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Capítulo 18

JaeSang se acomodó nuevamente contra el duro pilar de concreto, pero no había forma, por más que lo intentara, el duro frío del invierno le impedía conciliar el sueño.

Las sirenas de la policía sonaban a lo lejos, pero las ignoró, en ese barrio y a esas horas era moneda corriente escucharlas.

Tomó la delgada tela con la que se cubría he intentó dormir nuevamente, los gritos de las personas siendo golpeadas, de las armas siendo disparadas, de los lamentos y las quejas, llegaron a sus oídos. Todo el dolor que teñía a su amada ciudad le dolía, no podía seguir así, si tan solo tuviera el poder de cambiarlo todo.

Un golpe lo quitó de la ligera ensoñación que había logrado obtener, frente a él una pequeña niña de no más de seis años lo miraba asustada, sus enormes ojos negros reflejaban la luz de la luna, su tez pálida y enfermiza adornaba todo su cuerpo, podía ver pequeñas pulgas caminar por allí.

La niña avanzó un paso y cayó de rodillas, al comienzo pensó que intentaba despertarlo, que intentaba advertirle algo. No fue hasta que la sangre brotó de su cabeza que vio el filo del hacha sobre la misma. La hoja de acero roma había luchado por clavarse tan profundo sin tener filo, y mientras la sangre roja coloreaba su paisaje agreste y azul, los ojos de la niña se apagaron, el corazón de JaeSang se detuvo unos segundos en honor a ella, en honor a todos los que eran brutalmente masacrados sin pudor en su barrio, en su ciudad.

Levantó la cabeza a tiempo para detener sus ojos en el encapuchado, sus dientes blancos era lo único que podía distinguirse. Cuando lo miró, los dientes se ensancharon en una sonrisa macabra, y se alejó sin más, sin pudor, sin pena ni gloria.

Asqueado y desesperado, el joven sin futuro, sin poder y con mucho dolor, se levantó sobre sus piernas adormecidas. Como pudo comenzó a caminar fuera del callejón dónde había decidido dormir, no sabía cuándo ni cómo, pero algún día alcanzaría la cima, y cuando estuviera en ella, haría pagar a cada uno de las infelices escorias que mataban a su gente, a los niños y niñas de su ciudad, si tan solo alguien creyera en él.

El primer trueno rompió el silencio de la noche, las ventanas abiertas permitieron el ingreso de la brillante luz, que un segundo más tarde desaparecía en la oscuridad para volver a iluminarse en el siguiente estallido. Las gotas de agua comenzaron a caer, comenzando oficialmente la llovizna cada vez más violenta.

—TaeTae

El rubio abrió un ojo, frente a él estaba Jungkook, llevaba un pijama de los que habían aprovechado a comprar el día anterior, la camiseta y el pantalón compartían un azul pastel con pequeños dibujos de conejos color rosa.

— ¿Tienes miedo Cooky?

El muchacho asintió, y el mayor hizo sitio, Jungkook no tardó en acomodarse, tomando la almohada que llevaba en sus manos para ponerla bajo su cabeza. Taehyung lo miró a los ojos, la inocencia del pelinegro había llegado intacta hasta sus treinta, muchas veces se preguntaba qué pasaría con Jungkook si Jimin o él mismo murieran, el pelinegro no podría seguir con su vida, incluso durante ese último año, dónde casi lo habían perdido por intentar darle su espacio, habían procurado asegurarse de que no le faltara dinero.

— Tae...

El rubio volvió a la realidad, una dónde los ojos azules del menor lo miraban entre curioso y angustiado, una tristeza onda que cargaba desde siempre, una que por más que los últimos días había sido una montaña rusa emocional, no habían logrado quitar ni siquiera un poco.

— ¿Qué sucede Jungkookie?— El chico pareció pensar las cosas, eso significaba que no era fácil para él expresarlo, quizá la forma en que lo habían educado junto con Jimin no había sido perfecta, deberían haberle enseñado a expresar sus pensamientos, sus sentimientos, deberían haberlo cuidado, no sobreprotegerlo.

— Cuando me muera... ¿Crees que Dios me deje estar con Yoongi? ¿Crees que sepa que nos íbamos a casar? Se que dicen "hasta que la muerte los separe" pero no es justo, no tuve oportunidad de amarlo toda mi vida... ¿Por qué? ¿Por qué las personas normales pueden hacerlo? ¿Por qué pueden estar con la persona que aman hasta el final y yo no?

Las pequeñas lágrimas bajaban por el rostro pálido del chico. Taehyung estiró su mano para quitarlas, sin notar el leve temblor de Jungkook cuando esa mano se posó en su cara.

— Creo que cuando mueras en muchos años, volverás a ver a Yoongi y él te amará tanto como cuando estaba vivo

— Entonces ¿Sólo cuando me muera volveré a verlo?

— Si Jungkookie, pero para eso faltan muchos años... ven aquí

El rubio acunó al chico entre sus brazos y lo apretó contra su cuerpo intentando transmitir su calor, su amor y su tranquilidad. Lentamente, y mientras el sueño iba cerniéndose sobre Jungkook, la idea cada vez estaba más clara en su cabeza ¿Por qué debía esperar tanto tiempo? Si esperaba demasiado podría olvidar como se sentía amar a Yoongi, y él no podía verlo sin amarlo, no podía traicionarlo así y menos si éste lo estaba esperando y lo amaría tanto como lo había amado en vida.

El traqueteo de los autos en la calle lo hizo levantarse finalmente, Jungkook ya no estaba, pero probablemente estuviera en su cuarto, la tormenta había finalizado en la madrugada, seguramente había sacado valor para volver solo a su cama.

Bajó los pies al suelo y luego de estirarse, caminó hacia el baño, lavó su rostro he hizo buches con un poco de agua.

Llegó a la cocina dónde Jimin estaba haciendo el desayuno, le causó risa ver como al desplazarse cojeaba ligeramente de un lado.

— ¿Te divertiste en lo del vecino anoche?

— Cállate... y buen día

— Ya Chimmy, es broma ¿Cómo te sientes?

El pelirrojo miró a su amigo mientras tomaba un trapo para abrir el horno y sacar las tostadas que ya estaban doradas.

— Estoy bien tonto, ve a despertar a Jungkookie

El rubio se levantó riéndose aún de la expresión de su mejor amigo. La puerta del final del pasillo le esperaba, estaba cerrada, era extraño, últimamente Jungkook la dejaba entreabierta para permitir que la luz del pasillo entrara al cuarto.

—Jungkook es hora de desayunar— Dijo suavemente mientras golpeaba la puerta, debía respetar su privacidad, no podía entrar así como así. El otro lado de la habitación le respondía silenciosa, no parecía que el chico estuviera despierto.

Volvió sobre sus pies y se sentó de nuevo en la mesa.

— Anoche se desveló por la tormenta, déjalo dormir un poco más

Jimin puso los ojos en blanco y se sentó con las tostadas en una panera, mermelada de frambuesa y queso crema.

Comieron en silencio, hacía algo de frío por la tormenta de la noche anterior, y eso los mantenía aun somnolientos.

Mientras Taehyung lavaba los pocos trastes que habían usado, Jimin pasó por su lado, vestía un sobretodo negro y una liga de goma en una de sus muñecas. Se despidió de su amigo con un gesto y salió camino a la casa de Namjoon.

— Genial... estoy solo

Aceptando el hecho de que el pelinegro no se despertaría hasta el mediodía, y sabiendo que aún tenía mucho por hacer, no había querido molestar a los demás con todo lo que estaba pasando, pero le habían pedido evaluar una letra de una canción.

Taehyung había dejado de lado su sueño de ser cantante al comprender que no podía vivir de gira dejando a Jungkook y Jimin solos, por lo que una vez que había estudiado, se dedicaba a trabajar de forma autónoma como compositor, leía canciones o idea, escribía mejores letras, hacía poco había firmado un contrato con una gran agencia de cantantes de reggaeton, claramente a cambio de ser compositor fantasma de uno de los más famosos cantante del mercado, le pagaban bien, demasiado bien.

Se sentó en el escritorio de la sala y luego de revisar el correo que le habían enviado con la idea, dio rienda suelta a su imaginación de escritor.

Las horas pasaban, pero el rubio no sentía que sucediera, estaba tan determinado a avanzar y entregar el trabajo ese día, que hasta que su celular no sonó, no hizo ninguna pausa.

Miró el aparato y se horrorizó, era pasadas las tres de la tarde, asustado porque Jungkook no había aparecido aun, se levantó y volvió a la habitación del menor.

— Jungkook despiértate en ese mismo instante... ¡Jeon Jungkook, levántate ahora mismo!

La sangre de su cuerpo comenzó a abandonar las extremidades superiores, sus piernas estaban listas para salir corriendo, el terror que lo invadió de la nada no parecía tener sentido, y aun así su acelerado corazón y la adrenalina arremolinándose en sus piernas, no ayudaban en nada.

— A la mierda, voy a entrar Jungkook

Taehyung abrió la puerta y todo su mundo se detuvo, su mente comenzó a analizar cada posible pista, cada posible significado de esto, cada posible situación que llevó a sus ojos a no poder ver a Jungkook allí, porque era imposible que no esté, y sin embargo la habitación estaba vacía.

Corrió dentro como si la pequeña habitación pudiera estar escondiendo al menor, revisó el armario, revisó bajo la cama, la cual estaba perfectamente hecha. Pasado unos minutos y cuando su adrenalina estaba al punto máximo, la vio, una hoja amarillenta con tinta azúl en ella, nunca era buena señal.

Queridos Taehyung y Jimin:

Lamento haber sido una carga todos estos años, lamento no haber sido la mejor versión de mí.

Hoy, aquí, en la casa que crecimos, en la casa en la que lloramos, reímos me he dado cuenta que soy un ingrato, un estorbo, les he traído solo infelicidad, tristeza y preocupación, no merezco su preocupación, no merezco que me dediquen tanta energía.

Taehyung gracias por escucharme, gracias por estar ahí y creer en mí cuando a los demás les cuesta hacerlo, atesoraré tu amor y tu entrega con mucha fuerza mientras esté...

Jimin, gracias por tu dedicación y tu esfuerzo, gracias por trabajar para que tuviera una educación, gracias por amarme incluso cuando a mí me cuesta hacerlo.

Atesoraré los mejores recuerdos que tuve con ustedes, cuidaré de todo el amor que me dieron mientras esté en el cielo, y prometo que cuando vengan seguiré amandolos y queriéndolos, los estaré esperando con ganas.

Con amor: Jungkookie

Las lágrimas corrían salvaje por su rostro, sin poder ver más allá de un palmo de distancia, Taehyung comenzó a correr, no supo cómo abrió la puerta ni como encontró el camino a la casa de Namjoon, su miedo su tristeza y su desesperación lo hizo ignorar la situación cuando abrió la puerta con la llave de emergencia.

— Jungkook se fue, y creo que se quitará la vida

Namjoon y Jimin, completamente desnudos, se vistieron a la velocidad de la luz, mientras el pelirrojo tomando a su mejor amigo mientras Namjoon prendía su computadora para revisar las cámaras.

— Okey, Jungkook salió a eso de las 6 de la mañana y se dirigió calle arriba ¿Qué hay más arriba?

Los dos chicos negaron con la cabeza sin saber que sucedía, presionado por las lágrimas desesperadas de Taehyung, Namjoon comenzó a teclear como loco, nadie sabía que estaba haciendo solo parecía que tecleaba cada vez más rápido, resoplaba, renegaba pero por fin gritó.

— Luego giró en la tercera, en la altura de la estación de servicio, siguió por esa calle hasta el final, no encuentro nada más ¿Qué dicen?

— La tercera y la estación... la tercera y la estación... la tercera y la...

— ¡El cementerio!

Gritó entonces Taehyung logrando burlar la bruma de sus lágrimas y levantándose desesperadamente, no los esperó, comenzó a correr, ignoró el coche y continuó corriendo hacia dónde sabía estaba su destino, debió haber pensado eso, allí sería dónde pudiera ver a Yoongi de nuevo, allí podrían reunirse por primera y última vez.

Dobló por la estación de servicio, su piernas largas corrían desesperadas, las zancadas que daba llegaban a cortar casi un metro con cada pisada, pronto vio a lo lejos las enormes rejas del cementerio, a pesar de las quejas de sus piernas y de su agitada respiración superficial, Taehyung siguió corriendo, no le importaba desfallecer solo si era luego de asegurarse que Jungkook no cometiera el error más estúpido de su vida.

Ignoró olímpicamente al guardia de la entrada y siguió corriendo, usando una farola de metal la tomó con fuerzas y se impulsó para seguir corriendo con su nueva dirección, había girado a la derecha para acortar camino, esperaba que fuera así.

A lo lejos la vio, la tumba de Yoongi, la majestuosa pieza de mármol blanco se alzaba imponente contra las demás construcciones, sobre la cima de la pequeña colina y dentro de un pequeño panteón, las teclas del enorme piano de cola, réplica del favorito de Yoongi, marcaba la entrada a su tumba.

Abrió la puerta de entrada, dentro del lugar había una pequeña habitación dónde, bajando las escaleras, llegaba al sitio exacto. Lloró anticipadamente, los mocos impedían que respirara adecuadamente y la desesperación y el miedo de verlo allí sin vida, sin pulso y totalmente pálido lo aterraban.

Bajó el último escalón y con el miedo más grande que jamás había experimentado, levantó la cabeza para mirar el féretro, allí estaba, Jungkook vestía de negro, sus pies sucios y descalzos contrastaban con la pureza y blancura de la tumba, no fue hasta que lo oyó llorar que supo que aún estaba vivo.

— ¿Jungkookie?

El niño se dio la vuelta, su cara surcada en lágrimas y lodo lo miraban desesperado. Taehyung se le acercó, dejándose caer a su lado, el pelinegro hizo lo propio y cayó sobre él, dejando libre todo lo que aun llevaba dentro, la navaja en su mano resbaló hasta el suelo, el sonido chirriante al golpear el mármol les hizo temblar y aferrarse más el uno al otro.

— Lo siento TaeTae, lo siento tanto... yo... yo... pensé que seguía vivo, pensé que si no venía aquí aún habría posibilidades de encontrarlo por la calle, pero Yoongi está aquí, está muerto y duele... duele mucho, él realmente está muerto y no va a volver jamás

El rubio lo rodeó con cuidado dejando que lo usara de soporte, dejándolo que lo usara como su pañuelo para quitarse el dolor que llevaba por dentro.

— Yoongi te amó en vida y seguirá amándote Jungkookie, pero tú tienes que ser fuerte y seguir con tu vida, él te esperará, él te seguirá amando sin importar cuantos años pasen. Yoongi querría que tengas una vida plena, digna, querría que lo superases y fueras un poco más feliz.

— Tengo miedo TaeTae ¿Cómo voy a respirar sin él? ¿Cómo voy a seguir viviendo cuando él ya no está? Tae, no sé vivir si no es con él, pero tampoco me animo a ir con él... ya no sé qué hacer

El rubio besó la coronilla de su cabeza y lloró junto a su amigo, frente a la tumba del que en algún momento había sido su contrincante por el amor de Jungkook, pero que se había transformado en lo mejor que le había pasado en su vida.

— Yo tampoco sé cómo seguir Jungkook, pero encontré la razón y me aferré a ella, a pesar de que él se fue aún quiero cuidarte, aún quiero saber que estas un día más vivo, mi razón en este mundo fue y siempre será cuidarte... si pierdes esa razón, si sientes que ya no la tienes, te cuidaré y protegeré hasta que vuelvas a encontrarla

Jungkook se relajó contra él, solo podía escuchar su respiración resollando con dificultad, pero a pesar de ello, el pelinegro se separó ligeramente torciendo el pecho hacia el féretro y estirando su temblante mano hasta apoyarla sobre la imagen de Yoongi grabada en piedra.

El viento helado irrumpió en el lugar despeinando el cabello de ambos, parecía el soplido de alguien que intentaba reanimarlos, la triste y vacía mirada del menor se tornó en una pequeña sonrisa ligera.

— Gracias... lo intentaré, intentaré ser mejor en esto

— Jungkookie, hemos estado viviendo unos días muy duros, el ataque, el oficial Park, la pelea entre las mafias... sin embargo tú has estado peleando tu propia batalla interna, Jimin y yo siempre estaremos ahí para escucharte, no tienes que sonreír y ser feliz todo el tiempo, eso nos preocupa a veces, puedes llorar en mi cama las veces que necesites, puedes tener miedo y pedirnos protección, puedes abrazarme y pedirme cariño, pero por favor no sonrías como si todo estuviera bien, no necesitamos verte sonreír, solo queremos que puedas sanar.

Unos pasos resonaron en la habitación abovedada, el umbral de la puerta dio la bienvenida a Jimin y Namjoon, quienes aliviados vieron la escena. El pelirrojo sonrió y se arrodilló junto a ellos, y los tres acomodaron sus manos sobre el féretro, una sobre la otra.

— Yoongi, te prometemos que cuidaremos de Jungkookie hasta que puedan volverse a ver

— Yoongi, te prometemos que Jungkook estará a salvo y será amado igual que como tú hubieras querido.

— Bebé... lamento no haberte visitado antes, tenía miedo, miedo a que todo se tornara en real, en entender que ya no voy a volver a verte más... —La voz del pelinegro se cortó, pero sus dos amigos lo rodearon con sus brazos libres y ayudaron a cargar su dolor —, pero Jimin y Tae están aquí, sé que lamentas lo que sucedió, no querías la vida que te tocó, y creo que por fin entiendo, no estoy enojado sólo me duele que no hayas confiado en mí todo esto.

Los tres sonrieron y se despidieron afectuosamente, Jungkook prometió regresar en la semana, sentía que debía retomar aquello. Estando a punto de darse la vuelta, algo llamó la atención del pelinegro.

Soltó las manos de sus amigos, quiénes ya estaban por cruzar el umbral para subir por las escaleras, y caminó hacia la zona más oscura de la habitación, arrodillándose intrigado por lo que veía allí, era un relicario hermoso, unos preciosos arabescos de una fina plata brillante lo adornaban como si de pequeñas serpientes se trataran.

— ¿Jungkook?

El chico levantó el guardapelos y se los mostró, los ojos de Jimin se abrieron de par en par, era el guardapelo robado, aquél que había desaparecido de la casa hacía tanto tiempo atrás, aquel que mostraba las pruebas de lo que él creía era el abuso de Yoongi, aunque ahora sabía que se trataba de su hermano, pero ¿Qué hacía eso allí?

— ¿Lo reconoces?— Preguntó Jungkook al identificar la cara de Jimin, el chico mordió su labio inferior, Jungkook ya no era un niño y todos allí sabían de la existencia del hermano de Yoongi, quizá era tiempo de sincerarse y quitar su dolor también, pero no allí, no frente al inocente del pianista, no quería ensuciar esa tumba hablando de esa bazofia.

— Hablemos en casa mejor

Pero mientras caminaban hacia el coche en el que Jimin y Nam habían llegado, el pelirrojo y Taehyung llegaron a la misma conclusión, el hermano de Yoongi había visitado la tumba recientemente, quizá para despedirse de su hermano, o para robarse algo. No podían creer que fuera del tipo amoroso, el hermano de Yoongi le importaba una mierda la vida de los demás, había abusado de Jimin, había mantenido a Yoongi dentro de la mafia, y había hecho que lo mataran, no era bueno para nada, no podría estar allí para hablar con su hermano, debía haber más.

La luz del sol comenzaba a desaparecer por el oeste, y mientras el grupo de amigos salía del cementerio, ignoraron la presencia de la sombra encapuchada que los seguía con la mirada.

El hombre llevó su mano a la cintura, tomando un intercomunicador y susurrando para no ser escuchado.

— Ya están fuera, repito ya están fuera

Dirigió la vista hacia el coche de Namjoon, el cual se perdió calle arriba. El chico caminó hacia la tumba, había estado tan cerca, tan malditamente cerca de conseguirlo, y justo en el segundo que sus manos se habían posado en esa lápida, el mocoso había abierto la puerta, por suerte conocía la salida secundaria por la que había escapado, solo rezaba que esos cuatro no hubiera encontrado su escondite secreto.

Bajó por las escaleras y caminó directo al féretro, sin respeto alguno empujó la tapa del cofre de piedra y sonrió mientras tomaba la caja de madera, la siguiente pista guardada en el único lugar que podría ir sin que nadie sospechara. Cerró la tumba riéndose entre dientes y escapándose de allí, si alguno de esos cuatro se les ocurría mirar dentro, habría sido la sorpresa más espantosa de todas, comprender que veneraban una tumba vacía volaría los circuitos de su mente.

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