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Capítulo 13 (parte 1)

Emilio:

Mi tostita y yo quedamos para ir a la heladería, no era bonito estar encerrado haciendo montón de deberes.

Yo sé que la escuela es importante y que no debería quejarme pero muchas veces se pasan...

A veces quisiera viajar en el tiempo y llegar a conocer la tecnología al máximo, ver robots.

O en mis sueños más locos quisiera ser el astuto Wheelie, ese autito de color rojo si que tenía la vida más fácil a comparación de cualquier mortal.

Hasta que al fin Karen salió.

Se lanzó a mis brazos mi dulce novia—¡Tostito! ¡No sabes cómo te extrañé!

—Mi amor, pero nos vimos hoy en el colegio.

—De igual forma; cada minuto que pasa y no estoy contigo, me pongo triste.

«Esta mujercita sí que es un caso perdido».

Preferimos irnos para así tener tiempo de pasar juntos, me encantaba darle besitos en el cuello y que su piel se erizé.

Seguíamos jugando hasta que nos dimos cuenta de que estaban conversando Leo e Irene en una de las mesas.

Noté cómo un brillo especial apareció en los ojos de mi novia.

Pregunté un tanto curioso a Karen—¿Cómo así estarán juntos?

—No lo sé... pero mira lo alegre que se le ve a Leo.

Mi mejor amigo se reía con gusto, su expresión facial era ligera y sus mejillas tenían un color ¿rojo?

No hacía calor o al menos yo no lo sentía.

Karen se puso a reír, disimuladamente cubría su rostro—Amor, parece que se dieron cuenta de que les estamos viendo.

Mi vista se desubicó.

¿Así que estaban en una cita?

—¿A caray se nos están escondiendo los novios...?— recibí un suave pellizco en mi codo— ¿Qué?

—No comiences, después, porque se enojan con nosotros.

Por Dios, a kilómetros se notaba que esas miradas no eran de simples amigos.

Se le notaba real, no como con Verónica, muchas veces Leo se molestaba o ni siquiera le causaban gracia los chistes que hacía su ex.

Un susto de muerte nos pegamos.

Yo no sé cómo lo hicieron, pero ahora ellos se encontraban detrás de nosotros y de forma rápida nos atacaron a cada uno haciéndonos cosquillas.

Yo me reía a carcajadas, sabía que mi mejor amigo no iba a detenerse y más cuando tocaba mi estómago.

— ¡Para por favor!

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