Capítulo 25 (parte 2)
Emilio:
Cuando iba a proseguir, el grito de mi vecina nos dejó atónitos.
Papá salió corriendo hacia la entrada.
¿Habrá pasado algo malo? Fue lo primero que pensé.
—Señora Leire ¿qué le pasa?
—Mi hija no aparece; ya pregunté en la casa de Karen si la han visto y me dicen que no.
Al escuchar aquello sentí una tensión en todo mi cuerpo.
Jamás se había desaparecido algún amigo mío. Es la primera vez.
Con mucha prudencia toqué el hombro de la señora.
—Disculpe, ya pregunto en la casa de los Sarmiento.
—Justamente mi mamá se fue para allá, espero que me traiga buenas noticias.
—Esperemos que sí, cualquier cosa que llegue a necesitar nos avisa, por favor.
—Gracias, hasta luego.
Nos despedimos y mi papá cerró la puerta principal.
Al girarse, lo primero que dijo fue:
—Ahora si no te vas a negar a que Leo y su familia se queden aquí.
Cuando robaron la casa de Leo, nuestros padres quedaron en ayudarse mutuamente, pero yo logré convencer a mi mejor amigo de que cada uno esté en su casa.
Siendo muy honesto, no soy de las personas a las que les guste compartir; ese es un gran defecto que tengo, que lo único que puedo decir en mi defensa es que como soy hijo único me he acostumbrado a tener todo para mí.
Y que vengan terceras personas a invadir mi espacio personal me parece totalmente incorrecto.
—Papá, ya sabes cual es mi respuesta.
Y sin darle tiempo a una contra-réplica subí a mi habitación.
Estando nuevamente ahí, mis ojos se encuentran con la carta de Victoria.
Carta que me dejó sin palabras, ya que me pidió que le diga a Jacobo que era una despedida.
La curiosidad mató al gato y a este gato aún le quedan vidas.
De: Vicky
Para: Jacobo
No encuentro las palabras exactas para hablarte.
Tú sabes bien cuanto te amo y que mi corazón toda la vida te va a pertenecer.
Y como dice un bello poema:
Yo quiero llorar a veces furiosamente
Por no sé qué, por algo,
Porque no es posible poseerte, poseer nada, dejar de estar solo.
Con la alegría que da hacer un poema,
O con la ternura que en las manos de los abuelos tiembla.
Te aproximas a mí y me construyes
En la balanza de tus ojos,
En la fórmula mágica de tus manos.
Debo estar completamente loca al sentir todo esto, Jacobo.
Gracias por entrar a mi vida y darme momentos preciosos.
Sin embargo, sé muy bien que no te merezco
Tu padre tenía toda la razón al decir que ocultamos cosas.
Entre ésas hay un amor imposible, el cual tiene nombre y apellido.
Leire de Moscoso, mamá de la chica nueva.
Una cosa es el amor y otra completamente distinta es la obsesión.
Solo espero que no le hagan daño a Irene.
Espero que me guardes en tu corazón y que logres ser feliz.
Victoria Tamariz
Las manos se me pusieron frías; mi corazón lo tengo en la garganta.
—¡Que! Está el mundo al revés; o ¿ya la maldad le ganó al bien?
Lo que acabo de leer no puede quedarse solo conmigo; debía buscar la forma en rescatar a Irene de las manos del padre de Victoria.
—Ni de locos creas que le voy a entregar la carta a tu noviecito, él también tiene algo que ver y sé que pronto lo descubriré.
Salí a la velocidad de un rayo buscando a mi papá; mi plan era el siguiente: ambos le entregaríamos la carta a la señora Leire y nos dirigiríamos a la policía.
Como pude, tomé aire e intenté pronunciar alguna palabra; más mi miedo se hizo notorio.
—Hijo que te dio, estás todo blanco.
—Acabo de leer una carta. —Temblando logro entregarle el dicho papel. —Te lo ruego, por favor, has algo.
No me dijo nada y se dedicó a leer el contenido; mientras avanzaba, sus expresiones faciales cambiaban a unas de preocupación.
Al final se guardó la carta en el bolsillo de su camisa, me tomó la mano y por poco salimos corriendo de nuestra casa.
Por suerte no nos tomó mucho tiempo el llegar a la casa de Irene; papá tocó la puerta repetidas veces.
Me daba miedo que no respondieran.
Nuestra sorpresa fue ver que la Sra. Cornelia se encontraba al otro lado de la puerta.
—Es un milagro de Dios encontrarla, mi señora; tengo que darle algo que le va a servir para localizar a su nieta.
Mi papá procedió a entregarle la carta.
—¿Están seguros de que en este papel encontraré la razón del porque mi pajarita me la robaron?
Ambos asentimos, garantizándole credibilidad en nuestra palabra.
Pero eso sí, una cosa siempre dejaré en claro: los Carrera somos hombres honestos que jamás mentimos.
Las lágrimas aparecieron en su rostro. Mi papá se acercó para poder consolarla.
—¡Yo sabía que ese maldito no nos dejaría en paz tan fácilmente! ¡Hay donde yo lo vea lo acabo con mis propias manos!
Apurada ingresó a su casa. Vimos que tomó un bolso de mano, luego sacó las llaves y por último cerró de un fuerte portazo su casa.
—Vamos a la comisaria, esto tiene que saber el teniente que nos está ayudando.
Paramos al primer taxi que vimos por la calle.
Indicaron la dirección a donde querían ir; mis ojos no dejaban de mirar al cielo nublado.
Flashback:
Regresábamos de clases; hoy tanto a mí como a Irene nos dio por tener un mal día.
Nos olvidamos de presentar la tarea de Cívica; en esa misma materia el profesor nos sacó fuera del salón por ponernos a conversar.
Como segunda cosa, al rato del recreo se nos perdió el dinero, así que no pudimos comprarnos algo para comer.
Y para rematar, el cielo quería mojarnos...
—Hasta el clima se ha puesto en contra nuestra. —Lo único que podía hacer era reírme de mi propia desgracia.
Irene me regalaba una sonrisa de lado.
Algo había que no le gustaba o que le daba miedo.
Nos interrumpió un escandaloso trueno.
Algo curioso fue ver a mí amiga cubrirse la cabeza como una niña pequeña que teme a algo.
—¡Ya quiero llegar a mi casa!
Una, dos, tres veloces gotas caían sobre nuestras cabezas así que le tomé la mano y corrimos.
Siempre evitando mojarnos.
Ya veía lejanas nuestras casas. Nos sentamos en la grada de una casa para tomar un poco de aire.
Por segunda vez mi amiga me dejaba curioso y más con lo que dijo.
—Me da miedo cuando llueve, siento que representa al peligro, por eso nunca me ha gustado el verano.
Afuera llovía mientras que el interior del taxi,el vapor de calor que emanábamos todos me dejó dibujar una pequeña gota en el vidrio de mi ventana.
—No tengas miedo Irene, pronto estarás conmigo corriendo de la lluvia.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro