Emilio:

Un solo paso me separa del amor o me da la oportunidad de cortarlo por lo sano.

En mi balanza imaginaria está pesando mi bienestar o mi amor por Karen.

—Porque es tan difícil Dios...

Me dolería dejarla, pero mi cerebro me dice que ella debe demostrar que realmente me quiere.

Porque... si sigo con ella, ¿quién me garantiza que no me volverá a ocultar las cosas?

—¿Y si todo se llega a complicar y de verdad sufro? Mejor me voy a mi casa.

Giro, doy dos pasos y me detengo en seco.

—¡Ya basta, Emilio! ¡Alguien te verá y creerá que estás loco!

Mis ojos se encontraron con Karen.

Me abrió la puerta para que pasase.

—Adelante... Mi papá me dice que es malo atender a las visitas en la puerta.

Avance hasta el interior; tome asiento en la sala de estar.

Mi "aún novia" se había sentado al frente mío; sus ojos me miraban con mucha ternura.

—¿Cómo estás? Digo por lo que no te he visto.

—Todo en orden, gracias.

Justo en este momento mis pensamientos internos me provocaban mucho coraje.

«Vamos, dile algo más, no seas tan grosero.»

«No se te ocurra mostrarte débil ante ella.»

—Tostito, no termines conmigo por favor...— La voz entrecortada de Karen hizo que mi corazón se arrugase por la pena.

—Karen... No empieces por favor.

—Escucha, lo que viví con Leonardo fue parte del pasado, y tú eres mi presente.

Asenti, ya que no me fluían las palabras para refutarla.

Y eso era lo que me hizo pensar que no debía cortar mi relación con mi tostita.

—Pero tú y yo antes de la pelea no nos poníamos de acuerdo o el colegio y las cosas que mandan nos llevan tiempo.

—Yo lo sé, pero dime, no es cierto que luego de que nos enojamos siempre nos reímos por cualquier cara que hace el otro o nos disculpamos rápido.

Tenía razón en lo acaba de decir.

—Yo quiero que entiendas algo, Karen, Sí me dolió el no compartir contigo estos días, el no poder verte o acompañarte, pero me he sentido bien estando un rato solo y creo que lo necesitaba.

Me costó decirlo, pero lo logré.

He podido reconectar con las actividades que me gustan, y reconectar con mi padre me ha ayudado mucho.

—Mira, solo somos enamorados, no estamos obligados a pasar todo el tiempo juntos pegados como chicle... Ni siquiera estamos casados.

—Tienes razón en ese punto.

—Volvamos, pero con la condición de no ocultarnos las cosas y darnos espacio cuando lo necesitamos.

No obtuve palabras de Karen, más bien me respondió dándome un beso bien profundo.

Mis manos acariciaron sus mejillas mientras me dejaba llevar.

En un susurro por parte de ella logré escucharle "gracias, Emi, te amo".

Y yo amo con locura a esta mujer.