Fallen Star
Estos malos hábitos que tengo, no son solo algo que corregir. Eso de preferir las pollas, parece que vino conmigo. Nunca me importo donde estaban colgadas, tampoco a quien le pertenecían. Nada podía cambiarme, ni siquiera una universidad militarizada. Han pasado poco más de tres años y he tonteado con cada capitán que he podido. Nunca volvía a la cama de ninguno de ellos, hasta que llego ese capitán transferido de América. Que me tenía bailando entre sus sabanas, durante mis últimas noches de universidad.
Una mirada superficial a lo largo del grupo de cadetes, es lo que solía dar cada que llegaba. Anton se posiciona frente a todos, su cuerpo encajándose en su uniforme tal guante. Ojos oscuros terminan por encontrarse con los míos, repasándome de manera descarada ante todos. Anton se dedica a devorarme con la mirada, durante toda la inspección de la mañana. Una de sus actividades favoritas, justo después de la de follarme.
_Buenos días cadetes. _ Anton saluda.
_Buenos días capitán. _Todos decimos en unísono.
Todo el cuerpo me duele, es casi un tormento. Finjo que no es ese mi caso y solo le sigo la corriente al resto. Soy como un espejo de todo a mi alrededor, hago el saludo de manera impecable. Recto como una regla, muy a diferencia de mi sexualidad. La razón aparente de mi maldición, justo frente a mis narices. Observándome como el cazador que es, mientras que yo soy su presa.
Juro que puedo ver los flashes de la otra noche, algo en esa mirada brillosa los trasmite. Lo bien que estiraba aquella polla, lo exacto que llegaba a mi punto dulce. Aquello me desestabiliza el juicio de manera divina y juro se puede ver en todo mi rostro. Es difícil de olvidar estando tan fresco, tan vivido en mi mente. Puedo incluso hasta percibirlo en mi cuerpo, esa sensación de estar bien follado. Cuerpo aun adolorido, pero es un buen dolor.
Se suponía que no venía a esto, saltar en la polla de mi querido capitán. Ese no era el propósito por el que mi familia, me había mandado a esta universidad. Donde estaba esa masculinidad, que se supone debía encontrar aquí. Era que se manifestase en mi cuerpo, no contra mi cuerpo. Había tratado de encajar al principio, aprendiendo a mezclarme con el resto. Talvez me llegue a mezclar demasiado, enredándome con cada hombre.
_Les espera un largo día de entrenamientos, espero hayan descansado bien durante la noche. _ Anton me dio una miradilla cómplice.
_Entendido mi capitán. _ Se escuchó en unísono.
Yo estaba ahí también, pero solo en cuerpo. Mi alma seguía descansando en mi cama, soñando con el gran calibre de mi superior. La sola idea fue irónica, fatídica ante mi realidad. A penas pude responder con el resto, sin que se notase que mi energía estaba en cero. Tratando de entender como rayos, Anton se veía tan fresco. Tan revitalizado, después de tenerme durante toda la noche.
Él había hecho todo el trabajo y yo era solo su princesa de almohada. Tomando todo lo que me daba, en un son que me volaba los sesos. La habitación de Anton estaba lo suficientemente alejada, como para que los dos pudiésemos ser así de desordenados. Quedarme a dormir entre sus brazos, siempre era tentador. Mientras conversábamos de cualquier cosa, hasta quedar profundos.
Al entrar a mi cubículo de baño, pude escuchar a lo lejos al resto. Me gustaba bañarme en los que estaban más alejados, no tenía que escuchar las conversaciones tan claras. Solo pequeños murmullos, era un sonido blanco que gustaba. El agua helada me pego en el cuerpo, apenas me sumí debajo del chorro. Deje correr el agua por todo mi cuerpo, de que este se acostumbrase a la temperatura.
Enjabone mi cuerpo, tratando de lavar todo en agotamiento de este. Esperando que se fuese por el caño, lográndolo de a poco. Mis ojos cerrados mientras me relajaba, enjuagando toda la espuma. Me desplace fuera de la lluvia artificial, cuando me topé con el cuerpo de Anton. Me exalté apenas lo sentí, duro contra mi espalda. Deje ir un jadeo al verlo ahí, completamente desnudo frente a mí. Asechándome sin más, me paralice por completo. Los detalles de sus tatuajes, recorriéndole hasta el cuello.
_Maldita sea Anton. _ Maldije por debajo.
Anton me había acorralado de una, contra las estrechas paredes del lugar. Sus brazos cerrándome el paso, su cuerpo contra el mío caliente. Este se había escabullido en mi cubículo, aprovechando la lejanía en la que estaba. Era algo arriesgado de su parte, pero lo hacía muy a menudo. Anton se me quedo mirando divertido, de mi sorpresa absoluta. Tentó un beso en mis labios, que me hizo perder la respiración. Estaba agitado, acalorado. Casi le seguí el movimiento, luchando contra las ganas de besarle.
Anton mordió sus labios vicioso. _Baja la voz princesa. _ Sonrió divino ante mí. _ ¿Parece que no estas disfrutando mi sorpresa? _
_ ¿Qué haces metiéndote aquí de nuevo? _ Le di una mirada al susodicho. _ ¿Qué pasa nos encuentran juntos? _ Lo regañe severo, tratando de mantener el juicio. _ ¿Te acuerdas cuando casi nos encuentran follando? _ Secretee desesperado ante él.
Anton sonrió todo perlas. _Eso fue caliente, que se repita. _ Su sonrisa lo era todo.
Respiré profundo como pude. _Hablo en serio, tómame la palabra. _
_Lo hago. _ Me miro fijo.
Lo encare con todo lo que tenía de juicio contra él, volviéndome débil, ante la cercanía de su cuerpo contra el mío. La calidez de su aliento contra el mío, me atraía totalmente hasta la locura. Tenía que dejar de tentar esos besos en mis labios, tenía que dejar de hacerlo cuanto antes. Mi mirada estaba comiéndose cada uno de ellos, anhelando uno verdadero. Si él no me lo daba pronto, yo atacaría esa boca suya.
_Los capitanes no comparten el baño con los cadetes, los capitanes no follan con sus cadetes en las regaderas. _ Recite las reglas del lugar.
_Las reglas se hicieron para romperlas, nosotros somos la definición de aquello. _ Anton dijo, en una fina línea.
Jadee ante mi realidad. _Esto es todo lo que está mal, no deberíamos estar haciendo esto. _
Anton no mentía en lo absoluto, ya se había roto aquella regla hace tiempo. Solo que nadie se había enterado, éramos solo nosotros dos en ese anonimato. Follando cachondos en las regaderas, alejados de todos los demás. Tratando de no ser ruidosos con nuestro desorden, rápidos al lograr corrernos. Anton parecía adicto a ese exhibicionismo, tentando por ser descubierto en el acto. Estaba algo zafado por asistir a la guerra, amaba eso retorcido de él. Lo amaba Dios, mis ojos me delataban viles.
_Vamos a romper las reglas, sabes que vale la pena hacerlo. Déjame tenerte mientras pueda, te necesito tanto como tú a mí. _ Anton se atrevió a decir.
La realidad estrellándose en mi cara. _Dios. _
Me fui contra esa boca, atacando tal animal desesperado. Necesitando de esos labios, como si no hubiese amanecido contra estos. Nunca tenía suficiente de estos, desde la primera vez que me atreví a tenerlos. Había sido un movimiento desesperado, de frustración pura contra aquel abusivo capitán. Lo habíamos hecho en un carrete, siempre dejándonos llevar por el corazón. Era el problema sobre la mesa, demasiado corazón para ser solo amantes.
Enrede mis dedos por sobre las hebras castañas de Anton, mientras seguía besando de manera pasional. Mi boca dócil contra la suya, hasta entreabrirse para recibir su lengua, Gemí por lo bajo, cuando estas se encontraron. Mi polla dando un retorcijón, al rozarse contra la suya. Anton me tenía más que estampado contra la pared, arrimando su polla hasta casi fundirnos. Colarse debajo de mi piel, fascinado conmigo.
Me giro justo al abandonar mis labios, estampándome contra la pared. Empine el culo en memoria muscular, cuando este se pegó otra vez contra mí. Besándome el cuello vehemente, labios arrastrándose por la piel. Besos húmedos de a tantos, podía sentir sus dientes encajarse de vez en cuando. Yo solo me mantenía contra los linóleos, jadeando ante la excitación. Mi cuerpo temblando por el frio, el agua corriendo por mi piel. Anton la tomaba devoto de mi piel, como si mi cuerpo la convirtiese en algo sagrado.
_ Abre tu boca para mí, tengo algo para ti. _ Tentó sus dedos en mis labios. _Chúpalos princesa, tómalos en tu boca. _
Saque mi lengua para tentarlos. _ ¡Mmm! _ Saboree de una los dígitos. _ ¡Que rico! _ Me los lleve a la boca cachondo. _ Déjame tenerlos, déjame probarte. _
Anton llevo sus dedos en ese juego, hasta introducírmelos en la boca. Me la follo necio en un movimiento, que me hizo ahogarme en mi propia saliva. El sonido obsceno de mi boca contra sus dedos, me hizo gemir contra los dígitos necesitado. Anton había dejado de besarme, para susurrar cualquier cantidad de cosas sucias en mi oído. Mientras mordía el lóbulo de mi oreja y lamia este hambriento.
_Tómalos bien. _ Anton tentó por sobre mi oreja. _ ¡Vamos precioso! _Mordió mi oreja de a poco. _ Quién rayos lo diría, con esa carita tan pura. Te gusta tomar bien duro, siempre rogando por más. _
_ ¡Mmm! S-i. _ Solo supe gemir agudo.
Rodé mis ojos ante cada una de ellas, hasta que gagueé contra sus dedos. Los profundizo hasta mi garganta, dejándolos ir bien húmedos. Tosí ante la sensación de vacío en mi boca y terminé jadeando acalorado. Anton los tentó contra mi entrada, haciéndome temblar en expectativa. Mi culo empinándose, redondo contra el agarre de su mano libre. Me masajeo mientras introducía el digito, este entro bien de una.
Estaba estirado de la noche anterior, por lo que solo tuve que disfrutar de la sensación. Derritiéndome ante el segundo, que me follaba con más profundidad. Yéndome contra estos, embelesado de esa sensación. Los dedos de Anton eran largos, llegando justo a ese punto dulce. Curvo los dedos para golpear ahí vicioso, haciéndome pegar un gruñido por lo bajo. Hizo tijeras con los dedos, haciéndome gimotear contra la pared. Se sentía rico, mi polla estaba feliz.
_Vamos a corrernos antes de que nos descubran, seamos discretos mientras lo estamos haciendo. _ Deje mis cartas sobre la mesa.
Le mire con ojos de gatito, pidiendo a por su polla coloquial. Mirando por sobre mi hombro, mi lengua visible al jadear. Anton había sacado sus dígitos y ahora solo jugueteaba con mi entrada. Besando la línea de pecas que iba de mi cuello, hasta llegar con besos húmedos hasta mi nuca. Jadee cuando llego a esta, cuando chupo sonoro. Bajando por mis hombros, se encargó de marcarme con sus labios. Dejando chupetones visibles, que me deje hacer tan dócil. Amaba ser suyo, verme como de su propiedad.
_Me da igual si nos descubren, voy a seguir dándote hasta que lleguemos. Ellos pueden ver si quieren, que disfruten la función de nuestros cuerpos follando. _ Anton gruño contra mi piel.
Él me encajo su bíceps en el cuello, descansé mi mentón en este como pude. Mientras Anton me lo metía de a poco, ajustando su agarre, cuando se introdujo del todo. Me apretó todo contra su cuerpo, dejándose salir de a poco. La primera estocada me sonsaco, me comí un gemido sorpresa. Estampando mi cara contra el musculo, jadeando contra este desesperado. De cómo sus estocadas llevaban un ritmo lento, para no hacer ningún sonido. Me derretí contra la follada lenta de su polla, dándome justo en ese punto dulce.
Me cogió en ese son por lo que pareció, ser una eternidad en mi vida. Follaba lento, profundo contra mis paredes. Llegando a ese punto repetidas veces, haciéndome querer ser más vocal. Mi cuerpo caliente, atosigado contra el suyo. Mordí su bíceps cuando choco más fuerte, evitando lloriquear del gusto. Apreté mis dientes cuanto pude con cada estocada, ahogándome en el bíceps. Dejando un desorden de saliva y mis labios hinchados. Bajando la guardia, se escaparon de mis labios.
_ ¡Ay! ¡Ah! An-...Anton. _ Tragué hondo. _Dame más...más duro. _Rogué.
Anton maldijo. _Se siente tan bien, tan bueno para mí. _ Su voz tembló.
Anton me tenía cada vez más contra la pared, acallando su boca contra mi cuello. Podía sentir su respiración caliente, volviéndose cada vez más desesperada. Sus estocadas me volvieron un trapo, mi estómago haciéndose un nudo. Me corrí contra la pared, manchándola. Mordiendo la piel con todo, me corrí lo que quedaba en otro chorro. Anton gruño contra mi cuello, boca abierta contra este.
Me follo desordenado, perdió el son de esas estocadas profundas y limpias. Se quedó ahí justo, corriéndose contra mí. Pude sentir como me llenaba, deseando que no se sintiese tan bien. Caliente contra mí, derramándose con todo. Me follo un poco más, solo para escucharme gimotear por lo bajo. Sobre estimulándome a mí, a la misma vez que se sobre estimulaba a sí mismo. Drenando mi polla, masturbándola hasta sacar hasta la última gota. Lloriquee ante su masturbar, retorciéndome mientras jadeaba de más.
Cuando termino de torturar mí ya flácida polla, me masajeo hasta quedarse solo sosteniéndola. Nos quedamos estáticos, tratando de recuperar la respiración. Mientras el seguía dándome besos en la nuca, perdido en la sensación de haberlo hecho. Deseando que en serio, nadie hubiese escuchado el indecente chapoteo de nuestros cuerpos en las regaderas.
Llegue justo al entrenamiento, con una sonrisa que a penas podía disimular. Anton me había follado una segunda vez, el peligro de una no fue suficiente. Él tenía algo que simplemente no, no podía ya vivir sin tenerlo atado a mi cadera. Me había hecho vivir tanto amor en un año, no era justo no poder haberlo conocido antes. Mucho antes de todos aquellos patanes, que solo se aprovechaban de mi cuerpo.
Hablando de mi cuerpo, este saltaba hacia el agua. El conteo de cinco minutos, comenzó de inmediato. Estaba justo hundiéndome en la pileta, dejándome ir hasta el fondo. Manos atadas contra mi espalda, en un nudo justo. Pies también atados, mismo nudo cruel. Una vez toque fondo con mis pies, me impulse con esa misma energía hasta la superficie. Tome una bocanada de aire, para luego volver a repetir el mismo proceso.
Mi mente enfocada en el proceso, para no trastabillar. Todo era cuestión de controlar tu mente, ante la idea de terminar ahogado. Contando los minutos, también los segundos. El agua estaba helada y el sonido de fondo de mis compañeros. El lugar un tanto sombrío, justo como las profundidades del mar. Mi instinto de supervivencia, no era necesario en esos momentos. En ningún momento llevé la cuenta de cuantas veces lo hice, pero probablemente fueron muchas. Para sobrevivir, debía mantener la calma.
_Se acabó el tiempo cadetes, se acabó el tiempo. Todos fuera del agua, todos fuera del agua. Muy bien hecho, excelente control. _ Reconocí la voz de uno de los directores de la universidad.
El hombre que respondía por el nombre de Minho, había estado llevando la prueba personalmente. Este era un ex marino de alto rango, que toleraba el fracaso como realidad. Un pitido de silbato se escuchó, una vez llegue al fondo. Había perdido la noción de todo, incluso de mi alrededor. Algunos compañeros saliendo a penas a fondo, otros siendo ayudados a salir de la pileta.
Cuando vi el temporizador, pude notar los exactos cinco minutos que habían pasado. Trague hondo ante la realidad, todos a mi alrededor lo habían logrado. Mi grupo era uno de los mejores en pruebas físicas, me había costado mucho poder llevarles el paso. Yo era más un cerebrito de libros, sobreviviendo en una de las universidades más físicamente exigentes del país.
_Este entrenamiento era un requisito para graduarse, además de las prácticas ya hechas en buque. La graduación se acerca, estoy orgullosos de ustedes. _Minho explico frente a todos los cadetes. _Recuerden que hoy es día de visitas, cuéntenle esta buena noticia a sus familiares. _ Se encargó de animarnos a todos.
Aquella prueba era una de las más difíciles, más difícil que la practicas en mar abierto. Yo me había preparado por años, contra todo pronóstico por mi fobia. Mis últimas prácticas, me habían dejado sin esperanzas. Fracasando como siempre, hasta que llego Anton. Él se había encargado de entrenarme, de quitarme ese pavor que le tenía a ahogarme. Después de casi morir en la playa, cuando mi hermano me jalo, al tratar de salvarlo de las olas que lo arrastraban. Lo había conseguido al final, pero el trauma había quedado.
Anton había encontrado sus formas, de convencerme de quedarme en el fondo con él. Besándome en este, cuando llegábamos ahí. Saliendo a tomar aire, volviendo a repetir. El solo recuerdo me sonrojaba, era un juego divertido entre los dos. Jugueteando en el agua, forcejeando para buscar contacto. Acorralándonos por completo, empalmados contra el otro. Hasta que ya no podíamos contenernos y terminábamos follando en la orilla de la pileta. Cachondos como siempre, como si nunca fuese suficiente.
Me dio por mirarlo y él ya lo estaba haciendo. Una sonrisa casta, me sentí como un gatito acariciado. Él estaba orgulloso de mí, él lo estaba. Cuando se acercó a darme la mano, para que saliese de la piscina. Encargándose de desatarme las manos y también los pies. El coloco la toalla limpia en mi cabeza y me seco el cabello un poco. Llevándola luego a mis hombros y dejándola justo ahí.
_Estoy orgulloso de ti. _Anton se me quedo mirando.
Me sonroje de una ante la frase. _Vas a hacer que te menee la cola, como un gatito entrenado. _
_Me gustaría ver eso, tu trasero es lindo. _Mordió su labio inferior, mientras me miraba.
Levante ambas cejas, incrédulo de aquel descaro. _Parece que no tienes suficiente de el. _
Esas manos querían agarrarme el culo, ese brillo en sus ojos lo decía. En otra ocasión talvez, Anton lo hubiese hecho deliberadamente. En esos momentos no, había demasiada gente viendo. Todos capitanes estaban por ahí revoloteando, ayudando a los cadetes. Habían asignado un par de estos y entre estos estaba Anton. Él se había apurado a ayudarme a mí y eso me seguía poniendo de cabeza. Podía haber escogido a alguien mas, pero me había escogido a mí.
Anton solo se me quedo mirando. _Ven a mi habitación, después de las visitas. Tengo algo para darte, es una sorpresa. _
_ ¿Me vas a dar un regalo? _Fruncí el ceño.
_Si. _Anton seguía con su mirada fija en mí.
_ ¿Por qué me darías uno? _ Me quede en el aire.
_Mañana es tu graduación. _Anton dijo sin más. _ ¿Acaso lo olvidaste? _
_Estaba demasiado enfocado en la prueba, que creo que lo olvide por un rato. _ Sentía que no tenía mis pies bien puestos en la tierra y tampoco se me antojaba volverlos a poner ahí.
Anton sonrió casto ante mí. _Recuerdo haber quedado igual, se te pasara poco a poco. Te veo en mi cuarto como a las nueve, que no se te valla a olvidar venir a verme. _
_Está bien. _ Le di una mirada a Anton.
La graduación era mañana, mi último día en ese lugar. Había dejado de pensar en ello, desde que había entrado a esa universidad. Siendo una oveja negra, que había sido enviada a trasquilar. El tiempo había pasado rápido, mucho más con Anton. La idea de abandonar ese lugar, también venía con perderlo para siempre. Aquello me revolvió el estómago, en un actuar muy caprichoso de mí.
La visita era algo que no, nunca me animaba. Mis padres eran seres muy fríos, nunca había sabido lo que era algún tipo de calor familiar de parte de estos. Verlos era casi una especie de supervisión, que tenía que pasar de alguna manera. Conversaciones casi arregladas, sobre mi desempeño en la universidad. Las felicitaciones estaban de mas, se suponía era mi obligación.
Ser bueno en todo lo que hacía, había sido mi filosofía de crianza. No me apure en llegar al lugar, solo camine con más pesar que antes. Mientras acomodaba mi traje de cadete y peinaba los pocos cabellos rubios en mí. Disfrutando de la calidez del lugar, el como el sol enfurecía el remolino de pecas en mi piel. Mire como este desaparecía en un atardecer, dándole el ultimo brillo a mis ojos color miel.
_Hermano. _Alcé mi voz.
Se sintió extraño lo que divise, después de ese rayo de luz. La sonrisa de mi hermano Sungchan, con sus brazos bien abiertos. Corrí a abrazarlo apenas pude, pensando en que posiblemente era un sueño. Uno que tenía que disfrutar, antes de despertar como un miserable. Uno que no paraba de soñar, con volver a ver a su hermano. Que nunca más se iba a creer, las manipulaciones de sus padres.
Lo escuche sonreír. _Yo también te extrañé. _
_Pensé que estabas en el hospital. _ Le mire a los ojos.
_Me dieron de alta hace ya unos meses atrás, pero tuve que esperar a poder pasar de estar acompañado. _ Su mirada se volvió un tanto apagada cuando lo dijo. _Ellos tenían que quedarse a hacer negocios en Rusia, les rogué por meses para poder venir por ellos. _ Vi el cambio de sus ojos verdes con una luz. _Te ves muy bien en uniforme, me recuerdas mucho a mí. _
Yo solo pensé que no, no podía creer lo que veía. Sungchan lucia perfecto, en una sola pieza. Sus ojos verdes me miraban, su cabello castaño estaba seco. Verlo con ropas completamente limpias, ni una sola gota de rojo en estas. Me seguía sonriendo, estaba sonriendo con sus dientes de conejo. Esos que compartía conmigo, era en lo único que nos parecíamos. Incluso era más alto que yo, mi cabeza yacía en su pecho. Su corazón latiendo, latía a la perfección.
_Dios. _ No pude evitar decir.
Le di otro abrazo, apenas nos logramos sentar. Las sombras le colorearon el rostro, una vez volví a soltar el abrazo. Él seguía sonriente ante mí, como nunca antes lo había estado. Se sentía irreal todo aquello, por lo que no quise soltarlo en ese enésimo abrazo. No después de haberlo visto por última vez, desvaneciéndose en mis brazos. Yo mismo lo había sacado de la bañera, era la segunda vez que lo salvaba. Desee nunca llegar a una tercera, había prometido irme con él.
_Tranquilo hombre. _ Volvió a reírse de mí.
_Nuestros padres dijeron que no volverías, que no volverías a salir de ese lugar. Que estabas vivo, pero no estabas viviendo. _ Pensé en voz alta.
Lo vi encararme. _Volví Wonbin, estoy aquí para ti. Lo siento tanto por todo, tanto por lo que has tenido que pasar. Sé que te obligaron a venir aquí, que esto no era lo que querías. Te mandaron por ser como yo, para evitar que terminases igual de mal. Entiendo el miedo que tenían, por eso te terminaron alejando de mí. _
Hubo un silencio de parte de mí. _No hay nada de lo que te tengas que disculpar, tú nunca tuviste la culpa de nada. Ellos me lavaron la cabeza, me dijeron que habías caído enfermo de por vida. _ Hice una pausa de vergüenza absoluta, por lo que iba a confesar. _ Me dio miedo terminar igual de mal y me deje manipular por ellos. Hasta que llegue a este lugar y no hubo vuelta atrás. _
_ ¿Lograste curarte? ¿Ya no eres igual que yo? _Sungchan se me quedo mirando.
Yo no podía leer más su mirada o quizás solo no me gustaba lo que leía. El parecía preocupado por mí, más que por nada en el mundo. Sungchan siempre había sido así conmigo, pero esa atadura había afectado. Cuando el cayo en depresión, yo estaba ahí con él. Mientras enfrentaba la pérdida de su amado, tratando de no volverse completamente loco. Fracasando en el proceso, intentando irse con él. Yo solo tenía un par de años menos y Sungchan era tan joven.
_Con el tiempo me di de cuenta, que no somos tan iguales. A mí me cuesta enamorarme, mientras que tú siempre amaste tanto. _ Me le quede mirando entonces. _Me tomo mucho tiempo sentirme así, solo para poder entender porque actuaste como actuaste. _Lo entendía mucho ahora.
_ ¿Quién te hizo darte de cuenta de eso? ¿Puedes siquiera decir su nombre en voz alta? _La voz de Sungchan cambio a un tono muy tenue.
El no había podido mencionar su nombre, el nombre de Shotaro en voz alta. No sin quebrarse en llanto, no sin perderse en recuerdos. Era mejor no pensar demasiado, por no decir que cerrar completamente su mente. Cualquier cosa que lo mantuviese alejado de recordarle y volver a sentirse incompleto. Sin ganas de vivir en un presente, en el que no estaba su amado.
_ ¿Realmente importa? _Dije en una fina línea.
_ ¿A ti te importa él? _ Silbo aquella pregunta.
Sungchan se quedó esperando mi respuesta, mientras yo me removía incomodo en mi asiento. Sus pestañas largas tintineaban, sus ojos de esmeralda mostraban su alama. Me quede en como el viento removía sus cabellos dorados y lo largos que estos caían por su nuca. Todo en él se veía en paz, pero era su sonrisa con lo que más me quedaba. Esa reconfortante sonrisa, de dientes tan únicos. Sonreí a la par de esta, aun no me creía poder estar hablando con él.
_Estoy tratando de descifrar, si alguna vez he amado a alguien, de la misma forma en la que lo estoy amando a él. _ Me sincere de inmediato.
Sungchan se me quedo mirando. _El primer amor no es siempre, la primera persona a la que amas, sino con la que llegas a sentir, que ya no puedes lograr amar a alguien más. _
_No puedo pensar en amar a nadie más que él. _ Mire fijo a Sungchan.
La sorpresa de Anton, trataba de recordarla siquera. Mientras seguía comiéndole la boca, desde que había pisado su habitación. Su camisa ya en el suelo, nos llevaba la delantera. Trataba de encontrar juicio en mi cuerpo, algo que me hiciese detenerme de seguirle. De dejarme dócil de esos labios, de que su lengua me estuviese ya follando la boca. Tomando como un indeseable sujeto, jadee contra el jugueteo de nuestras lenguas. Dejando ir sus labios ya tentados, arrastrando desordenado hacia el resto de su piel.
Agasajándome con su cuello, chupándole su manzana de Andan. Lo escuche jadear desesperado, apretarme la cintura contra el colchón. Cuando este se separó de mí, no hizo sino encargarse de mi cinturón. Al verme luchando contra este, después de haberme retirado la camisa. Anton puso su mano sobre la mía, combinando la moción de mis manos. Lo deje soltar la hebilla, jalar con todo a la correa. Vi como la tiraba por ahí, hasta que dejo mi cintura.
Anton volvió su atención hasta el botón de mis pantalones, para luego bajar el cierre con todo. Mi erección pegándose contra mis boxers, fue lo primero que salió a la vista. Anton no hizo sino verla, para terminar por arrodillarse. Su cara en medio de mis piernas, tomándolas entre sus manos. Abriéndolas de más, me miro casi pidiendo alguna especie de permiso. Mientras subía sus manos, para acariciar mis muslos y terminar por jugar con el elástico de la última prenda que ocupaba mi cuerpo.
_Por favor. _ Yo solo rogué por más.
Estaba duro como una roca, cuando la prenda abandono mi cuerpo. Me sonroje ante la mirada de Anton, bien puesta en mi polla que goteaba. El líquido pre seminal esparciéndose, cuando este me masturbo. Respire profundo con la imagen, ladeando mi rostro ensimismado. De cómo me masturbaba contra una de sus mejillas, jugueteando con su lengua contra mi glande.
Rodando esta cuando por fin paro, solo para llevarse la punta a la boca. Chupo sonoro hasta hacerme jadear, sacándola para lamer justo ahí. Me llevo a su boca, clavándose hasta la garganta. Empezando a chuparme vehemente, en un son que me carcomió los sesos. Su mano seguía masturbando la base, deleitado con el resto del evidente tamaño. Jugueteando con mis bolas, ahuecándose en mí polla adolorida.
Me comió la polla por un buen tiempo, gimiendo contra esta complacido. El eco de su boca me excitaba, mi polla retorciéndose en su boca. Anton seguía chupándome como debía, rodando su lengua en la extensión. El truco me hacía rodar mis caderas y follarle la boca de a tantos. Anton solo gemía contra mi polla, dejándose hacer. Había rebuscado sus propios pantalones, para sacar su polla adolorida.
Un par de caricias en esta, mientras me chupaba en un son delicioso. Acaricie sus cabellos dirigiéndolo, ajustándolo para darle como debía. Anton se la jalo con su mirada colada en la mía, su boca comiéndome la polla. La imagen me tenía en un trance, ahogado en mi polla. Se quedó en esta hasta el fondo de su garganta y me corrí caliente contra esta. Anton gimoteó ante la sensación caliente, tragando lo que podía en el desorden.
Mis manos acunadas aun en su cabeza, dedos entrelazados en sus cabellos. Mi frente contra su cabeza descansaba, tratando de dimensionar el tremendo orgasmo que me había dado. Solté cuando pude reaccionar, encontrándome con Anton. Cuando baje mi vista hacia él, estaba sentado en sus muslos. Soltó mi drenado pene en cuanto reacciono, mientras se relamía los labios aun medio perdido. Su mano colada en su propia polla, hecha un desastre por correrse también.
Acomode sus cabellos, mientras este me veía. Dócil ante lo que había sucedido, se dejó llevar de mí mirada. Cuando lo traje hacia mi cuerpo, sus pantalones estaban destrozados. Se los quito frente a mí, junto con su ropa interior. La sola imagen me estaba poniendo duro y sabía que no era el único ahí. Anton estaba medio empalmado, cuando se acercó a mí. Arrinconándome contra el colchón, pegando nuestros cuerpos de nuevo.
_La mamada estuvo bien, pero necesito estar dentro de ti. Follarte como se debe, sé que tú también lo quieres así. _ Anton acato por sobre mis labios. _ Di que me quieres, que me quieres dentro de ti. _Mordió mis labios de repente.
Mis ojos brillaron de deseo ante él. _ ¡Mmm! S-i. _Gemí todo cachondo. _ Te quiero dentro, muy dentro de mí. _ Se me escapo de los labios, solo así. _ Darme a ti, ser todo tuyo. _Mordisquee mis labios.
Su boca contra mi cuello, besando el camino de pecas de este. Su boca húmeda contra la piel, la vibración de sus gruñidos contra esta. Me tenía llevando estocadas secas, de mis caderas contra las suyas. Lo podía escuchar jadear con cada una de estas y clavar sus colmillos en mi piel. El raspo de su barba me hacía temblar, al llevar su mandíbula a la par de sus besos.
Besos que se repartieron hasta los collares de mis huesos, succionando estos hambriento. Anton recorrió con calma la línea, mientras sus manos acariciaban mi cintura. Me quede en como su boca, se encajaba en mis pezones, chupando a gusto. Jadee ante la sensación de succión y el hilo de saliva que divise. Su lengua jugueteando mientras tanto, abusando mis pezones ya sonrosados.
_Mío. _ Anton dijo en un hilillo.
_ ¡Ah! Anton. _ Nuestras miradas se cruzaron.
Rodé mis ojos ante ya la falta de contacto de mi polla, Anton había bajado hasta mis caderas. Topándose con mi miembro, lo ignoro olímpicamente. Clavando sus dientes en mis muslos, chupándolos a la vez. Mimándolos como nunca antes, ronroneando sobre estos. Me derretí ante la caricia de sus labios y el roce de su nariz contra mi piel. Gimoteé cuando volvió a abandonarme su toque y lo vi preparándose para seguir.
Pude ver como se encargaba de ocupar protección, ahora que había algo de orden en nuestro encuentro. En los baños no había sido así y la sola idea me evidenciaba. Solo con el iba de esa manera, solo con Anton solía desear sentirlo por completo. El líquido entro en la ecuación y yo me inquiete de tenerlo conmigo. Tratando de olvidar que talvez, sería la última vez en mucho.
_ ¿Te gusta lo que ves? _Anton se dirigió a mí.
_Me gustaría más sentirlo. _Me atreví a decir.
Lo atraje hacia mí en un beso, colándome en el sabor que quedaba de mí. Me solía importar muy poco cada cosa, cuando se trataba de Anton. Literalmente no tenía limites, todo se sentía demasiado correcto. Eso me había llevado a muchas cosas, incluyendo estar completamente en él. Entre más avanzaba ese beso, más lo deseaba dentro de mí. Volver a repetir, vivir mi vida así.
_Te prometo que lo vas a sentir todo. _Anton amenazo.
_ ¡Umm! _ Trague hondo.
Los dedos se dieron paso, pero mi mente ya se había antojado de su promesa. Mientras más se introducían, más jadeaba en expectativa. La mirada de Anton mientras los movía, puesta totalmente en mí. Mis ojos se abrieron ante la sensación, el cómo sus dedos se curvaban en ese punto dulce. El mordió su labio inferior, manteniendo esa cercanía. Me deje joder de esos dedos, mientras respiraba profundo del placer.
Sintiendo cada cambio, cuando llegaba a agregar uno más. Me apure a agarrarme de sus bíceps, mientras seguía jodiendome. Tambaleante del placer, moviéndome contra estos. Mi polla goteando, me encantaban esos dedos. Como seguían follando, con cada vez más velocidad contra mi entrada. Había dos en contra de mí, llenándome de manera inadecuada, mientras mis ojos seguían pidiendo la polla, de quien no dejaban de mirar.
_Por favor ¡Ah! _ Mis ojos inocentes puestos en los suyos. _ Por favor, por favor, por favor. _Gimotee desesperado por más.
_ ¿Cómo quieres que te lo haga? _Anton mordió mis labios, necio.
_Hazme lo que quieras papi. _Mis labios temblaron por aquel absurdo apodo, en serio estaba cachondo.
_Voy a hacerte el amor. ¿Qué te parece mi amor? _ Anton se me quedo mirando profundo.
_Dios. _Jadee desesperado por ello.
Lo siguiente que supe, fue como se introducía de golpe. Tomándome en misionario, golpeando contra mis paredes hasta el fondo. Estocadas que fueron agarrando ritmo, que me fueron derritiendo el cuerpo. Anton me follaba cara a cara contra mí, boca a boca desordenados. Arrastrando sus labios contra los míos, en un beso que ya no sabíamos responder. Solo gemir contra la boca del otro y jadear bien desesperados. Libido a tope y el cuarto en una nube de sexo.
Los dos moviéndonos contra el otro, mis piernas coladas en las caderas de Anton. Me tenía a su merced, dándome en ese punto que tanto me hacía. Viendo las malditas estrellas, con cada mimo a ese punto dulce. Ese burbujeo de mi estómago y el cómo mi polla no paraba de retorcerse ante cada estocada. Anton se hundía en mi cada vez más rápido, cada vez más fuerte. Nuestras miradas seguían ahí, sin chistar de la otra.
_Córrete para mí, hazlo conmigo justo así. _ Anton rogo, tentando sobre mis labios.
_¡Ay! Si. _ Mi voz tembló a lo bruto. _Más duro así, justo ahí. ¡Ah! _Me quebré junto con mi voz.
Gimió fuerte contra mis labios. _Si. ¡Mmm! _ Anton siguió vicioso.
_ ¡Ah! Anton. _ Jadee ahogado en placer.
Me ahogue en mi propio orgasmo, apretando de inmediato. Mientras Anton me atacaba la boca y me follaba con mas ahínco. En un beso que se quedó en solo mi boca, contra la suya. Tomando sus estocadas vicioso, derritiéndome contra estas. Lo sentí correrse violento contra mí, sin poder dar una embestida más. Colándose contra mis brazos, se quedó respirando contra mi pecho. Rendido ante mí, ante lo que los dos sabíamos que sentíamos.
Comiéndome a besos mientras aun seguía ahí, se los correspondí algo embobado en el momento. En todo lo que eso se había significado, tenía que ser una mentira no volverse a sentir así. Mi cuerpo me pedía contacto inmediato, cada vez que algo así acababa. Me fundí en él cuando termino de besarme, apenas coló su cara en mi cuello. Dando un par de perezosos besos, hasta quedarse ahí a descansar. Era demasiado por sentir, cálido hasta los huesos. Quería quedarme ahí y no solo por el regalo que debía recibir.
Cuando volví a despertar, ya no estaba Anton a mi lado. Mi cuerpo había sido limpiado y había sábanas blancas nuevas. Era bueno en el cuidado de después o talvez solo yo tenía un sueño muy pesado. Mi ropa interior puesta, me hacía pensar que si era de sueño pesado. No era como que lo había sabido de joven, era algo que solo su sexo manifestaba en mí. Una cosa buena, para alguien que tenía tanto insomnio en sus venas.
Me senté en la cama, mientras pensaba en la causa de mi insomnio y el cómo había vuelto a verla en las visitas. Sonreía acerca de nuestra conversación y de la manera en cómo me había animado a disfrutar lo que tenía con Anton. Sungchan había aprendido esa lección a las malas y ya no había vuelta atrás. Solo un sentimiento amargo de perdida, sin nadie a quien volver a buscar jamás.
Él se había ido y Sungchan había intentado unírsele. En ese sueño eterno de él, ese del que no había pensado regresarse. El solo pensarlo de a ratos, aun me ponía frio. Me lleve los brazos a los hombros, intentando volver a sentir calor. El movimiento no duro mucho, cuando una frazada me arropo, sentí las manos de Anton colocándola. No solo fue solo la frazada trayendo calidez, sino también su lindo gesto.
_ ¿Por qué no me dijiste que tenías frio? Hubiese puesto una frazada extra para ti. _Anton secreteo en mi oído.
Lo mire de reojo. _Gracias. _
_Al menos soy bueno leyéndote y no hace falta que lo digas todo para mí. _ Anton arrugo su nariz contra mi mejilla.
Yo reí contra aquel gesto divino. _Eres muy lindo por eso. _
Alcance a darle un beso en la mejilla, incluso si no lo veía bien, sabía que se había sonrojado lo suficiente. Cuando lo miré por completo, supe que era justo así. Sus mejillas estaban rojas y sus ojos perdidos en mí. No tenía como explicar lo que sentía, cuando lo veía comportarse así de dulce conmigo. Creía que no merecía tanto, en tan poco tiempo juntos. A la misma vez que quería, mucho más de eso para mí.
La mirada de Anton seguía ahí. _La sorpresa que te tenia, espero que te guste. _ Anton me sonrió contra mi mejilla. _ Pensé mucho antes de comprarla, talvez pensé demasiado. Igual no importa, me gusta pensar en ti. _ Su barba me recorrió la quijada divinamente.
Observe como una mano colocaba una cajita frente a mí y se volvía a abrazarme por la espalda. Los besos de Anton me recorrieron la nuca y yo suspire como tonto recibiéndolos. Estaba sensible como si fuese una especie de virgen, que tenía su primera vez aun en la mente. Cuando más jodido no podía estar, pero de la persona más adecuada en el mundo. Le miré de reojo, cuando sentí su mirada en mí.
_Lo había olvidado completamente. _ Me disculpe por lo bajo. _ Vine ya cachondo hasta aqui. _
_Ambos nos distraíamos un poco, pero se sintió bien hacerlo así. _Anton sonrió casto.
_Talvez fue mucho, siempre somos así. _Dije en una fina línea.
Observe el regalo puesto en la cama, entre las sábanas blancas. Este relucía en color dorado, era mi color favorito. Dorado como el color de mi cabello, de mi mirada puesta en Anton. Dorado como las estrellas, que solíamos mirar juntos. Cuando estábamos mar adentro, los únicos de la tripulación despiertos. Escribir mi informe de graduación fue difícil, los recuerdos del sexo atropellaban.
_Felicidades por tu graduación, estoy muy orgulloso de ti. De la persona que eres, nunca cambies Wonbin. Eres muy fuerte, también el mas inteligente. _ Dijo al fin.
Yo no quería abrir la jodida caja con lazo, yo no quería saber siquiera lo que había dentro. Todo aquello me sonaba a despedida, sin llamarlo en específico así. No tenía sentido que algo tan bonito se fuese así, como arena de nuestras manos. Solté el lazo con cuidado, tampoco quería dañarlo. Conservaría cada cosa de ese regalo, junto con las miles de cartas que nos escribíamos. Cuando saqué la tapa de la caja, pude verlo ahí para mí. Un hermoso collar de constelaciones, era mi signo en diamantes.
_Es la constelación hocico de pez, es de mi signo piscis. _ Pensé en voz alta. _Muchas gracias esto es, tan hermoso para mí. _Le mire fijo cuando me encaraba, con ese rostro divino. _ ¿Podrías ayudarme a colocarlo? _Mi voz se volvió un hilillo, se quería quebrar.
_Por supuesto que sí. _Dijo en un hilillo.
Ya estaba en frente de mí, pero no cambio de posición para colocármelo. Solo se hecho hacia mí, con el collar entre manos. Acercándose de una manera, que me hizo plantearme agradecerle con un beso. Anton se tomó su tiempo uniendo a ciegas, mientras me miraba fijamente. Mis labios seguían picando, por esa sonrisa casta en sus labios. Cuando finalmente termino de colocarlo paso sus manos por mi cuello y me atrajo a darme un pico.
Suspiré como un tonto ante aquel gesto, mordí mis labios cuando lo volví a ver. Tenía mis ojos cerrados, tomando cada sensación. De sus labios contra los míos, del resto de su barba contra mi piel. Esa que nunca sabia cortar bien, pero que yo adoraba en secreto. Esa veta verdosa en su piel, que combinaba con su piel oliva. La acaricie encantado, mientras veía como la piel se deslizaba de mi tacto. Anton me sonreía, pero era una sonrisa diferente. Una con un pesar, una resignación aparente.
_Cuando vi el collar yo, no pude dejar de pensar en ti. En lo mucho que quería obsequiártelo, en lo que eso significaba para mí. _ Se le quedo mirando a los diamantes. _ Debe haber algo en las estrellas, que siempre me hacen recordarte. Debe ser por tu luz divina y la manera como esta ilumina mi vida. Te amo más que nada, me has devuelto a la vida. _Anton dijo en una fina línea.
Sabía que mis ojos estaban llenos de lágrimas, por la manera en como estas estaban siendo enjuagadas por Anton. Quien tenía sus orbes inundadas en lágrimas, negándose a dejarlas ir frente a mí. El siempre había sido más fuerte que yo, incluso más claro en sus sentimientos. Teniendo todo que perder, había dado cada cosa para mí. El escuchar de sus labios un te amo, era lo último que quedaba por dar.
No tenía sentido no correr a sus brazos y colarse en estos en un abrazo. Llore contra su hombro, mienta él hacía lo mismo contra el mío. Anton me tomo contra su cuerpo, apretándome hasta casi sentir que me fundía en él. Lo amaba con todo mi ser y eso dolía tanto contra mi existencia. Dolía no saber cuándo ni dónde, volveríamos a encontrarnos. Como estrellas en una constelación, eso era lo que más quería.
_Te amo. _Deje ir en un susurro.
Moví mis contactos, para escribir esto de manera decente. Me toco hablarle a mi hermana, para que ella le hablara a uno de sus bellakos y le dijese todo sobre los de navy. Mi hermana está bien chula, el chico mando hasta fotocopias de la info.
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