☂️5☂️
Ojo: Leer hasta el final.
XOXO mis Shawols
Le escuché llamar mi nombre con los dientes apretados. Intentando calmar su enojo. El aroma agrio salía a borbotones, llenando la habitación completa. Asfixiándome. –Mierda, Minho. Cálmate, no fue intencional.
– ¿Cómo lo sabias, Taemin? –Se levantó de un salto. Sus ojos no dejaban espacio para mentiras y me sentí idiota por considerar decir una o dos.
–Yo solo lo sé, no preguntes. –Intenté ser rebelde, mi parte gamma lo trató con sus fuerzas, pero cuando usó la voz, no hubo intento que valiera la pena.
– ¡Responde, Lee Taemin!
– ¡Por el olor! –Un chillido vergonzoso salió de mis labios. Mi respirar se dificultó y me mareé sin poder sostenerme bien. Odiaba que un alfa usase la voz conmigo. Ese era un poder que les dieron erróneamente, ellos solo lo hacían para obligar a los más débiles. Como yo.
–...Tu aroma me gritó delta desde que te vi hace unas horas. Al principio pensé que tu olor era de alfa enojado, pero incluso después, todo en ti pareció confuso. –Mi respuesta pareció convencerlo un poco.
–Dijiste que mi aroma me delató. ¿A qué huelo, Tae? –Preguntó sentándose frente a mí invadiendo mi espacio. Estábamos tan cerca el uno del otro que su respiración se escuchaba y la sentía sobre mi piel.
–Agrio. hueles como naranja agria. –Mentí. No iba a delatarme y decirle que su aroma de limón, resultaba agradable a pesar de ser ácido. pero su cara de decepción, fue algo chocante para mí. Jamás recordé a Choi con una cara triste, decaído.
Minho apretó su mandíbula, se levantó y suspiró con fuerza. El ambiente había cambiado, era espeso y agobiante. Su aroma se hizo más espeso. –Lástima, Tae. Una verdadera lástima, porque tu aroma es algo delicioso que seduce a mi nariz.
Soltó antes de sonreír altanero y salir de la habitación. Un torbellino con patas cortas entró tras él y me sorprendí nuevamente de que este niño estuviese tan enérgico a mi alrededor. Digo, es normal que los niños pequeños estén así de cómodos con los omegas, pero solo con los que conocen, y yo, soy un perfecto desconocido para él. Sin embargo, eso no lo cohibió de lanzarse a la cama para avasallarme con su diminuta vocecita.
–Hyung, te traje banana milk. –Dijo colocando el absorbente en el pomito bajo mi atenta mirada. Luego me lo puso en las manos con una sonrisa que, sinceramente me derritió al instante.
–Gracias, Channie, ¿pero tu papá no te regañará por tomar cosas dulces en la noche?
–Papá dice que cuando alguien que queremos está enfermo, la cura es darles algo que le guste. –Pronto hizo lo mismo con el suyo y ambos terminamos sentados en la cama como dos niños, bebiendo leche y dándonos miradas risueñas y de satisfacción.
Asentí entendiendo sus palabras que con dificultad dijo. Lo que no entendí, me dejó más confuso. –Pero yo no soy familia tuya y me conociste apenas hoy.
–Ajá, pero papá dijo que él te quiere. –Me atraganté. Esa respuesta no la esperaba. Aposté a que mi cara parecía un tomate justo en ese momento y no era por la fiebre. Estaba seguro, quería salir huyendo de ese lugar.
–¿Cu... cuando dijo eso?
–Cuando papá trajo a hyung dormido y dijo que debía ayudarte a descansar porque eras alguien querido. –Debió ser porque acababa de reencontrar a un antiguo compañero, sí, debió ser eso. Estas pensando de más, Lee Taemin. Concéntrate. Mañana volverás a tu vida habitual sin su presencia y él desaparecerá de tu vista.
Una hora después de divagaciones y monólogos casi completos de parte de Byung-chan, finalmente cayó rendido en mis brazos. Había notado que estaba haciendo un sobreesfuerzo por mantenerse despierto, así que utilicé una de las pocas cosas que considero buenas de mi género, arrullar. Servía tanto para niños como para alfas, aunque de cierta manera, era diferente para cada uno. Pero como soy un gamma en realidad, mis intentos de calmar a alguien solo funcionan en quien es más débil que yo. O sea, alguien sin género aún.
Bueno, igual no era momento de compadecerme de mí mismo. Tenía que pensar en las palabras de Minho. ¿Cómo pudo supuestamente sentir mi aroma? Tendría que resolver eso a primera hora.
Y así hice. Como ladrón furtivo, me levanté antes del amanecer y me movía sigilosamente por la habitación tomando mis cosas. Lavé mis dientes con un cepillo nuevo, el cual deseché luego y sequé mi cara con papel. Me cambié de ropa, quise pensar que noona me cambió ayer. Cubrí un poco más a Byung-chan con la sabana para que no pasara frío y miré alrededor encontrado un blog de notas azul, lo tomé y escribí a Minho: ''Gracias por ayudarme ayer, algún día te devolveré el favor. Dale besos a Byung-chan, es un hermoso niño. Adiós''.
Bien, fui lo más resumido posible, a expensas de quedar como una persona tajante me tenía que marchar. No podía encariñarme con nadie, no ahora que mi vida iba tomando un rumbo menos grotesco. Tomé mis zapatos y abrigo en mano y salí de la habitación.
Rápidamente, salí del hotel y tomé un taxi al hospital que frecuento. El doctor me recibió de inmediato aprovechando que no tenía consultas hasta una hora más tarde. Le expliqué lo que había sucedido con Minho, omitiendo la parte de su género oculto, me había olido. Arrugó su frente mirándome dudoso, me realizó pruebas rápidas y descartó las peores posibilidades. Según él, porque la respuesta final no fue de agrado para mis oídos.
–Uhm, Taemin, no sé cómo decirte esto así que lo haré de forma directa. Estas perdiendo tolerancia a los supresores.
–¿Qué? Eso no puede ser posible, gasto más en esas cosas en meses que en ropa en un año. –Espeté exaltado.
–Sí, bueno, al parecer, el que los usaras desde tan temprana edad puede estar influyendo en tu capacidad de inhibición del olor. Lamento decirte que esto es algo muy común a tu edad puesto que cada vez son más personas las que inducen a sus hijos en tratamientos para ocultar sus aromas y segregar sus celos.
–Esto no puede estarme pasando, no ahora que Minho está cerca por un año como mínimo. –Balbuceé desplomándome en el asiento frente al doctor. No sé qué fue, pero su cara me decía que esto no había terminado. Lo miré con horror al ver que se quitaba los lentes, acomodándolos sobre mis resultados y suspirando. –¿Qué pasa, doctor?
–Hay una cosa más, Taemin. Si continúas utilizando supresores ahora, es probable que más adelante esto te llegue a afectar, podría ser de muchas maneras; cambios exagerados de humor, problemas en la gestación, descontrol de feromonas, celos realmente dolorosos y hasta sangramientos si llegas a tener relaciones sexuales con algún dominante. Ambos sabemos que un alfa puede ser algo brusco en el acto y no quiero imaginar si te cruzas con un delta.
Me tensé. ¿Es que la vida sigue teniéndome odio por lo de hace cinco años? Nada quería ir bien últimamente; primero aparece Minho, luego me apego a su hijo en menos de una hora, y ahora, corro el riesgo de perder lo poco que me queda de salud. –Taemin, ¿te encuentras bien? Estas sudando.
Salí de mi estupefacción tomando la servilleta que el doctor me ofrecía. Hice un último intento por mí, no odia renunciar a ocultarme. Un escándalo ahora revolvería el pasado y no habría país en el planeta en el que pudiera esconderme. Al menos no uno donde yo supiera el idioma.
–Doctor, ¿hay alguna forma de poder usar un inhibidor al menos por un año?
El nombrado se recostó al espaldar de su asiento cruzando sus manos sobre su regazo. Su mirada era obvia, estaba enojado. Pero, ¿qué más podía hacer? No iba a arriesgarme delante de Minho. Todos saben la atracción física que existe entre nuestras especies, y si a eso le añadimos cómo nos sentimos el uno con el otro... siento que voy a desmayarme de nuevo.
–Puedes usar las pastillas que tienes, pero solo por dos meses más, Taemin. Si sigues consumiéndolas, te arriesgas a pasar de estar sano aparentemente, a vivir en un hospital el resto de tu vida.
–Está bien, gracias doctor.
Iba por el pasillo del hospital prácticamente sin ver nada ni a nadie. Las personas que vagamente reconocí, me saludaron más yo me incliné en un corto saludo sin detenerme. Estaba aturdido. Tenía suficiente con mantener a raya mis ataques de pánico, ahora tenía que cuidarme de mí mismo. En un descuido, tendría el estudio apestando a gamma necesitado y alfas restregándose a mí y otro día, quizás mandara a alguien a inflar globos, todo porque mi salud no le bastaba con ser la parte inferior de la cadena, sino que necesitaba hacerlo peor.
De pronto las personas comenzaron a mirarme raro, algunas hasta enojadas. Apuré el paso. –Disculpe. –Me detuvo una enfermera. La chica ondeó su mano frente a mi cara. Estaba apenada y algo roja en las orejas. Hizo unas señas de sordo-mudos y me extrañó.
–Puedo escucharla, señorita.
–Oh, bien. Entonces, haga el favor de apagar el móvil, está molestando a los pacientes. –Espetó enojada.
Lo saqué de mi bolsillo para notar que, efectivamente, el dichoso aparato estaba haciendo un escándalo por todo el pasillo y, al parecer era el único sin escucharlo. Apenas alcancé a decir un rápido –Lo siento– antes de que se marchara.
Miré el identificador y contesté rápidamente deteniéndome frente al elevador. –Hola, habla Lee Taemin.
–¡Lee! –Gritó, causando que despegara el móvil de mi oído y aprovechara para llamar al elevador.
–Sí, noona. ¿Qué sucede?
–¿Dónde estás? Estaba preocupada por ti. Fui a la habitación de Minho y Byung-chan me recibió llorando. –Me extrañó. Lo había dejado dormido como un ángel. Y habiéndolo arrullado anoche, debería ser un flan en la mañana.
–¿Por qué preguntas?
-Te fuiste sin despedirte. El pobre se apegó a ti ayer y hoy lo dejas sin más. ¿Es qué estabas pensando? –Sentí que sorbió su nariz entre cada regaño. Sonreí.
–Noona, ¿lloras?
–Así es, idiota. Haces que una omega en estado se preocupe por ti como si fueras un adolescente. –Las puertas se abrieron delante de mí y por suerte, el lugar quedó vacío. seguir riendo cada vez más alto. Amaba sacarla de quicio de vez en vez. –Trae tu culo flaco aquí ahora mismo y más te vale haberte cambiado, Lee. Tenemos trabajo que hacer.
Miré hacia abajo, aún llevaba la ropa del día anterior; completo de negro, hasta la gorra. Tragué. Obvio se daría cuenta que era la misma. No importaba, me daba tiempo de pasar por mi habitación y cambiarme.
–Claro que sí, noona. –Sonreí nervioso. Una mentirita blanca no haría daño a nadie. –Por cierto, ¿dónde es aquí?
–En tu casa, obvio. ¿Dónde más podría estar? –Okay, me retracto de cualquier cosa estúpida que haya salido de mi boca. Maldición.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro