
ᏟᎪᏢᏆ́ͲႮᏞϴ ᏙᎬᏆΝͲᏆՏᏆᎬͲᎬ
“ɛʟ ċɨɛʟօ sɛ քaʀtɨó ɛռ ɖօs, ʏ
ʟa ʟʟɛɢaɖa ɖɛ ʟօs áռɢɛʟɛs aʟɛʀtó
ɛʟ ċօʍɨɛռʐօ ɖɛ ɢʀaռ ɖía ɖɛʟ ʝʊɨċɨօ.”
Navegó por toda la estancia en busca de soluciones. Belial y Luzbel hablan en el comedor, mientras yo sigo caminando por toda la sala, con las letras escritas en rojo frente a mí, como si me vigilaran. No tengo la más mínima idea de lo que haré ahora, he decidido no unirme a los ángeles, mi opción más viable fue estar con Belial, sé que no puedo formar un plan y escapar sola a algún lugar donde ni los ángeles, ni demonios me encuentren.
Es meramente imposible.
Me detuve de golpe al oír pasos acercarse, apreté mis puños para que mis manos dejaran de temblar, había mucha tensión en el aire.
—Estuvimos hablando y hemos llegado una solución —comentó Belial. Miré a Luzbel y noté que asentía dándole la razón.
¿Una solución?
Quise preguntar, pero Luzbel habló antes que pudiera abrir la boca.
—Es momento de que conozcas el infierno.
La sangre desapareció de mi cuerpo y mi mente quedo en blanco; era fácil hablar sobre el infierno, parecía algo lejano. El decirme que tengo que ir a ese lugar ahora, no me agrada mucho la idea.
—Estarás más segura haya que aquí, los ángeles no pueden entrar. Tu vida no correrá peligro si aceptas —explicó el demonio que fingió ser mi ángel guardián. Pensándolo bien, si lo fue, no cómo debió ser, pero me cuidó por muchos años.
Qué curioso.
Retrocedí hasta dar con el sofá, dejándome caer sobre el colchón suave, una de mis piernas era agitada a los lados por las emociones tan dramáticas que estoy pasando, tengo la certeza de que algo malo está pasando, mi corazón bombea tan fuerte que me asusta.
—Yo te guiare y acompañaré todo el tiempo, no hay nada que temer —intentó tranquilizarme Belial.
No hay nada que temer, Everly, puedes hacerlo.
Asentí aceptando esa solución, con la vista clavada en el piso; dándome cuenta que había huellas de tierra, posiblemente de alguno de los dos demonios que tenía enfrente o de quien sea que haya entrado a mi hogar, no pude pensar claro.
Como si un balde de agua con hielo me bañara, recordé la universidad, mi futuro siendo psicóloga —a pesar de que parecía estar más loca que todos mis posibles clientes futuros—, recordé a Becka. Dios mío, Becka. ¿La podré volver a ver?
—¿Qué sucederá con mis estudios?
Levanté la cabeza y me sentí pequeña al ver la intensa mirada que Belial me estaba clavando, algo en esos ojos había oscurecido, por un segundo lo desconocí. Mi cabeza gritaba: ¡Huye! No te detengas, deja de desistir. Estarás mucho mejor sola, no caigas en sus engaños.
—No eres una humana normal, basta de creer estupideces, abre los ojos. Deja de pensar que podrás seguir estudiando, esa idea quedo fuera hace mucho tiempo —se revolvió el pelo—. No puedo creer que tu vida este en juego y lo único que piensas es en tonterías.
Mi corazón crujió al escuchar la manera tan cruel de hablar, no lo esperé en absoluto que hablara de tal forma, me dejé engañar por esa fachada buena que utiliza conmigo. Hubiera estado grandioso que se mostrara empático con mi situación; pero, al fin y al cabo, es un demonio y no dejará de serlo.
—Eres un idiota —me puse de pie y pasé en medio de ambos, chocando mi hombro con el suyo, dispuesta a encerrarme en mi habitación, necesitó descansar un poco, esto está resultando más difícil de lo que imaginé.
Subí a paso furioso las escaleras, no me interesaba lo que creyeran de mi o si me veía muy infantil, la forma tan despiadada en la que sus palabras me habían pegado no era normal. Abrí la puerta de golpe y me arrojé a la cama, cerrando los ojos con fuerza deseando dormir. Comencé a analizar lo que dijo, después de todo tiene razón, si muero o si los ángeles me encierran en una jaula, no tendrá sentido haberme preocupado por ser psicóloga, habré luchado en vano. Soy consciente que tarde o temprano hare lo que él pida, iré al infierno.
De solo pensarlo me estremezco por completo, hace mucho mi vida dejo de ser mía, no hay nada que pueda hacer para evitar unirme a algún bando, después de todo, por terrorífico que parezca, si pienso en sus pros, seguir el plan de Belial no parece ser tan malo.
Solté un bufido ruidoso, extrañaré mi vida de universitaria, extrañaré salir de compras con Becka, ver películas, hacer pijamadas, reírme hasta quedarme sin aliento cuando estoy a su lado. Su amistad ha sido lo más puro y real que ha tenido mi vida, cada que la veía todo a mi alrededor se iluminaba, me atrevía a decir que Becka era mi alma gemela convertida en mi mejor amiga. No fue la duración de nuestra amistad, fue lo que vivimos.
Un rato después de seguir lamentándome y reflexionando, alguien entró a mi habitación y cerró la puerta, no necesité mirar para saber que se trataba de Belial, la habitación se llenó de su olor, era una mezcla de menta con incienso. Sus pasos estaban más cerca, la cama se hundió y pude verlo frente a mí. Mis ojos repasaban todo su rostro, desde su mandíbula marcada y perfilada, lo largó de sus pestañas, la manera en la que sus labios están delineados y rosáceos, tan rellenos que atraían a cualquier chica, hasta dar con sus ojos, apreciando las oscuras pupilas que solo reflejaban oscuridad.
No despegué mi mirada de él, ni siquiera cuando sentí su mano acariciar mi mejilla y apartar un mechón de mi rostro, con tanta delicadeza que deseaba grabar cada sensación y toqué para jamás olvidarlo, ojalá fuera un momento que se queda pegado y nunca termina, me sentía completamente hechizada en sus ojos, me perdí en ellos sin darme cuenta.
—Becka está en camino —mencionó en un murmuro, demasiado bajo que temí no entenderle, incluso estando tan cerca de él.
Los minutos pasaron, me dejé llevar por la caricia de su fría mano en mis mejillas y su profunda mirada que me hacía sentir desnuda, como si él pudiera leer todo lo que pensaba.
—Jamás quise esta vida —mi voz se quebró en el susurro.
Sus labios se separaron para decir algo, el aliento que salía de su boca me pegaba en el rostro, olía a hierbabuena, algo que me comenzaba a seducir entre más tiempo pasaba. No pensaba mucho en lo que sucedía, me sentía en el limbo, casi creí que el tiempo se había detenido, pues seguíamos en la misma posición y nadie decía nada, solo nos observábamos.
—Lo sé —murmuró después de un rato.
Mis labios hormiguearon y por un instante sentí la necesidad de querer pegarlos a los suyos, acabando con el pequeño espacio de una vez por todas. No sé la razón ni por qué me comenzaba a parecer tan caliente su apariencia y el momento; relamí mi labio inferior. Sus ojos se transformaron, la oscuridad cruel y abismal que había visto hace rato, ahora brillaba llena de deseo. El calor arribó mi cuerpo, en mi estómago se había encendido la mecha del calor y comenzó a brotar para todos los lados, subiendo la temperatura de la habitación.
Mis labios se abrieron sin mi consentimiento, la respiración parecía quedarse atrapada en la garganta, me diré loca, pero estoy segura de que él siente lo mismo que yo, algo que pude confirmar al ver como suavemente comienza a acercar su rostro, sus labios están a nada de hacer contacto con los míos, cerré los ojos en espera de éso.
En ese preciso momento, la puerta de mi habitación se abrió de golpe, haciendo un estruendo al chocar con la pared. Inmediatamente me puse de pie a un lado de la cama, tan rápido que un mareo me atravesó, logré recuperarme enseguida, pero seguía confundida.
¿A caso Belial estuvo a punto de besarme?
Becka no me dio tiempo de hacer o decir nada, cuando sus brazos me rodearon y apretaron a ella en un gran abrazo. No me pude negar sabiendo que probablemente jamás la vuelva a ver, me dejé abrazar por ella y decidí corresponderle, juntando mis manos detrás en su espalda baja.
Atrás de ella entro Luzbel, con el entrecejo fruncido y buscando algo en la habitación.
—Huele a bruja —dijo cruzándose de brazos y mirando con fijeza a Becka. La nombrada se separó de mí con los ojos tan abiertos que daba miedo. Retrocedió un paso, completamente pálida.
Mi pecho dio un salto por la impresión, no tenía idea que existieran, por una parte, me sentí mal de no saberlo, por la otra quise saltar de alegría al darme cuenta que podríamos seguir juntas, y sí le muestro como soy no me tomará como una desquiciada. Sonreí enormemente y me arrojé a ella en un abrazo.
—No me importa, yo también soy especial —murmuré en su oído.
—¿Segura?
Asentí llena de felicidad, restándole importancia a lo sucedido con Belial, no estábamos en la posición de arruinar las cosas con un beso. Podré seguir estando con Becka, no sé lo que significa ser bruja, pero tengo una corazonada de que no nos separaremos nunca. Aspiré el olor floral que perfumaba su cabello, disfrutando el abrazo con mi mejor amiga.
—Se lo que eres, no te tienes que preocupar por nada, te ayudaré en todo.
No logré disimular la sorpresa que me causo escucharla, ¿cómo lo sabe? ¿yo también huelo a algo para que sepan que no soy del todo humana?
—Tenemos que prepararnos —la cama emitió un rechinido cuando Belial se puso de pie.
Me separé de Becka tomándola de los hombros y le sonreí, tratando de transmitirle todo el cariño que le tenía. Bajamos a la sala y tomamos asiento en los sofás.
—En primera, Everly no puede entrar directamente al infierno —comentó Luzbel.
—Por ese motivo entraremos por la puerta trasera, del otro lado de la puerta está el purgatorio, lo atravesaremos y después haremos lo mismo con el infierno, hasta llegar al castillo —explicó el otro demonio.
—¿Por qué no puedo entrar directamente?
No entendí esa parte, en realidad no comprendí ni lo de la puerta trasera, pero es pregunta aparte.
—Tú y tu alma aún no se convierten en solo uno, sigues siendo mitad humana, por esa razón tus poderes aún no se desarrollan al cien por ciento. Para eso es el ritual —respondió Luzbel.
—Así es, tenemos que irnos pronto, el tiempo allá es diferente, aquí puede ser un mes y en el infierno se sentirá como si solo hubiera pasado un día o dos; según mis cálculos si nos vamos mañana llegaremos para tu cumpleaños.
Visualicé a Becka y la encontré sin expresión alguna, completamente seria, no ha dicho mucho desde que llegó.
—Yo puedo ayudarles con el portal —mencionó la morena de cabello rizado.
El sonido de un móvil me hizo buscar el mío, al encontrarlo escuché a Becka hablar.
—¿Bueno? ¿Mamá?
Aguardé silencio y miré mis manos, dibujando con mi dedo la estrella que usualmente se formaba al utilizar mi poder. Me gustaría saber el significado de esa estrella, no era un estigma real como del que me hablaron en el orfanato, la marca que tenía Warren tampoco lo era, solo aparentaba ser una. Sus palabras me siguen consternando, fue difícil recordar como desperté en ese lugar, rodeada de completos desconocidos.
—¡¿Cómo es posible?!
Me preocupé un poco al escuchar sobresalto en su voz, levanté la mirada encontrándome a Belial viéndome, él estaba sentado en el sofá que quedaba a dos metros frente a mí. Sus comisuras se elevaron, dejando a la vista una sonrisa tranquilizadora, sonreí de lado y volví a concentrarme en mis manos. No estoy segura si lo que sucedió en mi habitación sea algo de que hablar, tal vez debo guardarlo para mí y hacer que jamás sucedió.
—Enciendan el televisor, pongan las noticias. ¡Ahora!
El grito me sobresaltó, Belial tomó el control de la mesita de noche e hizo lo que pidió Becka.
—Pon el canal de noticias.
La miré, percatándome de que había colgado la llamada, en su rostro hay preocupación, comenzaba a sospechar que había ocurrido algo malo. Me puse de pie al ver lo que mostraba el televisor.
—No tenemos idea de que sean esas cosas, ¡están saliendo del cielo! Hay reportes de que en China, México y Roma también han aparecido estos seres extraños. ¡Es una completa locura! Las fuerzas armadas están en camino, hasta el momento no parecen peligrosos —el presentador hizo una pausa y su rostro se tornó serio y preocupado—. Público en casa, de la manera más atenta les pedimos que se resguárdense en sus hogares hasta que haya una explicación, cierren las puertas con llave y no dejen pasar a ningún extraño. No se expongan ante el peligro, no sabemos si son buenos o malos. Seguiremos informando...
Palidecí al escuchar lo que decía el periodista. Salen del cielo... Los ángeles han bajado del cielo, y vienen por mí. Pasó los canales, todos había interrumpido su trasmisión para hablar de lo mismo. Algunos canales hablaban de las extrañas figuras, otros canales religiosos no paraban de decir que el apocalipsis ha llegado y que es momento de unirse a Dios, el señor todo poderoso.
—Maldición —masculló entre dientes, Belial—. Es hora de irnos.
Me acerqué a la ventada y a lo lejos logré ver puntos negros en el cielo, están cerca, Belial tiene razón, es hora de que salga de aquí. Se acercan a gran velocidad, diferentes colores de alas, diferentes diseños en ellas, todo era una completa locura.
—Hatalmas securitatem spell, vegye körül ezt a házat, és angelus transire non vultis abire¹ —Becka susurró con los ojos cerrados, moviendo en el aire sus manos y en movimientos circulares, formando una bola de poder y arrojándola al techo, está se disolvió y cubrió las paredes de nuestro alrededor. Cuando sus ojos se abrieron presencié algo mágico y difícil de explicar, las emociones formaron un tornado en mi estómago, temblé ante las corrientes de poder que encendían mis venas. Ví cómo sus ojos cambiaron de color, brillaban intensamente y sus pupilas pasaron de un verde a un azul tan claro como el agua, en ellos pasaban líneas de poder electrizante, con la pupila apenas visible.
—¿Lista? —cuestionó Luzbel.
Negué con la cabeza sin saber que hacer, completamente absorta en los ojos de Becka, hasta que fue desapareciendo poco a poco el cambió de sus ojos, retomando el verde.
—Sera divertido, solo disfruta —me guiñó un ojo y sonrió poniéndose de pie.
—¿Les harán daño a los humanos? —pregunté refiriéndome a los ángeles.
—No, solo vienen por ti, vendrán muchos ángeles a la tierra, atravesarán el portal del Edén a este planeta solo para evitar que te unas a tu alma. No te preocupes, la bruja y yo nos encargaremos de que no hagan nada malo.
La nombrada rodó los ojos y se alejó un poco de nosotros. Volví a asomarme por la ventana, encontrándome a un hombre del otro lado del cristal, inevitablemente grité retrocediendo.
—Becka, Everly, es momento de que se preparen.
El ángel golpeaba el cristal, el cual parecía ser indestructible, el hechizo que había hecho Becka nos protegía de la entrada de ellos a la casa. Me giré a Becka, sus ojos estaban cerrados y comenzaba a recitar unas palabras en otro idioma, moviendo las manos y dibujando círculos imaginarios con las mismas. Belial se acercó a mí, bajó la mirada atenta de Luzbel.
—No te preocupes por lo que suceda, te protegeré, aunque sea lo último que haga —susurró solo para que yo escuchara.
Dejando a un lado lo que sucedió los últimos meses y recordando lo bueno que vivimos los últimos años, me pegué a él, rodeándolo en un suave abrazo.
—Estoy muy asustada, pero confió en ti —enterré mi cabeza en su cuello, aspirando suavemente el aroma de su piel.
La casa tembló ante los golpes de los ángeles que querían entrar a la fuerza, apreté mis brazos a Belial, tenía miedo de que la barrera se cayera, somos muy pocos y los ángeles son demasiados, por la cantidad que parece rodear la casa, cada uno tendría que luchar con cerca de diez ángeles.
—Listo —habló Becka.
Me separé de Belial y observé como en el centro de la habitación había un gran hoyo flotante, era alto y muy delgado, en el interior parecía haber un remolino de líneas naranjas y blancas, como si fuera agua de esos colores, que se unían, pero no se mezclaban.
—Tienen que darse prisa, el hechizo de la casa quedó débil, el portal ocupó mucha energía —jadeó limpiándose el sudor de su frente.
Belial tomó mi mano y comenzamos a caminar al portal.
—¿Ustedes vendrán? —cuestioné esperanzada de no dejar a Becka aquí, rodeada de ángeles malignos.
—Vayan ustedes, nosotros intentaremos detenerlos —dijo Luzbel mirando a Becka.
—Tengan cuidado —pedí cabizbaja.
Solté la mano de Belial y abracé a la morena, despidiéndome sin querer hacerlo. Deseé arrastrarla conmigo y cuidarnos una a la otra. Mis piernas temblaron cuando me separé de ella, lo siguieron haciendo cuando volví a estar frente al portal de la mano de Belial. Miré el techo y noté que la barrera estaba cada vez más débil.
—Nos veremos pronto, chica poderosa, tal vez hasta podamos enfrentarnos y ver quien es más fuerte —Luzbel soltó una risa al terminar de hablar.
—Fácilmente te ganaré —sonreí sintiendo mi estómago dar un vuelco de los nervios y angustia.
—Es momento de regresar a casa —murmuró Belial, más para él que para nosotros.
Nos adentramos al portal y mis pies tocaron algo suave y sólido, como la gelatina, se sentía tan extraño aquí adentro, como si estuviera dentro del agua, me preguntó qué sucederá después. Di una última mirada por encima de mi hombro, el portal poco a poco se cerraba, y del otro lado estaba Becka y Luzbel.
Antes de que se cerrara por completo, alcancé a ver como se ponían en posición de defensa, supongo que la barrera se ha caído, pelearan contra todos esos monstruos que siempre parecieron ser buenos y puros. No debo de tener miedo, sé que podrán cuidarse y detener a los ángeles, sé que nos encontraremos pronto y volveré a abrazar a Becka. Belial apretó mi mano, dándome fuerzas para seguir caminando, cuando las cosas cambiaron y el portal nos absorbió. De mi cabeza no salía la imagen de las personas que he dejado del otro lado del portal.
Confió en ellos, lograran salir con vida.
🔺⛤🔺
1.– Poderoso hechizo de seguridad, rodea está casa y ningún ángel atravesar dejarás.
𖤐Es una mezcla de latín y húngaro, la traducción no es precisa, pero intenté que ambos idiomas se enlazarán y no perdiera el sentido lo que se dice:).𖤐
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