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《EPÍLOGO》

Oscuridad. Una palabra que me gusta tanto como Yoongi. Era todo lo que me rodeaba al abrir los ojos, los cuales me pesaban. El cuerpo me dolía y en parte estaba entumecido. Mi alrededor era estaba lo suficiente oscuro para no poder ver nada ni después de adaptarme a la oscuridad.

Intenté moverme, me puse de pie, pero un sonido grotesco y metálico me hizo alzar mis manos. Estabas de encontraban encadenadas al igual que mis pies. La cadena era larga, lo supe cuando me permitió movilidad en aquel lugar. Lo recorrí de punta a cabo, con mis manos palpando las cuatro paredes. En la última, una puerta de metal algo angosta me recibió.

Cierto, me habían secuestrado.

Eso significaba que iba a morir. Me iban a matar. Para eso me habían traído aquí.

Por un momento, recordé que entre mis habilidades se encontraba la telequinesia. Alcé mi mano en dirección a la puerta, solo para descubrir que mis poderes me habían abandonado. ¡Justo en este momento!. ¿Qué hice mal para merecer todo esto?. ¡Ni mi crush me quería, y encima, iba a morir por tarada y buena para nada!.

Pateé la puerta, la empujé y usé toda mi fuerza para tirarla a abajo. Seguía sin tener resultados positivos. Todo esto en una mierda.

Me dejé caer hasta abajo, deslizandome por la puerta. Mierda, mierda, mierda. Aquí termina todo. Este será mi último momento.

Una impertinente lágrima se deslizó por mi mejilla, la limpié y solté una exhalación para tranquilizarme. No voy a llorar. Me mantendré imponente hasta el último momento.

La puerta se abrió, una luz me cegó procediente del exterior y tras parpadear para adaptarme, la aparición de una silueta negra, alta y fornida hizo acto de presencia. Aquella cosa se abalanzó sobre mí,  me desencadenó y me sacó a las afueras de aquella habitación.

No tardé mucho para descubrir que era un hombre de cuarenta y tantos quién me sacó afuera. No lo reconocía, ¿podría ser un secuestrador?. Era lo más probable.

Intenté salir de sus garras, pero como dije antes, era demasiado fuerte para mí por su fornido cuerpo. Aunque no pude hacer nada por otro lado, mi cuerpo se hallaba todavía entumecido. Lo más probable es que me hallan medicado.

- ¡Oye, tú, sueltame mala imitación de Batman!.

Esta vez, me aventuré a hacer otra cosa. Traté de golpearle en la cara, pero él pareció descubrir lo que quería y se movió. Finalmente terminé arrancandole la máscara.

Solo logré ver su rostro por un segundo. El tipo me soltó, caí en suelo y el aprovechó para cubrirse el rostro. En mi memoria solo quedó grabada una pequeña cicatriz debajo del pómulo, una casi imperceptible. Ni sé por qué carajos fue eso lo único que mi mente logró grabarlo de él en ese momento.

Desde ese momento, me trató de forma más ruda y de un empujón me empujó a una nueva sala.

- ¡Maldita sea, cara de chancla! - Le grité mientras golpeaba la nueva parte que me impedía salir. Él tipo enmascarado se voltea y me mira de mala forma - Sí, tú mismo, él que tiene dos nalgadas en la cara!. ¡¿Qué coño quieres de mí, maldito hijo de puta?!.

- ¿Hestia?.

Volteé sobre mi eje, encontrándome nada más y nada menos que a mi hermana mayor enfrente de mí. Algo en mi pecho se encogió. Antes había pensado que me moría sin ver a mi hermana. Sin despedirme de mis amigos, sin siquiera poder estar por última vez con la única persona que me quería de verdad desde que nací. Hazel era la primera que me enseñó lo que era amor.

Salí corriendo a sus brazos. El abrazo que compartimos nos dejó sin aire a ambas y por un momento me emocioné por ello, Hazel no es de la chicas que les guste abrazar. Podía sentir lo fuerte que se volvió esta muestra de afecto. Quizás debimos hacer esto antes.

- ¿Qué haces aquí? - Me preguntó luego de separarnos.

- Me van a matar - Contesté pucherando.

- ¡No, si no me lo dices no me doy ni cuenta! - Chilló totalmente irónica.

Miré a nuestro alrededor. Esta nueva habitación estaba hecha de cristales templados, habían cámaras de seguridad por todas las esquinas, estaba bien iluminada y el ambiente era frívolo, como cuando dejás el aire acondicionado un buen rato por descuido.

La felicidad nos duró bien poco, una voz distorsionada se escuchó desde el exterior. Aquello parecía el maldito timbre de voz de un traficante ruso. Era oscura y sin sentimientos.

- Hola hermanas Jacobs. Se preguntarán qué hacen aquí. Pues es simplemente una misión para saber cuál de ustedes merece seguir con vida, porque sí, pequeñas, una de ustedes deberá morir. Y ustedes mismas serán quién lo decidan.

- ¿¡De qué carajos estás hablando!? - Gritó una prepotente Hazel.

Se escuchó una risa, una risa tan maquiavélica que logró congelar todos los huesos de mi cuerpo.

- Sin que ninguna se percatara les hemos colocado a cada una un cuchillo en su ropa. Uno de esos dos viene destinado para ser bañado con la sangre de su hermana, ustedes elegirán cuál. De verdad espero vuestra colaboración en este momento.

- ¿Y qué pasa si no cumplimos? - Ataqué a la defensiva.

- Ambas morirán. Nosotros nos encargaremos de eso - La forma tan seca que le hacía carecer de sentimientos, lo hizo parecer como un puto demonio. Por un momento recordé a Yoongi tratando conmigo, como si no se tratara de un humano.

- Pero qué... - Las palabras quedaron suspendidas en el aire.

- Empieza la cuenta regresiva. Díez...

Nos miramos entre nosotras. Cada una con una gran laguna mental y un gran pavor en las miradas.

- Nueve....

Hazel sacó el arma blanca del cinturón de su falda, el mío se hayaba en el bolsillo de mi pantalón.

- Ocho...

Mi vista cayó en el reflejo de mi rostro en el arma. En como la Hestia que me recibía estaba temblando, asustada. Esta Hestia no era una asesina. No era capaz de causarle ese daño a su hermana. No cuando ella era lo más preciado que en lo largo de mi vida había logrado conseguir.

Siento mucho Mark, Johnny, Jungkook, Yoongi, papá... siento mucho lo que voy a hacer.

- Siete...

Solo podía pensar en como esta sería la última vez para esta Hestia. Mis últimos momentos.

Como desearía poder decir...

Papá, siento mucho tener que partir en un momento como este. Perdón por no poder seguir. No fue mi decisión tirar la toalla.

Jungkook, no te preocupes por lo demás. Cuida a mi hermanita y darle amor por el doble. Quizás se muestre fría como el hielo, pero en las manos correctas se derrite. Gracias por esos cortos momentos de complicidad que tuvimos que nos acercaron, por esos horribles nombretes que nos pusimos para molestar a Yoongi y Hazel. Gracias por protegerme, tú no tienes la culpa de lo que ha pasado. No estaba en las manos de nadie.

Yoongi no soy fuerte, sí tengo miedos. Tengo un montón de miedos. En realidad son tantos, pero tantos, que lo más probable es que tus poderes no pudieron decidir cuál de todos mostrarte cuando me tocas. Y definitivamente eres mi crush, no solo porque tu físico es completamente acuerdo a mi tipo ideal, si no, por ser el único chico que no ha caído a mis pies sin importar cuanto me lo proponga. Siento no poder cumplir mi promesa y no ayudarte a deshacer de esos malignos poderes. El tiempo no fue suficiente.

Markie, de verdad espero que no te enfades. No llores, no te derrumbes por mí. En los días que comas ese helado de melón, no te deprimas, come y sonríe pensado en los buenos momentos. En esos momentos en que nos burlamos de la escasez de las neuronas de Johnny.

Johnny, quizás aparentes que no. Pero sé, porque te conozco mejor que nadie, que tú serás él que más sufra con mi partida. Que extrañarás a tu fiel compañera, esa tan fatal de la cabeza que es la única que comprende y acepta tus locuras. La única que es capaz de volverse tu cómplice.

Espero ser más que un simple recuerdo. Espero seguir viva para ustedes. Ahora mismo me pregunto si podré seguirlos como un fantasma, poder acompañarlos a esa última salida a comer helado que ya no se podrá. Reirme de la grandes tonterias de Johnny, ni de la ternura de Mark. Ustedes fueron los primeros mejor amigos que he tenido. Gracias por aceptarme tal como soy. Muchas gracias por mantenerse a mi lado.

Y Hazel. Oh, Dios, hermanita. En esta vida no tengo a nada más importante que tú. Claramente escogería tu vida antes de la mía, jamás podría hacerle daño a lo mejor que me ha pasado. Lo que más le agradezco a Dios es que me pusiera a tan grandiosa criatura a mi lado. Puede que seamos más diferentes que fuego u agua, pero sin dudas nacimos para completar a la otra. No pude disculparme nunca bien por las tonterías que he hecho y como quizás te he dañado. Soy un monstruo, justo como me dijo Aris. Soy una terrible criatura que nunca fue capaz de expresarte lo mucho que te quería. Ambas crecimos demasiado rápido, no me arrepiento de ello, solo de lo difícil que se volvió hablar contigo. La mayor parte, las veces te olvidaba por cosas banales. Ahora no hay cosa que más deseo que tener más tiempo para continuar a tu lado. Esta vida no es justa, y a pesar de eso, te seguiré queriendo en esta y en miles más. Te amo, hermana.

- Uno... - Salí de mi transe mental, porque sí, no me había percatado de que la cuenta seguía activa hasta ahora.

Volvimos a mirarnos, sola para descubrir que finalmente habíamos decidido lo mismo. Que en realidad no eramos tan diferentes como pensábamos. Que ni la situación dañaba lo mucho que nos queríamos. Que eramos hermanas.

Por eso, cuando nos desplomamos en el suelo, envuelvas del dolor, tristeza y amor mientras la mano de cada una sostenía el arma contra su propio estómago. Supe que ya era definitivo. Que la decisión transmutó a eterna.

Las ensangrentadas manos se entrelazaron. Los ojos lloraban. Y el futuro se había congelado.

Sin dudas hay que aprender que el tiempo no es eterno para nosotros. Que no tenemos todo el tiempo del mundo. Que debemos vivir como si fuésemos a morir mañana. Quizás, solo quizás, así lograremos mucho más.








Fin.

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Continuará.






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