«Bienvenidos a Leumas»
Él se lo merecía. Él me había traicionado. Es su culpa. Estaba bien hecho por mi parte. Siento la tibies del líquido rojo escurrir mis manos. Miró el cuerpo de esa persona que consideré un compañero de por vida cortado en pedazos. Todavía el orificio del disparo que hice y acabó con su vida estaba en su cabeza. Tenía la cara en una expresión terrorífica. Sonreía. Aún muerto se estaba burlando de mí. Le faltaban sus oscuros ojos porque con mis propias manos se los quite mientras aún estaba con vida. Las marcas de cada una de mis torturas estaban en cada pedazo de cuerpo. Él muy maldito nunca reveló nada por más que le proporcionaba dolor.
Me dolía el corazón. Por el motivo de su traición comencé a llorar. Él había sido la única persona en quién confiaba y había sido infiel. ¡Lo tenía bien merecido!. ¡Él se lo había buscado!.
No sentía remordimientos por lo que hice porque él se lo había merecido. Él me había traicionado. Es su culpa que este muerto. Estaba bien hecho por mí. ¿Entonces por qué estoy llorando?.
- ¡Cállense!. ¡Cállense!.
Risas. Diabólicas carcajadas en cada rincón. Las voces de mi cabeza comenzaron a ser un coro de risas que fue totalmente ensordecedor para mí. Llevé las manos a mi cara intentando callarlas, pero no obedecieron, solo conseguí cubrirme del líquido rojo. El pérfido olor de la sangre me asqueó y no tarde en vomitarme sobre mí mismo.
¿De qué se reían?.
Ellas habían sido las que me incitaron a mis acciones. ¡Yo había hecho lo que me pidieron!. ¡¿Por qué se están riendo de mí?!. ¡¿Por qué?!.
¿Qué está pasando conmigo?.
¿Estaba perdiendo el juicio?.
Antes que me surgiera algún otro padecimiento, metí cada parte del cuerpo en una maleta, lo escupí burlonamente porque él de una manera u otra había perdido contra mí. Él estaba muerto y yo vivo. La victoria era mía.
Limpie todo como hacen los pecadores con sus pecados y fui directamente al baño. Una parte de mí estaba gozosa por la victoria. ¡Había ganado!.
Cada paso que daba se hacía más dificultoso que el anterior. Cada fuerte pisada contra el suelo era la clara demostración de mi lucha brutal contra la vida. Yo iba a vencer. Nadie estaría por encima de mí y el estúpido que lo intentara acabaría como mi ex mejor amigo.
Todo el mundo tendría que estar a mi favor. Él que me desafiara, está de más decir que pasaría. Seré el todopoderoso. Mi nombre será exaltado como un dios por cada boca. Rogaran piedad y me temerán.
Una risa sínica escapó de mi boca viendo como el agua eximía mi pecado para tomarlo ella. ¿Yo había hecho lo mismo?. Yo había eximido todo lo que hicieron mis padres para tomarlo yo. Igual tendrían que hacer los que de mi siguieran. Esa era la regla. Era el legado de mi familia.
Alce las manos para mirarlas fijamente. Temblaban. ¿Hasta mi propio cuerpo tenía miedo de lo que conseguiría?. ¡Que se jodan!. Yo cumpliría mi objetivo por más que absolutamente todo intentara impedírmelo. Mi vida dependía de ello.
Cuando salí de la ducha me vestí con ropa negra, capucha, mascara, guantes y cualquier cosa que ayudara a esconder mi identidad. Iría a deshacerme del cuerpo. No podía dejar ninguna pista de mí. No podía permitir que me descubrieran y me detuvieran.
Agarré la maleta y la metí dentro del coche. Arranque. Salí de la casa a máxima velocidad confiado. Confiado porque mi arma estaba descansando en mi cinturón. Mi arma era una diosa que me seguía, una discípula amada. Ella sí me era fiel.
Las calles de Wardoon Ville de noche son silenciosas a un extremo de desquiciante. Por las noches nadie las recorría. Era como pasar por un cementerio de noche. Bueno, la ciudad en sí alberga más muertos en una parte específica que el mismísimo cementerio. A esa parte de la ciudad es a la que me dirijo. La parte que yo consideraba mi propio parque de juegos. El lugar donde yacían ocultos todos mis pecados.
A estas horas siempre había neblina, de hecho, cada vez que se ocultaba el sol, aparecía la neblina. Las farolas alumbraba la soledad espantosa con un toque tétrico. Esta noche no hacia ni viento. Los petrificados árboles faltantes de movimiento le daban un aire sombrío a todo como si se hubiera congelado el tiempo. Realmente la vida de cada individuo que se mudaba a esta villa, se le detenía el tiempo y la vida. Entrar a Wardoon Ville era entrar en un mundo diferente. Aquí nada era igual que en ningún otro lugar.
Esto era controlado por los raritos, ¿había que decir algo más?. Eso ya lo decía todo. Incluso los escasos normis que aquí habitaban no eran normales. ¿Qué persona normal conviviría con un raritos?. Tenía que faltarle unos cuantos tornillos para que eso pasara.
El ruido de una sirena detuvo mi viaje ancestral por mi mente. Por el retrovisor se asomaba un coche de policía. Me seguía y me estaba pisando los talones. ¿Por qué me seguía?. El conductor me hizo una seña para que me detuviera y lo hice. El policía bajó de su coche, pero antes de que llegara me quite los guantes, la capucha e la máscara. Me vería muy raro a sus ojos si estuviera así, ¿no?.
Con dos toques la ventanilla me hizo bajarla. El rostro de un hombre regordete como la bolita del mundo hizo acto presencia. Tenía la boca llena de azúcar como si hubiera estado comiendo antes de comenzar a perseguir mi coche y joderme la existencia.
- ¿Sabe qué iba a exceso de velocidad? – Inquirió.
No hay cosa que me moleste más que un simple patrullero se creyera tan importante. En primera si fuera tan importante no tuviera ese puesto, no le tocará estas horas y no acabaría de comer.
- Estoy apresurado, señor. ¿Podría darme la multa y listo?. De verdad necesito llegar rápido.
- ¿A dónde va?.
- A ver a un pariente.
- ¿Y toma dirección al bosque?.
- Es que fue de excursión y no ha vuelto. Puede que se haya perdido o le ataca un oso. Realmente estoy preocupado – Respondí con la mirada más preocupada que tenía.
- Habrá el maletero – Demandó. Mierda no cayó en mi trampa.
- Pero señor-
- Que lo habrá dije.
Su voz fue firme y segura. Tanto que su seguridad al entrometerse en mis asuntos logró despertar las voces de mi cabeza. «Mátalo, mátalo, mátalo» comenzaron a pedir justo como hace unas horas con mi amigo.
Antes de salir del coche ya había verificado que mi arma estuviera bien oculta y lista para matar. ¡¿Por qué no se callan?!. La cabeza me había comenzado a fallar con cada segundo que no cumplía las órdenes de lo que decían. Para cuando estuve frente del maletero, los nervios fluyeron e mis manos temblaron mientras lo abría.
El maletero dejó ver una simple maleta de gran tamaño. Él hombre frunció una ceja y no tardo en inspeccionarla desde fuera con su tacto.
- Ábrela – Ordenó.
- De verdad que estoy apresurado-
- No me haga repetirlo.
Mis manos tocaron el frío zíper mientras lo corría lentamente esperando que al hombre le diera un patatús y dejara de importunar. Pero nunca pasó.
- Haga lo que tenga que hacer – Solté hastiado cuando el contenido estuvo presentado.
- Mierda – Maldijo volteando tras verme seguidamente de la maleta – Lo siento mucho, espero que encuentre a su amigo. Perdón retrasarlo y por favor conduzca con la velocidad debida la próxima vez.
Asentí para conseguir que el hombre se fuera a su auto y se marchara. Serré la maleta llena de linternas, sogas y una pala. ¿Realmente creyeron que caería tan fácil?. Soy un experto en estas cosas por Dios.
Cuando subí al coche miré el asiento trasero con el maletín. Ahí sí se encontraba el cuerpo. Sonreí orgulloso cuando volví a conducir. Todavía me faltaba la parte más difícil que era deshacerse del cuerpo sin dejar rastro.
Aparqué el coche un copo más lejos de donde me dirigía, agarré la pala, una linterna y la maleta. Me acerqué al patio de mi cementerio personal e comencé a cavar. Pase horas esa noche haciendo la fosa del hondo perfecto para que ningún entrometido lo hallara. Fue bastante fácil e rápido a pesar del dificultoso estado de la tierra. ¿Por qué?. No era la primera vez que cavaba aquí para estas cosas.
- Adiós, socio – Solté junto a una sacudida de manos.
Antes de irme le di una mirada a la institución que yo consideraba mi parque de diversiones. Escasas luces eran las encendidas a esta hora. Eso fue algo melancólico porque aquí mismo fue donde conocía a mi ex mejor amigo.
De pronto las palabras vinieron a mi cabeza como la primera vez que fuimos recibidos aquí. Como si eso fuera lo más gracioso del mundo. Como si los años hubieran pasado por gusto.
- ¡Bienvenido a Leumas, querido Esther!.
*****
Con este capítulo doy con el inicio del misterio verdadero de esta historia.
¿Quién será el asesino?.
¿Qué secretos guardará Leumas?.
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