XXXI.Mi historia
Nerviosa, así es como me siento, y no sólo por la obra, mi nerviosismo ha aumentado debido a que esta noche le diré a Aron West lo que me sucedió cuando era niña, mi pasado, lo que también implica el por qué lo dibujé.
Mi cita con la doctora Mackenzie hoy ha sido un tanto extraña, porque me ha preguntado si Aron... Bueno, si él significa algo más que sólo un amigo. No me he planteado esa posibilidad, y tampoco es que no me haya interesado algún chico en el sentido romántico, porque incluso alguien como yo siente atracción por otra persona, pero, como podrán imaginarse, mis posibilidades de enamoramiento eran nulas, y además, queda el hecho que esos chicos jamás hubiesen entendido lo que le contaré a Aron, lo cual me lleva a otro cuestionamiento de mi psicóloga: ¿por qué creo que él sí me entenderá? Y de acuerdo con ella, no es sólo porque él entiende el sufrimiento en la medida en que yo lo hago, o porque sabe que la vida no es rosada. Mis conclusiones han llegado a que además de ese motivo, quiero contarle todo a Aron porque los mejores amigos saben muchas cosas del otro, porque Aron West me importa, y porque quiero que sepa lo que fui, aunque ahora, con las preguntas y planteamientos de sentimientos románticos de la doctora Mackenzie, me pregunto hasta qué punto Aron me importa, si fui capaz de darle a conocer el dibujo que hice después de una pesadilla, ¿él me importa de otra forma?
Me quedo quieta, y entonces mi cerebro reacciona.
Si Aron West me importa de otra manera, eso quiere decir que... Pero las cosas acerca del amor que pienso, yo...
Giro mi rostro hacia el espejo del baño del edificio de talleres, puesto que solicité permiso para entrar antes de comenzar con los preparativos de mi maquillaje.
—¿Sientes algo por Aron West? ¿Te estás... ¿ ¿Te estás enamorando de él? Es que, si me estoy enamorando... Tengo miedo.
«Amar no significa que los destruirás, significa que puedes ofrecerle a esa persona la pureza de tu corazón, que a quien elijas, cuidará de tu amor, y tú del suyo; porque amar no es destruir, amar es dar y recibir, estar en las buenas, en las malas y en las peores, amar es libertad» recuerdo las palabras de la doctora Mackenzie, recuerdo la cara de mamá, de papá, sus sonrisas, y... Aron.
—Si me estoy enamorando de ti, yo... Lo mejor será callarme, no te haré esto, Aron; puedes tener alguien mucho mejor —cierro los ojos e inhalo demasiado profundo. A continuación salgo del baño y me dirijo de nueva cuenta a la parte trasera del escenario donde todos siguen con los preparativos para sus personajes.
—Jane, casi creí que te habías escapado —dice Evelyn acercándose a mí para tomarme de un brazo y guiarme hacia mi silla. Niego con la cabeza y me siento. —Te verás genial, ya lo verás —asegura.
—Claro.
El proceso del maquillaje comienza, así como el vestuario, al final, cuando me veo en el espejo no me reconozco, por un momento pienso que no soy yo, y claro, no soy yo, soy Emily, pese a ello, no es sólo por el personaje, es que aún deseo poder ser otra, una chica diferente con los mismos padres, con George realmente como mi papá y a Elizabeth como mi madre biológica.
—Vamos, Jane, nos esperan —me indica Elizabeth.
. . .
Debo decir que cuando actúas en una obra con tantas personas mirando, no es sencillo, hay varios pares de ojos observándote, y es una ayuda que no actúes solo, pero, no hay ayuda cuando lo que protagoniza la escena es tu voz. En cuanto llega mi momento de cantar me siento demasiado nerviosa, sobre todo porque Aron West está mirando a pocos metros de mí, oculto del escenario, casi creo que me desmayaré, aunque al final termino por hacerlo y el acto se va rápido.
Y así como Aron me observa, yo lo hago con él cuando no debo estar a su lado en escena. Me percato que Aron irradia luz, porque el verlo como se desenvuelve en el escenario resulta fascinante, es casi hipnotizante, podría decir que puedo verlo por horas y no cansarme.
En conclusión, pienso que la obra no ha sido tan mala, y cuando por fin Evelyn da gracias por su presencia y se cierra el telón, me siento tan aliviada que quisiera saltar de alegría.
. . .
Cuando me miro en el espejo por tercera ocasión, caigo en cuenta que he vuelto a ser Jane, el mismo rostro de siempre, y que ya no soy la Emily que debía cantar hace unas horas, ahora, me debo preparar para contarle mi historia a Aron West.
—Hola, Jane —me dicen mis padres entrando en donde me encuentro.
—¿Estás lista para ir a casa, pequeña artista? —cuestiona mi madre, colocando sus manos sobre los costados de mis brazos.
—En realidad, yo... ¿puedo quedarme un poco más? Es que deseo hablar con Aron, por favor.
Se miran entre sí, y antes de que papá pueda decir algo, mamá es la que habla:
—Claro, Jane, puedes quedarte un poco más —asegura. —Estaremos charlando con Evelyn de lo maravillosa que estuvo la obra.
Asiento, y en el momento que ellos se disponen a marcharse, Aron West hace acto de presencia. Saluda a mis padres, se acerca a mí tomando asiento a mi lado, y me giro para poder mirarlo.
—Antes de poder decir cualquier cosa, quiero decirte que has estado increíble esta noche, de verdad Aron, tu actuación ha sido espectacular. Podrías ser actor.
—No gracias —dice riéndose —, yo no sirvo para esto, el tener todas esas miradas sobre ti, pendientes de si te equivocas o no, no son lo mío, disfruto más de escribir, aunque no le haya mostrado ningún escrito a nadie, nunca.
—Tendrás que perder ese miedo —comento. —Aunque, recuerda siempre esto: que no te importe que a algunas personas no les guste lo que escribes, porque habrá personas que sí les interesará, y sobre todas esas opiniones, lo importante es que te guste a ti, que te sientas satisfecho, y que también te exijas experimentar, crecer como escritor.
—En realidad sí me debe de importar lo que otros piensen porque si no les gusta lo que escribo, no venderé nada —asegura levantando ambas cejas, a lo que yo frunzo la comisura de mis labios, y él termina riendo. —Tranquila, es un intento de broma, te agradezco el consejo, son sabias palabras.
Sonrío.
—Aron —sus ojos azules chocan con los míos y nos miramos en silencio durante unos segundos, en los cuales siento algo extraño en mi pecho, tengo la sensación de perderme en sus ojos cual marea en altamar, sintiéndome una especie de náufrago, hasta que interrumpo la conexión. —Es momento de contarte lo que me ha atormentado durante mucho tiempo, de hacerte saber quién fui, lo que me hace ser quien ahora soy, hablarte sobre lo más noble que mis padres pudieron haber hecho por mí, lo que siguen haciendo y cómo llegué hasta aquí.
Mientras le cuento la historia, no logro descifrar lo que piensa, ni siquiera porque lo miro de vez en cuando a los ojos, cuya mirada denotan tristeza, asombro e incluso ganas de llorar en ciertas ocasiones, y cuya acción no la hace, así como yo tampoco, porque aunque es doloroso contar acto por acto lo que me hacían, lo que he sentido por mucho tiempo y de lo cual estoy tratando de deshacerme con la doctora Mackenzie, duele, y siempre dolerá.
Al terminar mi relato, me miro las palmas de mis manos, esperando que suceda algo, y sucede, Aron West se pone de pie colocándose frente a mí, mientras mi cabeza se eleva para poder mirarlo.
Me ofrece sus manos, de las cuales no dudo en tomarlas, y me hace levantarme, para que a continuación, me rodee con sus brazos y me proporcione un gran beso en la cabeza, cosa que me deja estupefacta.
—En el hospital, me dijiste que soy la persona más valiente que has conocido —me recuerda cuando me atrevo a mirarlo de nueva cuenta —, hoy, te puedo asegurar que no lo soy, porque ambos hemos sido valientes, Jane Hale, y te aseguro que tú también lo eres, así que ambos somos demasiado valientes.
No digo nada, simplemente asiento y vuelve a abrazarme. Igual que en el hospital, es extraño hacer esto, pero, se siente bien, demasiado bien, y desearía que este pequeño momento no se terminara nunca.
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