Capítulo 12 parte 2
Irene:
Luego de decirle de esa forma, salí de esa casa para irme a la mía.
—¡Leonardo! ¡Por qué me gustas cada día más!
Cuando las cosas cambian en ti, también lo hacen a tu alrededor, eso sí que en el pasado me aterraban los cambios.
Pero el estar en un sitio nuevo, conocer a esta gente y, por circunstancias, el hecho de compartir con él hacía que mi personalidad comience a variar y me ponga rara.
Con el coraje hasta arriba caminaba por la vereda, conscientemente pegaba uno que otro empujón a la gente, a lo cual yo me ganaba un buen reclamo.
Pese a eso, alguien llamó mi atención, un chico pelinegro alto y ojos negros muy profundos.
Tanto que... me puso medio mal.
—Hola, ¿no quieres compañía?
Qué curiosidad, justo cuando estoy enojada, San Pedro me obliga a que escupa mi ira con el primero que se me cruza.
—Mira, no estoy ni con un tantito de paciencia como para conversar con "tontos"—puse mis manos en sus pectorales y le di moví a la estatua— Hazte a un lado y déjame pasar.
—¿Pero...? ¡Qué carácter! dime... ¿Cómo se llama el motivo de tu enojo?
Señor, dame paciencia, porque si me das fuerza lo mato.
Ya me preparaba a darle su buen golpe cuando veo que Leo llega a velocidad de rayo.
Parecía que "la tonta silla de ruedas" mágicamente tenía alas.
—¡Irene!— frenó en seco y le plantó una mirada muy curiosa al conversón forzado— ¿Jacobo? ¿Qué haces aquí?
El famoso Jacobo se hizo el desentendido y se señaló a sí mismo.
—¿Me hablas a mí?
Leonardo rodó los ojos mientras que yo me comenzaba nuevamente a exasperar.
—Dime, ¿acaso te llamas Pepito?
A los dos hombres les provocó risa mi comentario.
—Bueno, Sra. Enojo, si me llamo Jacobo y tu nombre es...
Leonardo de golpe lo interrumpió.
—Apuros— ni un minuto más quería estar ahí, me agarró del brazo, ambos nos dimos media vuelta—Perdóname vecino pero prometo que otro día te invito a mi casa.
A paso rápido nos estábamos regresando, su agarre era cada vez más fuerte.
—¡Detente ya! — bruscamente me solté— ¡Qué quieres haber! ¡Oye no soy un robot como para estar 24/7 contigo!
—Pero sí que te es muy fácil coquetear, ¿no? Te comento ese "gallito de pelea" cada vez que ve piernas con falda se hace el muy galante.
Lo que me faltaba era que el señorito creyera que soy como las demás.
En un susurro casi imperceptible dije —Yo solo quiero que te fijes en mi.
—¿Qué dijiste? No te escucho...
—¡Que solo quiero que te fijes en mí!—peligrosamente me aproxime y mis ojos se pusieron a mirar sus labios, tan deseados por mi. — Quiero que nos demos oportunidad.
Mi corazón tenía latidos demasiado fuertes, la temperatura de mi interior se elevaba discretamente, mi piel se puso sensible.
Algo andaba mal, no lo niego, pero luego mi sentido de razonamiento se escapó a bailar.
Me esquivo la mirada. —Irene... ya no me confundas, te... lo suplico.
Esa humedad tan deliciosa me derretía completa, mis manos acariciaban sus mejillas.
Para mí el tiempo se detuvo con ese maravilloso acto.
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