Capítulo 39 (parte 1)
Leonardo:
Estaba acostado en mi cama, leyendo un poco mi libro de Jaime Sabines.
"De collage"
"Próximo, en la noche, un poco al margen,
Como tocando puertas en la sombra.
Esto ha de ser la vida, hay tan cercana.
Caminando en oscuros corredores,
Buscándome, buscando donde estuve.
Mi nombre, mis olores, algo mío."
—Es muy triste cuando te sientes perdido, cuando ya no te llaman la atención muchas cosas de las que antes te gustaban.
Extraño porque aunque lo nieguen, ese sentimiento lo hemos sentido todos alguna vez.
Lagrimas corren por mis ojos al recordar los por qué.
Si tan solo no hubiera pasado tal situación, no hubiera dicha consecuencia...
Y uno muchas otras veces se enoja y se les resiente a personas que no tienen nada que ver.
—Estoy a poco de llorar, mejor callo estos pensamientos melancólicos y trato de dormir.
Dejo el libro en mi mesa de noche, apago mi linterna y cierro los ojos evitando abrirlos para no despertar.
El truco me sirvio ya que me quedé profundamente dormido.
✎✎✎✎✎✎✎✎
Hoy mi rutina sería diferente, ya que otro doctor pidió revisar como voy avanzando en mi recuperación.
Cada que llegamos a una cita médica tengo una montaña rusa de emociones.
Pero aunque parezca extraño, tengo la certeza de que esta vez no habrá problema.
Al entrar vemos que este doctor nos recibe con una cálida sonrisa; a breves rasgos intuyo que ha de ser un tanto joven a comparación de otros médicos que conozco...
—Buenos días, sientense, por favor, imagino que tú debes ser Leonardo ¿verdad?
Asiento levemente afirmando su pregunta.
—Pues bien he querido tener esta consulta médica con el motivo de contarles que tus lesiones han ido bajando... y eso ha sido un aliciente para todos nosotros.
Da una pequeña pausa que provoca que me ponga nervioso.
—Continue por favor, doctor.
—Creo que te hará bien comenzar con la rehabilitación de la marcha.
Frunzo el ceño al no entender acerca de la "rehabilitación de la marcha".
—Consiste en que practiques y aprendas de nuevo a caminar, no que solo te quedes de pie con apoyo de algún bastón.
—Una pregunta; si usted no me ha revisado, ¿cómo sabe aquello?
—Gracias a la charla que tuve con tu padre
Miro a mi padre y éste en un susurro me afirma que lo que dice el doctor es cierto.
—Al principio te costará, pero ya solo depende de ti y tus ganas de volver a caminar...
Toma un poco de aire para concluir con lo que estaba diciendo.
—Empezarás caminando una o dos veces al día dentro de casa, como para ejercitarte y viendo cómo reaccionan tus piernas, iremos poniendo un poco de dificultad, ¿te parece bien, Leonardo?
—Me parece bien, Dr. Gracias.
Simplemente esto es un regalo hermoso de Dios; me llena la fé al sentir que volveré a caminar, que volveré a correr y a sentirme en libertad plena.
«Muero de ganas de que Karen, Emilio e Irene se enteren de esta gran noticia» Pense internamente.
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