Capítulo 4
Taehyung abrió los ojos, sentía un peso doloroso sobre sí, al mirar con mayor atención notó que se trataba de Jungkook, el pelinegro acomodado casi todo su cuerpo sobre él, parecía demasiado a gusto para molestarlo, a pesar que debía de ir al baño, decidió aguantar un poco más.
La mano del chico se cerró sobre la tela de su ropa, su rostro estaba relajado, sonreía incluso levemente. Tae quitó su mano de abajo del cuerpo que lo aplastaba y acarició su cabeza suavemente, rascando la zona con sus uñas, rozando la superficie con cuidado de no despertarlo.
— Te quiero Jungkook
Quizá no era mucho, quizá era lo más cerca que podía estar de alguna vez decirle lo que sentía, pero debía conformarse con eso por ahora, no era el momento.
—Yo también te quiero Yoongi hyung
El rubio se quedó helado en el lugar, sus ojos abiertos de par en par, mientras esperaba apacible que el dolor volviera a instalarse en su pecho, y como una crónica anunciada, su pecho se contrajo con un intenso dolor ácido.
Con mucho cuidado, y esta vez sin importarle ser un poco más firme, se quitó de encima al chico, abandonando el cuarto, no era momento de desmoronarse, no frente a ellos, no por algo que no tenía derecho a quejarse.
Pero al dirigirse al baño, irremediablemente cruzó por el pasillo, y quisiera o no, la imagen de las manchas de sangre de Yoongi sobre las paredes golpeó su realidad como una roca, no era momento de llorar por eso, pero no tenía ningún otro momento para ello.
Se acercó a la misma y rozó con la yema de su dedo la superficie rugosa de la pared. "Hoy sigo solo, nadando en la agonía sin fin de no poder recordar tu rostro con una sonrisa... Yoongi te extraño"
Tae releyó esas y otras frases, le dolía no saber cómo ayudarlo, le dolía haber dejado pasar tanto tiempo sin cuidarlo, podría haber insistido más, podría haber convencido a Jimin antes, pero a quién quería engañar, Taehyung había dejado pasar el tiempo porque no estaba preparado para enfrentarse a Jungkook.
Se dejó caer frente a la representación de Yoongi, su cabeza tocó el suelo, postrándose ante él.
— Lo siento tanto, no debí decirlo, no debí pensarlo, no debí pedirlo... —Las lágrimas caían solas, liberadas, buscando limpiar la suciedad que la culpa carcomía en él, pero era imposible, Taehyung había deseado que se separaran, y la naturaleza se lo había concedido, sin importar cómo, él había hecho eso posible, ¿Cómo podía mirar a Jungkook a la cara cuando ni él mismo se animaba a hacerlo frente al espejo?
Una suave brisa irrumpió su pensamiento mientras no podía parar de llora, la brisa agitó sus cabellos y la primera sensación de paz en mucho tiempo, se instaló en su corazón. No sabía cómo, pero estaba seguro que era Yoongi que, de alguna forma, buscaba aliviar el peso de todo.
— ¿TaeTae?
Taehyung se levantó torpemente, un Jungkook recién despierto le devolvía la mirada, no se esperaba que lo descubrieran así, y menos él, frente al cual se suponía debía mantenerse fuerte.
—Yo también lo extraño Gukie
Jungkook se acercó a su mejor amigo y lo abrazó, el calor reconfortante que el cuerpo de Tae le brindaba calentó levemente su corazón, mientras la brisa que había despeinado a Tae, despeinaba los cabellos de ambos, una ligera caricia que fue directo a su alma.
Ninguno dijo absolutamente nada, porque ambos lo sintieron, la presencia abandonando el lugar, la brisa se deteniéndose, casi respondiendo la duda silenciosa de si se trataba de Yoongi o no.
— ¿Me he perdido el abrazo matutino? No es justo, exijo se haga otro, pero conmigo
Dijo la voz del pelirrojo saliendo por algún lado cerca a la puerta de la habitación del chico, interrumpiendo el ambiente mágico e imposible de pensar que el fantasma de Yoongi quizá los había visitado.
Todos sonrieron y los dos abrazados, abrieron sus brazos, invitando al tercero a sumarse.
Aplastando con fuerza, juntando sus cabezas en el centro del círculo improvisado, los tres sonrieron.
—Buenos días
Gritaron al unísono, para luego separarse.
—Haré el desayuno
Dijo el pelirrojo mientras se dirigía a la cocina. Jungkook entrelazó sus pequeños dedos con los de Tae y ambos se quedaron mirando en silencio la pared.
—Tae... creo que he aplazado demasiado las cosas, quiero encontrar las grabaciones que Yoongi me dejó... pero no creo ser capaz de hacerlo solo ¿Podrías ayudarme? Tú y Jimin digo.
El rubio sonrió como siempre hacía cuando Jungkook hacía alusión a la relación con el peliblanco, con cierto esfuerzo para que no notara los sentimientos encontrados que le hacía sentir.
— Si crees que te puede ayudar, claro que lo haremos Gukie
Los ojos del pelinegro se iluminaron, y mientras corría al coche a por el DVD que había dejado dentro, comprendió que no todos los días debía dolerle su ausencia, que no todos los días serían malos si Tae y Jimin estaban con él, sentía algo de culpa por haberlos alejado tanto tiempo, casi podía sentirse optimista, algo que no había sentido en mucho tiempo.
Cuando entró nuevamente, y luego de tomar el reproductor de DVD, entró volando a la cocina dónde Jimin servía el desayuno, los dos chicos lo miraron, preguntándose internamente si Jungkook podría aguantar escuchar la voz de Yoongi nuevamente.
—Estoy bien... no voy a romperme, no hoy
Susurró mientras se sentaba frente a su plato, dejando el aparato con el DVD dentro a su lado.
— ¿Tienes algo?
Preguntó Tae llevándose el Hwachae a la boca, el jugo de la sandía cayó por la comisura de sus labios, pero lo ignoró quitándoselo con el revés de la manga.
—Creo que sí, Yoongi dijo algo de dos corazones, cuando lo escuché ayer pensé que hablaba de la playa, y por un momento me asusté, si escondió algo allí, seguro ya se borró hace mucho tiempo.
Jungkook se llevó un trozo de durazno enlatado entero a la boca, sin importar casi ahogarse con él, su cuerpo gritaba por comida, y por primera vez, su estómago no se revelaba ante esta, por lo que comía a gusto.
— Si no es la playa, ¿Entonces?
Hizo un gesto con las manos para pedir unos segundos para tragar y luego continuó.
— Yoongi habló en la cinta sobre el día que nos conocimos, admitiendo que ese día su vida había comenzado de nuevo, a partir de ese día, yo también sentí lo mismo, dos corazones diferentes, unidos por la casualidad... dos corazones que se unirían... por siempre —Se detuvo buscando aire, cada vez que mencionaba algo relacionado al amor que habían tenido, su garganta se cerraba, pero quería explicarles, quería encontrar las pistas, se lo debía a Yoongi.
— Entonces, ¿Quizá la pista habla de ustedes dos y no de la playa?
—Exacto, creo que la pista está en mi galería de artes
Dijo mientras terminaba su Hwachae.
La galería "Golden Closet Paint" se ubicaba en el centro de la ciudad, había permanecido abierta, a pesar de que el artista principal no había hecho ningún cuadro durante el último año, tenían suficiente stock para continuar generando dinero, algo que Jimin y Tae habían estado manejando por su cuenta, sabían que a pesar de que Jungkook lo había dejado de lado, se trataba de su bebé, a quién había cuidado por muchos años, no podían dejar que se viniera abajo.
— ¿Quieres que demos un paseo por allí esta tarde?
Jungkook negó con la cabeza mientras llevaba su plato y lo dejaba para lavarlo luego.
— Terminen de desayunar, quiero ir allí ahora... iré a bañarme
Se retiró del lugar, dejando un extraño silencio detrás, una mezcla de alegría y preocupación ocupó las mentes de sus amigos, se debatían internamente sin saber si debían vigilarlo mientras se bañaba, o agradecer que lo hiciera, ya que hasta ese momento no había demostrado preocupación por su falta de higiene.
Jungkook entró al baño, el olor a limpio le indicaba que sus amigos habían hecho un buen trabajo allí, pero ¿Habían sido tan minuciosos? El pelinegro entró a la bañera, pero no abrió el agua de inmediato, estiró la mano y luego de desenroscar con cuidado el cabezal de la ducha, un pequeño elemento cayó de ella.
Luego de tomarlo entre sus manos, puso todo en su lugar, tomando con cuidado la hoja afilada de metal reflectante.
Abrió el agua y mientras esperaba que se calentara, miró la hoja de la navaja, optando por sentarse bajo el chorro helado, que lentamente iba calentándose, su piel parecía ignorar la temperatura que estaba alcanzando el agua, mientras sus ágiles dedos daban vuelta el trozo de metal afilado, lo pasaba entre sus dedos, casi como si se riera de la muerte, mientras jugaba a no cortarse.
La tina fue llenándose lentamente, mientras la hoja de la navaja rozaba ahora la tierna piel de su muslo, allí donde miles de cicatrices descansaban en orden, cuando el agua llegó a su nivel óptimo y el chico cerró la canilla, su mano traicionera clavo la pequeña punta sobre esa piel machacada, herida y mal curada.
El dolor, la quemazón, la acidez que le siguió, recorrió su ser, y mientras veía la sangre disolverse en el agua. Retiró la cuchilla y volvió a clavarla, esta vez sobre su muslo interno, allí sintió una puntada desde dentro y el dolor aumentó con mayor intensidad, la sensibilidad de la zona, en la que no se había cortado antes, le obligó a taparse la boca para no gritar, pero no hizo que parara, volviendo a clavar la hoja afilada una y otra vez.
Recostó su cabeza hacia atrás mientras el leve mareo por el dolor le producía cierta satisfacción. No podía parar, una vez que enterraba la hoja y el dolor se liberaba, su corazón acelerado revoloteaba feliz, casi como si fuera a extender sus alas en busca de la libertad que no tenía dentro de su pequeño cuerpo.
— Lleva allí veinte minutos Jimin.
— Un tiempo razonable para bañarse
— No es normal en él
—Taehyung deja al chico en paz por un maldito segundo, ¿No puedes confiar en él? Déjalo en paz
Jimin tiró de él y lo alejó del baño, mientras en su interior, el pequeño Jungkook cerraba sus ojos, hundiéndose lentamente en la tina repleta de agua, su cuerpo adormecido, su mente atontada, no le dejaban comprender del todo que se estaba comenzando a ahogar. Pequeños puntos de luz comenzaron a parecer en su campo de visión, intentó en vano levantar una mano para tomar uno, quizá se trataban de hadas, como las de los cuentos de Flinckin, esas hadas que cumplían tus sueños, esas que con un poco de polvo podrían traerlo a la vida.
Su visión fue apagándose lentamente, su cuerpo estaba en paz, flotando, pero su cerebro se resistía a sacar la cabeza del agua, era demasiado pronto, aún no había capturado ningún hada.
Estar bajo el agua le impidió escuchar los gritos de Tae y Jimin desde el otro lado, Taehyung, sintiendo que nada iba bien, y viendo como un charco de agua salía por debajo de la puerta, decidió entrar, le importaba muy poco la confianza de Jungkook, si se moría se tendría que meter la confianza por el culo.
Se acercó a la tina, y metió ambas manos, mientras Jimin corría a por una bata, Tae tiraba de Jungkook, ignorando el hecho de que estuviera desnudo, lo recostó sobre el piso, de costado mientras golpeaba su espalda, gritó su nombre desesperado hasta que empezó a toser... era la segunda vez en días, que escucharlo toser se había vuelto una necesidad desesperante.
Jimin entró con la bata, y entre los dos se la pusieron al niño, lo levantaron y lo llevaron a la habitación, mientras el rubio recostaba al pequeño sobre la cama y se aseguraba que terminara de escupir toda el agua, sin importar si mojaba todo, el pelirrojo se agachaba sobre el suelo mojado y tomaba la pequeña hoja, antes de saber que estaba haciendo, la escondió en su bolsillo, Tae no necesitaba ver eso, no en ese momento.
Taehyung se sentó al lado de Jungkook, acariciando su cabello mojado, el chico lo miraba con sus ojos abiertos de par en par, relucían como perlas en la oscuridad.
— TaeTae en serio no quise hacer nada malo, no pensaba en hacerlo ¿Me crees?
Susurró preocupado mientras lo miraba, desesperado porque le creyera, porque era verdad, por primera vez desde hacía un año, había encontrado una razón para sentirse bien, no había pensado en quitarse esa sensación cálida, al contrario, quería quitar todo el dolor de su corazón, dolo que no le dejaba disfrutar de la calidez que había encontrado con Tae y Jimin.
El rubio sonrió, aunque el pelinegro vio caer una lagrima solitaria por su mejilla, finalmente el mayor se inclinó sobre el pintor y depositó un casto beso sobre su frente.
— Quiero creerte Jungkookie, pero me cuesta hacerlo, no creo que quieras quitarte la vida, o ya lo habrías hecho, pero si ni si quiera te diste cuenta que estaba muriendo... tengo miedo de que vuelvas a no darte cuenta y perderte a ti también.
El chico bajó la vista, avergonzado, no le gustaba esa sensación, la había disfrutado el primer día, cuando Jimin y Tae habían llegado, esa sensación de hacer sufrir a Tae con comentarios hirientes, ya no le satisfacía, y verlo sufrir por una inconsciencia de su parte, no le había gustado nada.
Mientras pensaba en eso, el rubio se agachó, y del cajón de la mesa de luz, sacó la secadora eléctrica.
— ¿Puedes incorporarte?
Susurró, el pelinegro lo intentó, pero finalmente con las fuertes manos de Tae, pudo hacerlo, se sentó de espaldas al rubio. Encendió el aparato y luego de verificar que el aire no salía demasiado caliente, comenzó a secar el cabello del chico, acariciando suavemente la superficie de su cabeza.
— Gracias TaeTae... siempre sabes cómo reconfortarme
Susurró cerrando los ojos, dejándose querer, mientras los ágiles dedos de su mejor amigo, recorrían cada parte de su cabeza, masajeando y secando lentamente su cabellera.
Sin aviso alguno, recibió un leve beso en la nuca y mientras ahogaba un temblor ligero, la voz grave del rubio resonó en su oído.
— Siempre estaré para ti Gukie, porque eres el único lucero en mi galaxia... tú y Jimin lo son —susurró intentando cubrir el hecho de que no lo había incluido— no quiero verte caer como una estrella fugaz Jungkookie, no podría aguantarlo de nuevo.
El pelinegro se recostó por completo contra él, y el rubio dejó el aparato de lado y lo recibió entre sus brazos.
— ¿Lo dices en serio Tae? ¿Me consideras tan importante?
El corazón del rubio se encogió, le dolía saber que, a pesar de años de amistad, Jungkook aún tenía miedo de perderlo, miedo de confiar en él, le enojaba incluso tener que decir con palabras lo que siempre mostraba con acciones ¿Es que no era claro con eso?
— Me ofende que preguntes eso ¿Tan mal demuestro las cosas? —La habitación se hizo dueña de un extraño silencio, entre incómodo y enojado, pero luego de respirar algunas veces, volvió a hablar. —Eres mi mejor amigo Jungkook, estuviste el día que llegué al orfanato, llorando, perdido en lágrimas y mocos, porque nadie me querría adoptar, tú te sentaste y me dijiste "No llores, yo te adoptaré" Y sin conocerme de nada, le prometiste a un extraño que cuando tuvieras dieciocho, conseguirías un trabajo y me cuidarías... ¿Piensas que no eres importante en mi vida? Eres mi oxígeno Jungkook, tú y Jimin —Dijo, volviendo a incluir al pelirrojo por temor a estar revelando más sentimiento del que debía.
El pelinegro se dio la vuelta y escondió su cabeza contra el pecho ajeno.
—Lo siento TaeTae, a veces me es muy fácil olvidar que realmente le preocupo a alguien
—Pues, me ofende que lo hagas... pero te perdonaré sólo si me das un beso en la mejilla y te vistes... tenemos un DVD que buscar.
El chico levantó el rostro, la esperanza volvía a hacer brillar sus ojos, y beso con rapidez los cachetes del rubio, sin embargo, la emoción del niño y un movimiento involuntario del rubio, llevó a estamparse los labios del pintor sobre la comisura rosada de los labios del mayor.
Ambos alejaron sus cabezas, pero la idea efímera de un beso sorpresa, acarició sus mentes, derritiendo el corazón de ambos, uno anegado en lágrimas de culpa por disfrutarlo, y el otro en lágrimas de felicidad, alimentando a su corazón acelerado con esperanza, calor y amor.
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