«¡Todo a mí! ¡Todo yo!»
A la mañana siguiente me sentía mucho mejor. Tuve el sueño más reparador de mi vida y opté por ir a dar clases. Lo sé, he faltado una pila de veces y todavía no me entraban ganas de volver, pero Mark y Johnny me convencieron para que lo hiciera.
Esos chicos estaban al lado de mi cama al despertar. Al parecer le habían contado algo a mi hermana sobre la amenaza porque nomás los chicos salir por la puerta a cambiarse para ir a clases, ella interceptó mi camino al baño.
- Tenemos que hablar.
- Lo sé - Suspiré mientras pasaba las manos por mi cara con frustración - Te debo una disculpa como mínimo.
- Eso no es necesario Hestia-
- ¡Claro que lo es!. Me comporte como una estúpida. Te lastimé por ninguna razón aparentemente, me quise hacer la madura y dije algo que no estaba a ese nivel - Ya era demasiado tarde para retener las lágrimas - ¡Soy un monstruo!.
La chica de ojos celestes me envolvió en sus brazos con el rostro contraído y me acarició la cabellera.
- No eres un monstruo.. -Susurró reconfortante.
- Eso quisiera creer.. - Me separé del abrazo.
- Hestia...
- Voy a meterme a la ducha, luego te cuento todo.
Otra vez el día se me había hecho una mierda. El agua que caía por mis ojos era arrastrada por la dulce de la ducha, el jabón limpió solo la suciedad de mi cuerpo que estaba en la superficie y el shampoo no logró menguar mis pensamientos. Mi cabeza no paraba de dar vueltas entre el pasado y el presente. ¿De verdad fui capaz de dañar a la única persona que ha estado conmigo desde siempre?.
De pequeña ya estaba adaptada a mirar a mis espaldas cada vez que sentía el aire sunbar o cuando había una silueta oscura. Mis ojos nunca se acostumbraban a la oscuridad y mi cuerpo no hacía más que temblar. Había veces que escuchaba voces. Eran los muertos llamándome, pero no sabia aún que eran ellos, en mi inocencia lo asociada a los monstruos.
Le temía a la oscuridad.
Todos los lugares donde mis ojos no pudieran distinguir algo me aterrorizaban. Por Dios, era una simple niña de cinco años que no tenía ni a una madre a quién acudir.
Le temía a todo.
En la escuela primaria era la hija de una rarito, eso me hacía poca cosa para los demás. Siempre fui víctima de bullyng tanto por los estudiantes como por los profesores. Todos los maestros me miraban como si fuera una cucaracha.
Una mugrosa niña que aparte de rarita también loca. Siempre hablando sola. Siempre en la oscuridad. Siempre callada.
Hazel fue la única que me apoyaba. La que siempre estuvo a mi lado para todos los problemas y la única madre que he conocido de verdad.
Un día descubrí que yo era una carga, que me enviarían a un psiquiátrico y ahí viví un par de meses. No recuerdo nada de mi estancia en ese lugar desde que puse un pie dentro. Era un enigma en mi mente. Esos recuerdos no tenían ni cortos flashes, eran absolutamente nada. Solo sé que estuve ahí verdaderamente por las fechas de los calendarios cuando regresé a casa. Había pasado seis meses y había logrado salir porque mi padre me sacó de ahí. Él era el único que creía en mí. Que nunca me alejó a pesar de decir puras estupideces sobre las voces.
Ese hombre me había enseñado que tener un don no era malo. Que no debía dudar al usarlo y que estaría a mi lado para controlarlo. Tengo ganas de ver a mi padre ahora mismo. Me encantaría contarle todo lo que estaba pasando.
Bueno, ¿por dónde iba?. Ah sí, claro, por el cambio radical que di después de salir de ahí. La Hestia loca de ahora, nació después de salir de ahí. Fue como si hubiera vuelto a nacer. Ya no pensaba de la misma forma. Ya tenía una meta planteada en mi vida. La meta de jamás temerle a nada.
Ya basta de lloriqueos. Basta de dolores existenciales. Basta de miedos.
La conversación que tuve con Hazel se alargó demasiado. Tuvimos que ponernos al día con todo. Y cómo dije yo le conté todo, excepto lo de la llave. No creo que sea realmente tan importante.
Ella me contó que realmente el encuentro que tuvo en el bosque fue con Leo, que fue con él hasta Wardoon Ville y allí un par de hombres los asecharon y mataron a su ex. Me dijo que Leo le confirmó antes de morir que irían por mí y que Kai estaba implicado. Lo que fue más intenso de la historia fue la parte en donde ella fue al aula y lo torturó para que le contara la verdad y el chino prefirió un suicidio a contar la verdad.
Yo creyendo que me estaba muriendo en problemas, y resulta que ella presenció dos muertes en menos de veinticuatro horas. Hazel sin dudas es mucho más fuerte de lo que me imaginé.
Camino al aula intentaba ordenar mis ideas. ¿Todo esto en menos de cuenta y ocho horas?. Quién fuera que moviera los hilos de este juego, como lo llamó él que me poseyó, debe estar divirtiéndose al máximo con nosotras. ¿En qué momento terminamos siendo las más implicadas?. Y aún las preguntas que más me atosigaban...
¿Por qué van por mí?. ¿Por qué carajos soy la primera en esa lista?. ¿Dónde quedó el cuerpo que encontramos?. ¿Qué fue esa visión?. ¿Dónde quedaban aquellos pasillos oscuros?. ¿Quién era aquella mujer encerrada?. ¿Qué tanto oculta este internado?.
- Heftia, hay efamen forprefa - El profesor de hiftoria me devolvió a la realidad mientras ponía una hoja enfrente de mí.
- ¡¿Qué?! - Chillé mirando a mis amigos - ¡¿Por qué nunca me enteró de nada?!.
Markie me miraba algo apenado mientras que Johnny casi se carcajeaba de mi cara.
- Efo te pafó por eftar en la boboria con tuf amigof - Dijo aquel señor que ni sabía hablar.
Por mi parte quedé con la boca abierta viendo las preguntas por arribita sin saber ninguna. ¡Todo a mí!. ¡Todo yo!.
- Ya efcuchafte Heftia, efo te pafa por andar con amiguitof - Se burló el moreno.
- Estúpido mi amigo eres tú - Vergüenza ajena con él - ¿Oye dime si te sabes alguna pregunta que me puedas soltar para acá?.
- Claro, me obsolutamente todas las preguntas - Hinchó su pecho de orgullo.
- ¿En serio?. ¡Todas las preguntas!.
- Totalmente, lo que no me sé son las respuestas.
- ¡Te voy a arrancar todas esas creñas por cabeza hueca! - Lo amenace con mi portaminas.
- Ya, ya, ya. No se peleen en medio de una evaluación - Intervino Mark con voz baja.
Johnny y yo volteamos hacia él. Habíamos olvidado que teníamos al primero de clase a nuestro lado. Markie era nuestro ángel de la guarda. Le faltaba el arito en la cabeza nomás para serlo porque ya Johnny y yo la miramos como si hubiera bajado del cielo.
- Si me ayudas te compramos todos los helados que quieras - Rápidamente Johnny lo compró.
- Solo si son de melón - Objetó él más bajito.
- Claro que sí - Le abracé pensando que estaba chiquito y tenía que cuidarlo.
Al ratito ya había entregado mi evaluación. El profesor entrecerraba sus ojos para mirarme mientras me alejaba del salón de clases. Estoy segura que no se fuiba de mis perfectas respuestas. No lo culpaba por ello, sé que soy un caso a parte.
- ¡Vamos por esos helados! - Celebré mientras me detenía junto a mis amigos.
- Obviamente-
John fue interrumpido por la maldita gorda que convocaba a mi hermana y a mí por los altavoces para ir a su dirección. ¿Por qué nos llamaba?.
- ¿Qué hiciste? - El más alto se cruzó de brazos mirándome.
- Nada... creo.
Markie suspiró e dijo que los helados de melón sería para otra ocasión. Yo me disculpé con ambos antes de caminar hacia la dirección. ¿Qué quería aquella señora conmigo ahora?.
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Unnie Nabi anoche hizo el escudo del internado y por eso cambié la portada.
¿A qué quedó padrisino?( ≧∀≦)ノ
Lo ameeeee(*≧ω≦)
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