Capítulo 32 (Ultima parte)
Leonardo:
Esperaba ansioso a que Irene me comience a contar todo.
—Pues resulta para no alargarlo que en el pasado, Omar Tamariz, se obsesionó con mi mamá.
Fruncí el ceño, ya que no entendí el primer baldazo de información.
—Cuando mi madre iba a seguir la secundaria, por razones muy personales, mi familia tuvo que viajar a Machala y entrar a estudiar al colegio Ismael Pérez Pazmiño. Ahí fue compañera del papá de Victoria.
—El señor Omar Tamariz ¿verdad?
—Exactamente... —se relamió los labios para continuar con el relato. — Omar admiraba lo estudiosa que era mi mamá. Siempre buscaba estar cerca y para ganarse su cariño era muy chistoso, pero él se estaba ilusionando con ella.
Me puse a imaginar cómo sería aquella situación; personalmente me daría un poco de chiste verlo rogar por una chica.
«Cerebro no te pases», pensé internamente.
—Al final mi mamá terminó rechazándole y como consecuencia se obsesionó, la persiguió...
—Qué maldad ¿y luego?
—Pasaron 10 años, se volvieron novios, pero ese círculo vicioso se volvió a repetir y ahora ya sabemos qué pasó.
Pese a que terminó de contarlo, sentí que algo más me ocultaba.
—¿Tal vez este señor no llegó a amenazar a tu madre?
—Ella me dio a entender que sí, por eso fue que llegamos a vivir aquí.
—¿Y tú qué tienes que ver para que te haya querido secuestrar?
—Al ser la hija de ella buscaba darle un susto.
Maravilla de hombre resultó este señor.
—Pero ya está en prisión por lo que hizo.
Asentí y los brazos de mi angelito me rodearon, y yo simplemente me dejé llevar por su calor y las caricias que daba a mi espalda.
—Sabes, Leo, desearía que te levantases para poder acomodarme en tu pecho.
—Más pronto de lo que te imaginas, no hay que perder la fe.
Porque la fe es tener confianza en el mundo, en las personas de tu círculo y en ti mismo.
Y yo ya quiero confiar en mí.
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