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Capítulo 15 (parte 1)

Leonardo:

La explicación fue larga, pero sin omitir ningún detalle. Mi mejor amigo no se merecía que le oculten las cosas, siempre me ha demostrado lealtad.

Lo que sí me molestó fue la actitud de Irene, se está tomando atribuciones que no le competen, podrá ser guapa, haberme dicho que le gustó, pero no meterse en mis cosas.

A lo que vaya a mi casa hablaría con ella.

—Emilio, lo menos que quiero es perder tu amistad, sabes que me importas y para Karen eres la razón de su existencia, sea lo que sea que estés pensando, solo te pido que no nos lastimemos.

Luego de ese silencio tan fastidioso, por fin Emilio iba a hablar.

—¿Y cómo fue que Verónica se metió en su relación?

Ahí la que le tocaba contar ese recuerdo era la propia Karen.

Flashback narrado por Karen:

Llevaba 4 meses saliendo con Leo, y entre citas y citas ya habíamos tenido nuestra primera vez. En ese aspecto, él se comportó como un verdadero caballero.

Un príncipe que en el fondo no me lo merecía.

Mi mejor amiga Verónica iba a llegar en 4 días acá, habíamos quedado para vernos en la plaza de toros.

El problema era que Leo y yo íbamos a tener otra cita en ese mismo lugar.

No pude cancelar a ninguno de los dos.

Así que me puse lo más guapa posible, y salgo para el sitio.

Llevaba puesta una camiseta celeste, unos jeans azules de basta ancha y mi chaqueta era igual de jeans.

Se iba a presentar José Luis Cobo, un torero ecuatoriano muy conocido.

Podría decirse que es el amor platónico de muchas chicas.

La gente estaba amontonada en la entrada, el sol que pegaba directo a la piel no era una linda combinación.

Por suerte encontré un árbol muy frondoso que me brindaba una brisa refrescante.

Estaba distraída cuando unas manos delgadas y suaves cubrieron mis ojos.

—Adivina, quién soy

El timbre de voz hizo que sea más fácil poder identificar a mi mejor amiga, Vero, cuando estaba de buen humor, acostumbraba a hacer ese tipo de bromas tranquilas.

—Vero, sé que eres tú

Me descubrió el rostro y se lanzó a mis brazos, ella no se imaginaba cuánto tiempo llevaba extrañándola.

—Mi Ka, ¿Cómo has pasado? ¿Qué tal el nuevo lugar?

—Eso debería preguntárselo yo, llegaste bien, verdad.

Iba a afirmarlo cuando se quedó pálida mirando a un punto fijo; yo también seguí la dirección de su vista y no me agradó que mirara de forma sugerente.

Leo estaba comprando unas golosinas, se había puesto una camiseta amarilla pegada al cuerpo, una pantaloneta del mismo tono y unos zapatos deportivos.

Para mi gusto se le veía sexy.

—Ka, ese chico parece actor de cine, mira esa carita y esa boquita... ¿ no te parece lindo?

—Siempre me ha parecido lindo mi novio.

Sus ojos se abrieron como platos al escuchar lo último.

—¡Tu novio!

No respondí porque se estaba acercando a nosotras el mismo rey de Roma.

Se frenó en seco al ver con quién estaba acompañada.

La Karen, celosa, quería explotar ese momento, coger la mano de mi novio y llevarlo lejos de la víbora de Verónica.

Pero la Karen de puros angelitos actuó diferente.

Les presenté de la forma más cordial posible.

Ambos se saludaron. Leo siempre ha sido amigable con las personas de mi círculo, pero, en cambio, Verónica se atrevió a guiñarle un ojo e intentó tocar su brazo.

Yo solamente rodeé los ojos, esa acción le puso en alerta a mi novio.

Negué.

  Luego les dije a mis dos invitados que vayan entrando que yo me voy para los baños.

Corrí para ese sitio, me metí en uno de los cubículos, tomé mi cartera de mano y me la llevé a la boca para poder cubrir mi grito ahogado.

Pateé la puerta de metal por el coraje que cargaba—¡Porque me pasa siempre lo mismo!

Chico que me gustaba, chico que me lo quitaban.








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