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13 | Redención.

Llegar al otro día al salón fue raro.

Me tocaba escritura creativa a primera hora y en cuanto puse un pie dentro todos los ojos se clavaron en mí. Ser invisible por más de dos meses y de repente ser el centro era...abrumador. Tragué saliva y puse mi mayor cara de que no me importaba-aunque en el fondo me estuviera volviendo loca-y dejé mis cosas sobre la mesa. La profesora con la que siempre me había llevado bien me dio una mirada...¿reprobatoria?

Una horrible teoría comenzó a formarse en mi cabeza.

¿Será que...?No, era imposible. Habíamos sido cuidadosos.

Me aclaré la garganta y me concentré lo mejor que pude en la clase evitando poner demasiada atención en los comentarios de los demás. Pero, en el fondo, quería oír. No creía que fuera que se supiera lo de Dexter, esas cosas corren más. Pero había algo.

¿Y si era lo de mi padre? No, ya muchos hubieran pedido fotos o algo así.

Entonces, ¿qué demonios era?

Cuando pasaron las dos horas todos comenzaron a salir y, cuando me había decidido a no darle más vueltas, oí uno de los cuchicheos.

-...a saber por quién se habrá inspirado...

Y lo comprendí.

Sabían que yo era Foxie Tris.

Sentí el nudo en mi garganta formarse. Adiós, invisibilidad. Adiós, tranquilidad...Me aclaré la garganta, nerviosa y metí mis cuadernos en la bolsa a toda velocidad. Iba a marcharme cuando mi profesora me detuvo. Su mirada reprobatoria había aumentado.

-Es...-negó-. Es una pena que uses ese talento que tienes para escribir...eso, Beatrice. Una pena de verdad.

Iba a quedarme callada. Juro que iba a hacerlo, pero...

-Lo que es una pena, es que usted, siendo una mujer tan preparada, me diga algo así-me erguí-. La erótica, cuando se trabaja bien, también es literatura. Así que, si va a hacerme esa clase de comentarios sobre mis textos extraescolares, limítese a comentar sobre mis trabajos del salón. Gracias.

Salí de allí corriendo hacia la oficina de Inna. Cuando irrumpí, iracunda, ella dio un salto en el asiento.

-Beatrice, puedo...

-Más te vale-interrumpí-, que me expliques cómo toda la universidad sabe algo que te pedí que no se supiera. Joder, Inna, no tienes idea de lo que habéis hecho...-me pasé las manos por el pelo-.¿Tienes una idea de lo mucho que me costó pasar desapercibida estos dos meses, joder?¡¿Qué habéis hecho?!

Ella bajó la mirada.

-Lo siento, Beatrice...No fue decisión mía...Vino de arriba revelarlo...

Fruncí el ceño.

-¿De arriba?

Ella se acomodó los lentes.

-Varios...-tragó saliva-. Varios alumnos habían hecho teorías culpando a los profesores de literatura y escritura creativa de ser ellos quienes habían escrito el relato para fingir que sus alumnos tenían buena calidad...-negó-. Lo siento muchísimo, Beatrice, pero si no revelábamos tu identidad nos cerraban la publicación. No tuvimos opción.

Suspiré. Me dejé caer en la silla con el peso de la bolsa llena de libros y cuadernos, pero no tan pesada como mis hombros. Ahora todos se pondrían a investigar y de alguna forma descubrirían quién era mi padre. Apreté los labios. Llevaba un conjunto de pantalones anchos de mezclilla y un top de mangas largas negro. Me había recogido un costado del pelo con unas evillas y solo me había puesto un poco de labial y rímel. No estaba lista para que me conocieran. Ser el centro de atención era un asco.

Miré a Inna.

-¿No había otra opción?

-En serio no la había, Beatrice...-murmuró-. Intenté negociar, buscar alternativas...Incluso te mandé un mensaje pero tenías el móvil apagado.

Mierda, se me había apagado en casa de Dexter y lo había dejado cargando en la residencia.

Tomé aire y me levanté con el corazón como loco contra mi tórax.

-Yo...yo me tengo que ir.

Intentó detenerme, pero me fui corriendo.

*****

Miré los mensajes de Dexter con una mueca. Me preguntaba por qué no había ido a clase de Literatura y si estaba bien. Casi sonrío cuando, diez minutos después me mandó otro diciendo que acababa de enterarse, que me lo había advertido, pero que igual lo sentía. Le puse que si estaba de humor me pasaba luego por su departamento y no me había respondido así que supuse que estaba ocupado en sus rollos como profesor.

Me dediqué a leer, otra vez, los correos de papá y Belly les puse que, sinceramente, no estaba segura de estar de humor para pasar un fin de año con todos los Callow. Eso nunca acababa bien. A mi hermana sí le conté lo del relato y me sugirió pasarme el fin de año con ella en Fuxon pero esa ciudad nunca había sido mi onda. Demasiada vida nocturna para mi gusto, pero a ella sí le iba ese rollo.

-¿Estás bien?-preguntó Ruth que había llamado y le había contado todo.

Negué.

-No me arrepiento de haber subido el relato, ¿sabes? Pero me aterra la idea de que sepan quién es mi padre y descubran todo sus malos pasos y...-chasqueé la lengua-. En fin, una mierda. Cuéntame de ti.

Ella bufó. Llevaba un pullover rosa y tras la pantalla se veía una habitación de colores pastel.

-Pues...hablé con mi novio y...le he dejado.

-¡Te lo dije!-exclamé, me bajé la camiseta negra pero borré la sonrisa cuando la vi fruncir la expresión conteniendo el llanto-. Hey, ¿Estás bien?

-Era...era lo correcto, pero...sigo sintiéndome mal. Tenías que haber visto cómo se puso, me preguntó qué había hecho mal, que no lo entendía, que...-sollozó-. No tuve los ovarios para decirle que me había acostado con otro. Era...demasiado, incluso para mí.

Asentí.

-Es normal, llevábais mucho. Pero será más fácil con el tiempo- me recogí algunos mechones de pelo con evillas mientras le miraba-. Debes admitir que te sientes mejor ahora.

Se encogió de hombros.

-En cierto modo, sí.

-Bien entonces...-miré el documento a medio escribir bajo la pantalla de la llamada-. Tengo una duda, Ruth. En el hipotético caso de que fueras una ninfómana...-solté una risa al ver que abría los ojos de par en par-, ¿qué preferirías para follarte a un CEO?¿Un motel, una cabaña o un hotel cinco estrellas?

-¿Qué?-inquirió en un hilo de voz.

Suspiré.

-Verás, quiero subir un artículo a la revista de la escuela.

Frunció el ceño.

-Pero, ¿no estabas de bajón porque...?

-Ya mi identidad es pública-sentencié-, y me cansé de que me digan que la erótica no es literatura de verdad. Voy a subir un relato muy pero que muy sucio y bien escrito adjunto de un artículo hablando sobre lo que convierte la erótica en literatura.

-Eso suena controversial, Beatrice...-se pasó una mano por el pelo rubio recogido en dos trenzas-. No sé si sea bueno buscar líos con lo del relato tan reciente.

-Te aquivocas, Ruth...-miré el texto con una sonrisa-. Cuando la tierra está caliente es cuando se siembra mejor el caos.

*****

Entré por el pasillo con un conjunto de cuero. Me había laceado el pelo y me caía a ambos lados de la cara con un labial rojo sangre. El corsé sin mangas resaltaba mis pechos y el pantalón me hacía unas piernas de muerte. Las botas resonaron en el pasillo y, cuando los ojos se detuvieron en mí y los cuchicheos se pararon para mirarme, pude sentir mis pasos en cámara lenta como en una estúpida película de adolescentes. Solo que esto no era una película y yo no era ni de lejos una adolescente.

Me acerqué a la oficina de Inna, ignorando a todo el que me miraba, y abrí con el tacón de la bota. Ella pasó los ojos por mi oufitt y levantó las cejas.

-Wow, ¿qué...?

-Tengo tu próximo artículo.

Ella frunció el ceño.

-Beatrice, no puedo...

-Es polémico, controversial y va a vender.

Cruzó los brazos sobre la mesa.

-Cuéntame más.

Después de la conversación con Inna me dirigí hacia el salón de Literatura, porque me tocaba clases con Dexter. Él abrió los ojos de par en par al verme pero disimuló al notar que en el aula habían otros alumnos. Sonreí con disimulo al pasar por su lado.

-Buenos días, profesor Renaldi.

-Buenos días, señorita Callow.

Me senté en mi puesto y saqué el móvil. Le había mandado a Belly una foto de mi ropa y me había mandado siete mensajes en mayúsculas señalando lo bien que me veía. Sonreí. No había ido a casa de Dexter esa noche, había dedicado mi tiempo a terminar el relato el artículo adjunto sobre la literatura erótica. Seguro que a Dexter le daría un infarto cuando lo leyera pero no podía darme más igual. Me había cansado de dejar que menospreciaran mi trabajo porque escribía sobre sexo y no sobre otras estupideces. El sexo era un hecho, lo más humano y natural que existía...¿Por qué se empeñaban en verlo como un jodido tabú?

La clase de Dexter fue aburrida. Yo tenía la cabeza en ese artículo, en sus consecuencias, en la posibilidad de que supieran quién era mi padre y en los cuchicheos sobre mí en la mesa del fondo.

Me iba cuando Dexter me detuvo.

-Señorita Callow, ¿puedo hablar con usted un segundo?

Asentí.

Los demás dejaron el aula a paso relativamente lento. Creo que no se metieron conmigo debido a que estaba junto a Dexter pero no faltaron las miradas indiscretas. Miré al profesor organizando los papeles en el escritorio a mi lado. Llevaba un suéter negro con unos pantalones grises combinados con su gabardina del mismo color. Sus zapatos eran color caqui como su bolso. Era un hombre con mucho estilo. Me miró casi con reproche.

-¿Pasa algo?-pregunté inocentemente...más o menos.

-¿Qué significa esa ropa?

Me di la vuelta sobre mí misma.

-Redención.

Frunció el ceño.

-Beatrice...

-Dex-le puse un dedo en los labios-, usa esa boca para algo bueno y deja de regañarme, anda.

Gimió cuando lo tomé del suéter y pegué su boca a la mía. Eché un ojo a la puerta y me separé de él un segundo para cerrarla. Volví a besarlo, sus manos viajaron por mi espalda hasta mi trasero para apretarlo. Sus labios deboraron los míos sin piedad. Le mordí el labio inferior y solté un gemido cuando los suyos bajaron por mi mandíbula, a mi garganta y cuando se dirigían a mis pechos, su teléfono sonó.

Al estar sobre el escritorio pude ver el nombre de su esposa, con un corazón y la foto de ambos en pleno beso en la pantalla. Me dio una mirada apenada y, aunque intentó detenerme, no tuve el valor de quedarme en ese salón.

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