Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

☂️11☂️

El camino de regreso a casa fue incómodo en su totalidad. Extrañé los viejos tiempos donde un silencio entre nosotros fue menos embarazoso. Pero claro, esos tiempos no volverían.

Porque hyung está muerto.

Bien, esperaba terminar este viaje sin revolcarme en mi agonía así que intenté sedar esos pensamientos tan perturbadores por unos minutos antes de tener que entrar en pánico.

Por el rabillo del ojo observé a Minho, quien a su vez hacía lo mismo, divisándome, vigilándome. Como si creyera que podía saltar del auto en movimiento. Ni que fuera un psicótico, solo tengo uno que otro problema psicológico, pero no estoy loco del todo.

–Tae. –Me llamó con incertidumbre. Ansié que noona estuviese aquí, necesitaba respaldo como siempre, pero ya la habíamos dejado en casa. Por más pucheros que le puse a su marido, me envió de regreso a afrontar mis problemas. Lo sabía, no siempre podría ocultarme tras mis amigos, pero es que joder, esto iba a ser difícil de confrontar por mí mismo. Así que haría lo que mejor sé hacer, dejar salir a mi bipolar gamma.

–No me llames así, mi nombre completo es Lee Taemin y lo sabes. –Contraataqué arrugando mi frente. También fui consciente de que mi labio inferior se estiró, por tanto, giré a la ventanilla para no ser descubierto. Cosa que no ocurrió. El muy... delta se estaba riendo en alta voz, sin disimulo alguno.

Mi berrinche no hacía efecto en él. Esperaba que se enojase.

–Te ves hermoso cuando haces pucheros. –Esta vez tomé un tono afiebrado en mi cara, estaba hirviendo.

–Cállate, Minho, y dime lo que quieres. –Lo miré manejar. Aún haciendo la cosa más simple del mundo se veía caliente. Tanto que me hacía desear olvidar el pasado y hacerlo detener el auto para besarlo. Pero era el amigo de hyung, casi su hermano, esto sería una ingratitud.

–Oh, ¿así que ya no soy Choi como esta mañana?

– ¿Dirás de una jodida vez lo que quieres?

–Cuida esa boquita, gamma, no enfurezcas a este delta o tendrás consecuencias con las que lidiar. –Rodeé los ojos. Era evidente que estaba desviando la conversación del punto principal. Él volvió a reír. ¿Qué en el infierno era tan divertido?

–Debes estar loco.

–Lo siento, es que no puedo parar de reír al acordarme de esta mañana, tú queriéndome dar celos con tu amigo. ¿Él sabe que lo usas con estos fines? Aunque también, espero realmente ser el único que recibe tus esfuerzos de seducción.

Mi cabeza, que había vuelto a observar el camino a través del cristal a mi lado, giró en busca del que soltaba semejantes estupideces. ¡¿Cómo se llega a esa conclusión de la nada?!

–Realmente tienes que entrar a un manicomio. En primer lugar, no uso a Kai para nada. –Bueno eso no fue del todo verdad. No lo uso porque fue Kai quien me dio la idea de usar su presencia para espantar a cualquier alfa idiota. Pero eso no lo diría en voz alta.

>>En segundo lugar, no intento ni intentaré jamás darte celos, y mucho menos estoy poniendo esfuerzos en seducirte. Tú eres quien está captando todo mal. –Justo acababa de aparcar en el parqueo del sótano del hotel donde nos quedamos ambos. Quitó su cinturón de seguridad y volteó su cuerpo en mi dirección.

– ¿Por qué te empeñas tanto en alejarme, Tae? –Boqueé. No sabía qué responder a eso. Él un momento estaba diciendo que quería coquetearle y en otro preguntaba lo contrario.

Una mosca podría pasar entre nosotros y cortarse con la tensión. Ninguno quería ceder a lo mismo, yo buscaba escabullirme de cualquier emoción hacia él y Minho era todo lo opuesto, estaba buscando algo que ya ni sabía qué era. No necesitaba averiguarlo, pues eso sería admitir que lo que pasaba con nosotros era verdad. Era como hacerlo más real.

–Lo que sea qué esperas de mí, no puede ser. –Dije rompiendo el silencio, que una vez más, era incómodo.

–Y, ¿qué quiero de ti, Tae? –Su voz seductora fue arduo trabajo a ignorar.

–No... no lo sé. –Negué con la cabeza, mis manos en una batalla sobre mi regazo. Noté que, a propósito, Minho dejó las puertas y ventanillas cerradas, envolviéndonos en su fuerte aroma dentro del auto. Aturdiéndome. Quería escapar y a la vez, quedarme aquí para siempre.

–Que lo sepas de una vez, no quiero tu bonita amistad, ni ser solo compañeros de trabajo, quiero más que eso. Mucho más. –Eso me sorprendió y no debería. No era como si fuese un adolescente que no entendía nada de la vida, no era un mojigato, no era virgen. Tampoco era como si no conociese lo abierto y directo que es Minho.

–Lo siento, Minho. No puedes pretender que te crea, a penas y nos hemos vuelto a encontrar. Si es una cosa pasajera, te digo que desistas e incluso si no lo es, te diré lo mismo. –Mordí mi labio inferior.

–No es repentina. Esto no es de ayer, Tae. Una vez lo sentiste y lo ignoraste, y fue tonto de mi parte dejarte hacerlo. –Tomó mis mejillas para afianzar mi vista sobre sus ojos. Aunque mi cuerpo entendió otra cosa, pues me encontré mirando a su boca, rollizos labios, brillantes. Por más que habló, no me sacó de mi burbuja. –Pero no quiero un simple encuentro nocturno, no me avergüenzo a sentir por ti como lo hago y tampoco quiero ser un borrón en tu vida.

–Si mi hubieses deseado antes como dices, hubieses hecho algo. No soy tonto, Min. ¿Por qué no dijiste nada?

El gruñido que soltó me dejó helado, sin saber si correr o no. Tristemente, mi mente no hacía este día lo que debía. Me quedé. De paso, comencé a pensar en lo ardiente que sonaba su voz rasposa, contenida, baja, grave. Solo envolvente. Sus feromonas actuales tampoco hacían mucho por mí, me abrasaban, atrayéndome más y más cerca de sí. Odio sentir deseo por alguien que no debo. Odio a Minho.

–Sabes el porqué. No iba a ser tan rastrero de usar nuestra evidente conexión para separarte de alguien más. Tú decías quererlo y yo me aparté. Pero ahora no cometeré ese error, Tae. –Sus pulgares recorrieron mis pómulos, marcando con fuerza el olor de sus manos. Olían exquisitas. Su voz bajó aún más y me acercó con cada frase a su lado del piloto. Solo el tirón del cinturón me impedía caer.

–Incluso cuando me hieras e ignores, volveré a buscarte cada vez. Te tentaré y arrastraré a mí hasta que quedes fascinado y no puedas dejar de pensarme. Hasta que ruegues que te tome y marque cada oscuro lugar de tu cuerpo, que no puedas recordar a nadie más ni mirar a nadie más. Hasta que supliques de rodillas que te bese, te domine y te castigue por ser rebelde.

Y con esas palabras, mi equilibrio racional estaba más que roto. ¿Por qué tenía que ser tan bueno con las palabras? Minho era una droga dañina, explosiva. Sin darme cuenta, nos estaba llevando al lugar. Ese lugar donde queríamos ambos estar. Ninguno de los dos podía echarse para atrás, estábamos al límite.

Ahora, por extraño que parezca, no quería huir, quería quedarme, pero no donde estaba, sino más allá de ese límite. Desabrochando el cinturón de seguridad, me moví hacia su regazo, sin besarnos aún. Mis piernas a cada lado de las suyas.

El carro se tambaleó ante el cambio, el sonido de la ropa rozándose contra los asientos fue un breve zumbido en mi cabeza. Nuestras respiraciones ardieron juntas por lo cerca que se encontraban nuestras bocas, nos miramos por mucho tiempo sin saber qué decir, expectantes de quién daría el primer beso, quién cedería primero.

–No tienes idea de cuánto te odio por forzarme a actuar así, como un maldito omega fácil. –Sus manos pasaron de volver a mis mejillas a posarse en mi cadera y tomar mi nuca y frotar el pulgar.

–Eres bonito, Tae. Jodidamente hermoso. –Moví mi cuerpo para acomodarme mejor, rozando sin quererlo su entrepierna. El jadeo que soltó me dijo quién iba a ser el primero en caer. Había descubierto el plan perverso. Me froté un poco haciéndole cerrar los ojos, aún sin siquiera rozar nuestros labios.

–Amo tus labios. No sabes cuántas veces soñé con tenerlos en mí, con hacer que esos belfos no me suelten. Probar lo carnosos y gruesos que son. Lo dulce de tu beso.

–Calla, calla. No puedes ser así de bueno hablando, si sigues así, esto acabará más rápido.

El aire espeso lleno de sus feromonas me estaba bloqueando los sentidos. Mañana me arrepentiría de esto, me revolcaría de nuevo en la mierda de emociones errantes. Pero eso sería mañana, hoy cedería a mis impulsos después de seis años ocultos del placer.

Me refugié más en su pecho, creando fricción entre nuestras telas. Una mano pasó a desgastar mi muslo por encima de la tela del pantalón. Llevé mis manos a sus mofletes y atraerlo para pasar mi lengua sobre sus labios, saboreando, degustando.

Por mucho que me gustaría que él fuese quien diera el paso, que me demostrase cuánto deseaba esto, debía yo quien lo hiciera. Así no tendría que sentirse mal cuando bajásemos de la neblina y nuestro respirar ya no fuese uno, él no pensaría que me había obligado a esto. Tampoco era como si quisiera dañarlo.

–Tengamos una buena segunda parte, Tae. –Y como magia, las ventanas polarizadas se empañaron. Dentro no había calor, estaba ardiendo el lugar, nosotros. Finalmente nos estábamos besando.

Un beso que deletreaba hambre, uno que hacía estremecer hasta el alma más fría. Su boca tapaba la mía, masticó mi inferior, su aliento atrapó al mío y su lengua se colocó sin pudor en mi cavidad húmeda. ¿Cómo me estuve perdiendo esto toda mi vida? ¿Por qué no lo sentí con nadie más? El beso en algún momento se volvió demandante, arrasador, sin cabida para protestas.

Solté un penoso quejido cuando tiró de mi labio con sus dientes y luego pasó su mojado músculo en él. Palo y zanahoria, eh.

Su mano en mi muslo roía de arriba abajo sin saber cómo colocarse por sí misma. Con miedo. La tomé y la llevé a mi espalda baja. Ya iba de su parte el resto de ella, yo necesitaba centrarme en el beso. Y como no, me agarró un glúteo, apretando pecaminosamente. Su otra extremidad tomó posesión de mi cabello, tirando hacia atrás con fuerza, pero sin herirme. Me dejé hacer. Sabía que, en algún momento, él buscaría hacerse cargo de lo que pasaba. Instinto delta.

Me recostó sobre el volante con mi pelo aún enredado en sus dedos, halándolo para dejar al descubierto mi garganta. –Quiero arruinarte, Tae.

Me removí sobre él apretándolo, gemimos.

Bajó la cabeza y raspó sus dientes en mi manzana de Adán, en mi barbilla, en mi glándula de olor. Eso debería haberme hecho desistir, caer en la realidad, pero era biológico. Una vez le había dado acceso a esa parte, me daba igual lo que pasara después. Confiaba en él. Su lengua trazó el camino sobre una vena hasta la oreja. Jadeé. Mordió el lóbulo y susurró palabras que me estaban haciendo llegar como un juvenil omega. Su aliento caliente cosquilleó. –Te tendré de rodillas un día, T. Extendido, sobre cualquier superficie. Enredado en mí, apretándome como sé que puedes.

Entonces, la neblina bajó. La mención de un día a futuro me hizo despertar. Yo no podría darle eso que quería. No tenía esa simple excusa de estar roto por dentro, todos lo estábamos, pero en mi mente aún perdura el recuerdo de mi error, mi crimen. No podía con eso, jamás lo olvidaría. Así que no estaba seguro de que tendría una vida normal alguna vez.

Rompí el beso y con ello la burbuja. Con aire entrecortado, antes de que pudiese protestar dije: –No Min, lo siento. Tú y yo no seremos nada. Decir que sí es olvidarlo todo, dar una excusa tonta que al final, ninguno creerá. Te mereces algo más que eso.

Abrió la boca y puse mi mano sobre ella. Si le dejaba hablar, le dejaba convencerme. –Además, está el hecho que no podemos cambiar ni obviar, sería una traición a Min-gyu oppa y a su recuerdo. Dejemos este lindo recuerdo como eso, un recuerdo irrepetible.

–Tae, somos predestinados y...

Bajé del auto y sin mirar atrás dije: –Eso no existe Minho, baja de esa nube.

Mis piernas casi corrieron tratando de alejarse. Subí las escaleras tan rápido como pude. La adrenalina y el cansancio de ello era mejor que esperar al elevador y su calma.

Aun con todo el picor en mi estómago y mi corazón agitado sonreí al recordar lo que Minho había murmurado mientras me alejaba, gamma obstinado.

Bueno, no es que haya sido explícita con el beso jsjjxd. 

Sé lo que pensaron, que sería una escena +18 de las buenas, pues nope, lo mejor siempre está por llegar.

Gracias por leer Shawols.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro