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❝Morgenstern❞
Sujetó a Phaesphoros con seguridad y miró desafiante a la criatura frente a ella. El demonio siseo, dejando que más baba brotara de su boca y cayera al suelo como ácido corroyendo la loza.
Kea Morgenstern solo esperó un movimiento de la criatura para realizar su estrategia. Un gruñido y un movimiento de la cola con espinas gruesas la hicieron dar un salto para esquivar el ataque. Su práctica en las vigas de la sala del Instituto le brindaron agilidad, fuerza y firmeza al momento de realizar cualquier movimiento en el aire.
El demonio avanzó con determinación y Kea sonrió para después usar a Phaesphoros y apuntar al pecho de la criatura. El icor demoniaco comenzó a brotar de la herida y el demonio de volvió hacia atrás después de que la espada saliera de su pecho. Poco a poco comenzó a agonizar hasta volver a su reino demoníaco, dejando el icor sobre la loza.
La rubia limpió su espada con la mano para después volver a guardarla en su funda del cinturón. Dio media vuelta y salió de la casa, monitoreando el sensor para verificar que no hubiera otro demonio en la zona.
━ Padre acaba de notificarme que podemos volver al Instituto━ habló Maxwell, llegando detrás de su hermana.
Su respiración agitada por haber corrido, sus cabellos rubios pegándose a su nuca y cienes por el sudor, pero tenía una sonrisa triunfante en el rostro. Kea no le prestó la mayor atención, manteniendo su mirada en el aparato rectangular de su mano.
El sensor no hizo sonido alguno, por lo que lo guardó en el bolsillo y comenzó a caminar con dirección a Central Park. Para Kea, el Instituto no era su mayor lugar de descanso, parecía una escuela que la fastidiaba siempre. Ya conocía la historia de los Nephilim por haberse leído el Códice que había en la biblioteca, pero su padre insistía en que debían completar su formación como Shadowhunters.
━ Bien, supongo que me iré solo━ susurró para sí mismo, rascando su nuca.
Max no tenía inconveniente en que sus hermanos lo ignorasen, mucho menos que lo molestaran e insultaran a diario, pero le incomodaba estar con ellos. Era tan diferente a sus hermanos que parecía un fastidio, un problema realmente enorme.
━ Lárgate que no eres más que un estorbo━ escupió Kea sin mirarlo, deteniendo su paso en la quinta avenida.
━ De acuerdo, le diré a papá que estarás por ahí━ no esperaba alguna respuesta por parte de ella.
Iba a cruzar la calle contraria para regresar al Instituto, pero alguien le cortó el paso. El ojo negro le centelló bajo la luz plateada de la luna y su sonrisa fue de diversión pura.
━ Tú no irás a ningún lado, mediocre━ lo sujetó del codo con fuerza y lo arrastró hacia donde estaba Kea━. Nos acompañarás a Ladies Pavilion para realizar algo.
No lo soltó, aplicó presión para que el chico respondiera más rápido.
━ De acuerdo, de acuerdo━ se quejó, tratando de no mirar a sus hermanos.
━ Muy bien, maricón━ la sonrisa de Kea fue aterradora.
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Para Maxwell Lightwood la vida no era sencilla. Sus hermanos lo detestaban por ser tan blando a comparación de ellos, por no ser sarcástico e intimidante con una sola mirada. Max era como su padre, de un gran corazón y gran capacidad de amar y un coeficiente intelectual elevado, un poco más alto al de sus hermanos. Pero eso no le impedía tener una buena relación con su madre, con quien leía y compartía opiniones toscas con respecto a la literatura rusa.
Se aferró a su flecha, mirando a sus hermanos fumar y a Arathiel consumiendo alguna sustancia tóxica. Les tenía miedo, no podía negarlo, pero en el Instituto o en su mansión en Idris, era defendido por sus padres, tíos y primos, en la calle no había nadie que lo protegiera de los demonios que tenía como hermanos.
Su tío Jace varias veces le enseñó como pelear, y Max era bueno en las estrategias de peleas, pero no tenía las agallas para pelear de verdad. No podía lastimar a sus hermanos, aunque estos le hicieras el mayor daño. Tal vez era ingenuo, pero su padre le había dicho que ellos sólo necesitaban comprensión.
Tal vez los dos eran los ingenuos viviendo bajo el mismo techo que tres demonios que estarían dispuestos a mover los infiernos como Sebastian Morgesntern.
Inquieto miró el lago negro, brillante por el efecto de la luz de la luna. Apretó la flecha de su mano y sintió a alguien sujetarlo del cuello de la camiseta. Arathiel ya estaba bajo los efectos de las drogas, y podía verse a través de sus pupilas dilatadas. Max comenzó a temblar con miedo.
━ Quiero deshacerme de ti de una vez, ratita━ susurró━. Ahógate━ lo empujó al agua.
Max cayó a la orilla del lago, empapándose toda la espalda y parte del frente. El agua helada lo hizo ponerse tenso e intentó levantarse, pero Arathiel le lanzó una patada en la espinilla.
━ Al agua, maldito renacuajo━ escupió con asco y volvió a patearlo, esta vez en el muslo.
El rubio soltó un jadeo por el dolor del cual ya se había acostumbrado. Miró a Kea, quien miraba de forma frívola a Arathiel, una mirada vacía y letal que hasta a él le estremeció.
━ Déjalo, Arathiel━ ordenó en un módulo de voz impasible.
━ Por favor, Kea, este maldito bastado no debió nacer━ se burló, riendo sin descaro━. Que se muera y el mundo estaría mejor.
Sus ojos lo miraban con odio, cosa que Max tomó como mala señal.
━ El que va a morir ahogado serás tú, deja al maricón━ volvió a hablar Kea, llevando de forma instantánea su mano al mango de su espada.
━ Par de estúpidos━ espetó, sus palabras salieron como veneno de su boca y de su mirada bicolor━. Quiero que lo intentes, maldita perra━ alentó, desvainando su espada y apuntó a su hermana.
Kea hizo lo mismo, teniendo mejor control de la espada que Arathiel. Max, que seguía en la orilla comenzó a retroceder. En la última pelea, Kea había casi llegado a matar a su hermano, pero había llegado Johanne para apartarlos a los dos y castigarlos con latigazos en la espalda. Max era el único sin cicatrices del látigo.
Ahora no estaba su madre, y eso significaba sangre. Demasiada sangre espesa y casi negra.
Arathiel se abalanzó sobre Kea, quien lo esquivo y comenzaron a pelear. Max se puso de pie y se adentró al agua para mantenerse seguro. Comenzó a temblar del frío y el agua que le tensaba los músculos. Vio la primera gota de sangre ensuciar a Phaesphoros; Kea había cortado el brazo izquierdo de su hermano.
Tal vez del frío no recordó como las espadas terminaron en el agua y ellos también, peleando a puños de forma brusca. Cada golpe preciso y con fuerza suficiente para romper un hueso. Se movían en el agua, llegó un punto donde Kea mantuvo la cabeza de Arathiel bajo el agua, el reflejo de sus ojos azules podía verse su satisfacción de ver como su hermano peleaba por sobrevivir.
Sin esperar a meditarlo, nadó para apartar a Kea y dejar que Arathiel buscara aire. El pelinegro le brindó un golpe en la cara a Max y Kea volvió a abalanzarse sobre Arathiel.
El agua se había vuelto más fría, y una leve descarga los hizo detenerse. Un golpe de realidad los hizo parpadear varias veces, como si hubieran ingresado a un portal. La luz era potente, más extensa a comparación de la luz de la luna. El sol resplandecía en el cielo azul, y fue Max quien buscó aire y pataleo para mantenerse a flote.
Seguían en el lago, pero no precisamente en el tiempo correcto.
━ ¿Pero qué...? ━ escuchó a alguien, una voz femenina algo cerca de ellos.
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