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Seis años antes...
Pertenecía orgullosamente a la S-Entertaiment. El CEO era algo aburrido en sus discursos y como siempre, terminé escapándome. Mi sorpresa al salir del evento para tomar aire fue encontrarme a Minho. Ambos nos sentamos en la cafetería de en frente del edificio de la ceremonia. Pidió un café y yo unas cinco bananas milk. Era mi bebida favorita.
-Vas a morir consumiendo esas cosas, Baby Tae. Debes comer algo saludable o estarás en los huesos para siempre. -Gruñó. Por estos días, esa reacción en Minho era algo habitual, estaba curioso de saber qué las causaba, pero me daba pena preguntar. No me gustaba meterme en su vida personal. Él solo era el mejor amigo de Moon-gyu.
Hice un exagerado puchero ante su regaño. No respondí. -No estoy flaco, este es el peso ideal para poder bailar.
-Lo que tú digas. -Aguardó unos segundos y estuve seguro que lo hizo a propósito. Coloqué una pajita en el frasco y bebí. Cerré los ojos y emití un gemido alto, siempre hacia eso. Me hacía pensar que lo saboreaba mejor.
Cuando miré a Minho, este tenía una expresión indescifrable para mí, pero estaba mirándome sin pestañear. Fijamente. De pronto gruñó asustándome, estrujando el vaso de papel que contenía su café y para ocultar su repentina molestia dijo: -Como sea, vas a seguir igual de enano.
-¡Minho! - Grité molesto poniendo con roña el pomito sobre la mesa, ensuciándola de paso. Levantó las palmas en rendición mientras intentaba contener la risa. Él sabía que odiaba que dijeran algo sobre mi estatura. Sí, no era la común para alguien de mi edad y sí, mis palmas eran pequeñas también. ¿Y qué? Eso no es para que me hagan bullying cada que quieran. Odio a los alfas. Todo bruscos e insensibles.
-Solo digo, Tae. Necesitas poner más carne en tu cuerpo para pasar el celo con Moon-gyu. -Lo miré con sentimientos encontrados. Entre entendimiento y mi propio malestar por sus palabras. Hyung era beta, muy diferente a muchos alfas que necesitaban omegas con carne en los muslos y glúteos por la manía de marcar y agarrarlos. Siempre buscan dejar sus marcas.
-Hyung nunca se ha quejado de mi cuerpo. Él dice que no necesita marcarme, él sabe que le pertenezco. -Dije lo más alegre posible, aunque eso me causaba puñaladas internas a mi gamma.
-¿Es broma? ¿Qué dominante no quiere marcar territorio en su pareja? Hay quien orinaría sobre los omegas con tal de asegurar que ningún otro atrevido se le acerque. - Puse mi mejor cara de asco mientras abría el tercer frasco, arrugué la nariz. -Lo sé, es asqueroso e inimaginable, el punto es que nuestra parte dominante nos impulsa de alguna manera a... hacer que no miren a nadie más y que nadie les intente tocar. ¿Sabes, Tae? Incluso nuestro lado humano quiere la dependencia de nuestras parejas.
-¿Entonces, ¿quieres decir que hyung no me quiere? -Pregunté acongojado.
-Nunca dije eso, pero si fuera yo, haría que desde que te sientes hasta que te comas helado, te acordaras de mí. -Me atraganté. Una imagen no deseada pasó por mi mente. La empujé lejos al ver que Minho se recostaba hacia adelante y pasaba un pulgar por la comisura de mis labios limpiando resto de leche. Lo más raro fue que lo chupó. Volví a arrugar la nariz.
Minho de pronto comenzó a olfatear el aire. Me tensé al ver que se acercaba más a mí cada vez. Llegó a levantarse y ponerse a mi lado, enterrando su nariz en mi cuello para reír. Hizo cosquillas y algo más, y tuve que hacer un esfuerzo enorme para no demostrar mi incomodidad. Mi rostro se tornó rojizo y la temperatura se estaba elevando a mi alrededor. Sentí las paredes encogerse de los nervios.
Por suerte, mi celo no se adelantaba gracias a los supresores.
-Lo siento, hay un aroma desde que entramos que está concentrado en mi nariz. Es bastante sutil así que dudé en seguirlo. Tae, ¿ocultas siempre tu aroma omega o estuviste jugando en el salón de las flores de agradecimiento en el evento?
Bien, no sabía cómo afrontar el hecho de que la primera persona en años que lograba oler mi aroma real fuese Minho. Necesitaba tomarme un supresor con urgencia o sería ambientador para todos en la cafetería. Pero antes, debía responder.
-Mm, fui a hablar con Kibum unos instantes en un lugar donde no hubiese ruido y entramos a esa sala donde estaban las rosas de la ceremonia.
Minho chasqueó los dedos, feliz de haber acertado. -Adiviné. Ese no podría ser tu aroma natural, jamás lo había olido en ti. No tendría lógica que esa exquisita fragancia de rosas blancas fuese tuya y que aún sin marca de apareamiento, no hubiese alfa intentando raptarte en la agencia.
Abrí los ojos sorprendido. Era imposible que alguien supiese el color de una rosa con tan solo el olor. -¿Cómo... cómo supiste que era blanca? ¿Ahora eres experto en rosas?
-Ah, eso. Es que mis tíos maternos tenían una floristería cerca de mi antigua secundaria y trabajé allí luego de las clases, así que aprendí mucho de las flores. Siempre quise hacer un arreglo de rosas blancas, pero temía estropear un ramo de novia, así que solo las olía todo el camino hasta entregarlas.
-Necesito ir al baño. -Dije, caminando con rapidez. Casi diciéndoselo al aire.
Para cuando volví a la mesa, Minho ya se había retirado y se encontraba afuera de la cafetería hablando con mi hyung. Sonreí antes de casi correr hacia ellos.
Éramos figuras públicas, así que no podíamos dar a conocer nuestra relación, pero Minho, al ser su mejor amigo, era de los pocos que sabían de nosotros. El antes mencionado gruñó nuevamente en cuanto salí para reunirme con ellos. Le di una fea mirada y carraspeó cambiando de actitud.
-¿Dónde están tus cosas, Tae? -Preguntó hyung. Miré mis manos. No había nada; ni mis gafas de sol, ni mi banana milk y tampoco mi móvil. Este era el segundo que mi madre me compraba. Malditas manos de acero. Volví corriendo adentro para buscarlos. Salí con el puchero más grande del siglo, tuve que preguntarle al dependiente por mis cosas. Obviamente, fue momento vergonzoso, pero las tuve de regreso.
Salí justo para ver a Moon-gyu decirle a Minho algo con una sonrisa tímida y sin entender, me acerqué más y escuché parte del final de sus palabras. -No sé de qué olor a rosas blancas me hablas, Tae huele como siempre a limpio.
Si alguna vez sentí mi pobre orgullo omega, este fue el día en que lo perdí. Que alguien note que hueles limpio está bien, pero que tu pareja no note tu verdadero aroma, no está bien. Al contrario. Es como un grito del universo. Quiero morir.
-¿Será mi imaginación?
-Debe haber sido eso. -Dije desviando el tema. -Volvamos al evento antes de que la manager Park salga y me acuse de ser la cabecilla en la salida de la ceremonia. Ambos rieron y nos dirigimos al edificio de en frente.
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