11 | Fantasías.
Me mordí el labio para contener la risa al leer el tabloide.
«Relato ''Caída libre'', la mezcla de erotismo y adrenalina que todos desean».
Dejé el ejemplar sobre la mesa y miré la pared. En unas horas estaría por toda la escuela, por tanto en las manos de Dexter. Él no tenía idea de que yo había ganado el concurso, y había usado el apodo de Foxie Tris para publicarlo, por el hecho de que era el apodo bajo el cual solía subir mis relatos a internet.
Chasqueé la lengua y le mandé un mensaje a Ruth para saber de ella porque no la había visto hoy.
Habían pasado casi dos semanas desde que castigué a Dexter. Desde entonces hemos estado liados, yo con los exámenes y el tema del relato y él con sus rollos de profesor que me dan igual.
Así que, bueno, estaba frustrada. Mucho. Aquel día había sido muy intenso, muy...potente. Jamás había sido muy de jugarretas. Yo acudía a los hombres que me gustaban, me los tiraba y ya, sin muchos preámbulos.
Pero él...por algún motivo, algo que desconocía me hacía sentir, sucia, desesperada...por cualquier contacto.
Quería creer que era mi deseo sexual hablando por mí, pero me sentía rara con Dexter, demasiado.
Estaba preocupada por ello, pero prefería no darle muchas vueltas. Los sentimientos se me daban fatal.
Me pasé una mano por el pelo y me acomodé la falda del vestido largo que llevaba puesto. Ese día, teníamos una reunión para debatir temas de Literatura y Escritura Creativa. La tela negra se pegaba a mi cuerpo como una segunda piel, debajo de la chaqueta corta gris y los labios rojos.
Mis botas chocaban con fuerza contra el suelo a cada paso, llevaba el ejemplar de la revista universitaria Rosten Strauss's News con la premisa de mi relato en la portada, indicando que se encontraba en la sexta página en la sección de ''Creatividad''.
Inna me había dicho que en esta reunión se reproduciría la parte menos...''comprometedora'' del relato para evitar revuelo en audiolibro y con eso se abriría el debate sobre el erotismo en la literatura.
Solo quería ver la cara de Dexter cuando mis fantasías con él se leyeran en voz alta frente a todo el mundo.
Me mordí el labio, divertida y abrí la puerta.
El salón del evento era uno de los más grandes, al que le habían quitado las mesas convencionales y habían puesto unas redondas. Las del frente eran para los profesores así que me fui a las del final ignorando las miradas. Me había esforzado por ser lo más invisible posible, pero Ruth tenía razón cuando me dijo que con mi aspecto era imposible. Sentía decenas de ojos clavados en mí cuando tomé asiento.
Las puertas del lugar se abrieron y Dexter entró.
Llevaba el pelo despeinado por el viento, con una voina gris combinada con su gabardina larga hasta las rodillas. Debajo llevaba un suéter y un pantalón negros. Sus ojos grises, casi por inercia, viajaron por todo el lugar y se detuvieron en mí. Me mordí el labio y estiré la pierna fuera de la mesa para que dislumbrara el vestido largo.
Al ver lo que llevaba puesto y saber lo que eso significaba, movió la boca en lo que supuse que fue una maldición y sacudió la cabeza acercándose a los otros profesores. Estábamos a unos diez metros, pero lo sentía tan lejos...Solo quería sentir su cuerpo cerca del mío, su boca en la mía y sus manos en mis curvas.
Con el paso de los minutos, el lugar se fue llenando hasta que hubieron unos cien estudiantes y unos cuarenta profesores. En el centro del aula había una pequeña tarima con un micrófono y, destrás de ella, en la pared, una pantalla con el logo de la universidad.
Choqué el tacón de la bota en el suelo con impaciencia.
Entonces, Inna subió a la tarima.
-Buenos días, estudiantes y profesores de Rosten Strauss-saludó acomodándose los lentes con la mano que no sostenía el micrófono-. Como sabréis, todos los meses, hacemos una convocatoria en la cátedra de Escritura Creativa para un concurso donde, el ganador o ganadora, puede tener un relato publicado oficialmente en la revista de la universidad, tanto en su versión digital como física-señaló la pantalla donde salió una foto de la revista presencial-. Esta vez, decidimos arriesgarnos porque, ¿Qué es la vida sin riesgos, no?-se oyeron algunas risas-. Así que, hemos tomado como ganador un relato erótico.
Al instante los ojos de Dexter se clavaron en mí casi como un regaño.
-Y, aunque la persona que ganó ha preferido continuar de manera anónima-continuó Inna-, hemos pedido que nos respondiese algunas preguntas sobre el relato, su creación, etcétera. Pero eso luego. Para comenzar el debate, vamos a reproducir el formato audiolibro que generamos con algunas partes...tranquilas-más risas-del relato. Disfruten.
Me acomodé en mi silla y di un trago al jugo que había en todos los puestos. Dexter, sentado de espaldas a mí, se notaba tenso.
Entonces, el audio comenzó.
-Bett tenía claras muchas cosas sobre sí misma, sus gustos y lo que le hacía sentir bien. A menudo, solía pasar el rato con los pocos amigos que tenía y ver películas románticas que no representaban el amor ni de lejos. Pero, su verdadero yo, estaba escondido. Escondido detrás de los labios mordidos, las miradas lascivas y los sonidos ahogados bajo las sábanas. Bett estaba loca por Dobser, uno de sus profesores. A pesar de ser varios años mayor que ella, le gustaba. Le gustaba la seguridad con la que caminaba, el grosor de sus manos y la fiereza de sus ojos que prometía que te devoraría si lo intentaba. Bett se había resignado a que Dobser jamás la miraría mal, era un hombre muy correcto. Hasta que, un día, ella le pilló mirándole el escote. Fue un instante. Fue un subir y bajar de ojos en menos de un segundos. Pero, para ella, fue...¡Lo mejor! Eso le avisoraba de que, aunque fuera correcto, le miraba de aquella forma. Ella se miró en el espejo de su cuarto, lista para ir a ver las notas del último exámen. Llegó al salón y estaba a nada de abrir cuando algo le detuvo. Un gemido. Un gemido masculino. Ella dio un paso atrás. Se debatió si era buena idea asomarse o no. Pero le pudo el morbo. Cuando abrió la puerta, se llevó la sorpresa el millón. El dueño de sus fantasías, se autocomplacía con destreza, con movimientos certeros de arriba a abajo. La visión fue mágica. Quería entrar y hacerlo ella misma, quería...
El audio se detuvo. Me permití mirar todas las caras. Las personas muy mayores tenían una mueca de desagrado en la cara, algunos estaban sonrojados, otros incómodos.
Pero Dexter...
Dexter tenía los ojos clavados en sus pies, su pecho subía y bajaba. ¿Estaba nervioso...o excitado? Con él nunca se sabía.
Inna subió de nuevo a la tarima.
-¡Uf!-exclamó-. Como que de repente hace calor aquí, ¿no?-se oyeron algunas risas-. Pues, este es el inicio. Si queréis saber cómo acabaron Bett y Dobser leed nuestra revista. Ahora sí, ¿os gusta el relato? Levantad la mano quien quiere saber cómo termina-jadeé con sorpresa cuando más del ochenta por ciento de los presentes levantaron la mano. Dexter siguió mirando al suelo-. ¡Pero bueno!-exclamó Inna de nuevo-¡Vaya que os han gustado Bett y Dobser, eh! Me alegra muchísimo que ese sea el recibimiento de ''Caída libre''. Ahora vamos a ver las preguntas que le hicimos a la persona detrás de este.
La pantalla se iluminó con las preguntas y respuestas en forma de chat.
INNA
¿En qué te inspiraste para escribir esto?
FOXIE TRIS
Fantasías, son la base del erotismo
en sí. Aplica lo mismo para los textos eróticos,
se escriben basándose en fantasías propias o no.
Pero siempre en fantasías.
INNA
¿Alguna es tuya en especial?
FOXIE TRIS
Todas, soy un ser muy creativo en ese aspecto.
INNA
¡Vaya! Pues, menudo atrevimiento, ¿eh?
¿Algún consejo para escribir erótico?
FOXIE TRIS
Dos cosas : Consentimiento de ambos o varios
personajes que participen y, sobre todo, no
romantizar escenas donde no haya consentimiento
por alguna de las partes.
INNA
Eso está muy bien. Gracias por darnos esta
entrevista, Foxie Tris. Esperemos que tus fantasías
se cumplan.
FOXIE TRIS
Esperemos, querida, esperemos.
Tras un par de risas, los presentes en la sala aplaudieron. La charla del tema continuó, pero yo solo podía ver a Dexter, cabizbajo y pensativo.
Casi preocupado.
*
Cuando la charla estaba a nada de acabar me levanté y salí para ir al baño. Al pasar frente a Dexter, lo miré de reojo, pero no me miraba así que seguí de largo. El baño estaba a más de treinta metros del salón del evento así que aceleré el paso.
Me miré en el espejo del baño, con el pelo por encima de los hombros en un corte desigual y el labial rojo. Me pasé una servilleta para secarme las mejllas después de lavármelas un poco.
Estaba a nada de salir cuando la puerta se abrió de golpe.
Dexter entró, sin su voina ni su gabardina. Y cabreado, muy cabreado.
Tragué saliva.
-¿Qué pasa?-inquirí.
Él levantó las cejas y soltó una risa amarga.
-¿«Qué pasa»?-repitió-¡¿Qué pasa?! ¿No te dije claramente que no subieras ese relato al jodido concurso, Beatrice?
Me acerqué a él.
-Nadie me da órdenes. Ni siquiera tú, Dexter Renaldi-aseguré-. Me gusta escribir erótica, y eso no tiene nada de malo. Lo viste, casi todos lo amaron. No entiendo por qué...
-¡Porque eso podría levantar sospechas!-gritó-¡Porque cualquiera podría atar cabos y...!-se pasó las manos por el pelo y dio la vuelta sobre sí mismo-¡JODER!
Suspiré.
-Cálmate.
-¡No me digas que me calme, maldición!
-¡Cálmate, Dexter!-exigí esta vez. Se volteó hacia mí, sorprendido-. Tus preocupaciones son completamente infundadas. No saben mi jodida identidad y muchísimo menos la tuya. Cálmate.
Él pegó la cabeza a la pared y yo fui a la puerta. Miré que no hubiera nadie en el pasillo para cerrarla y me giré hacia él. Sus ojos bebieron de mí, del vestido...o de lo que no había debajo.
-¿En serio no...?-le callé poniendo un dedo en sus labios.
-No, no llevo-respondí antes de que lo preguntara-. ¿Podrías parar de preguntarme?¿Qué parte de que no me pongo bragas cuando uso vestidos no te quedó clara?
Sus ojos se oscurecieron de inmediato.
-Eres...-me pasó una mano por la mejilla y descendió hasta que su pulgar acarició mi labio inferior, el cual metí en mi boca y chupé con lentitud. Soltó un bufido y me tomó de la nuca-. Eres de lo que no hay. Ven acá, joder.
Jadeé de placer cuando pegó su boca a la mía.
Que tomara él la iniciativa fue el cielo en la tierra. Sus labios tomaron los míos con destreza, hambre y desenfreno. Rodeé su cuello y lo pegué aún más, sintiendo su lengua jugar con la mía. Sus manos viajaron por toda mi espalda para ponerse en mis nalgas y apretarlas con fuerza sacándome un gemido.
Metí mis manos en su pelo tirando de su cuerpo hacia abajo. Arrastró la tela del vestido hasta que quedó en mis muslos y metió la mano debajo arrastrándola por mis muslos hasta mi sexo desnudo listo para él. Nuestros ojos conectaron en el instante que uno de sus dedos se introdujo y escrutó mi expresión.
Dejé escapar un gemido mientras masajeaba y penetraba mi coño con los dedos.
Sus manos ágiles, experimentadas y fuertes...lo eran todo. Cansada de que fuera todo a un ritmo tan lento, abrí uno de los cubículos y lo empujé hasta que quedó sentado sobre uno de los inodoros. Me senté a horcajadas sobre él y le pasé las manos por el pecho sobre el suéter. Él acarició mi cintura y sus manos subieron a mis pechos, donde gran parte de ellos sobresalía del vestido, y, antes de que me diera cuenta, jaló la tela hacia abajo liberándolos y se metió uno de ellos en la boca. Arqueé la espalda cuando comenzó a describir movimientos circulares en la lengua y masajeó el otro con la mano.
Mecí las caderas sobre su erección y ambos soltamos un sonido de satisfacción ante lo placentero de la fricción.
Subí el vestido hasta que me quedó en la cintura y él soltó mis pechos al sentirme tanteando su cinturón. Se abrió el pantalón y sacó su erección. Grande, gruesa y caliente. Me pasé la lengua por los labios y, sin apartar la mirada, me subí un poco hasta acomodarme y luego me dejé caer enterrándolo por completo en mi interior. Gemimos. Como si nos hubiéramos sincronizado, ambos tapamos la boca del otro con la palma de la mano cuando comencé a moverme de arriba a abajo. Él enterró las manos en mi trasero pegándome lo máximo para que todo su sexo invadiera mi interior. Increíble, delicioso...Incluso en el espacio reducido donde estábamos, esto era...Colosal.
Sus labios atacaron los míos y me dio un pellizco en una nalga que me hizo retorcerme sobre él por lo sensible que andaba mi piel. Sus labios bajaron por mi mandíbula, mi cuello y llegaron a mis pechos de nuevo, los cuales chupó con brisquedad.
-Oh, así...-gimió cuando realicé movimientos circulares con las caderas aumentando la profundidad-. Justo así...Ah.
Me incliné hacia delante y mordí su labio inferior con fuerza. Sus manos generaron un poco de impulso haciendo que pudiera subir y bajar con mayor velocidad.
-¡Ah, Dexter!-gemí en su oído-. No pares, no pares, joder...Más. Más fuerte.
Soltó un gemido gurutal cuando contrage mis músculos internos alrededor de su polla y, cuando le mordí el lóbulo de la oreja, ambos expotamos al mismo tiempo.
No te das cuenta de la conexión que puedes llegar a tener con alguien durante el sexo hasta que ambos alcanzan el placer a la vez. Esa mirada, vulnerable, vacía...pero saciada. Esa mirada es la que nos hace ver qué tan profundo estamos cayendo.
Y, por esos segundos, yo me perdí en la suya.
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