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Capítulo veintisiete

El agente Rifftod entró en el edificio. Se sentía frustrado, con un inmenso dolor de cabeza y su paciencia estaba al límite. Avanzó a zancadas por el pasillo, y cuando giró a la izquierda para continuar el recorrido se topó con un hombre bajo y moreno con anteojos; su asistente.

—Cordial saludo, jefe —habló aquel forzando una sonrisa. Rifftod rodó los ojos y lo ignoró, pero él siguió insistiendo —. El señor se ha comunicado conmigo. Está a la espera de una llamada suya.

Ese sentimiento repentino de golpear a alguien por la rabia acumulada se instaló en Rifftod. Apretó los puños con fuerza y se detuvo, miró a sus asistente fulminándolo con la mirada. Aquel hombre le extendió el móvil desechable y Rifftod no tuvo otra opción que cogerlo. Sabe que si no hacía la llamada se metería en serios problemas.

Marcó al número que solo él conocía y al tercer pitido obtuvo una respuesta.

—Se comunica el agente Rifftod de la organización, señor. MABS.AA —habló. Al otro lado de la línea solo se escuchaba la respiración de la otra persona.

—Sea tan amable de darme un informe, señor agente —responde la voz robótica al otro lado del teléfono —. Ya estoy al tanto de lo ocurrido con la señorita Alice Merwin, su asistente me ha comunicado acerca de todo.

Rifftod clavó su mirada en el hombre frente a él. Pedazo de mierda ¿Cómo pudo informarle sin su consentimiento?

—¿Cómo puede ser tan inútil? Maldito estúpido. Alice Merwin era la única que nos podía conducir hacia Robert Williams. Te dije que la pusieras bajo tu control ¡Y lo primero que hiciste fue dejarla ir! —lo reprendió el hombre al otro lado de la línea. Rifftod decidió no interrumpir, y no tuvo otra opción que seguir escuchando aquellos insultos. Le resultaba extraño oír una voz robótica decir toda clase de groserías.

El jefe de la organización tomó aire. Dio por terminado el regaño, y con una voz forzadamente tranquila, le dijo:

—Debes solucionarlo de inmediato, agente. Usted sabe perfectamente lo que sucederá si individuos ajenos a la organización se enteran de nuestro proyecto. Será el fin para todos nosotros. Robert Williams es la clave para impedir que la información se propague a medios indeseados, no podemos permitir que Rusia... En fin. Solo haga bien su trabajo.

Y la llamada se cortó.

Rifftod le entregó el móvil a su asistente y antes de dirigirse hacia la sala de control le propinó un fuerte puñetazo en la mejilla.

—Eso te pasa por soplón.

Se dirigió hacia la sala de control. Estaba furioso. En esos momentos era incapaz de controlar sus emociones. Insertó la clave en la puerta de acceso y en cuanto esta se abrió se topó con el montón de ordenadores encendidos. Muchos empleados estaban frente a cada computadora, algunos se encargaban de hacerle un seguimiento a la ubicación de las criaturas, otros se aseguraban de supervisar cualquier tipo de comunicación con el exterior del país. Para ser una base pequeña y poco conocida, contaba con un gran sistema de sabotaje informático.

—¿La operación está en marcha? —preguntó Rifftod causando un silencio momentáneo en la sala. Todos dejaron de teclear y se voltearon a verlo —. Quiero que me muestren grabaciones a tiempo real.

Por órdenes y seguimientos del plan de emergencia, envió a quince escuadras a elaborar la misión de recuperación de las especies. Cada una de ellas estaba conformada por veinte hombres, por lo que literalmente mandó a la mayoría de sus refuerzos.

La pantalla enorme se encendió. Uno de los empleados sincronizó la comunicación con uno de los soldados que estaba en plena misión.

—Señor, estamos acercándonos al objetivo —informó aquel hombre, el cual desconocía.

—Enciendan sus cámaras. Necesito supervisar la misión en caso de emergencia.

—Si, señor.

En la pantalla se mostró la grabación a tiempo real. Ya estaba anocheciendo por lo que se tuvo que activar la visión nocturna. La grabación estaba cubierta de un manto verde, no se distinguían los colores, pero si era evidente que estaban cruzando por una zona boscosa.

—Enséñeme la ubicación exacta de las escuadras y de las criaturas —ordenó Rifftod a uno de los empleados dentro de la sala de control. El chico de gafas obedeció y tras configurar algo en su computadora, se logró ver claramente el mapa de Sillury, especificando zonas cercanas a donde se encontraban. En la pantalla se marcaron muchos puntos rojos ubicados en una zona del bosque lejana, también, se marcaron otros puntos de color verde.

—Los puntos rojos son las criaturas —le explicó el muchacho.

—Ya lo sé —Rifftod rodó los ojos y continuó observando. Las escuadras estaban a pocos metros de llegar.

De repente, a través de la grabación, una criatura aparece. Se abalanza hacia uno de los soldados y se lo lleva. Se escuchan gritos ahogados y comienzan a disparar desesperados, sin un objetivo en específico.

—¡Basta! ¡No disparen! —bramó Rifftod impotente, pero los hombres al otro lado no obedecieron y siguieron disparando como locos —. ¡Comuníqueme con el sargento de la otra escuadra! ¡Rápido!

Se pusieron manos a la obra. Se cortó la grabación y en la pantalla se mostró otra.

—Oímos disparos, señor ¿Qué ocurre? —preguntó otro soldado, este era el sargento de una de las escuadras. Y estaban más cerca de los puntos rojos.

—Tengan cuidado. El objetivo está cerca. No pueden matarlas, recuerden que su misión es capturarlas y traer a la mayoría con vida ¡¿Lo entiende?

Rifftod estaba nervioso, al borde de caer por el precipicio de la desesperación. Si la misión fallaba, él asumiría toda la culpa. Primero, perdió a Alice Merwin, y ahora... no. No puede fallar otra vez.

—Agente. Hemos perdido la comunicación con la escuadra cinco. Revisamos sus monitores de ritmo cardiaco y todas están en cero. Han fallecido, señor —informó uno de los encargados de controlar el sistema de comunicación.

—¡Auxilio! ¡Pedimos refuerzos ¡AHORA!

La escuadra que estaba bajo la mira de Rifftod en ese momento comenzó a ser atacada. Fue complejo detallar bien lo que sucedía, pero en un breve instante se logró ver lo que parecía ser la criatura alfa. Se escuchaban ruidos ensordecedores, eran disparos. Se escuchaban gritos al otro lado.

La poca gente que se encontraba en la sala de control estaban consternados. Muchos comenzaron a sollozar por lo que estaban presenciando.

Muchos hombres morirán allí.

—¡Señor! ¡Abandonaremos el área! Nosotros ¡AHHH!

Y la comunicación se cortó.

—¡Revisa los monitores! —gritó Rifftod desesperado. Se limpió las gotas de sudor que caían de su frente y corrió hacia uno de los ordenadores. En la pantalla vio el ritmo cardíaco de todos los soldados que habían ido a aquella misión. Estaban deteniéndose. Todos llegaron a cero.

—Están muertos... —susurró Rifftod y se arrodilló en el suelo. Era consciente de las pérdidas, pero eso no era lo que realmente le afectaba. La misión había fallado.

¿Ahora qué? ¿Lo echarán de su puesto como supervisor del proyecto MABS? No... no lo puede permitir. El dinero le llegaría a toneladas, y toda esa recompensa no se podría echar a perder solo por la incompetencia de unos inútiles.

«Maldito Robert. Si no hubiera causado todo esto...»

—Agente. Venga mire esto —habló una chica. Rifftod se levantó del suelo tembloroso, alzó la cabeza y vio que en la última fila se estaban aglomerando muchos empleados alrededor de unos de los escritorio. Avanzó rápidamente y cuando llegó vio que en la pantalla se reproducía una grabación de los acontecimientos de hace unos segundos.

—¿Qué es eso tan importante? —preguntó él tratando de mantener la calma.

—Es una grabación de la escuadra dos. Fueron los primeros en llegar al punto central, en donde estaban la mayoría de criaturas —le explicó la muchacha y devolvió la grabación, mostrándosela desde el principio.

El video se reprodujo. La primera imagen fue la de los soldados avanzar sigilosamente tras los arbustos, estaban escondidos a una distancia sumamente peligrosa de las criaturas. Sin embargo, una de ellas logró verlos y se armó el caos. Comenzaron a disparar, mataron a unas cuantas pero se les lanzaron encima en manada y devoraron a muchos de los hombres. Se percató de que mucho antes de eso, habían criaturas en el suelo, quizás estaban dormidas.

—¿Y eso qué significa? ¡¿Acaso quieres restregarme en la puta cara que hemos fallado?!

La chica se sintió intimidada. Negó con la cabeza conteniendo sus lágrimas y retrocedió el video en una parte específica. Lo que Rifftod vio lo dejó estupefacto. Las personas a su alrededor retrocedieron y muchos soltaron expresiones de asombro.

—Eso es... —no fue capaz de formular palabras. Se quedó mudo.

Lo que había en esa pantalla significaba que la situación estaba empeorando demasiado. Vio una cabeza salir del ano de una de esas cosas.

Las criaturas que estaban en el suelo se estaban preparando para dar a luz...

—Se están reproduciendo —soltó la mujer totalmente asustada.

A Rifftod se le abrieron los ojos más de lo normal. Se sintió mareado. El estómago se le revolvió de inmediato.

—Las que estaban en el suelo tienen el ano expandido. Sin duda se están reproduciendo. Ahora entendemos porque se habían quedado quietas en esa parte del bosque. Son una manada y planean traer más monstruos a este mundo —explicó el asistente de Rifftod, quien también se había unido a la multitud.

—Comunícate con... con el jefe...Debemos avisarle de inmediato —tartamudeó Rifftod. Por primera vez, después de mucho tiempo, estaba asustado.

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