Arabella Adoir―

El trabajo era frenético, pero ¿cuándo no? con reuniones constantes, correos electrónicos interminables, llamadas telefónicas, muestras, el tiempo siempre pasaba volando. Pero es lo que siempre había soñado. Estando en la industria durante siete años, personalmente había logrado más de lo que jamás pensé que haría y gracias a completar continuamente los objetivos anteriores, nunca me detengo.

Aunque cumplir veintiocho me hizo detenerme y pensar. Había hecho lo que quería hacer con mi carrera, pero todos los objetivos y aspiraciones que tenía para mi vida personal habían pasado a un segundo plano, como un reloj, no tenía tiempo para pensar más en ese tema.

La puerta principal de la casa se abre y miro hacia arriba justo a tiempo para ver a una pareja entrar con otro hombre. Un compañero de trabajo, Justin. ―¡Hola! ¿cómo estás?

―Mencioné tu lista, pamela y yo hicimos que Roy viniera a ver la casa antes de que nos fuéramos a Westlake.

Como si de una introducción se tratara Pamela se apresura a demostrar su amor por la casa. Roy estaba a su lado, su rostro de póquer aún firme mientras mira alrededor de la sala de estar. ―No me malinterpreten, este lugar es agradable, hermoso, pero tenemos nuestros corazones puestos en más tierra.

―Cuando estás decidido a lo que quieres, quién puede evitar que lo consigas― Sonrío.

―Exactamente― Roy va y viene mientras señala entre nosotros. ―Tú y yo estamos aquí.

Durante los siguientes veinte minutos, les doy a los tres un recorrido por la casa y veo a Roy enamorarse lentamente de la casa. Sin embargo, todavía está aferrado a conseguir su tierra, así que una vez que terminamos, les deseo a todos un buen día y se van.

Mientras espero a mi próxima presentación, me siento en el sofá y reviso mi correo electrónico. Podría leerlos todos a primera hora de mañana, pero tendré nuevos para dentro de una hora. Es como si fueran interminables.

Las ofertas realizadas, las reducciones de precios, las contraofertas, las sugerencias de alquiler y más asuntos que tratar se filtraban en los correos electrónicos. Se agregaron cosas a mi calendario, y lo revisé todo para prepararme mentalmente para el resto de la semana. Solo faltaban dos días, pero la chica tuvo que adaptarse. Gracias a Dios había decidido darme los fines de semana libres o con poco trabajo. Creo que me habría vuelto loca si no lo hubiera hecho.

―Reunión mañana por la mañana― murmuro, viendo el horario de mañana. ―durante mi clase de drafting, gracias, cal.

Hago clic en su correo electrónico y leo lo que envió. ―'Sé que programé durante tu clase de drafting, pero tengo la sensación de que este asistente está jodido. No pude evitar relacionarme. Si no es posible, avíseme lo antes posible, lo arreglaré. También, gracias por ayudarme a volar de regreso a casa este fin de semana. Este chico'.

Calum Tate, era uno de los mejores asistentes que he tenido. Recientemente cumplió veinte años y abandonó la universidad debido a que no tenía ni idea de qué hacer con su vida, realmente disfruta ayudarme. Todavía seguimos modificando cosas aquí y allá, y teniendo pequeñas confusiones, pero en definitiva no sabría qué hacer cuando él decida dejarme y hacer lo que quiera.

Termino el día con dos presentaciones más y un viaje rápido a la oficina. Cal está empacando sus cosas y me saluda con la mano mientras me dirijo a mi oficina.

―¿A que hora te vas mañana?― Pregunto.

Veo a Cal Peak en la oficina mientras sigue agarrando sus cosas. ―Mediodía. solo llámame si me necesitas.

―Sabes que lo haré― me siento en mi sofá y miro por la ventana.

Sólo las seis y era muy temprano para terminar con el trabajo de hoy. No me importaba, aunque solo quería una siesta. Eso es, tal vez una copa de vino también y un poco de pasta. Necesito salir de aquí.

―Está bien, me voy. ¿Vienes?

―Sí― levanto los brazos y miro a Cal.

―Ayúdame.

Cal camina sin vacilar por el pasillo y me ayuda a ponerme de pie. me entrega mi bolso y caminamos juntos hacia los ascensores. Él era ocho años más joven que yo, e incluso si yo fuera su jefa, nos seguiríamos llevando muy bien.

Estaba este profesionalismo junto a una atmósfera relajada y cómoda que equilibraba las cosas.

―¿Entonces quieres decirme por qué estás en uno de esos comerciales de kidz bop? ¡Mierda!― la puerta del ascensor se abre en el garaje y salgo primero.

―Es cierto. Aún así nunca me encontrarás.

―He visto fotos tuyas de bebé. Te ves exactamente igual.

Cal llega a su motocicleta y niega con la cabeza. ―Encuéntrame y te daré trescientos dólares.

―Trato hecho. Me gustaría que me transfirieras a mi cuenta bancaria. Nada de efectivo― Me paro junto al capó de mi coche y lo señalo. ―Te arrepentirás de desafiarme, Calum.

―Nunca me encontrarás, cariño. Nadie lo hace.

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DI NO A LOS LECTORES FANTASMA.

Todos los derechos y créditos reservados a la autora original: cevans-

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