Capítulo 1
Leonardo Sarmiento:
Año 1990.
Junio
Hoy iba a hacer mi noche, todo estaba de acuerdo al plan, mi mamá me había comprado mi chaqueta de cuero negra que siempre le pedí.
Eso, junto a mi pantalón de jean azul y mis converse con estilo bota, me daban aires de niño rico.
Cerré la puerta para bajar hacia la sala principal, ahí mis fosas nasales apreciaron un delicioso aroma que podía ser nada más que mi cena favorita.
Jorge Sarmiento, cuando tenía su sueldo en mano, se daba el gusto de comprar sus materiales mágicos para crear semejantes delicias. —¿Acaso estás preparando mis humitas papá?
Se gira para que me acerque, estando juntos me da dos palmadas en mi espalda. —¿Qué comes que adivinas Leo? ¿Por cierto? ¿a dónde vas con esa pinta? ¿Ya tienes pelada?
Giré los ojos, provocándole una fuerte risa.
—Vamos a jalar dedo con mis panas para toparnos en la discoteca de la vuelta, papá sabes que mi novia es Vero..
Mueve sus cejas de arriba a abajo para tratar que me sonroje y confiese que iba hacer con mi novia, pero no lo va a conseguir.
Mi mamá entra a la cocina y una pequeña toalla es el arma letal de nosotros. Da un intento de golpe que es esquivado por mi padre. — No molestes a nuestro hijo que se le hace tarde, mientras tanto tú, No quiero que me llegues a la madrugada ni mucho menos borracho.
Luego de darles un beso de despedida, me dirijo hasta el garaje para llevarme a la "poderosa" Un auto Opel Calibra color negro.
Yo lo llamo la adoración de mi papá, porque fue su regalo de bodas por parte de mi abuelo.
Llegué a la casa de Karen Garcés, o mejor conocida por los grados inferiores como "La plástica del Celestin".
Yo pienso todo lo contrario...
Y no solo porque es mi mejor amiga, sino porque sé cuál es su historia.
Sus ojos verdes me miran con furia; pero a mí me provoca risa. —No sabes cuánto tiempo te demoraste, pensé que me tocaba ir a patazo
.Pues si se nota que quiere conquistar al primero que vea con pantalón en la discoteca, esta mujer de ley busca problemas y nos va a tocar salir soplados antes de las 12, si no su papá nos fusila.
—Por curiosidad, ¿tu pelado vendrá? Sabes bien que hay que evitar las malas lenguas.
—La vaina es que él no me dirige la palabra desde la hora de salida, me olvidé de nuestro aniversario, así que dudo que quiera venir.
Lo entiendo bien, soy igual de sensible con mi Vero; ella para mí es lo más bonito que me pudo pasar en este cambio de ciudad, la conocí justo un catorce de febrero en la plaza de Toros, recuerdo como estaba vestida, una falda blanca con encajes y su blusa de color rosa pastel, su cabello rojizo resaltaba con todo esplendor.
—Leo, por gusto te cuento estas cosas si me vas a ignorar.
—Perdóname, es mejor que nos adelantemos.
Nos subimos al auto y arrancamos para la fiesta.
Algo que tenemos en común los dos es que el silencio nos ayuda a relajarnos en momentos de apuro.
Al llegar, la música sonaba y la fila de carros nos daba a entender que la discoteca estaba repleta.
—Repasemos nuestras tres reglas.
Aquí vamos de nuevo. Si quiero librarme un día de estos de mi madre, tendré que ver cómo me libro de mi otra "mamá".
—Nada de juntarme porque no podrás amarcarme y tu vestido costó.
—Perfecto, segunda regla.
—Quedarme quedito y no pelear.
Asiente levemente y con un guiño de ojo significa que la fiesta comenzó.
Parejas bailaban al ritmo de la canción DISCO
Me gustaba el cabello afro de uno de los invitados.
Como la boca la tenía un poco reseca, quería tomar un poco de agua.
«El alcohol no puede acompañarme esta noche»
Un chico pelirrojo pecoso de 1 metro con 76 cm toca mi espalda, y eso provoca que me gire para responderle a la pregunta que hace.—Hola, ¿disculpa sabes dónde está Verónica Parra? La estoy buscando.
Porque buscaba a mi novia, eso no lo entendía... Me relamí los labios; eso creo que provocó que el chico me mire de una forma muy rara.
—Hola, hablas con su novio, ¿Qué necesitas?
Frunció el ceño; a mi parecer, mis palabras no fueron de su agrado.
—Ahora entiendo quién es el que está de sobrado, me tengo que ir disculpa la molestia.
Escuché mal o dijo sobrado, no, no, no, esto tiene que tener una explicación y me la darán ya, alcanzo a tomar su brazo, cosa que él se frena en seco.—¿A qué te refieres? ¿Qué quieres decir con sobrado?
—Me llamó Iván y se supone que "Verónica" me llamó anoche diciendo que había arruinado su vida y que estaba embarazada.
Mis ojos se sobresaltaron por aquellas palabras, lo peor de todo era que mi lado salvaje quería golpearlo, pero me quedé quieto y juro que sentí cómo mi corazón empezaba a latir de forma rápida.
— Yo sé que esto no suena para nada alhaja para los dos, pero ella nos debe una explicación... ¿Qué te parece si al acabar la fiesta vamos a su casa?.
Era una propuesta muy tentadora y no la rechacé.
Cuando iba a pronunciar una palabra más, el sonido de unos gritos provocó que todos nos quedemos en silencio.
Salí hacia la calle y ahí evidencié cómo un par de peluconas golpeaban a ese bello angelito.
Me puse entre ellas, protegiendo a la más débil.
La más enojada me gritó con su voz de chicle.—¡Quítate de aquí que no es asunto tuyo!
Rodeé los ojos por la forma en que me contestó: niña plástica tenía que ser: —Vea, mi amor, usted es tan guapa y con una boquita, primero cálmese.
La angelito temblaba del miedo, eso me provocó abrazarla, realmente la habían asustado
.—¡Irene porque no hablas! ¡Vamos! ¡Di que le coqueteas a mi novio!
—¡Yo no le coqueteé solo me pidió ayuda Carolina! ¡Déjame en paz!
Ya se acercaban de nuevo a quererle golpear, así que de un empujón mío cayeron al suelo las peleonas.
La más chica me escupió: ¡pobres mis zapatos que tienen que cargar con su saliva!
—¡Qué grosero eres!
—¿Me avisas cuando salgas de tu capullo ya?
Y le deje que siga parloteando, entramos con la nena.
Estando ahí, ella tomó mis manos y les plantó unos besos calientitos que provocaron un cosquilleo en las palmas, y como acto reflejo las quite de inmediato.
—Perdón, perdón, no quería incomodarte, solo que...
—Me sorprendes, la primera chica que veo que agradece de esa forma, soy Leonardo. Irene ¿cierto? Aquí las fiestas son chéveres, qué pena que haya pasado todo esto.
—No es la primera vez que Caro tiene un arranque de celos, ya me acostumbré
.Agaché mi cabeza pensando qué más decirle y que no se aburra de mi presencia
Al regresar a mi postura, sus ojos no habían dejado de mirarme.
Ahora que la veía con más detalle, pude notar que su nariz era pequeñita y en la punta tiene un leve rosado.
Su cabello tenía un tono rubio ligero y con unas ondas que me transportaban al mar.
Me saco de mis pensamientos la pregunta que me hizo.
—¿Quisieras bailar conmigo?
Mi peor defecto salió, comencé a titubear de la nada —¿Yo? Es que... qué...
—¿Acaso hay algún otro Leonardo aquí? No muerdo.
¡Una chica me hizo reír! Me acabo de sonrojar.
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