mi vida.

Finalmente, Chris estaciona el auto y muevo mi asiento hacia delante. Estábamos estacionados al costado de la carretera, miré alrededor de los muchos negocios tratando de encontrar el lugar adecuado para cenar.

Salimos del coche, agarro a Dodger y envuelvo su correa alrededor de mi mano y sigo a Chris mientras caminamos por la calle.

―¿Estás ocupada el sábado en la noche?

Miré hacia Chris y lo vi mirarme. Él me sonríe mientras pone una mano en mi espalda, alejándome de la acera hacia un camión de comida estacionado en un lote. Esperamos detrás de la pequeña fila de personas y repaso mi agenda en mi cabeza.

―Por la tarde tengo que ir a la fiesta de cumpleaños de mi ahijado, pero eso es lo único que tengo planeado.

Las cejas de Chris se elevan ante la nueva información. ―¿Tienes un ahijado?

Sonrío en lo que miro el menú de comida. ―Sí. Su nombre es Ben, y tiene cinco años. Es un niño muy lindo e inteligente. Conocí a su papá, John, cuando estaba buscando un casa para él y su entonces novia Ivy. Un año después se comprometieron y cuatro meses más tarde Ivy quedo embarazada.

―Parece que Ben tiene una madrina bastante ruda.

―Yo no diría eso― me rio. ―Creo que estoy dentro del promedio.

Ordenamos nuestra comida y nos trasladamos a una mesa vacía al costado del camión. Dodger se queda a mi lado mientras aflojo su correa y me siento en el banco de madera. Chris se sienta a mi lado y apoyo mi codo en la mesa, mi mejilla descansa sobre la palma de mi mano.

―Entonces, ¿por qué preguntas sobre la noche del sábado?

Chris deja su teléfono sobre la mesa y respira hondo. ―Quiero llevarte a otra cita― sonríe.

―¿En serio?

Levanta las cejas como si mi pregunta fuera ridícula. Nuestro número es llamado y Chris se disculpa antes de ponerse de pie e ir por nuestra comida. Miro a Dodger que está viendo a su dueño regresar con una bandeja de comida. Chris deja la bandeja en la mesa en lo que yo saco los platos del plástico y le doy un pedazo de pollo a Dodger.

―¿Por qué suenas tan sorprendida?― Chris pregunta, volviendo a nuestra conversación.

Me encojo de hombros mientras preparo mi hamburguesa. ―Me tomaste desprevenida, no lo esperaba.

No habíamos tenido otra cita desde la primera hace unos meses, pero habíamos pasado tanto tiempo juntos en estas últimas semanas que ni siquiera pensé en eso. Pero que me invitara a otra cita se sentía bien, además de que siempre era muy divertido estar con Chris.

―Sé que nunca volví a preguntar― menciona mientras alimenta a Dodger como yo lo había hecho antes. ―y no quiero que pienses que es porque no quería...

―Hemos pasado mucho tiempo juntos desde nuestra primera cita. Si hubieran sido meses en los que no hubiésemos tenido mucha comunicación y con una pregunta así, tan repentina, hubiera sido extraño.

Chris asiente con la cabeza y toma un sorbo de agua. Me detengo y lo miro mientras él continúa mirando a Dodger. Parecía que estaba evitando lo que fuera a decir a continuación y todo lo que podía hacer era esperar.

Era una locura para mí pensar que conocía tan bien a Chris en este momento. Tal vez no lo conocía como la palma de mi mano, pero las pequeñas cosas que decía, los gestos que tenía, sabía lo que significaban, o al menos una buena parte ellas. Yo sabía bien que si se demoraba demasiado en decir algo era porque estaba nervioso. Lo que no entendía era el por qué estaba incómodo si ya me había invitado a una cita con anterioridad.

¿No suele ser esa la parte más angustiosa?

Finalmente consigo contacto visual con él. ―¿Qué te pone tan nervioso?

Chris gira su cuerpo para mirarme y yo hago lo mismo. Dodger descansa su cabeza en mi regazo, pidiendo más comida, pero me detengo y simplemente acaricio la parte superior de su cabeza.

―Nada. Yo sólo ... quiero ir a esta cita contigo― dice, pero yo sabía que había más.

Siempre hay más. ―¿Pero?― Cuestiono.

Chris niega con la cabeza y toma una de mis manos. Sus dedos se envuelven alrededor de los míos y tomo su mano con la misma presión que él sostiene la mía.

―No, no hay un pero. Es más como un ... como― frunzo el ceño y veo como la confusión atraviesa sus ojos. Se ríe e incluso echa la cabeza hacia atrás antes de concentrarse en mí, acercándose más con su mano descansando sobre su regazo. ―Mierda, soy sirvo para esto.

No pude evitar estar de acuerdo. ―¿y esto es?

Chris inhala y exhala en voz alta, llamando la atención de un grupo sentado a nuestro lado. Les echo un vistazo y veo que ni siquiera le dan una segunda mirada. Dodger huele mi mano libre y agarro otro pedazo de pollo para dárselo. Se recuesta de inmediato. Perro consentido.

―Estoy tratando terriblemente de pedirte que seas mi novia, Bella.





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DI NO A LOS LECTORES FANTASMA.

Todos los derechos y créditos reservados a la autora original: cevans-

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