Capítulo 24
Leonardo:
Estando en la puerta principal, mi mamá muy enojada salió a recibirme.
«Protégeme, Señor, con tu espíritu», pensé internamente.
—Hola, Mami.
—¡Lindas horas de llegar! ¿Acaso vives solo? ¿Tu papá y yo no existimos para ti?
—No mamá, claro que ustedes existen para mí, pero te recuerdo...
Un golpe seco sentí en mi cabeza; la pregunta es ¿qué arma utilizó? ¿El palo de la escoba y su propia mano?
Con el rabillo del ojo alcancé a mirar el palo de escoba.
—Desaparecete antes de que te deje con varios chichones en esa cabeza tan tonta.
Negado, no hablaría con mi mamá el día de hoy.
Insisto de nuevo: desde temprano ella estuvo súper extraña luego de que vio el beso entre Irene y yo.
En silencio me encaminé hasta el escritorio de papá; él estaba leyendo uno de sus libros favoritos.
La pasión turca del escritor Antonio Gala.
Antonio Gala es escritor español con mucho éxito, según me ha contado mi papá.
—¿Otra vez leyendo la pasión turca? Ya sabes que a mi mamá no le gusta tanto erotismo y romance.
—La releí para comparar a personas...
Se sentó en el sofá y me indicó que me siente a su lado.
—Mira, hijo, qué frase más chistosa.
Si un huerto no da lechugas, no hay que dejarlo yermo, sino sembrar otras hortalizas y encontrar en ellas una compensación.
—Ya enserio, dime ¿a qué te refieres con comparar?
No me respondió y de forma rápida cambio de tema
—Desideria Oliván pensaba que ella no se sometería en el matrimonio, que sería libre. ¿Verdad?
—Claro, también recuerdo que en el primer cuaderno hubo una parte en la que ella junto con sus amigas hablaban acerca de la maternidad y, en especial, decían que la mujer pierde su sentido de libertad, ya que está sometida a cuidar su casa.
—Así es, te digo todo esto, ya que dejando a un lado el libro he podido darme cuenta que muchas mujeres tienen el pensamiento de ser libres y ser incluso tan independientes que creen que ya no necesitaran de un hombre.
Indirectamente estaba hablando acerca de mi mamá. Estos últimos días, luego del robo, ella ha mostrado mucha distancia con nosotros. Ahora prefiere salir sola al mercado, a las invitaciones.
—Estas hablando de mamá en toda esa descripción.
—Es que... Tu mamá me contó hoy que se siente encerrada y que nos ve a ambos que hacemos nuestras cosas por nuestro lado; entonces cree que ya no tiene importancia y quiere hacer igual las cosas.
—Y tú crees que mi mamá está actuando de manera fría como Desileria y que tú eres como Ramiro.
Asintió levemente, dando a entender lo que así era lo que sentía; completo desinterés por parte de ella
—Si quieres puedo hablar con ella para el bien de todos.
Se carcajeó de forma explosiva, lo cual me llamó la atención.
—Eso sí, tu madre te escucha porque con lo enojada que estás por haberla desobedecido.
Mi rebeldía tiene motivo y nombre, que si me pongo a explicarlo no tendría ningún caso.
Se encontraba en el comedor revisando un álbum de fotos; por suerte no escuchó que estaba detrás suyo.
—Mamá... sé que hice mal al salir sin avisarte.
No tuve algún contraataque, así que proseguí confiado.
—Fui a la casa de la Sra. Claudia; quería ver a Lili, sabes; al final tuve que despedirme de ella.
—Supongo que te la llevaste a escondidas ¿no?
—Sí, y la regrese a su casa.
Mi madre sabía perfectamente cómo era el señor Hernán y con qué desprecio me miraba cada vez que estaba con Vero.
No es que de la noche a la mañana su trato cambiaría.
—Entonces ¿estamos bien? Ya reconocí mi error y no me quejé cuando me golpeaste.
La sonrisa le delató y yo extendí mis brazos. Así éramos nosotros, nos enojabamos y luego de horitas nos reconciliábamos.
Ahora tocaba la segunda parte del plan.
Averiguar qué estaba pasando entre mi papá y ella
—Cuando entraste al escritorio, tu papá te dijo algo.
—Le encontré releyendo su libro La pasión turca, y me habló de la protagonista y su forma de pensar. Luego me dijo que estos días has cambiado y prefieres hacer las cosas sola.
Le di un beso en su mejilla—. Perdón por las veces que te has sentido así; solo pienso en mí y muchas veces me olvido lo que otros sienten.
—Una madre siempre perdona a su hijo porque es lo más maravilloso de su vida, más que por ti cambie mi actitud por culpa de tu papá.
Primera vez que escuchaba a mi mamá hablar en ese tono.
—No sé, pero me doy cuenta que pasan los años, y en el tiempo que llevamos casados y él ha dejado de ser romántico, cariñoso, le fastidia que me preocupe por él. Te acuerdas que hace 15 días ambos le esperamos para salir a pasear y llegó casi 8 de la noche, cuando días antes prometió que vendría temprano.
Asenti confirmando lo que ella decía.
—Por eso es mejor no depender emocionalmente de nadie y ser libre como buscaba Desileria Oliván; obvio que nunca le sería infiel a tu padre y sé que él tampoco me engañaría, pero para decir que aún me ame ya no lo creo.— La sonrisa amplia cambió a una de lado. — Sé que te dolió al perder a Verónica y también me doy cuenta de que con Irene las cosas ya no van a simple amistad,cuidate, no mereces sufrir a una edad tan corta.
—La vida tiene segundas oportunidades, no te rindas tan fácil, mamá, y con respecto a mí creo que merezco conocer y aprender. Yo no busque que Irene se ilusione o enamore de mí, las cosas se dieron por sí solas.
—Y si te falla o por cosas del destino tienen que separarse, ¿crees que podrás aguantar?
—Tal ves.
El timbre interrumpió nuestra conversación, papá salió a recibir y...
La señora Cornelia tenía una cara de preocupación.
—Buenas noches, disculpe que me presente a estas horas, pero mi nietecita no aparece; ahorita mi hija fue a la casa de los chicos amigos tuyos, Leonardo, a preguntar si no la han visto.
Mis padres se palidecieron al escuchar, y juro que sentí mi corazón apretarse y el aire sentía que me faltaba.
—La última vez que estuvo fue conmigo. Nos fuimos a la feria.
—¿Y no te acompaño de regreso? —preguntó mi padre.
—No, yo al regreso solo estuve acompañado por Lili Parra.
Irene no había llegado a su casa; eso no era para nada bueno.
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