FALLEN CHILD
Advertencia:
1-Este One-shot es un Camilo x Mirabel, si por lo que sea no te gusta el shipp, pasa de largo.
2-No soy colombiana, ni siquiera latina. Soy de España, no esperéis que haga uso de jerga ni muchas palabras colombianas o latinas porque seguro que lo hago tan mal que algún colombiano/a inocente muere del disgusto!
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No pudo soportarlo.
Dios sabía cómo de tenaz podía ser, pero aquello era demasiado ¡todo era demasiado ya!
Su hogar, su precioso hogar que la vio nacer y crecer, aquel sitio espacioso, luminoso y mágico que siempre la protegió, que la acompañaba en su baile y canto como un fiel compañero de travesuras. Su lugar seguro y divertido.
Destruido.
Su familia. Los fantásticos y mágicos Madrigal, aquellos bendecidos con dones gracias al noble sacrificio de su abuelo Pedro. Dones destinados a cuidar y proteger a su pueblo.
Destruidos.
Ella, la única Madrigal que no fue bendecida para tener un don. La única Madrigal que marcó un precedente al no haber sido bendecida. La única Madrigal que vaticinaba el desastre que se cernía sobre su familia, la magia y del pueblo entero.
Ella les había destruido.
¿No era lo que mostraba en la visión del tío Bruno? ¿No era precisamente por su culpa que Bruno hubiera tenido esa visión en donde aparecía ella que su tío hubiera perdido 10 años de su vida recluido tras las paredes de su propia casa, aislado de toda su familia, solo por ella?
Ella solo era una desgracia...
Tanto tiempo luchando para ser digna de su fantástica y mágica familia, tanto tiempo luchando para estar a la altura de ellos...
Tanto tiempo luchando para ser alguien que no es...
Mirabel detuvo su carrera, no sabía por cuanto tiempo había estado huyendo, sin embargo, podía recordar que era de noche, que apenas veía nada, pero ahora la claridad iluminaba cada parte del camino. Escuchaba el río justo a su lado, a los pájaros cantando por encima de su cabeza. Todo tan en calma y tan pacifico que parecía mentira que tal catástrofe hubiera pasado en su hogar hace tan solo unas horas.
Agotada, sin apenas dormir, se acercó al borde del río a beber agua. El penoso estado de su reflejo la hizo sentirse peor de lo que ya se sentía. Su reflejo le devolvía un aspecto andrajoso, su pelo oscuro ahora estaba sucio por el polvo de los escombros de Casita, su ropa había tomado una tonalidad de marrón pálido, algunos rasguños provocados por las astillas de las puertas y sillas que la protegieron del derrumbe lucían en su rostro y en sus brazos, las ojeras lucían en sus ojos con fuerza evidenciando lo exhausta que se sentía.
Pero sobre todo su mirada, tan devastada que hasta se avergonzaba de verse a sí misma.
En un ataque de rabia, golpeó su reflejo con sus puños, difuminando su imagen. Gruñó en cuanto el agua helada del río tocó su piel y sus heridas.
Todo había pasado por su culpa.
La magia no quiso bendecirla con un don como los otros miembros de su familia, y por alguna razón que se le escapaba era la única Madrigal a la que se le había negado tal privilegio.
¡Hasta su primo menor había sido otorgado con un don!
Entonces ¿por qué ella no? ¿Qué había en ella tan malo como para ser castigada para ser la oveja negra de los Madrigal? ¿Y por qué razón ése era el motivo por el cual toda su vida y su familia se había desmoronado?
Algo muy malo tiene que haber hecho, tal vez en otra vida, tal vez en otro plano o algo así porque no encontraba otra explicación para tantos desastres juntos y que ella estuviera en el epicentro de todos.
La única Madrigal sin bendecir.
La única Madrigal sin nada especial que ofrecer a nadie.
La Madrigal que sale en las oscuras visiones del futuro de Bruno Madrigal.
La Madrigal que hizo que un buen hombre huyera de su propia familia.
La Madrigal que hizo que la magia se perdiera.
La Madrigal que hizo a todos sus familiares perder los dones que les fueron otorgados.
La decepción de su abuela...
El fracaso del sacrificio de su abuelo...
Entonces, la mente de la muchacha tembló ante esto, al igual que sus manos.
-¿En serio me merezco todo esto...?
Aquella simplemente pregunta revolucionó su mente, siempre se la había hecho, más nunca la había formulado en voz alta, siempre había algo que hacer, algo que demostrar, siempre teniendo la esperanza de que su abuela y los demás la vieran como una más con plenitud y en eso se había concentrado siempre, manteniéndose siempre animada y positiva por tiempos mejores, pero ahora, con todo lo que conocía destruido y perdido, no quedaba más que afrontar aquella cuestión en voz alta. Debía enfrentarse a si misma de una vez.
¿De verdad se merecía todo lo que había pasado?
No
No
¡No, no se lo merecía!
¿Por qué no había recibido un don como los demás? No lo sabía ¡No tenía ni idea de cómo funcionaba la magia o si tenía conciencia propia como para decidir si alguien podía ser bendecido o no!
Pero ¡vale! Podía aceptarlo ¡no fue bendecida! Mirabel, la sin don. Bien ¡qué triste, pero es lo que hay! ¿Por qué entonces ese desprecio de su abuela hacia ella? ¿Por qué ese afán de hacerla sentir menos que cualquier otro miembro? ¿Es acaso de esa manera en que mira también a la gente del pueblo, que tampoco tiene dones? ¿Así era como en realidad miraba a su padre y a su tío? ¿O es solo a ella porque es una Madrigal de sangre?
Lo mismo con la visión de Bruno ¡¿por qué tenía que ser responsable de algo así?! ¿Qué fue lo que hizo tan mal como para que la magia se estuviera esfumando por ella?
Oh, claro, por supuesto. Porque eran los fantásticos y mágicos Madrigal. La familia mágica, al servicio siempre de su comunidad. Y resulta que el epicentro de todo lo malo que ocurre es nada mas y nada menos que la que sin don.
Pero no fueron capaces de tratar con humanidad a uno de sus miembros, aunque fuera no-mágico.
-Da igual cuanto me esfuerce, nunca será suficiente. Ninguno de ellos será nunca lo suficiente para ella-siseó Mirabel recordando las palabras que ella misma le dirigió a su abuela mientras su casa y su vida se derrumbaba alrededor de ellas.-No soy yo la que tiene que demostrar nada ¡no soy yo la que tiene que estar siempre poniéndose a su altura! ¡No soy yo la que tiene que demostrarles valer algo! pero si resulta que su amor es bajo condición ¡bien! Entonces no necesito que me quieran, no necesito que me acepten ¡PORQUE AHORA SOY YO LA QUE RENIEGA DE LOS MADRIGAL!
Con aquella declaración, más un arranque de rabia, Mirabel se arrancó el pequeño adorno de mariposa rosa que tenía en su hombro, tirándola al suelo y aplastándola con fuerza con su pie.
Un ligero temblor se sintió bajo sus pies, como si las montañas rugiesen ante sus palabras, respondiendo a la propia rabia y resolución a la que llegó su corazón. Mirabel no prestó atención a ese detalle, demasiado abrumada como para hacerlo pudiendo solo jadear y respirar con agitación. Sintiéndose liberada y al mismo tiempo oprimida por sus propias palabras.
Ahora...ya había tomado una decisión...
Miró el rio que se encontraba a su lado, perdiéndose en su fluir con la mirada fija en algún punto del agua mientras meditaba qué hacer a continuación. No iba a regresar con los Madrigal, tenía que alejarse lo más posible de ellos, empezar de nuevo en otro sitio, pero ¿dónde...? Bruno ni siquiera pudo marcharse por lo altas que eran las montañas ¿Cómo iba ella a salir de los territorios de Encanto?
Entonces lo vio.
Una pequeña y luminosa mariposa dorada pasó por delante de ella, despertándola de su ensoñación, apreciando que ésta se posaba con suavidad en la pequeña planta que resistía la corriente en medio del rio.
Una mariposa dorada, igual que aparecía en la visión de Bruno
¿Otro desastre más...?
Mirabel entrecerró los ojos, contemplando al insecto, que reposaba sobre el vegetal, que parecía simplemente esperar por ella.
"¿Qué demonios? ¿Acaso puede haber algo peor que esto? No lo creo"-pensó con amargura.
-Por favor, si eres alguien bueno, guíame y sácame de aquí...
En respuesta, la mariposa alzó el vuelo, revoloteó a su alrededor y siguió adelante río arriba, deteniéndose a unos metros revoloteando en el aire como si estuviera esperando a que lo siguiera.
Mirabel suspiró, tal vez estaba loca por confiar su destino a un insecto mágico o un espíritu con forma de mariposa, pero la alternativa no le convencía para nada, por lo que, decidida, empezó a caminar con paso fuerte siguiendo al insecto...
(Mirabel)
La ley escrita en la piedra esta, con reglas que el tiempo no cambia.
"Sólo podrás ver, oír y callar", pero esa historia se acaba.
¡¡MIRABEL!!
La duda la atenazó en ese momento y, sin poder evitarlo, miró hacia atrás, en donde escuchaba las voces de sus familiares llamándola desde la lejanía; sus padres, sus tíos, sus primos y sus hermanas...todo el mundo buscándola y llamándola. Mirabel torció su gesto, mostrando una mirada dolida, una parte de su conciencia, su corazón, le suplicaba no hacerlo, su amor por ellos le gritaba que no siguiera adelante, pero...
Y sé, que, si ahora me derrumbo, lo que intentarán, es dejarme sin libertad.
Vio a su abuela, Alma, llegar hasta la orilla del río, a varios metros más abajo en donde había estado hace unos minutos, mirando ansiosa por los alrededores y llamándola a gritos. Verla le produjo una sensación de acidez en el estómago y apretó los puños. Ignoró aquella vocecita que le rogaba que recapacitara y, sin mirar atrás, le dio la espalda a su abuela, que continuaba llamándola, y se concentraba en seguir a la mariposa dorada.
Voy a gritarles, quieren que me calle, buscando que yo falle. Y eso no, porque no callare, no
podréis destruirme. El miedo no me apoca, no ahogareis mi boca, y eso no porque no callare.
Siguió subiendo por el rio, cada vez más y más rocoso, yendo a lo alto de la montaña, tan empinado y las rocas tan afiladas que le cortaban los pies incluso con su calzado puesto, no sabía dónde la estaba llevando la mariposa, pero no le importaba. Confiaría en ese insecto para que pudiera alejarla todo lo posible de cualquier Madrigal y de aquel pueblo que la vio crecer. Su determinación no iba a flaquear.
Aquí me intentan retener, y no me voy a acobardar.
El dolor me va a dar alas nuevas, voy a remontar.
Si, lo haría, porque si algo sabe hacer Mirabel Madrigal era remontar hasta en las peores circunstancias, lo haría sola. No era ni fantástica ni mágica, pero era Mirabel, y con eso se bastaba y se sobraba para poder encontrar su lugar, el que no tiene entre los Madrigal. Pero no le hace falta ninguno de ellos. Porque Mirabel podrá abrirse paso por su cuenta.
Hasta el eco dice que: "ya no me calle"
Ya sólo contáis mi tiempo hasta que falle.
Y eso no, porque no callare.
Porque si algo le sobraba era determinación, eso es lo único que podría estarle agradecida a los Madrigal, el hacer que ella forjara una firme determinación. Los años que invirtió en intentar encajar con ellos serían los que ahora iba ayudarla a salir adelante sin ellos, sin ninguno de ellos.
No podréis acallarme.
Cuando intentéis asfixiarme.
No debéis subestimarme.
Y eso no, porque no callare.
Y eso no, porque no callare.
¡Gritare!
Justo con ese último grito, Mirabel llegó ante una zona llena de vegetación, una enorme montaña se alzaba ante ella junto con un conjunto de árboles que a primera vista diría que es un bosque o una jungla, ante ella la vegetación variaba entre los árboles, arbustos, lianas, espinas y mucha oscuridad de fondo.
Un lugar que gritaba con todas las letras "entra, te perderás y morirás"
La mariposa dorada se había quedado revoloteando justo frente a esa zona tenebrosa, quedándose en el sitio como si estuviera esperando que Mirabel entendiera lo que esperaba.
-¿Quieres...que cruce esto?-pero justo cuando terminó de formular su pregunta, la mariposa se deshizo en diminutas partículas doradas.
Entonces, un nuevo temblor se hizo presente, esta vez la sacudida fue tan fuerte como para que Mirabel se sintiera tambalear y a punto de perder el equilibrio, como si la montaña volviera a rugir. Alzó la mirada en cuanto escuchó ruidos de hojas y se quedó contemplando con asombro como la vegetación para haber cobrado vida propia.
Los árboles se apartaban, las espinas desaparecían, las lianas se alzaban ocultándose entre la maleza, los arbustos se aplanaban, y las ramas se alzaban, formándose una especie de túnel de plantas en iba en línea recta hacia algún lugar.
Mirabel, dudosa, se acercó un par de pasos y miró hacia el final de aquel túnel de plantas. No veía bien qué era lo que había al otro lado, estaba muy lejos sin embargo podía ver luz y...
-¿Un prado...? ¿o es un camino...?
La comprensión golpeó su mente cuando vislumbró aquella porción de exterior que le ofrecía el túnel; la mariposa le había guiado hasta una salida de Encanto.
Una salida del pueblo, de su familia, de todo lo que conocía...
Mirabel llevó sus puños a su pecho y dio una profunda exhalación. Esto era lo que estaba pidiendo y se lo estaban concediendo. Era su oportunidad para dejar todo atrás, empezar algo nuevo, algo que solamente fuera suyo, sin magia, sin visiones catastróficas, sin sufrimiento...
Se tomó unos segundos más para pensar, pero en cuanto abrió los ojos el fuego de la determinación siguió ardiendo con fuerza en ellos.
Lo necesitaba. Necesitaba salir de allí, encontrar en donde pertenecía realmente.
Si, era lo mejor para ella, algo que debía, algo que...
-¿Mirabel...?
No había dado apenas un paso cuando una voz masculina la llamó justo a su espalda.
Se sintió encogerse en el sitio, como si la hubieran pillado haciendo algo malo y, lentamente, se dio la vuelta encontrándose con el rostro de su primo, Camilo, apenas a dos metros de ella. El chico la miraba con ojos ansiosos, con la ropa y el pelo sucio por la polvareda del derrumbe, la piel brillante por el sudor y su respiración parecía agitada como si hubiera estado corriendo. Verlo hizo que Mirabel sintiera un escalofrío recorrerla desde los pies hasta la raíz del cabello.
¿Hace cuanto que lo tenía detrás de ella...?
Camilo por su parte miró a su prima intentando comprender qué era lo que estaba pasando.
Luego de tantas horas buscándola, gritando su nombre hasta que le dolió la garganta, la había visto junto al río bebiendo agua, estaba tan aliviado y contento de haberla encontrado que no se lo pensó mucho para ir a toda prisa a reunirse de ella, sin embargo, se detuvo en seco en su carrera en cuanto vio que ante su prima se allá un insecto dorado.
¿Cómo...?
Lo siguiente que vio fue a Mirabel correr como alma que lleva el diablo río arriba siguiendo aquel bicho extraño, y Camilo no había duda ni un momento en ir tras ella. No sabía por qué corría ni porque estaba siguiendo a esa cosa, pero Camilo sabía que debía detenerla, un mal presentimiento se instaló en su cabeza y supo tenía que hacerle saber que todos estaban preocupados por ella, pensó en llamarla, pero tenía tanto miedo de quedarse sin aliento con toda aquella carrera por una zona tan empinada y, con ello, perderla de vista que prefirió correr tras ella, en algún momento ella se detendría o al menos aminoraría la marcha.
Pero en cuanto la vio ante aquel bosque que había abierto un túnel para ella, se quedó tan boquiabierto que no pudo decir ni una sola palabra en ese momento, totalmente desconcertado.
Estaba confundido ¿Qué era lo que estaba pasando...? La magia se había ido ¿no? ¿Cómo es que la montaña acababa de hacer esto...?
Pero al ver que Mirabel daba aquel paso para adentrarse en el túnel su cabeza no tardó en sumar dos y dos. Y más aun viendo la forma en que ella lo miraba de manera horrorizada en cuanto lo vio.
Y su pecho tuvo un vuelco ante la conclusión, apenas pudiendo creerlo; Mirabel tenia pensado irse, quería abandonarles.
-Mirabel...-la llamó dando un paso hacia delante, pero se detuvo en cuanto sus oídos pudieron escuchar la forma abrupta en que contenía la respiración.
Camilo tragó nervioso al ver el cuerpo ajeno tensarse solo por su presencia y se sintió asustado y dolido al mismo tiempo por sentir que su prima sentía miedo solo con verle ¿Por qué le miraba así...?
Mirabel lo miraba asustada y él no podía entender por qué ¿acaso pensaba que estaba enfadado con ella por lo que le había pasado a la Casita y a los dones de la familia? ¿Pensaba que la odiaba o algo...?
Mierda, en condiciones normales Camilo soltaría alguna broma, un chiste o haría alguna travesura solo para aligerar aquel pesado ambiente que se cernía entre los dos buscando hacerla reír, pero sospechaba que si hacia algo fuera de lugar, Mirabel correría.
Un paso en falso y ella huiría...si metía la pata ella...Camilo negó con la cabeza con cierta desesperación ante aquel pensamiento. No podía dejar que se fuera. No ahora...
-Ey, Mirabel, estás bien...-empezó diciendo con un tono de voz suave, esforzándose en darle una sonrisa, intentando por todos los medios no dejar que ella viera lo nervioso que se sentía.
Mirabel no se movió del sitio, mantuvo la mirada fija en él, como vigilando sus movimientos y Camilo supo que tenía que ir en extremo cuidado. Ella estaba igual que un animalillo siendo acechado, tensa y lista para salir corriendo a la más mínima señal de provocación.
Debía ir con mucho cuidado...
-Mirabel.-volvió a llamarla lo más suave posible, casi de manera tímida.-Estaba tan preocupado por ti...-dio un paso hacia delante, despacio.-Has estado toda la noche desaparecida, no he dejado de buscarte...-otro paso más.-No sabía si estabas herida o....algo peor...-otro paso más mientras alzaba su mano con cuidado en su dirección.-¿Puedes acercarte...? ¿Por favor? Quiero ver que de verdad estás bien...
Le sonrió de manera preocupada, con la mano en su dirección rogando con desesperación por dentro que la tomara y se pusiera a su lado, a salvo...
-Camilo...
-Tus padres están asustados...-añadió al verla dudar.-Tía Julieta sigue llamándote por la zona del palmeral, y el tío Agustín ya ha tenido dos accidentes intentando encontrar a su niña...¿no quieres ir con ellos y que vean que no tienen nada por lo que asustarse...?
Mirabel se quedó rígida al escucharlo. Sus cariñosos padres, las dos personas que siempre la cubrieron con afecto y protección pese a su inexistente don ¿de verdad estaba bien dejarles atrás...? ¿de verdad iba a dejarles así aun cuando siguen buscándola desesperadamente por todo Encanto?
Contempló a su primo, que seguía ofreciéndole la mano y dedicándole aquella sonrisa amable.
-Ven conmigo, Mirabel, por favor.-susurró Camilo sin poder evitar que un dejo de desesperación se escapara de su garganta.-Vamos los dos juntos a reunirnos con la tía Julieta y el tío Agustín...se pondrán muy contentos en cuanto te vean, tanto que seguro que el tío se echa a llorar ¿te imaginas...?
-Yo...
-También Antonio le vendría muy bien verte, está tan asustado y te echa mucho de menos.-dijo atreviéndose acercarse de nuevo, sabiendo el efecto que su hermano haría en ella.-Acaba de perder su casa, su don, sus animales y todo...quiere que su prima favorita vuelva y le dé un fuerte abrazo ¿me harías ese favor...? ¿Le darías un abrazo a mi hermanito...?
Otra vez el corazón de Mirabel se estrujó dolorosamente al pensar en su pequeño primo. Aquel trozo de cielo andante que se aferraba a ella en busca de su cariño y seguridad cuando se sentía asustado y vulnerable ¡Oh, por dios! ¡Su pequeño Toñito! ¿Qué pensaría él si se va y le deja atrás...?
-Y tus hermanas...Isabela y Luisa...-siguió Camilo, cada vez acercándose más, sintiéndose ansioso al ver que ya la tenía casi al alcance, solo un poquito más.-Las defendiste, por primera vez alguien habló por ellas, alguien las vio y vio más allá...estoy convencido de que ellas están deseando de poder darte las gracias por ello.
Finalmente, Camilo llegó a ella, sus dedos pasaron por el dorso de la mano de Mirabel pero, sin agarrarla, fue subiendo por ella y acarició la piel del brazo de su prima con mimo y cuidado, como si de esa forma intentara demostrarle que no tenía nada que temer.
-Y yo...también me gustaría hablar contigo,-confesó con sinceridad, luego de todo lo que ha pasado, ambos lo necesitaban- podríamos ir a cualquier lado, tratar estos raspones que nos hemos hecho y ponernos a hablar largo y tendido, y si es posible, con mucha comida al alcance, creo que eso suena bien ¿no crees?...-susurró subiendo su caricia por todo el brazo de Mirabel para llegar a su rostro, alzarlo para que lo mirara a los ojos, encontrando con los suyos llenos de lágrimas y tanto dolor que Camilo sintió que se le rompía el corazón y tuvo que aguantar el impulso de estrecharla con fuerza entre sus brazos para no asustarla.-Mira...-susurró su apodo con un profundo cariño en cada silaba, casi como si estuviera acariciándolo mientras juntaba su frente con la de ella-Por favor, vuelve a casa conmigo.
¿Casa...?
¿Qué casa?
Aquella cuestión hizo abrir los ojos de nuevo a Mirabel de par en par, borrándose todo rastro de lágrimas que pudiera haber en ellos.
Camilo quería llevarla de vuelta...allí. Con la gente que le había hecho esto.
La estaba manipulando...
¡Solo estaba manipulándola! ¡¿Cómo puede ser tan estúpida de creerle al actor de la familia?! ¡Al camaleón de los Madrigal! ¡Al chico cuyo talento principal es fingir!
Camilo pudo ver el cambio abrupto de emociones en los ojos de Mirabel y comprendió tarde que la había cagado en sus palabras antes de sentir que las manos de ella le daban un fuerte empujón en el pecho que le hicieron caer sentado en el suelo. Adolorido, la miró desde abajo, estremeciéndose ante la mirada de decepción y dolor que le mandaba mientras negaba fervientemente con la cabeza antes de salir corriendo, huyendo de él.
-¡Mirabel!-gritó Camilo justo cuando ella echo a correr directamente hacia el túnel.-¡Mirabel, no, espera! ¡Vuelve!-se levantó a trompicones y corrió detrás de ella, metiéndose también en el túnel.
El trayecto hacia el otro lado era largo, pero Mirabel no dejó de correr mientras que Camilo, tan terco como ella, tampoco estaba dispuesto a dejar que lo cruzara, mientras le gritaba y rogaba que se detuviera. Tal vez ya no tuviera su don, pero aún era más rápido que ella, tenía las piernas más largas y de los siempre él siempre fue el más veloz y en aquella ocasión se confirmaba aquel hecho.
La estaba alcanzando, aunque ella intentara apresurarse, Camilo iba ganando terreno muy rápidamente, suficiente como para volver alzar la mano y estirarla hacia ella para poder ir agarrar su brazo.
Tan cerca que sentía que sus dedos rozaban con la piel de Mirabel.
Un poco más y podría agarrarla, antes de que cometiera una locura.
Hasta que un sonoro jadeo se le escapó de los labios de manera abrupta en cuanto sintió de repente que algo le había atrapado por el torso y un feo tirón le hizo impulsarse hacia atrás. Camilo gritó ante la sorpresa, tan fuerte que incluso Mirabel le había escuchado y había detenido su carrera para mirarlo.
Ambos quedaron sorprendidos cuando vieron que el responsable de aquello eran unas lianas salidas de entre las hojas de los árboles que se enrollaban sobre el cuerpo de Camilo e iban inmovilizándolo en el aire.
-¡¿Qué demonios es esto?!-gruñó Camilo retorciéndose mientras más de esas lianas iba recorriendo sus brazos y piernas para inmovilizarlo-¡Mirabel! ¡Ayúdame!
Mirabel, al escucharlo, empezó a correr hacia él, asustada de que esa magia extraña fuera hacerle daño a Camilo, alzando la mano hacia la de él.
"No"
Una voz grave masculina resonó dentro de su cabeza haciéndola clavar los talones en el sitio.
-¿Eh...?
"Vete. Tienes que irte de aquí"
-¡Mirabel! ¡Mira!-gritó desesperado el camaleón retorciéndose en el sitio intentando liberarse e ir junto a la chica.-¡Mirabel!
-Camilo...
"No le haré daño, pero tienes que irte de aquí, antes de que sea tarde"
-Pero...¿Quién eres...?-preguntó Mirabel en apenas un susurro, no pudiendo comprender de quién era aquella voz desconocida.
"...vete, mi niña, por favor, esto es todo lo que yo puedo hacer por ti. Vete"
Mirabel respiro con cierta agitación, mirando a su primo que continuaba luchando contra aquella fuerza de la naturaleza.
-¡Mirabel!-decía él consiguiendo liberar su brazo para alzarlo de nuevo hacia ella.-¡Por favor! ¡Mira, por favor! ¡POR FAVOR!
-...Lo siento...-se disculpó ella dándole la espalda a Camilo antes de proseguir su carrera hacia el exterior.
Camilo se quedó mudo por varios segundos viendo la figura de Mirabel alejándose a través del túnel, dejándole atrás como si nada. No podía ser cierto. Ella no podía abandonarle ¿verdad...? No lo haría...no...
Los ojos de Camilo se llenaron de agua y sus labios temblaron de manera descontrolada.
-¡MIRABEL! ¡MIRABEL! ¡MIRAAAAABEEEEEL!
Sus gritos, ahora desesperados y llenos de rabia la llamaban, se retorcía con violencia logrando apenas arrancar algunas de las lianas que lo mantenían preso, sin embargo, no dejaban de aparecer volviendo a dejarle inmóvil.
Gritó y gritó el nombre de su prima, pero finalmente su figura desapareció al fondo del túnel.
Entonces las plantas volvieron a moverse, como si todo estuviera viniéndose abajo y lo siguiente que Camilo sintió fueron las lianas sacándole de donde estaban y dejándole, con extraño cuidado, sobre el césped, mientras la vegetación volvía a su forma original cerrando cualquier acceso al otro lado.
Camilo cayó de rodillas tan pronto fue liberado, mirando con la devastación marcada en sus ojos en dirección hacia donde su prima se había ido.
Mirabel se había ido.
Le había abandonado...les abandonó a todos...
Ella le había dejado atrás, como si no fuera nada.
El pecho le subió y bajó con rapidez, apenas podía sentir que le llegaba el aire. No quería creerlo, no quería creer que ella le hubiera hecho algo así, que ella le hubiera dado la espalda de esa manera.
-Mira..bel...-susurró apenas, sintiendo el dolor de la pérdida asentándose en su corazón, solo pudiendo sostener su cabeza y lanzar un grito de lamento que retumbó entre el eco de las montañas.
Otra persona fue testigo del dolor del muchacho, habiendo visto todo cuanto había ocurrido desde lejos. Bruno bajó la mirada, estremeciéndose ante el grito de su sobrino y su posterior sollozo, llamando incansablemente a Mirabel, rogándole que regresara, aunque ella ya no pudiera oírlo.
Bruno podría haber hecho algo, lo sabe, podría haber apoyado a Camilo y haber impedido que Mirabel cruzara aquel túnel, sin embargo, podía comprender las motivaciones de Mirabel y él sentiría vergüenza de sí mismo ante ella si se le hubiera ocurrido intentar convencerla de que se quedara. Él mismo no se quedó, y no podía decirle a Mirabel que lo hiciera si sentía que no tenía lugar dentro de su familia.
Bruno miró a Camilo, que lloraba como un niño en el suelo, agarrando la hierba con sus puños intentando aliviar su dolor ante su fracaso de hacer regresar a Mirabel con él y la familia. Pobre muchacho...
Un chasquido se escuchó por encima de su cabeza y Bruno alzó la mirada encontrándose con unas lianas que descendían suavemente por los árboles que había por encima de su cabeza. Bruno se quedó inmóvil mientras las mira acercándose lentamente hacia él. Las lianas suavemente caen sobre él, se enrollan en sus brazos con suavidad, y le acarician la cara con mimo. Bruno cierra los ojos ante el tacto, un tacto con intenciones cálidas y amorosas, un tacto que alguna vez recordó recibir de su madre. Deja escapar un sollozo luego de sentir un pequeño apretón en su mano por parte de las lianas. Abre sus ojos llenos de lágrimas mirando hacia arriba
-Hola, papá- saludó con una sonrisa temblorosa para luego que las lianas dieran un nuevo apretón alrededor de su cuerpo como si estuvieran abrazándolo. Bruno se siente como un niño siendo consolado. Su padre, el que no puede recordar, estaba ahí, reconfortándolo luego de haberle roto el corazón a Camilo, su propio nieto, Bruno no puede evitar sollozar y, pensando en su sobrina, solo pudiendo rogar-Por favor, asegúrate que ella llegue bien, que adonde quiera que acabe, que esté bien-fue su única petición, sintiendo que las lágrimas caen por sus mejillas mientras las lianas se esforzaban en limpiarlas.
Esto sería una fisura permanente para los Madrigal, pero Bruno esperaba de corazón que Mirabel encontrara aquello que tanto buscaba.
Y esperaba que Camilo pudiera sanar...
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Mirabel se abrazó a sí misma mientras una exhalación salía de sus labios sin dejar de caminar a un lado de aquella larga carretera.
Miró hacia atrás, hacia un buen rato que se había alejado del punto en donde había aparecido, pero nada más salir, el túnel había desaparecido sin dejar el más mínimo rastro, era como si la hubiera expulsado al otro lado del mundo. Sabía que las cosas serían diferentes fuera del territorio de Encanto, sin embargo, no imaginaba no poder reconocer siquiera por donde estaba pisando.
Llevó su mano al cabello, levantando un ligero polvo mientras suspiraba con cansancio. No había dormido nada con todo lo que había pasado y lo que acababa ocurrir le hacía tener la tentativa de tenderse a un lado y dormir durante algunas horas antes de retomar la marcha hasta encontrar algún pueblo, pero si era sincera consigo mismo le daba miedo. No sabía si de verdad Camilo podría encontrar la manera de ir tras ella o cualquier otro Madrigal, o si alguien pudiera encontrarla y atacarla si se le ocurría quedarse dormida. Miraba hacia delante y hacia atrás y todo lo que podía ver era la carretera y las montañas, no veía señales de algún pueblo por ningún lado y eso solo la hacía desear derrumbarse y ponerse a llorar como una niña pequeña.
Había conseguido lo que quería, irse de Encanto, alejarse de los Madrigal, la magia que había sobrevivido al quiebre la había ayudado en su cometido, pero ahora estaba sola y desamparada ante un mundo desconocido y posiblemente hostil.
¿Qué era lo que podía hacer a partir de ahora...?
Exhausta, Mirabel se dejó caer de rodillas mientras se abrazaba a sí misma y se frotaba los brazos en busca de consuelo. Bien, debía pensar en algo y no dejar que el miedo la invadiera, habría sido peor estar con los Madrigal después de todo...
el sonido de un claxon la hizo dar un bote en el sitio y justo al mirar detrás de ella un par de focos brillantes la cegaron ¿focos a la luz del día?
-¿Qué es eso...?
Entonces, el sonido de la puerta del conductor llegó a sus oídos y pudo identificar la figura de un hombre saliendo por ella.
-¡Eh! ¡Niña, ¿estás bien?! ¡Eh!-habló una voz masculina acercándose a ella con un tono de voz alarmado.
-Maldita sea ¿de dónde ha salido? ¿qué hace aquí sola?-escuchó otra voz, también masculina que se bajaba del asiento del copiloto.
Los dos hombres la rodearon y Mirabel, aun sin poder verlos bien, se encogió en el sitio asustada. Eran altos, parecían mayores que ella, también parecían fuertes y sus voces tenían un acento que ella no podía identificar.
Dios ¿qué iban hacer con ella...?
-Ey...tranquila, bonita, no pasa nada, no te haremos daño.-dijo uno de ellos, el conductor, hincando rodilla delante de ella y posando su callosa mano sobre su hombro con todo el cuidado del mundo.
-Ten cuidado, no la asustes.-le advirtió el otro, que se mantuvo detrás del primero manteniendo las distancias para no abrumarla.
Mirabel fijó la vista en ellos, pudiendo verlos mejor y parpadeó confundida al ver ante ella a un par de jóvenes veinteañeros, uno de tez morena, cabello oscuro y ojos castaños tan brillantes y llenos de amabilidad que le hacían acordarse de su padre, con un pequeño lunar en la parte superior izquierda del labio. El otro, sin embargo, era radicalmente diferente, su piel era incluso más pálida que la de su tía Pepa, pero definitivamente sus ojos no eran parecidos a nada que hubiera visto antes, y no eran por su color oscuro sino porque eran rasgados, sus facciones también eran afiladas, pero tenía pómulos redondos como si fuera un niño, pelo moreno y alborotado. Un aspecto que nunca antes había visto en otra persona.
-Perdona, esto...¿puedes entender lo que decimos...?-preguntó el otro chico, el de ojos extraños, señalándose a sí mismo y al otro ante la falta de respuesta de ella, pensando que a lo mejor no podía entender el idioma.
Mirabel asintió, todavía sin saber qué decir, aunque los chicos parecían aliviados al saber que no había barrera del idioma. Eso era un paso al menos.
-¿Estás sola...? ¿Dónde están tus padres?-preguntó de nuevo el chico de piel morena, pero en respuesta Mirabel se mantuvo callada y miro hacia otro lado.-¿Necesitas llamar a alguien que pueda recogerte? Tenemos teléfonos si los necesitas...
Mirabel no comprendió qué quería decir con es de "teléfono" ¿Cómo iba haber un teléfono en medio de la nada...? no lo sabía, pero por si acaso, negó fervientemente con la cabeza, no tenía a nadie a quién llamar, no al menos a nadie que pudiera ayudarla.
Ambos hombres se miraron de nuevo y, como si estuvieran hablando con los ojos, asintieron entre ellos.
-¿Necesitas que te llevemos algún sitio...?-preguntó con cautela el de tez morena-Nosotros nos dirigimos al pueblo que hay a unos diez kilómetros, si necesitas que te llevemos hasta allí, no nos importa...
-Antes de que te niegues, por favor piénsalo bien.-se adelantó el de ojos rasgados al ver que la chica estaba por negarse.-No tienes buen aspecto y este no es lugar para que una niña como tú ande sola, sin teléfono ni nada con lo que pedir ayuda. Sé que no nos conoces y que puede ser raro, pero si tienes un poquito de fe, deja que te ayudemos, aunque sea llevándote al pueblo...luego si quieres nos iremos.
-No sé...¿y si ella necesita que la vea un médico?-cuestionó el de tez morena, mirando con preocupación el aspecto de la chica, no parecía herida, además de los raspones que podía ver en sus brazos y cara, pero aun así su aspecto indicaba que no lo había pasado nada bien.
Mierda ¿qué le había ocurrido a esta pobre chiquilla?
Mirabel miró a ambos hombres y luego hacia el camino de la carretera, habían dicho que el pueblo estaba a unos diez kilómetros, y ella no se sentía con fuerzas luego de todo lo que había pasado como para ir andando por su cuenta hasta allí, pero como bien dijo el de ojos rasgados, podría ser peligroso quedarse sola en medio de la nada.
-Puedo...-susurró ella captando la atención de ambos-¿Puedo pediros que me llevéis...? ¿Por favor?
El de tez morena esbozó una sonrisa asintiendo vigorosamente con la cabeza mientras que el otro suspiró aliviado.
-Vamos, te pondremos cómoda.-dijo el primero tomando a la muchacha en brazos de repente, como si ella fuera peso pluma.
Mirabel dio un pequeño chillido como de ratoncito ante aquel acto descarado ¿pero que está haciendo al levantarla así? ¡los únicos hombres que habían osado tomarla en brazos fueron los de su familia, siendo Camilo el último en haberlo hecho! ¿Cómo aquel hombre tenía la audacia de alzar en brazos a una chica como si nada...?
Pero Mirabel suspiró con placer con su acto, dejando de lado su vergüenza, ser llevada por aquel que le parecía un gigante amable dio un respiro a sus músculos, notando nuevamente lo agotada que se sentía. Olvidaría por ahora su educación sobre este tipo de cosas, ahora mismo estaba demasiado cansada como para preocuparse de eso.
El joven dejó a Mirabel en el asiento trasero del coche, procurando ponerla lo mas cómoda posible mientras le pasaba una manta que tenía en la bandeja del maletero.
El otro joven volvió a la parte del copiloto y buscó algo en la guantera, Mirabel pudo distinguir lo que parecía una botella de agua. Sin decir nada, el chico se lo tendió y Mirabel no dudo en tomarla entre sus manos y beber con avidez.
¡Oh, por dios! ¡Estaba sedienta y solo ahora se daba cuenta de lo mucho que lo necesitaba!
-Por cierto, niña ¿cómo se llamas...?-preguntó el de ojos rasgados, esperando pacientemente a que ella terminara de beber, aunque encontrando un poco divertido verla beber de esa manera que le recordaba a un hámster.-Mas despacio, nadie te lo va a quitar.
-Mirabel...-jadeó ella tan pronto sus labios abandonaron la boquilla de la botella.-Me llamo Mirabel Madrigal.
-Estamos encantados de conocerte, Mirabel Madrigal-dijo el de tez morena luego de haber cubierto las piernas de la muchacha con la manta, asegurándose de que no tuviera nada de frío.-Mi nombre es Miguel Rivera, vengo de México y tengo 20 años.
-¿México...?-preguntó Mirabel sorprendida ante este dato ¡por eso tenía ese acento tan curioso!
-¡Si! ¡Concretamente de Santa Cecilia, el pueblo mas precioso ubicado en el país mas grandioso del mundo!-aseguró Miguel hinchando el pecho como un pavo, orgulloso de su tierra y su gente, mientras que el otro joven casi que se le escapaba la risa.
-Hiro Hamada.-se presentó el otro sin más, pero, al ver cómo Mirabel lo miraba añadió.-Y antes de que me lo preguntes, no, no soy colombiano ni latino en general, pero descuida, la última vez que revisé no me había dado por traficar con chicas latinas que uno encuentra por la carretera.
Sabía que era una broma, pero Mirabel no pudo evitar tensar la espalda y apretar la botella de agua entre sus manos.
-Hiro...-advirtió Miguel con una ceja arqueada, alargando las vocales de su nombre.-¿No eras tú el que decía que no había que asustarla...?
-¿Qué? Parece nerviosa e incómoda, creí que una broma podría hacer que se relajara un poco
-Chino, mejor será que me dejes a mí las bromas porque las tuyas no hacen gracia.
-mijir siri qui mi dijis i mi lis brimis pirqui lis tiyis ni hicin gricii.-se burló Hiro haciendo gestos con la cara.
-Perdona a mi compañero, aunque le veas ahí todo pendejo en realidad es un buen tipo.-se disculpó Miguel con una sonrisa de vergüenza ajena plasmada en su rostro.
-¡Tsk! ¡Mueve el culo, mexicano! ¡Que todavía seré yo quién te deje aquí tirado para que alguien te secuestre! ¡Me haría un favor y todo!-ladró Hiro volviendo a meterse en el asiento del copiloto y acomodándose ahí.
-¿Ves? Es toda una dulzura.-dijo con sarcasmo Miguel.
Mirabel miró desconcertada aquellos dos, sin embargo, sus payasadas la hicieron sonreír por primera vez desde hacía mucho rato, dejando salir una carcajada.
-Ey, mírate, pero si sabes sonreír.-comentó Hiro complacido viendo desde el espejo del retrovisor la sonrisa de la muchachita.-Te queda mejor esa expresión que la que hemos visto hasta ahora.
-¡Hiro, déjala tranquila!-cortó Miguel terminando de acomodarla en el asiento.-Pero tiene razón, te ves mejor sonriendo, bonita.
Ruborizada, Mirabel volvió a sonreírle, agradeciendo sus palabras y las de su compañero.
-Ahora te llevaremos a un lugar en donde estarás a salvo, si quieres descansa hasta entonces y luego hablaremos ¿te parece bien...?-preguntó Miguel acariciando su polvoriento cabello.-Y fíjate que tenemos una fantástica ducha que estoy seguro querrás usar.
-Miguel, no sigas por ahí que aun la agobiarás...-advirtió Hiro, haciendo que Miguel rodara los ojos con fastidio.
¡Cómo le gustaba a ese chino pendejo darles la vuelta a sus comentarios bienintencionados!
-No te preocupes, Mirabel, sea lo que sea que te haya pasado, te vamos ayudar.-prometió Miguel antes de cerrar la puerta del coche y ponerse en el asiento del conductor para empezar a manejar.
-Mira, en eso estamos de acuerdo-bostezó Hiro acomodándose en su asiento.
El coche se puso en marcha, haciendo que Mirabel diera un pequeño salto ante la vibración del movimiento. Por instinto, miró hacia atrás y experimentó un vuelco en su corazón cuando veía que se alejaba a toda prisa de las montañas. Por su cabeza pasaron las caras de todos sus familiares, luego del derrumbe de Casita, siendo el último Camilo, alzando su mano hacia ella y gritándole que regresara.
Mirabel sacudió la cabeza intentando borrar esa imagen de su mente. Ya no tenia caso pensar en eso, ya no.
Ahora tenía un nuevo objetivo y esperaba que sus dos nuevos héroes pudieran guiarla en este nuevo mundo en donde había ido a parar.
Sonrió levemente, con tristeza, mientras se despedía con la mano en dirección a las montañas que estaba dejando atrás, de su gente y todo lo que conocía, susurrando un suave "adiós".
Luego, se acurrucó en el asiento, el movimiento del coche y la calidez que le daba aquella manta en sus piernas le hicieron bajar el sueño muy rápidamente.
Cerró los ojos.
Era hora de empezar a vivir de verdad...
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Bien, esta era una idea que venía rondándome desde que vi la película, porque una cosa que me escoció un poco del final es la rapidez con la que Mirabel perdonó a Alma luego de casi toda una vida en que la desplazó por no tener un don, y pensé que Mirabel merecía tener la oportunidad de encontrarse a si misma y buscar su lugar en el mundo en vez de luchar tanto por ser aceptada en una familia que la sentía inalcanzable.
La segunda era poder exponer la posibilidad de que la magia que tienen los Madrigal en realidad proviene directamente de Pedro, tanto de su sacrificio por salvar a Alma y a sus hijos, como de su mismo espíritu porque es la única forma que yo al menos puedo entender que de todos los de Encanto solo los Madrigal fueron otorgados con magia. Solo puedo entender que esto ha sucedido porque Pedro es la magia en si que protege a su familia, manifestándose en la propia Casita y en la vela y, en sintonía con Alma que es la que lo administra, entre los dos le dan a sus hijos y nietos la vida que tanto deseaban, aunque esto se quiebra cuando Alma se alejó demasiado del propósito por el que Pedro se sacrificó. Por tanto, Pedro decidió ayudar a su nieta a poder cumplir con su propio propósito, dado que es todo cuanto puede hacer por ella.
Esto one-shot tiene posibilidades de convertirse en un fic de varios capítulos, pero la verdad es que no tengo muy claro como podría desarrollarlo ya que esta es principalmente la idea que tenía en mente, ya veré que haré, pero de momento será un one-shot.
El añadir a Miguel y a Hiro es por simple placer personal, debido a que soy muy fan de los dibujos del artista Ureshi-san, y ya tenía pensado que Miguel fuera el que encontrara a Mirabel, pero no podía imaginarme a Miguel sin Hiro, así que lo hice aparecer también, tal vez ambos estén de turismo juntos o quizá Miguel esté ahí porque está dando algún concierto y Hiro le acompañó solo para tener comida gratis (¿?).
La canción que aparece en el one-shot, es la de Jazmin del Live Action de Aladdin, con el doblaje de España, a quién no le guste, lo siento, repito, no soy latina y yo conozco estas canciones por el doblaje de mi país, así que por favor, abstente de burlarte o de decir que prefieres el doblaje latino, entiende que yo no soy latina y por ende NO prefiero el doblaje latino y no voy a poner las canciones en latino porque haya lectores latinos ^^U.
De todos modos, espero que hayáis podido disfrutar de esta pequeña historia y te haya podido entretener, un comentario es bien recibido y agradecido ^^.
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