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☂️18☂️

Todo lo que fue de dientes hacia afuera sonó bonito y fantasioso. Quise decir lo que dije la noche anterior, pero sabía que una cosa era soltar aquellas palabras y otra era cumplir las promesas. Al menos esta vez tenía la voluntad para intentarlo arduamente. Solo esperaba que no me atacaran los remordimientos a menudo. Ni la culpa. Ni los desafortunados recuerdos.
Sin embargo, tenía claro que la vida me estaba poniendo retos duros. O me estaba mostrando cómo actuaba el karma. Y que, estos obstáculos aun no terminarían.

Llegar a la empresa iba a ser hoy todo un trabajo botánico: de paciencia y temple. Decidí ignorar el sentimiento de agitación y preocuparme cuando llegase allí.

Devolví mi atención a la persona en mi sala. Se trataba del sustituto temporal de mi manager Eun-Hye, ya que esta estaba como una pelota hinchada, como le gustaba decir. Le faltaban pocos meses para dar a luz y decidí obligarla a tomarse con calma el tiempo que quedaba. Entonces, tenía a este joven beta, entusiasta pero inexperto frente a mí, leyendo en voz alta mi agenda del día mientras intentaba que sus gafas no cayeran a la punta de su nariz. Sonreí un poco, me recordaba a mis inicios de maknae, cuando comencé a usar las gafas en casa hasta que me vi obligado a usar lentillas para adaptarme.

-Relájate, Jung. No es necesario hacer todo al pie de la letra. Podemos tomarnos unas licencias al comienzo.

-No podemos, hyung. La señora Yoon me pidió hacer las cosas que me dejó. Cada una de ellas. negué sonriendo, intentando dar una imagen de calma. De todas formas, no servía de nada explicarme, haría lo de siempre. Lo que quisiera.

Pensando en las licencias que me tomaría, una de ellas sería hablar con Minho hyung. Era extraño levantarme y no saber de él. A estas horas debía estar en la sucursal de su empresa. Estaba rezando internamente para que no surgieran viajes de negocios estos días. Me estaba acostumbrando a su presencia y a su forma de interrumpir en mi día a día.

Por el momento me estaba vistiendo con mi habitual sencillez y holgura mientras me decidía entre llamar a Minho hyung o esperar a verlo de casualidad. Suerte, él me ahorró el desgaste. Tomé la llamada entrante sin saber cómo empezar el saludo.

-Hola, Minho hyung.

-Buenos días, Minnie. ¿Te desperté? ¿Cómo amaneciste? ¿Has comido algo?- reí bajo, tratando de ocultar mi consternación ante sus preguntas sueltas.

-Hyung, estamos tarde -indiqué a Jung que hiciera silencio y me dejara solo un momento.

La respiración al otro lado de la línea se volvió algo pausada y áspera. Maldije en mi mente porque quizás debí dejar que Jung terminara la frase completa. Lo que fue dicho seguramente había sido malinterpretado. Aun así, traté de no darle importancia.

Buenos días, hyung. Me alegra que me llamaras, me estaba preparando para ir al trabajo. el silencio en la otra parte fue escalofriante. Ni era de los que sabía cómo arreglar una metedura de pata, ni sabía tratar con amantes. Mi vida sí que iba de forma lenta.

Debo volver al trabajo.

Oh, está bien, hyung. dije a la nada, porque ya se había cortado la llamada. El tono del teléfono en mi oído estaba haciendo eco. Maldije otra vez. Bonita forma de comenzar el primer día de confianza.

Si algo no entendería jamás, era por qué las personas no preguntaba cuando tenían dudas de otra. Prefería que me hubiese preguntado sobre quién estaba aquí conmigo a que se enfadase por su propia imaginación y un poco de palabras no dichas.

Tomé mi bolso y las llaves saliendo casi corriendo del apartamento con Jung pisándome los talones.

-Hyung, yo puedo manejar. dijo mi manager pero lo ignoré. Dudaba tener paciencia para ver a otra persona manejando. No cuando lo que necesitaba era llegar rápido sin dar excusas. Al parecer Jung entendió porque no dijo nada más al ver mi cara seria.

Entré en el auto y me dirigí a la salida donde estaba el guardia como siempre, vigilándolo todo desde la caseta de cámaras.

Tenga buen día, Sr. Shin. dije mientras esperaba a que abriera las puertas automáticas.

Oh, buen día, Sr. Lee. el señor Shin era amable y profesional. Siempre daba la hora a todos los del condominio por lo que todos le respetaban. Incluso, le daban cajas de comida como agradecimiento por su trabajo.

Conduzca con cuidado. sacudió la mano en despedida.

Lo haré, gracias.

De camino a la empresa de Minho hyung, me detuve para comprar dos IA, ni siquiera me senté a esperarlos. Conduje rápidamente y aparqué en la primera plaza vacía que vi. No me importaba si no eran para visitas y tampoco si dejaba a Jung en el auto esperando. Ya iría a sentarse dentro. Vaya primer día de trabajo que le estaba dando.

Entré a recepción y me llevé una sorpresa cuando la joven que me atendió ni siquiera esperó a que hablase. Dio una reverencia y un rápido. Sea bienvenido nuevamente, Sr. Lee.

Luego levantó el teléfono y se dispuso a conversar a través de la línea, todo sin dejarme corresponderle la amabilidad. Un momento, por favor. En un segundo vendrán a llevarlo a la oficina de reuniones.

Sus palabras me hicieron dejar de intentar hablar, cerré mi boca aun sin saber a qué se refería. ¿Por qué demonios iría a ese salón? Solo había venido a ver a Minho. Puesto que no tenía una cita ni era muy conocido, imaginé que pedirían volver en otra ocasión o que me pedirían esperar en el área propia hasta verificar si podría ser atendido o no. Nunca pensé que me detendrían antes de comenzar ni que soltaría semejante pedido.

Sin más remedio, me quedé delante de la recepcionista hasta que pasados unos tres minutos un joven secretario sin feromona definida se detuvo frente a mí dándome una cálida sonrisa.

Buenos días, Sr. Lee. Por favor, sígame. incliné un poco la cabeza por educación aun sin comprender e hice lo mismo a modo de despedida de la chica que me había atendido. Si así se le podía llamar a lo sucedido.

El joven beta me llevó directamente a un ascensor que, al parecer utilizaban los ejecutivos, puesto que los empleados comunes lo ignoraban. No tuve la misma suerte que el aparato. Podía sentir en mi nuca esas miradas de sorpresa y curiosidad. Miradas que aprendí a no seguir pero que aún era consciente de sus presencias.

Una vez salimos, el secretario me guió por un largo pasillo decorado de forma moderna con uno que otro cuadro artístico, paredes claras y muebles estratégicamente dispersos. Se detuvo frente a una puerta, tocó y abrió sin esperar respuesta. Supuse que era anunciando su entrada.

Antes de que pudiera darle las gracias o decirle algo más, se giró a hablarme. La próxima vez que venga, haga directamente lo que le mostré hoy, sino puede preguntar por mí, mi nombre es Kim Wok-sik.

Dijo dándome su tarjeta de presentación, haciendo una reverencia y una vez más, no dejándome espacio para preguntar o agradecerle.

Entré a la oficina, donde Minho estaba en una videoconferencia por el computador con alguien en lo que entendí, era mandarín. Al notar mi presencia, se quedó dándome esa miraba suya que nunca supe cómo interpretar. Era indescifrable para mí. En momentos como este, causaba miedo porque solo su feromona acida expresaba su estado de ánimo. Fuerte y asfixiante.

El hombre estaba tan atractivo como siempre. Tenía más campo de gravitacional que cualquier otro astro. Vestido con un gris y elegante traje de tres piezas, saco desabotonado y postura igualmente aristocrática y familiar. No aparentaba tener sus treinta y tantos en su cuerpo. Abrazado con toda esa ropa que no dejaba musculo delineado sin revestir detalladamente.

En lo que se me hizo agua la boca y culpaba a mi mitad gamma, Minho, se despidió de la otra persona volviendo su atención a los papeles en su escritorio. Hyung.

-Deberías estar en el trabajo, Taemin. -Suspiré frustrado. Ya comenzaba a enojarme su olor delta intentando salir y causarme estragos sumisos. Prefiero que te enfades y me cuestiones a que entres en un arrebato silencioso conmigo. No me gusta.

Nuevamente la oficina había quedado en silencio de palabras, atestada de sonidos de rechinidos de dientes y un bolígrafo siendo triturado en manos que algunas veces eran gentiles.

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