02 | Pretencioso.
Los siguientes días fueron, cuanto menos, tensos.
Dexter seguía dándome clases, y a menudo buscaba provocarlo, pero él parecía llevar una batalla mental respecto a lo que había pasado entre nosotros en aquel salón.
Se llevaba días rumoreando sobre un supuesto concurso, luego se habló sobre que era de relatos de cualquier género, para que saliera en la revista oficial de la universidad.
Ese día, cuatro después del suceso, él llevaba un suéter negro, que, como todo lo que se ponía, lo hacía ver más caliente que el infierno. Llevaba puestos unos lentes de montura delgada mientras leía muy concentrado unos exámenes, con las piernas cruzadas en el extremo del escritorio, tan relajado que placía verlo. Mordía el bolígrafo con el ceño fruncido con concentración, mientras sus ojos se movían a toda velocidad sobre las hojas. Un par de veces dejó de morder el boli y escribió algo en el papel para señalar algo antes de volver a ponerse en su posición anterior.
Me pasé veinte minutos mirándolo, debatiéndome si era una buena idea entrar o si debía darle algo de espacio.
Al final, mi parte poco racional ganó la batalla.
-Buenos días, profesor...-cantureé, con las manos en mi espalda y una sonrisa inocente.
Siempre había agradecido la genética de mi madre, que me hacía tener curvas de infarto y cintura pequeña.
Sus ojos viajaron por mi blusa ajustada por tirantes y mis pantalones de cuero con aberturas a ambos lados de la cintura que dejaban entrever el elegante hilo de perlas a ambos extremos de mis bragas en mis caderas.
¿Era la ropa apropiada para la escuela? No.
¿Me importaba? Tampoco.
Apretó el bolígrafo.
-¿Qué necesita, señorita Callow?-preguntó serio, casi cortante.
-¿Es una pregunta retórica?-traté de jugar.
Él no estaba de humor.
-No.
Hice una mueca.
-Vale...eh...-me metí un mechón de pelo detrás de la oreja-Tengo una duda sobre el...relato del concurso.
Él levantó una ceja.
-¿En serio?-preguntó, desconfiado.
-Es que...no he pillado bien la parte donde decía qué género podía participar.
Bajó los pies de la mesa y firmó los codos.
-Quieres preguntar algo en específico, ¿verdad?
Me mordí el interior de la mejilla.
-Se lo diría, pero la gente suele...irse de olla cuando le hablo del tema.
Llevaba el pelo corto a la altura de los hombros, de mi negro natural, mis ojos azules cristalino llevaban dos capas de rímel y mis labios eran rojo oscuro. Mi ropa era completamente negra, a excepción del plateado de las perlas de las bragas que se veían. Mis botas de tacón alto hacían eco cuando las golpeaba en el suelo, ansiosa.
-Suéltalo, Beatrice...-farfulló, pasando la vista de los exámenes.
Su nombre en mis labios fue un delicioso déjá vu, suspiré profundamente, perdida en lo que había pasado en aquel salón.
-Yo...yo escribo relatos eróticos.
Su rostro fue un poema.
Si hubiera sido un gramo más gilipollas, me hubiera reído a carcajadas, pero solo me dio tiempo a morderme la sonrisa.
Abrió la boca sin saber qué decir.
-Vaya...-murmuró.
Me mordí el labio.
-¿Puedo incluir esa clase de relatos en el concurso?
Él frunció las cejas y sonreí con satisfacción al ver que miraba mis pantalones y se jalaba suavemente el cuello del suéter.
¿Alguna imagen mental bonita, Dexter?
-No lo sé, creo que es algo muy...pretencioso.
Levanté las cejas.
-¿Pretencioso? ¿Es así cómo usted describe el sexo?-esa palabra creó una corriente entre nosotros.
Él se cruzó de brazos. Sus ojos grises tormenta me taladraron.
-Es así cómo describo a la gente que escribe historias sin pies ni cabeza, sin trama, con dos o más personas intimando infundadamente, donde se describe detalladamente los genitales de esas personas e incluso sus gemidos...-hizo una mueca- Es, sí, pretencioso. Porque solo se hace para poner cachondo a un muy poco selectivo grupo de lectores.
Solté una risa, ofendida.
-¿Funciona?
Él frunció el ceño.
-¿Qué?
-¿Se pone cachondo?
Dexter me miró por largos segundos.
-No creo que sea buena idea que presente un relato erótico para el concurso, señorita Callow-cambió de tema rápidamente.
Sonreí.
-Esto es lo que haremos, profesor : Voy a escribir un borrador, se lo enviaré y, si lo encuentra demasido...pretencioso,-levantó una ceja. Se veía tan jodidamente sexy...-elijo otro género, ¿Qué le parece?
Pasé el peso de una pierna a otra bajo su mirada.
Él tomó aire con fuerza.
-Haz lo que quieras, Callow...-se resignó-Ya te dije lo que creo de ese tipo de...literatura, si te envío dos mil palabras convenciéndote de cambiar de género, no es culpa mía.
Sonreí.
Me vale.Pensé.
-Entonces quedamos, profesor.
Se quedó tieso, pálido como los papeles sobre la mesa, cuando me incliné sobre el escritorio y dejé una mordida en su labio inferior, le guiñé un ojo y abandoné el salón.
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