Capitulo 30 (última parte)
IRENE:
Estar en mi casa luego de toda esta locura es lo que más anhela mi corazón. Me llevé una gran lección con Victoria Tamariz.
Es una buena chica.
De la emoción no quería dormirme, mis ojos estaban bien abiertos y mi mente solo estaba con mi abuelita.
—Trata de dormir mi niña. — Mamá se había despertado al sentir que me movía mucho.
—Disculpa que te haya despertado, yo... Te soy honesta; no pensé que ganaríamos en toda esta locura.
—Hija, la bondad siempre gana, no lo olvides.
Lo que dijo me provocó una sonrisa y de parte de ella recibí un pellizco leve en mi mejilla derecha...
—Sabes Irene, espero que este tiempo que Omar esté en prisión recapacite todos los sustos que me provocó de joven.
—Hablando de eso me intriga saber donde está la mamá de Victoria.
Lo que me dijo Jacobo antes de irse es que el día que se enteró Victoria del plan de su padre, su mamá no se encontraba en casa.
Y desde ese día no le han visto.
Sabrá Dios donde está esta pobre mujer.
❤ ❤ ❤ ❤ ❤ ❤
La mañana estaba bien bonita; el cielo despejado y el trino de las avesillas me indicaban que todo estaría bien.
Estela ya se había levantado para preparar el desayuno de despedida.
—Buenos días, Irene. ¿Qué tal dormiste?
—Ahora sí puedo decir que dormí tranquila, Sra Estela, gracias.
Ella en respuesta simplemente me sonrió. Es otra de las personas que me dejó una lección.
Que ella nunca estaría a favor de la maldad y que si está en su alcance ella ayudara a los inocentes.
Del bolsillo derecho de su saco azul me dio unos 30 dólares. Al recibirlos intenté rechazarlo, pero ella insistió y dijo que para algo me ha de servir.
Lástima que ella no haya podido tener hijos.
Terminé mi desayuno en tiempo record, ya que mi mamá me había dicho que llamó al papá de Leo para que nos recoja.
Espero verlo a él ahí dentro.
—En 20 minutos llegan, debes estar lista ya, Irene.
Noto el dinero que me había dado Estela; los nervios míos salieron a flote.
Pero me llevé una gran sorpresa al ver el abrazo que mamá le dio a la Sra Estela.
—Mi licenciada, por favor, perdoneme, le guardé resentimiento y usted salvó a mi hija.
Los ojos de mi mamá se pusieron cristalinos y lágrimas rebeldes corrieron por sus mejillas, las cuales fueron secadas por las manos de aquella mujer.
—Yo no debo perdonarte de nada, Leire, me da gusto haberte visto luego de tanto tiempo.
Se despidieron dándose un último abrazo; en mi caso yo le hice una reverencia.
Salimos hacia el carro.
Estando ya dentro, fuimos recibidos por la Sra. María Eugenia y el señor Jorge.
Lastima que Leo no vino...
Ambos me dijeron:
—Nos alegra verte con bien, Irene, en el barrio y en el colegio todos estaban angustiados por ti, las tardes se reunian para rezar.
—Bendito Dios, que mi niñita ya está conmigo; muchas gracias por su preocupación y ayuda.
La Sra. María Eugenia y mi mamá se dieron una palmada amistosa en el hombro.
—¿Y Leonardo donde está?
Lo siento, pero tenía que preguntar.
—Él se quedó en casa de Emilio... Por suerte, parecen que harán las paces.
Mi mamá frunció el ceño y yo le hice acuerdo a lo que le conté hace tiempo.
«Mamá, no me delates por favor».
Mis plegarias fueron escuchadas; cambiaron de tema y yo me dedique a mirar por la ventana.
El paseo duró 1 hora.
Tanto fue, ya que nos ganamos una invitación a comer con ellos.
Y pensar que días atrás se enojó la Sra. María Eugenia porque me vio besándome con su hijo.
Circunstancias de la vida o simplemente se sintió celosa.
—Cualquier cosa que necesiten no duden en avisarnos, por favor, Irene, ten cuidado para próximas salidas. —me aconsejo el señor Jorge.
Yo solo asentí.
Nos despedimos y cada uno fue para su casa.
Mamá abrió la puerta y escuchamos unos pasos que bajaban veloz las gradas.
La emoción me ganó y corrí hacia los brazos de mi abuelita Cornelia.
Ella lloraba y no paraba de depositarme besos por toda mi cara...
—No tienen idea de lo angustiada y triste que pasé estos días, rece y rece hasta decir basta; milagro divino fueron los Carrera cuando me contaron quién era el que te quiso raptar, mi niña.
No puedo creer que Emilio haya colaborado en todo sentido.
Debo darles las gracias a cada persona que colaboró ayudando en mi búsqueda.
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