—Bueno, chicos, suerte con cada niño.

Nos dividimos y seguimos al profesor que nos cuidará y a cada voluntario.

Entré a un pequeño cuarto de juegos y ahí estaba ella; lucía dos lazos de color rojo y su pelo era del mismo color que mi Lili.

Me robó el aliento cuando se giró; las lágrimas rodaron de forma automática ya que recordé a Lili.

La niña me miró un poco nerviosa y se escondió detrás de la casa de muñecas. Tuve que controlarme para no sollozar más; me sequé las lágrimas y avancé despacio.

—Eres Eva, ¿verdad? Disculpa porque me viste llorar; de verdad yo quiero ser tu amigo.

—Sí... Así me llamo. ¿Si quieres ser mi amigo? ¿No me abandonarás, verdad? Por favor, ya no quiero estar aquí...

La voz se me entrecortó al escucharla hablar así

Sus brazos abrazaban a una Barbie de cabello super largo y de color rubio oscuro.

—Te gusta mucho, ¿verdad?— las yemas de mis dedos acariciaron aquel juguete y Eva sonrió de lado.

—De grande quisiera ser una gran pintora— me lo dijo de la nada— quiero que todas las personas del mundo conozcan mis dibujos.

—Para eso tienes que ir practicando desde ya, Eva, para que en el futuro tengas ese sueño que tanto anhelas.

—Y tu extraño, ¿qué quieres ser de grande?

«Vaya, por lo menos ya me dice extraño, un punto a mi favor».

—Me gustaría ser un valiente militar.

Desde pequeño, cuando les acompañaba a mis padres a eventos, siempre notaba a los militares, con sus preciosos uniformes y su estilo casi perfecto de marchar.

Mamá sabía reírse de mí cuando notaba que todas las tardes, frente a un espejo, estaba repasando mi marcha militar.

De manualidad yo solo me había creado mis insignias.

Ahora estoy a punto de alcanzar ese sueño.

Sueño que ya no me está provocando tanta felicidad.

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Ahora era uno de los invitados de la "Srta. Lucy" para esperar la hora del té.

Eva se sentaba como toda una mini señorita que incluso levantaba su dedo meñique como signo de elegancia.

—Sabes,extraño me gusta poder jugar con alguien; muchas veces me da miedo este lugar.

—¿Y por qué te da miedo este lugar, Eva?

—Se pone oscuro todas las noches; no tengo el beso de buenas noches de mami y papi.

Otra vez tocaba el tema de sus padres. Que Dios me de la sabiduría necesaria para no hacerla llorar de nuevo

Dejé fluir la tensión fuera de mi cuerpo y, digan lo que digan, comencé a contarle la verdad.

—Eva, tú estás en este lugar porque no saben dónde está tu mami y tu papi ya está con Dios porque él era de avanzada edad y tenía que irse; no significa que tu papá haya dejado de amarte. el estará contigo y se convertirá en esa hermosa estrella que te acompañe todas las noches.

Pensé que la tristeza cubriría su rostro, pero mágicamente aquella pequeñita me supo entender mi mensaje.

—Papá aún me ama. ¡eso es la mejor noticia que me has dado amigo Leonardo!

Sus manos tan blanditas me rodearon la cintura y a mi pobre corazón lo ablando.

Su nariz tan pequeña me hacía cosquillas en la barbilla.