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ᏟᎪᏢᏆ́ͲႮᏞϴ ᎠᏆᎬᏟᏆՏᎬ́ᏆՏ

ɮɛɮé, ռօ tɛռɢօ ʍɨɛɖօ
a ʍօʀɨʀ.”

5 de mayo, 2021

—¿Quién eres?

¿Será sordo? ¿mudó? ¿sordomudo?, ¿por qué no habla?

—Hola Everly.

Bien, si habla y escucha.

—¿Quién eres?

—Mi identidad no es relevante, en cambio la tuya... es lo que más importa en el mundo.

Un estremecimiento me recorrió de pies a cabeza, no sé quién sea este tipo, ni que hace en mi balcón.

—¿Te conozco?

—Aun no.

—¿Qué quieres?

Intenté retroceder, pero mi cuerpo no respondía.

—Es increíble como aún no sepas —su mano se posicionó en mi mentón, acariciando mi mejilla con su pulgar.

Comencé a desesperarme, quería apartarme de él, pero no lo conseguía. No me agradaba para nada que un desconocido —del que aún no consigo ver su rostro por la obscuridad—, me toque.

Solté un gruñido.

—¿Por qué no puedo moverme?

Hizo oídos sordos.

—Él no es bueno Everly, solo está contigo por interés. No le importas en absoluto.

¿A quien no le importó? ¿De qué habla? Comienzo a creer que escapó de un manicomio.

¿De que hablas?

—De Belial, de ese estúpido demonio.

—¿Conocés a Belial? —hice un gesto de sorpresa y confusión.

—Claro.

—¿De dónde?

Bien, ésto no le agrada para nada. ¡Demonios! ¿Por qué no puedo apartarme?

—No importa.

Bajó su mano y observó por encima de su hombro.

—Me tengo que ir, fue un gusto conocerte, bella Everly. Nos vemos pronto.

Su mano cubrió mi frente y antes de que pudiera pronunciar palabra alguna, me desvanecí en la obscuridad de mi habitación como polvo.

🔺⛤🔺

Solté una gran jadeo escandaloso, a la par que abría mis ojos y me sentaba sobre mi cama, intentaba recuperar el aire. No comprendía que había sucedido, todo a mi alrededor daba vueltas.

Recordaba hablar con un tipo en el balcón, pero no estaba segura si había sido un sueño, todo había parecido tan real.

¿Quién es ese tipo?

Al escuchar la alarma de mi teléfono sonar decidí que había sido solo un sueño para meterme a la ducha. No podía llegar tarde.

Me bañe con rapidez, tenía que alcanzar el autobús.

Mientras cepillaba mi cabello frente al espejo me perdí en mis pensamientos.

Vamos Everly, fue solo un sueño, un mal sueño.

—Dejá de pensar en eso, concéntrate en los estudios —me regañe viéndome por el espejo.

Me apliqué un poco de maquillaje y salí de prisa, caminando a zancadas largas llegué a la parada, menos de un minuto después llegó el autobús.

Salvada.

Al subir encontré a Becka en uno de los asientos, sonreí en grande al ver como de igual modo sonreía ella al verme.

Me acerqué a ella y me deje caer en el asiento.

—Dios, odio que mi casa quedé tan lejos de la parada de autobuses —me quejé.

—Exagerada, solo son tres calles —se burló para después reír.

—Es mucho —hice un gesto gracioso con mi rostro, dando a entender mi queja.

—Si, claro.

Solté una pequeña risa.

—Oye.

—¿Si?

—Me he entrado que mañana el viernes es la feria en el pueblo, no siquiera sabía que existía. Tenemos que ir.

Forcé una sonrisa.

—Claro, me parece bien.

Odiaba esa feria, ni una sola vez desde que llegué a Golden Hill asistí a la feria.

La feria es un evento que ocurre cada año, con la excusa de que todo el dinero recolectado será para mejorar el pueblo, cuando en realidad va pará el alcalde de Golden Hill.

Además de no éso nunca tuve con quien ir, por lo que siempre me quedaba en casa par aver películas con Belial, pero ahora tengo a Becka y Belial ya no estaba. Tal vez aún que no sea del todo bueno, no parece mala idea ir.

Las cosas siguieron su curso, tenía una rutina en la cual basaba en despertar, ducharme, alcanzar el autobús, llegar a la universidad, pasar tiempo con Becka, notar que Belial me observa todo el tiempo, regresar a casa, hacer deberes, cenar, dormir...

Cuando menos lo espere ya era viernes, estaba tranquila, todo estaba normal, por poco olvidaba que no era del todo humana, y eso se sintió bien.

Terminé de aplicar el labial, mientras observaba mi atuendo. Me sentía linda.

Sonreí a mi reflejo.

Tomé mi teléfono y un poco de dinero, al bajar las escaleras escuché el pitido del claxon. Alcancé mis llaves y salí cerrando con seguro.

Afuera el sol brillaba con intensidad, era enorme, justamente estaba en la hora dorada, como comúnmente se le conoce. Simplemente mágico.
Un suave viento azotó mi rostro, descontrolando mi cabellera, con ambas manos intenté bajar los pelos que volaban en el aire, al tiempo que caminaba al coche de la mamá de Becka, quien sé encargaría de llevarnos.

Abordé el lindo auto gris en el asiento trasero, encontrándome a una señora de algunos treinta y ocho años, tez morena y muy sonriente.

—Hola, buenas tardes —saludé algo nerviosa.

—Hola cariño, Becka me ha contado mucho te tí.

—Espero que cosas buenas —reí llevando un mechón detrás de mi oreja.

—Claro que sí —giró al frente y comenzó a conducir—. Mi nombré es Jude.

Saludé con un ademán a Becka, antes de responderle a su mamá.

—Soy Everly, es un placer conocerla.

—Lo mismo digo cielo.

Ame su voz pacífica y materna, era muy linda. Me preguntó si mi madre tenía su voz igual, hace años que murió, no recuerdo su voz. La olvidé con el pasar de los años.

Con la vista pegaba en la ventana, observé todo el recorrido que hicimos hasta llegar a dónde sería la feria.

Desde afuera se podía ver qué habían muchas personas, una rueda de la fortuna se alzaba, estaba algo grande y muy hermosa. Todo el lugar estaba lleno de luces coloridas, habían puestos de comida, donde jugar, también habían juegos mecánicos para niños pequeños y algunos las extremos para mayores.

Respire hondo, un cosquilleo recorrió mi estómago, estaba ansiosa por subir a la rueda de la fortuna.

—Vamos.

La voz de Becka me saco de mis pensamientos. Abrí al puerta del coche y baje. Dejando que el aire golpeara mi rostro y me relajara.

—Es precioso —musité absorta en las luces y rueda.

—Hay que darnos prisa. Escuché que también hay una casa del terror, muero por probarla.

Estábamos emocionadas, por un segundo quise golpearme por disfrutar la feria siendo que la odiaba, pero era inevitable.

Comenzamos a caminar a la entrada, cada quien pagó su pulcera que permitía abordar todo los juegos la veces que deseamos.

Caminábamos lento, recorriendo cada rincón del lugar con la mirada, me gire a ver a Becka, note como sus ojos brillaban con emoción por las luces y lo bello que estaba el lugar. Estoy segura de que yo estaba igual.

En un vistazo rápido a mi alrededor, me percate de que había un puesto donde con unas pelotas se tenía que golpear la pared donde habian unos hoyos, cada hoyo tenía cierta cantidad de puntos. Dependiendo los puntos conseguidos era el premio que conseguías.

Tomé la muñeca de Becka y la arrastre a ese puesto.

—Hay que empezar aquí.

Llegamos al puesto.

—¿Cuánto cuestan los tiros? —me diriji a la chica que atendía.

—Cinco tiros por tres dólares.

Gire mi rostro a Becka.

—¿Quieres jugar? —le sonreí.

—¡Claro!

Tomé dinero de mi bolso y pague por las dos. Recibí cinco pelotas y se las tendí a mi amiga, para luego tomar las mías.

—Tu empieza —le indiqué.

—Muy bien, verás quién es la mejor para meter pelotas.

Solté una risa.

—Eso quiero ver.

Apreté mis labios haciendo el intento de no burlarme, al ver como de todas las pelotas que tiró, solo una cayó, en el hoyo de quince puntos.

—Diablos —se quejó.

—Lo siento, el puntaje mínimo para conseguir premio es de veinte puntos —mencionó la chica que nos dió las pelotas.

No pude contenerla más, una gran carcajada salió de mis labios.

—No te rías —me dió un suave empujón con su hombro—, estoy segura de que fallaras todos los tiros.

— Mira y obseva —le guiñe un ojo para luego concentrarme en meter las pelotas.

Respiré hondo, totalmente concentrada. Solté el aire suavemente y con la pelota en mano la iré al frente, soltando la pelota. En un pestañeo ví como la pelota se iba de lleno en el hoyo de treinta puntos.

¡Si!

Repetí la misma acción y logré tirar dos pelotas más en los hoyos. Las tres cayeron en el hoyo de treinta, dejándome con noventa puntos.

—¿Lo viste? Así se gana un juego —festejé riéndome de ella.

— Elija su premió, solo del tercer estante —indicó la chica que atendía.

—Tu elije —le sonreí.

—¿Segura?

Asentí.

—Muy bien.

Comencé a ver mi alrededor, esperando que Becka escogiera el premio. Habían muchas parejas, familias, grupos de amigos, incluso personas solas.
Por un instante me pareció ver a Belial en la multitud, pero al segundo despareció. Tal vez me equivoco.

—Listo —escuché a Becka detrás de mí.

Me giré a ella.

—¿Qué elegiste?

Comenzamos a caminar.

—Algo —hizo un ademán de desinterés.

—Esta bien —formulé extrañada, para después añadir—: ¿Ahora que quieres hacer?

—Sin duda, subir a la rueda de la fortuna.

—Muy bien, vamos.

Comenzamos a caminar hacía la rueda de ela fortuna, por un momento la idea me pareció terrible, había visto muchas noticias de accidentes en juegos mecánicos. Estaba algo temorosa.

—¿Estás lista? —avanzamos un poco en la fila.

—Claro, siempre lo estoy —carraspeó al notar como mi voz tembló un poco.

Esperamos unos minutos más, hasta subir a la rueda. Abrochamos el cinturo y en segundos la rueda comenzó a moverse. Mordía mi labio inferior de los nervios.

—Tranquila, todo estará bien.

Le regrese la sonrisa que me dió.

Respiré hondo e intente disfrutar, todo parecía mágico, la ruleta estaba tomando altura a una velocidad lenta. Era tan hermosa la vista, llena de luces, personas; todo se miraba perfecto. Desde aquí podía ver la casa del terror, todo.

Frente a mi tenía todo lo bello de la vida, ni parecía que yo no era como ellos, que no era normal. Tal vez todas estas personas tienes secretos ocultos, secretos de quienes son. Así como yo tenía el mío.

Más allá de todas las personas, donde casi no se podía distinguir por la nula luz de la noche, había un gran bosque, un verde y hermoso bosque, a los pies de las colinas.

Todo ésto es Golden Hill. Un pueblo lleno de secretos y personas mágicas.

Al bajar de la rueda de las fortuna mi piernas temblaban, allá arriba todo eran tan ligero, parecía que podía volar con el simple viento, como un pájaro, como un búho... como un ángel.

—¡Estuvo increíble! Quisiera volver, pero no. Ahora quiero ir a la casa del terror.

Quise reír al verla tan emocionada, como niña pequeña.

—Muy bien, hay que ir.

Nos acercamos a la casa del terror. Desde afuera lucía espeluznante, en la entrada había una mujer en camisón blanco, pálida, ensangrentada y con el pelo tapándole el rostro.

Ambas estábamos de pie en la entrada, recorriendo la casa con la mirada. No tenía miedo, de que todo es falso por lo cual no hay nada de que temer.

—¿Lista? —encaré a Becka.

—Nací lista, mi amor.

Solo reí, a la vez que comenzamos a entrar a la casa del "terror".

No hay nada de que temer.

Al entrar había un pasillo largó, mientras más caminábamos, más personas disfrazadas nos asustaban. Me sobresalté un par de veces, pero fuera de eso todo estaba tranquilo.

Lo que si era de admirar fue la decoración. Las paredes estaban llenas de sangre, como si una mano sangrando fue pasada por toda la pared. Habían uno que otro estante con jarros llenos de ojos supuestamente humanos, fetos, órganos y demás.
Al llegar al final del pasillo había una puerta, instintivamente giré a ver sobre mi hombro y no encontré a nadie detrás de nosotras.

Estamos solas.

Sin querer, ese pensamiento me estremeció.

—Aquí vamos —escuché murmurar a Becka.

Al abrir la puerta una mueca se formó en mi rostro. Del otro lado había  una figura como si fuera la mitad de la luna y está tuviera picos peligrosamente grandes. Sobre los picos estaba un cuerpo decapitado. Estoy impresionada de lo real que parecía. Sin día le ponía un diez a éste escenario.

—Vaya, éste luce tan real que asusta.

—Lo sé, vamos al siguiente. Ésto comienza a darme miedo.

Del otro lado del cuarto había otra puerta.

Noté como Becka la abría y comenzaba a ver lo que había en la otra habitación.

—¡Me adelantaré!

—¡Esta bien!

Comencé a acercarme a los picos y observar de cerca la escena. Había sangre sobre el cuerpo como si fuera real, si ésto estaba en el principio quién sabe que nos espera en el resto del recorrido.

Al ver un pico pequeño casi a la altura de mi busto, con mi dedo índice presioné el pico.

¡Rayos!

Solté un quejido y comencé a ver cómo una gota de sangre se formaba en mi dedo. Los picos si que tenían filo, no me parecía buena idea eso, las personas se pueden accidentar y lastimar con ésto.

Así como yo.

Sonreí con diversión.

Esa se borró de golpe al sentir como me tapaban la boca y comenzaban a arrastrarme. Intenté luchar, pero quién me tenía así era mucho más fuerte que yo. Quise poner en práctica lo que aprendí en defensa personal, pero la persona que me tenía sostenida parecía termineitor.

Era súper fuerte, me dolía más a mí intentar golpearlo.
Sentía su respiración en mi oído, quise vomitar al escucharlo hablar.

—Eres muy exquisita, disfrutaremos mucho beber tu sangré —hablaba muy extasiado—. Todos disfrutaremos dejarte seca, no sabes lo mucho que nos facilitaste todo ésto por alejarte de ése estúpido caído.

Me removía entre sus brazos, no me di cuenta que me sacaba del lugar, hasta que escuché una puerta ser abierta.

En el fondo quise llorar, querían mi sangré,querían asesinarme.

Entonces caí en cuenta.

¡Dios mío! ¿Los vampiros existen? En qué tipo de universo paralelo desperté. ¿Todo ésto es un sueño?

Me removí aún con más fuerza. No podía gritar su mano cubría mi boca.

—Quédate quieta, prometo que no te dolerá. Solo sacaremos toda la sangre de tu cuerpo —rio con cinismo.

Pide apreciar que salimos a la parte trasera de la casa, todo estaba oscuro, nadie nos veía. En menos de dos segundos aparecieron tres chicos y una chica. Quise pedirles ayuda, pero en lugar de éso sonrieron dejando a la vista unos horribles colmillos.

El grito que solté fué silenciado por la mano que aún cubría mi boca.

—La llevaremos a casa, todos deben de saber que ya la tenemos. Seremos la envidia de todos —exclamó la chica, con una mirada hambrienta puesta en mí.

—Seremos más poderoso, seremos indestructibles. El mundo caerá ante nuestros pies —habló uno de los chicos.

—Nunca sucederá.

Abrí aún más mis ojos, estaba sorprendido. ¿Qué demonios hacia Belial aquí?

Me removí con furia e impotencia entre los brazos de quien me tenía secuestrada.

—Mira que tenemos aquí —escuché a un lado de mi oído—. Un estúpido y asqueroso caído.

Enfoqué mis ojos en Belial, sus ojos estaban puestos en mí. En sus labios pide ver qué formulo un "¿Estás bien?" silencioso.

Negué con la cabeza. No estaba bien, estoy asustada hasta la médula.

Temí en el momento que los ojos de Belial fueron cubiertos por una capa negra, para luego desaparecer y dejar a la vista unos brillantes ojos de pupila roja. Sus manos comenzaron a moverse y aparecieron dos cuchillos en forma de luna. Los tres chicos y la chica se abalanzaron a él. Instintivamente cerré mis ojos con miedo.

Volví a abrirlos y me encontré con Belial encajando el cuchillo en un chico, éste se hizo polvo y se perdió en el piso. Ahora solo quedaba un chico y la chica, ambos intentaban golpearlo y él se defendía con golpes e intentaba herirlos con esa arma.

—Mierda —el hombre o chico que me tenía inmóvil observaba la escena. Quedé sorprendida al notar que nadie se daba cuenta de ésto.

En el momento que sólo quedó Belial, el nombrado comenzó acercarse a nosotros.

—Suéltala.

—Jamás.

De reojo pude ver cómo salían los colmillos por encima de sus dientes normales.

Dios, no.

Cerré mis ojos con fuerza, en un auto reflejo pegué mis manos a su cuerpo y deseé que se alejara de mí. Me sobresalté en el momento que su cuerpo soltó el mío.

Abrí mis ojos asustada, tocando mi cuello ansiosamente buscando cualquier herida o mordida. Comencé a ver mí alrededor, encontrando a Belial viendo a un lugar, totalmente centrado. Al ver a dónde veía me encontré a alguien tirado.

Retrocedi un par de pasos, impresionada por todo ésto y por el descubrimiento de que los vampiros chupasangre existen. Mi espalda pegó contra algo duró, en el primer instante me sobresalté, pegando mi mano a mi boca, reteniendo un gritó.

Me insulte al notar que solo era la pared de la casa del terror.

—¿Everly?

Tragué saliva con fuerza, escuchando los potentes bombeos de mi corazón, con un dolor punzante en mi cabeza. Respiré cortadamente.

—¿Sí? —respondí en un susurró.

—¿Estás bien? —sentí como se me acercaba.

—No lo sé, ¿lo estoy? —clavé mis ojos en la palma de mis manos.

Sus brazos me rodearon.

—Todo estará bien. Siempre estaré ahí para protegerte, siempre estaré en la oscuridad, en las sombras, siempre estaré cuándo necesites ayuda. No me importa que me odies.

Un quejido salió de mi boca.

—¿Por qué yo? Yo no quería ésto, no lo quiero. Lo odió —me quejé como niña pequeña, con mi cabeza metida en su cuello.

—¿Y por qué no tú? —se detuvo por unos segundos para después añadir—: Confío en tí, más de lo que tu lo hacés. Se que puedes con todo ésto que vines. Eres una guerrera muy fuerte.

🔺⛤🔺

Después de estar un rato con Belial ahí, recordé a Becka. Por lo que me despedí de él con un suave "Adiós".

Al volver al frente de la casa del terror me encontré a Becka saliendo por la entrada, su rostro se miraba preocupado.

Apuré el pasó hasta que sus ojos me captaron.

—Dios mío, ¿dónde estabas, Everly? Estaba tan preocupada.

—Lo siento, tuve que ir al baño —mi estómago se removió al decir eso.

—Está bien —respiró hondo—. Vamos a otro juego.

Nos tomamos de las manos y nos perdimos entre la multitud de personas.

Por una parte no podía olvidar lo sucedido, vampiros, ángeles, demonios. Todo eso existe... y no me queda nada más que luchar contra el que atiente contra mi vida.
Por la otra me enfocaba en disfrutar de la feria y la compañía de Becka.

🔺⛤🔺

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