ᏟᎪᏢᏆ́ͲႮᏞϴ ᏟႮᎪͲᎡϴ
“ɖɨʀɛċtօ aʟ ċɨɛʟօ օ aʟ ɨռʄɨɛʀռօ,
ռօ ʍɛ ɨʍքօʀta.”
14 de abril, 2021
Golden Hill fue el pueblo en el que creció mi madre, antes de mudarse a New York —donde conoció a mi padre—, al salir de los orfanatos decidí mudarme aquí, los pocos recuerdos que tengo sobre ella, es cuando me contaba lo hermoso que era Golden Hill.
Su arquitectura es un tanto moderna, lleno de árboles y un gran bosque a la orilla, el clima mayormente es fresco, aunque a pesar de eso, el sol se alza en un punto fuerte dónde te hace sudar. Me encanta este pueblo, en especial Hill's. Un restaurante-bar cerca del bosque, ese lugar es increíblemente fantástico, tiene su toque retro, lleno de luces neon. Es el único lugar que no se ha modernizado desde los 80's.
Desde que llegué —hace casi cuatro años—, ese lugar se ha mantenido como mi preferido, mío y de Belial. Cada que podemos vamos a ese lugar.
—Los psicólogos educativos o educacionales son los encargados de analizar las diversas características de cada estudiante.
La voz del profesor me saco de mis pensamientos.
—Esta conciencia sobre las diferencias individuales de los alumnos sirve para tratar de potenciar el desarrollo y el aprendizaje de cada uno de ellos, reflejándose en la inteligencia, la motivación, la creatividad y las habilidades, entre otros aspectos.
El nuevo profesor Sanders citaba la clases. Después de lo sucedido con el profesor Stevens, este otro profesor fue su remplazo.
Trataba de hacer notas, escribir lo que podía y entender lo que decía, entenderlo para luego se quedará en mi cabeza. Lo intentaba, de verdad que lo hacía; pero hace aproximadamente diez minutos Belial entro a la clase y se sentó en la fila de a lado, justo a la altura de dónde estoy. No ha parado de molestarme y distraerme. Estoy estresada, maldición. Me está sacando de quicio.
—Everly, no sé como mierda has escogido esta cosa para estudiar. Es más aburrido que... que... —rasco su barbilla y sus ojos observaron el techo—. Maldición, no sé me ocurre algo más aburrido que esto.
Bufé.
Maldita sea Belial, cierra el pico.
—¿Quieres callarte? —masculle molesta, necesitaba aprender.
—Es que enserio no entiendo ¿Cuál es la función de esto? No solo del hecho de estudiar lo que sea que estudias, que es muy aburrido por cierto —apretó los labios—. ¿Pero cuál es la función de estudiar? ¿Cuál es la meta de día a día ir a un lugar parecido a un internado, donde te meten basura a la cabeza diciendo que lo necesitas para ser alguen en la vida? ¿Cuál es la función de desperdiciar años enteros en prepararte para el futuro? Puede que mueras antes de llegar a ese futuro, si lo haces...
Suspiré en medio de su discurso.
—Si lo haces ¿Cuál habrá sido la razón de gastar años en prepararte en lugar de disfrutar la vida? Mierda, yo soy Belial, soy alguien en esta vida. Tu eres Everly, ya somos dos "alguien" en este mundo. Yo, sin necesidad de estudiar soy alguien. ¿Entiendes?
Sus palabras me hacían pensar, era cierto. Pero como viviriamos si no teníamos al dinero para sustentar un hogar, una familia. Nos privan de nuestra libertad y juventud solo para prepararnos en hacer dinero. Que mundo tan jodido.
Pero no podíamos hacer nada para cambiar y aunque lo intentamos, no sería suficiente.
—No —mentí.
Resopló.
—Si lo haces, sabes que es cierto. No entiendo por qué los humanos se enfrascan en seguir estás reglas tan estúpidas. Necesitas dinero, roba un maldito banco. El dinero no es razón suficiente para privarte de vivir la vida.
—Si lo es. A las personas las castigan por robar bancos, si no lo hicieran sin duda no habría países pobres, hambruna, personas catalogadas como clase baja o inferiores. Si robar bancos no sería un delito, las personas ricas no se aprovecharían de las personas que lo hacen por necesidad. Maldición, el simple hecho de cobrarte miles de dólares a cambio de educación es una maldita injusticia —tomé aire—. El mundo no es justo Belial, las personas con poder se aprovechan de personas necesitadas. Nos obligan a estudiar, a tratar de educarnos para ser mejores que ellos. Pero mierda, nos destrozan la vida al obligarnos estudiar. Te entiendo, yo igual lo odió, pero como te dije: El mundo no es justo, las personas poderosas y avaras se aprovechan para intentar sumar más ceros en sus cuentas bancarias. Lo único que nos queda es hacer lo que nos piden.
Termine de explicar con enojo, odiaba en lo que se había convertido el mundo, mejor dicho, las personas. Me da tanto coraje ver la injusticia que se vive y saber que no puedo hacer nada.
Es tanta la impotencia.
—No entiendo como mi padre permite tanta injusticia en el mundo que tanto defiende —murmuro algo inaudible.
—¿Que? —voltee a verlo.
—Nada, es solo que no me parece la forma en la que "operan" en este mundo.
—A nadie le parece justo Belial —murmuré cansada, tratando de retomar mi atención a la clase.
Al no escuchar palabra alguna de él, di por perdida la plática.
Increíble, entro a un salón a aprender de psicología con una persona experimentada y el que me terminó dando la clase fue el estúpido chico con que el siempre estoy. In-cre-ible.
🔺⛤🔺
Al terminar las clases decidimos ir a Hill's, por lo que ahora estábamos a nada de atravesar las puertas del lugar.
Al entrar el aroma a vainilla embriagó mi olfato. Vislumbre los azulejos blancos y negros, al igual que las letras brillantes adornaban la pared.
Fuck social media,
I want to be happy in real life.¹
Las palabras alumbraban de un color rojizo. Recuerdo que la última vez que vine no decía eso, tal vez cambian constantemente las "frases."
Dicidimos sentarlos en una mesa cerca de la puerta. Cada lugar con mesa estaba en un especie de cubículo, con un largo asiento de lado a lado, de colchón, donde llegaban a caber hasta tres personas. Me senté frente a él y trate de averiguar qué me apetecía ordenar.
Una chica con una blusa de color crema recortada hasta su ombligo, con el centro una foto de Hill's por fuera y un short de mezclilla, conduciendose en patines se acercó.
—Buenas tardes —sus labios pintados de rojo se alzaron en una sonrisa.
—Hola —le sonreí.
Sonrisa que fue ignorada por prestarle atención completa al chico de enfrente.
—Yo quiero una malteada de vainilla y unos nachos —soltó Belial sin despegar mirada de su teléfono—. ¿Y tú?
Su rostro se elevó en mi dirección.
—Yo quiero una malteada de nuez y una papás fritas —pedí tratando de no borrar la sonrisa de mi rostro.
Pese a la manera en la que había sido ignorada, no era razón para mostrar alguna cara de molestia o tratar mal a la chica.
La chica aún tratando de que Belial sintiera su mirada y se girará a verla, apunto rápidamente en la pequeña libreta que cargaba.
—¿Algo más?
—No, gracias —juguetee con mis dedos por debajo de la mesa.
—No —la mirada de Belial se encontraba en el teléfono, si entrecejo se encontraba fruncido, por lo que deduci que, o se encontraba leyendo alguna nota falsa sobre el fin del mundo, o había picado los botones incorrectos y ahora no encontraba manera de volver al inicio.
La chica se alejó patinando.
Voltee a ver por la ventana y centre mi vista en el gran anuncio que se encontraba por fuera, era sostenido en lo alto por un tubo.
Hill's
Abierto 24 horas.
Auto-servicio ➜
Eso era lo que se leía en grande, con unas preciosas luces neon.
—Everly —escuché a Belial llamarme.
—¿Si? —gire mi rostro a verlo.
—¿Cómo mierda me salgo de aquí?
Giró su teléfono hacia mi y una página porno apareció frente a mis ojos.
Abrí aún más mis ojos y tome rápidamente su teléfono.
—¿Qué mierda haces metido en estás páginas? —cuestione asqueada.
—No sé como llegué —resopló—. Estaba leyendo algo sobre que el fin del mundo se acerca cuando un anuncio diciendo que había ganado un teléfono apareció. Creí que era verdad por lo que lo presione y cuando lo hice eso apareció.
Solté una risita nerviosa y procedí a salirme de ahí. Borre la pestaña y aparecí en el inicio.
—Ten —le tendí el teléfono de regreso—. Cuando aparezca algún anuncio diciendo que ganaste algo. No los creas, solo te quieren ver la cara —explique.
—¿Y por qué mierda aparecen si son falsos? —inquirió incrédulo.
—Supongo que les divierte —alcé mis hombros.
Gire un poco mi cabeza y el anuncio volvió a aparecer ante mis ojos. Volví a leerlo.
—Grandes palabras —murmuré sin despegar mi vista.
Belial se giró para verlas.
—¿Tu crees?
Retomó su postura.
—Si —confirmé.
—¿Por qué?
¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Tantas respuestas para una sola pregunta.
Tome aire, para luego expresarme.
—Por qué nadie es feliz en realidad, las redes sociales siempre mienten. Te hacen creer que las personas son felices, pero en realidad no lo son. Tú puedes ver la foto de alguen sonríente —acerque mi rostro a él a través de la mesa—. Pero puede que se sienta solitario, reemplazado... Y aún así está sonriendo en esa foto. A nadie le cuesta nada sonreír dos segundo para la foto y hacerle creer al mundo que es felíz —sonreí con amargura.
—Vaya, puede que después de todo llegues a ser esa psicóloga que tanto deseas.
A pesar de que lo que dije no tenia mucho que ver en la psicología, sus palabras me hicieron sonreír.
Sin necesidad de verme en un espejo supe que mis ojos brillaron al escuchar esas palabras. Ser psicóloga me hacía tanta ilusión, ayudar a otros en sus problemas, entenderlos. Imaginarme en un consultorio propio me emocionaba, inflabla mi pecho de añoracion.
—Eso espero —murmuré.
Antes de decir otra palabra la chica se acercó con nuestros pedidos.
Degustamos la comida en medio de pláticas, me hacía sentir bien, hacia que olvidará lo sola que estaba. Me hacía sentir normal.
La noche llegó y con ella el frío apareció.
En medio de una carcajada que había salido de mis labios, gire a ver por la ventana aún riendo.
Un muy alto hombre con una gorra cubriendo sus ojos se encontraba a un lado del tubo que alzaba el anuncio de Hill's. No hubiera sospechado de él, pero note que se encontraba viendo exactamente a dónde estaba, una gorra cubría sus ojos, se mantenía con sus brazos a los costados y portaba vestimenta negra.
Mi sonrisa de borró y sentí como un escalofrío recorrió mi cuerpo.
Me gire de nuevo al frente y trate de ocultar mi rostro con mi cabellera negra. Apoye mi rostro en mi mano izquierda, tratando de ocultarme un poco de ese hombre.
—Belial —lo llame en voz baja, no tenía fuerza para hablar más alto.
—Hmm —balbuceo bebiendo de su segunda o tercera malteada.
—Mira a mis diez —le indique.
Observe cómo su rostro se contraía en una mueca de molestia al ver dónde le había indicado.
—Vámonos —mascullo poniéndose de pie y dejando un billetes de cien dólares sobre la mesa.
Me puse de pie y lo seguí.
Atravesamos las puertas, sentía como mi corazón comenzaba a acelerarse, después de todo lo sucedido con el vídeo, el señor pidiendo información de Belial, del hombre que estaba del otro lado de la calle cuando me perdí, después de todo eso comenzaba a asustarme con facilidad. Lo odiaba, me hacía sentir débil y eso para mí era caer bajó. Odiaba tener miedo, odiaba no entender que sucedía.
Llegamos a su camioneta, el mismo hombre se posiciono a unos metros detrás de nosotros.
—Da est. Neque enim tam conveniens est regnum obtinere² —hablo el hombre en un idioma que no supe descifrar, ni entender—. Non liceat autem ei angelus ad ritum. Nec refert quod illa non interficeretur³ —siguió hablando el hombre y yo seguí sin entender.
Belial volteó a verme y por su mirada me di cuenta que ese hombre no decía cosas lindas. No comprendía que quería de nosotros.
Trate de ver hacia atrás, estando aún de espaldas.
Mantuve mi mirada sobre el hombre, su cabeza estaba inclinada hacia el suelo, impidiendo ver su rostro.
Hasta que alzó su rostro hacia mí.
Mi respiración se cortó y una presion se instalo en mi pecho. Sus ojos... sus ojos no eran normales. Eran de un brillante color miel. No eran normales, billaba mucho. Pero lo más extraño era que sus pupila, Díos... sus pupilas eran como las de un gato, no eran redondas, más bien eran dos rombos aplastados por los lados.
No podía notar sus facciones, sus ojos eran lo unico que brillaba de él está noche.
Belial se giró y comenzó a acercarse a aquel hombre.
Me giré para ver mejor.
Comprartieron un par de palabras, no alcanzaba a escuchar lo que decían, hablaban en voz baja y el fuerte soplido del viento callaba las voces de ambos.
Belial se giró con simpleza y comenzó a acercarse a la camioneta, todo parecía ir bien, hasta que note como ese hombre sacaba algo plateado y brillante de su manga. Parecía una daga, un chuchillo muy peligroso.
Se acercó a Belial y justo cuando estaba a nada de clavar el cuchillo un grito de escapó de mis labios.
—¡No! —involuntariamente alcé mi mano en su dirección.
Mi potente grito retumbó ante mis oídos, ni el viento pudo opacarlo. Había salido desde el fondo de mi garganta, el hombre estaba a punto de matar a Belial. Pero para mí sorpresa el grito no solo fue potente, también fue poderoso.
Quedé estática al vez como el hombre salía volando hacia atrás, golpeándose contra el tronco de un gran árbol.
Los ojos de Belial se abrieron con sorpresa. Volteó a ver al hombre y después a mí. Mientras yo... mientras yo tenía mi pulso al mil.
¿Que mierda ha pasado?
Gire mi mano hacia mí, tratando de estudiarla.
Un estigma en forma de la estrella de cinco picos estaba dibujada sobre mi mano, no solo eso, parecía estar dibujada con fuego.
Sentí mi boca ligeramente abierta, mientras seguía observando la palma de mi mano, notando como poco a poco el estigma era borrado. Dejando la palma de mi mano como normalmente era.
Percibí a Belial acercarse rápidamente hacia mí, empujándome para que subiera a la camioneta.
Al estar arriba abrochó mi cinturón y cerró la puerta.
Estaba en shock. ¿Como pude hacer eso? ¿Qué.. qué soy?
Un monstruo es lo más seguro, un cruel y maldito monstruo.
Escuché como Belial cerraba su puerta en un portazo y se giraba hacia mí.
Sus manos me tomaron de los hombros, yo seguía observando la palma de ambas manos, esperando volver a ver alguna estrellas estrellas, a pesar de haber estado dibujadas de fuego no me quemaron. No había sentido nada, aquello se había disparado solo. No había sido mi intención.
¿Acaso mate a alguen?
Note como Belial me sarandeaba.
—Everly —me llamo—. Everly escucharme.
Una de sus manos tomo mi rostro y me obligó a verlo.
—No es tu culpa ¿si? Nada de esto lo es. Ese hombre intentaba hacernos daño. Quería matarme, solo me protegiste ¿Bien?
Sus negros ojos conectaron a los míos —parecidos a una pupila enorme, que solo demostraban un vacío—, estaban sobre mis azules ojos.
No podía creer sus palabras, yo, yo era un monstruo. ¿Cómo llegué a serlo? ¿Por qué yo? Siempre trato de ser buena persona, ¿por qué habiendo tanta gente mala, a las buenas les toca ser el monstruo?
—Nada de esto es tu culpa Everly —musitó para luego alejarse de mi y encender la camioneta, dejando a el hombre atrás.
—¡No! ¡Detente! —suplique en un grito.
Piso el freno tan repentinamente que nos inclinaramos al frente.
—Tenemos que aseguramos que no murió. No... no puedo dejarlo ahí y que muera.
Note que estaba a punto de impedirlo.
—Por favor —mis ojos se cristalizaron—. No soportaré la idea de saber que soy una asesina.
Un gruñido se escapó de sus labios.
—Bien —mascullo.
Retrocedió la camioneta y bajamos. Tenía la esperanza de ayudar al hombre
Sin embargo, al momento de llegar al árbol donde se suponía que se había impactado. No encontramos nada...
No había nadie, ni un rastro. Solo obscuridad.
🔺⛤🔺
1- A la mierda las redes sociales, quiero ser feliz en la vida real.
2- Entregala. No es conveniente ni para ti, ni para tu reino tenerla.
3-Ningún ángel permitirá que ella tenga el ritual. No importa como, ella será asesinada.
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