Irene:

El día pasó y las estrellas poco a poco comenzaron a aparecer, para adornar el cielo nocturno.

Y ese momento tan silencioso venía a mi memoria un poema de Jaime Sabines que tiene el título 

1967.

Yuria no quiere decir nada. Es todo:

Podría ser también un país:

Ustedes están en Yuria.

O bien una enfermedad: hace tiempo que padecen Yuria.

Yuria es una copa en la que podrían caber otros poemas. Pero es esta, con este licor maltratado, la que les ofrece

Jaime.

Espero que para mi Leo yo no signifique Yuria

Eso me dolería mucho.

Pensar en él de forma positiva calienta mi corazón y evita que sobre piense si lo que creo es real.

Porque quiero creer que sí se preocupó por mí.

Mi mamá no me ha dicho nada de Leo o estará esperando a que pregunte como la mayoría de veces.

Delicadamente moví su hombro izquierdo para que se despierte.

—Mamá, estás dormida.

Un leve mmm me lo confirmo 

—Bueno, me toca esperar a más tarde.

Cerré mis ojos apretandolos con fuerza, ya que al no tener sueño no se me ocurre qué podría hacer a oscuras.

♡♡♡♡♡♡

Al despertar noté que mi madre ya no se encontraba a mi lado; eso me preocupaba, así que rápidamente me levanté y salí en su búsqueda.

Ella se encontraba sentada bebiendo una taza de chocolate con un delicioso sanduche de queso y jamón.

Comía como si le hubieran dado un banquete.

—Buenos días, mami, por lo que veo sí que tienes hambre.

—Y no es solo eso; mi vida son más los nervios que nada; Victoria ya salió con la policía para capturar a su padre.

«Que Dios nos ayude» pensé hacia mis adentros.

—Entonces yo también buscaré mi porción de comida y me quedaré a tu lado.

En la cocina estaba mi desayuno; lo tomé y me senté alado de mi mamá, quien pensaría que estaríamos desayunando en casa ajena.

Pero para mí la gran diferencia es que ya no tenía miedo porque todo se iba a resolver y las máscaras caerían.