Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XIV.ARON PARTE II

Graham e Ivan esperan en el umbral pacientemente a Jane como dos bestias a punto de lanzarse a su presa, y cuando me ven a mí a unos metros detrás de ella sus ojos se abren más.

Puedo sentir el placer que les proporcionamos a ambos puesto que hoy tendrán a dos personas que molestar al mismo tiempo.

No les daré el gusto— susurro para mí mismo. Me acerco a Jane y al llegar a ella pongo una mano en su hombro, lo cual provoca que se sobresalte y gire su cabeza hacia mí.

—No tengas miedo. Vamos a entrar los dos juntos y no dejaremos que nos molesten. Esta vez no.

—No tengo miedo, sólo quiero que dejen de molestarme.

—Entonces vamos—le digo ofreciéndole mi mano. Ella la mira por unos segundos, pero no la toma. No sé ni siquiera por qué se la ofrecí y siento un gran alivio al ver que no la toma.

Vuelve su mirada hacia el frente y entonces comenzamos a avanzar juntos con pasos a la par.

A medida que avanzamos, Graham se endereza tratando de ser más alto de lo que ya es y por ende ser más intimidante.

«No vas a intimidarme, no lo vas hacer» me repito mentalmente con Jane a mi lado.

Cuando llegamos hasta la entrada tratamos de entrar al Instituto caminando lo más rápido posible, pero ellos nos frenan tomándonos de los hombros.

—¿A dónde van ratas de biblioteca? — cuestiona Ivan jalándome hasta los casilleros. Mi mochila amortigua el dolor, pero aun así los libros golpean contra mi espalda.

—No me digan que trataban de huir—habla Graham haciendo un gesto de ternura—. Aww, los dos raros intentaban huir juntos, eso es tan... estúpido. ¿De verdad piensan que se van a librar de nosotros? Aron, cada vez me sorprende más tu idiotez, no sé cómo piensas eso si por tanto tiempo me he divertido contigo.

—Deberíamos llevarlos lejos para interrogarlos ¿no? — le sugiere Ivan a su compañero. Éste accede y juntos nos arrastran fuera del Instituto a pesar de que nos oponemos. Ambos son más fuertes que nosotros y no hay esperanza de que vengan a salvarnos. Eso sólo ocurre en las novelas, en las películas donde sabes lo que ocurrirá a continuación. Es un cliché que no ocurrirá aquí.

Llegamos hasta el campus, cerca del otro edificio donde se toman los talleres y nos detenemos en un lugar solitario y donde nadie puede vernos.

Hasta el momento no me había fijado en las expresiones de Jane, pero ahora que lo hago noto que le dirige una mirada de odio y frustración al mismo a tiempo a Graham. Es como si estuviese observando de cerca a un depredador a punto de lanzarse contra su presa, sólo que en este caso ella es la presa y Graham el depredador.

Además, las manos de Jane se han tensado hasta tornarse en un puño y sus nudillos comienzan a ponerse blancos.

Está enojada, de eso no me cabe la menor duda, pero también sé que está asustada por lo que nos puedan hacer. En el fondo sé que Jane tiene miedo, aunque trate de ocultarlo.

—A ver, ¿con quién debería de comenzar? —habla el idiota de Graham. Saca una navaja del bolsillo de su pantalón y eso provoca que mi corazón se acelere. Sé lo que hará y me aterroriza. He estado mucho tiempo con Graham como para saber de lo que puede ser capaz, y créanme que es atemorizante lo que él puede llegar a hacer.

Da unos pasos hacia delante con Jane sosteniéndola de un brazo y se la entrega a Ivan. Posteriormente retroceden dos pasos hacia atrás y tomando el mango de la navaja con la mano izquierda pasa la punta de la misma por su dedo índice de la otra mano.

Sus pupilas parecen dilatadas, como las de un maniaco asesino. Debo admitir que siempre le he temido a Graham, e incluso cuando inició molestarme tenía pesadillas y no podía dormir pensando en que si cerraba los ojos él aparecería en ellos y seguiría atormentándome como ya lo hacia fuera de ellos.

Sólo que ahora, esta escena me recuerda a una de mis pesadillas más temidas y el desenlace dentro de ella es mejor no recordarlo porque temo que se vuelva realidad.

—Jane, Jane, Jane... Dime algo, si de ti dependiera de a quién de los dos les proporciono una pequeña marquita, ¿preferirías que te lo hiciera a ti, o a West?

Jane abre los ojos y puedo jurar que, a pesar de la distancia, sus pupilas se abren como las de un gato inquieto. Puedo asegurar que tiene miedo tanto como yo, y la entiendo. Quién no tendría miedo ante estos orangutanes cavernícolas.

Siento que la sangre recorre mi cuerpo como la lava de un volcán, lento, pero al mismo tiempo hirviendo, quitando todo lo que le estorba a su alrededor. La ira comienza a apoderarse de mí como un huracán, tan rápido como la luz y tan fuerte como la fuerza de un gigante. Sin saber exactamente cómo, abro los labios lentamente, pero ni Graham ni Ivan se percatan de ello porque están concentrados en Jane Hale.

—No. — La palabra sale de mi boca casi en un susurro, pero con la fuerza suficiente como para hacer que el sonido se propague hasta los oídos de Graham e Ivan, y con la suficiente firmeza para que determinen mi desaprobación.

Al escucharme hablar, la mandíbula de Graham se tensa como un roca y claro está que se encuentra molesto. Al decir que no, fue como desafiarlo, y ahora me doy cuenta de lo que he hecho, he desafiado al tipo más desgraciado que haya podido conocer, me he metido en la cueva del lobo como un idiota a sabiendas de que no soy más que un pequeño corderito al que ese terrible y despiadado lobo se va a devorar apenas voltee.

Sus ojos se centran en los míos cuando se gira, y su penetrante iris sólo provoca que me sienta pequeño, más pequeño que una hormiga. Ahora el lobo ha cambiado de presa, ahora la presa soy yo y no me irá nada bien.

—¿Qué fue lo que dijiste, West? — pide el lobo sin apartar la mirada de mí, y obviamente sin dejar de sujetar a la antigua presa.

He sido un idiota, lo sé, por defender a Jane yo me he metido en algo en lo que no debería estar implicado. Yo... Oh, vamos, ¿pero qué disparate estoy diciendo? Estoy pensando como un maldito cobarde y aunque lo he sido por mucho tiempo creo que... ¡Maldición! Ya no sé ni siquiera qué estoy pensando, en este momento mi cerebro no está funcionando como debería. Lo único que puedo pensar es que tengo dos opciones: a) corregir lo que he dicho y comportarme como un cobarde al retractarme o b) defender a Jane y dejar que esa dichosa marca me la haga a mí. Volver a sufrir lo que hace años me causó esa cicatriz en la sien y que cubro todos los días con mi cabello, ser por primera vez algo valiente. Y digo algo valiente porque la verdadera valentía sería que me enfrentara a Graham y le hiciera saber que no soy su juguete, que él no es mi dueño y que no puede seguir divirtiéndose a mi costa o a la de Jane. Al final me inclino por la segunda opción; no sé si es por valentía o por algo más, pero simplemente no puedo dejar que la lastime.

—Dije que... No— repito desviando la mirada hacia otro lado. —No le hagas eso Graham, a ella no... Por favor. Si quieres hacerle algo a alguien deberás hacérselo a mí, no a ella. Después de todo... Yo...—Esto último lo pienso demasiado, porque sé que al decirlo será el fin y ya no podré retractarme. Sin embargo, con tal de que Jane no sea lastimada, termino mintiendo. — Fui yo quien te delató con el director, no ella.

Jane me observa, lo sé, aunque tenga la mirada puesta en el suelo, debe estar tan sorprendida como yo con mis palabras, así como los idiotas que tenemos enfrente.

Cuando menos me lo espero ya tengo a Graham sujetándome de la barbilla con fuerza, obligándome a levantar el rostro y observarlo. La navaja que lleva en mano ahora está en mi mejilla y la frialdad del metal me eriza los bellos del brazo. Ivan es quien sujeta ahora a Jane y a mí me ha dejado para que me pueda sostener su amigo, pero sin que ella pueda escaparse.

—Vaya sorpresa, la rata de biblioteca se está revelando, eso sí que es nuevo. Pero lo más sorprendente es que te estás revelando desde que llegó la otra rata de biblioteca, tu querida amiguita, y eso realmente es tierno ¿sabes? —. Se muerde el labio y entrecierra los ojos apartando la navaja de mi rostro. Puedo observar en sus ojos que lo que está a punto de hacer no es nada relacionado con la navaja, es algo que será peor, y sobre todo doloroso.

—Ivan— lo llama girándose hacia su compañero—, ya sabes que hacer—. Dicho esto, sonríe maliciosamente antes de volver su rostro hasta mí, y sin previo aviso recibo un puñetazo en el estómago. De inmediato me inclino de dolor puesto que el golpe ha sido con mucha fuerza de por medio y me ha dejado sin aliento.

Ante esto se escucha un grito de parte de Jane, sólo que ese grito se ahoga a causa de Ivan, quien ha puesto su mano derecha sobre la boca de mi amiga para hacer que el sonido no salga más que como un leve susurro, para que nadie pueda escuchar.

El segundo golpe no se hace esperar y así continúan hasta hacerme caer en el suelo mientras que Jane observa todo. En este momento no importan demasiado los golpes que estoy recibiendo a pesar de que duelen como nada en el mundo, creo que lo que importa es que Jane observa todo mientras que Ivan le cubre la boca con tal de que no se escuchen sus gritos. Sólo que, después de un corto lapso de tiempo Jane deja de intentar gritar y de zafarse del agarre de Ivan; así que permanece quieta y sólo mira sin emitir sonido, se queda pasmada mientras me retuerzo en el suelo y la sangre emana de mi boca.

Ni siquiera intenta cerrar los ojos o lo que hubiera sido algo común entre las chicas— al menos en las chicas de las películas que he visto—: llorar. Jane Hale sólo mira, y yo sólo intento soportar cada golpe mientras que ruego porque se detenga para que ella deje de observar. Juro por Dios que es lo único que quiero, que ella deje de mirar.

. . .


—¿No vas a hablar? —Lleva minutos sin emitir palabra alguna, tan sólo está sentada en suelo observando a la nada. Está en una especie de transe, como si estuviese en otro mundo y eso comienza a asustarme.

Tal vez era porque después de los golpes que recibí quedé inconsciente y no sé exactamente lo que sucedió durante eso. Simplemente cuando desperté, Jane ya estaba así, sentada en suelo, abrazada a sus piernas y mirando hacia la nada sin emitir palabra alguna. Le pregunté si no se habían atrevido a dañarla, pero negó con la cabeza. La verdad no estaba completamente seguro de creerle o no, aunque no dijo nada más. Por más que he querido hacerla hablar, no puedo, es como si hubiese entrado en un estado de shock del cual se niega a salir.

Mientras tanto ya hemos perdido la mitad de las clases y no podemos irnos así. Bueno, pensándolo mejor creo que debemos irnos e inventar una excusa como un asalto. Jane en verdad me está asustando y no sé qué hacer para sacarla de esto.

—Tú y yo nos vamos al Instituto, ya veré como me creo una historia convincente—hablo tratando de acercarme a ella, sin embargo, cuando intento levantarla del suelo, ella aparta su brazo antes de si quiera poder tocarla y habla diciéndome un rotundo NO.

—Estoy bien— es lo único que dice antes de levantarse por ella misma. — Tienes que curarte esos golpes y... Debemos ir a clases o ellos... Ellos nos... Tenemos que irnos.

Sigue sin mirarme y no voltea, sólo toma su mochila y al darse media vuelta comienza a alejarse de ahí sin mirar atrás.

Después de esto no vuelvo a ver a Jane Hale ni siquiera en la hora del almuerzo. Cuando entro y me topo con un profesor, tengo que inventar que intentaron asaltarme tres tipos al bajar del autobús, pero al ver que no llevaba la gran cosa decidieron golpearme porque sí, a pesar de no oponer resistencia. Claro está que no iban a creerme si decía que me había resistido, era algo ilógico. Me creyeron y los convencí de no llamar a mis padres, pero prometí que al llegar a casa iría a la policía a denunciar a esos tipos. En cuanto a Jane, poco después de decir esto, sé que la han regañado después de decir que estaba conmigo. He tenido que decir que tuvo que salir corriendo porque se lo supliqué, porque querían hacerle daño, y si lo pienso, no es mentira, Graham e Ivan querían herirla y por fortuna no lo hicieron.

Las clases restantes transcurren más lentas que otros días, el día se hace insoportable por el dolor de los golpes, y pese a que en la enfermería me dieron un analgésico, el dolor es peor que cuchillos en mi cuerpo.

Hoy tengo que quedarme después de clases por el taller de música y aunque no quisiera hacerlo, lo haré, porque después de todo podré hablar con Jane y al fin preguntarle el porqué de su comportamiento después de la paliza que recibí por la mañana.

Cuando llego al otro lado del campus y entro al edificio, la profesora ya se encuentra con la clase y se alegra de verme ahí. Como era de esperarse, ella ya estaba enterada del supuesto asalto que sufrí.

—Vamos, Aron, toma asiento. No sabes lo feliz que me puse al saber que no te hicieron algo mayor independientemente de lo material.

—Gracias, Evelyn.

No decimos nada más, y aunque Evelyn intenta charlar conmigo, no se lo permito.

Al divisar a Jane al fondo de la habitación me dirijo al asiento vacío a su lado.

—Tú y yo debemos hablar después— le susurro para después sentarme.

Evelyn comienza con la clase y nos relata muchas cosas como siempre. Nos habla sobre los pintores, los cantantes, y lo que más me interesan son los escritores. Esa siempre es mi parte favorita, cuando se centra en los escritores y nos relata la vida de uno de ellos.

Después de una hora-—la cual se me ha hecho demasiada corta, teniendo en cuenta los recientes acontecimientos— decide hablarnos sobre la obra de teatro que representaremos en dos meses. No piensen que es la típica obra de Romeo y Julieta, no, esta vez es diferente, en esta ocasión la clase representará una obra totalmente diferente, será una historia sobre una familia disfuncional de la cual su hijo se suicida a causa del bullying que sufre en la escuela y los maltratos por parte de su padre.

Los protagonistas no seremos Jane y yo si eso es lo que piensas, yo seré un simple chico que dirá uno cuantos diálogos y ella igual, aquí no habrá clichés si eso es lo que crees.

Todos recibimos nuestros diálogos y Evelyn decidió comenzar de una vez con los ensayos. Por ahora todos leeríamos y poco a poco iremos dejando a un lado las hojas.

La primera escena que decidimos ensayar es sobre la familia disfuncional, Evelyn quiere ver cómo es que los protagonistas pueden actuar la escena de los golpes y todo tenemos que estar en un rincón observando. La verdad es que mis compañeros actúan muy bien y todos nos encontramos muy atentos a la escena.

Lo siguiente que sucede es totalmente extraño. Estoy observando la escena como todos los demás, cuando llega el momento de fingir los golpes hacia la esposa, Evelyn está más que atenta, como nuestra maestra debe ver cada detalle para corregir sus errores.

No sé en qué momento decido dejar de ver y me giro para observar a mí alrededor topándome con el rostro de Jane. Está observando como todos, pero a la vez lo hace diferente, su rostro está... No sé cómo explicarlo, pero parece que está sufriendo con la escena. Su rostro está más pálido de lo normal y se abraza a sí misma como intentándose proteger de algo. Estoy a punto de ir hacia ella cuando Joe está a punto de propiciarle un buen puñetazo a Sarah—lo cual es completamente falso— y Jane grita sin motivo aparente.

Al hacerlo todos nos giramos hacia ella consternados mientras que tiembla y parece tener sus ojos desorbitados.

—Jane, ¿te encuentras bien? — Le pregunta Evelyn al ver su comportamiento.

Ella no dice nada, se queda parada observando cómo los demás la vemos extrañados y hasta ese momento noto que su pecho sube y baja de una manera irregular e hiperventila. Agacha la cabeza y soltando el guion sale corriendo de ahí.

Todos en la habitación nos quedamos desconcertados por lo que acaba de suceder, todos nos preguntamos el por qué acaba de salir así, y yo sin saber de nuevo el por qué, salgo corriendo después de un rato detrás de ella.

En un principio no la encuentro, cuando salgo hacia el campus ya no está y no sé exactamente a dónde ir, pero de pronto veo la huella de sus zapatos y veo el camino hacia donde se condujo.

—Ay no— digo en voz baja antes de salir corriendo.

Corro pensando sólo en una cosa, que Jane Hale no vaya a hacer lo que pienso. Las ramas de los árboles me rasguñan cuando paso a su lado, y es que como mencioné anteriormente, no vivimos exactamente en La Gran Manzana, sino en una pequeña ciudad que conecta con Nueva York y en donde existe un pequeño bosque cerca del Instituto. Me llevo unos minutos corriendo y no encuentro a Jane. Creo que decir que el bosque es pequeño fue una gran equivocación.

Sigo corriendo hasta que, a los lejos, al final del acantilado que está a unos pocos metros, diviso una cabellera inconfundible llena de rizos y alborotada. Ella escucha mis pasos y de inmediato se gira hacia mí.

—No lo hagas, Jane, por favor, no lo hagas— es lo que sale de mis labios antes de acercarme más a ella.

—¿Hacer qué? No sabes lo que estoy pensando— se defiende girando su cabeza hacia el vacío y de vuelta hacia mí—. No sabes nada, Aron.

—No, sí lo sé, Jane; sé lo que estás pensando y te pido que no lo hagas.

Ella sigue mirándome, y por primera vez puedo verla con detalle, puedo observar cómo es Jane Hale.

Su cabellera es bastante extraña puesto que no tiene un color definido, es entre color negro y castaño claro, su piel es blanca, casi como lo nieve, pero sin exagerar, sus ojos son grandes y oscuros que están detrás de esos lentes; no es muy alta que digamos, así como tampoco demasiado delgada. Jane Hale no es la típica chica modelo delgada y con un buen cuerpo, Jane Hale es algo alta pero no demasiado y tiene algunos kilos de más, sin embargo, no está gorda, su cintura se marca tal y como es, pero sus mejillas parecen mejillas de un bebé. En cierto modo parece una niña, su rostro se ve más tierno y con eso no aparenta la edad que debe tener. Tiene muchos "defectos" en cuanto al lenguaje de una chica superficial y de un hombre igual.

Pero por primera vez me doy cuenta de que Jane no es bonita, en realidad creo que esa es la razón por la que todas y todos se burlan de ella, porque ella no es bonita, ella es... Hermosa.

—¿Y ahora por qué me miras así? —Cuestiona enfadada y lo cual me saca de mis locos pensamientos.

—Yo... Eso no importa, sólo aléjate de ahí, no lo hagas— respondo evadiendo el porqué de un momento otro he pasado de querer hacerla desistir a hacer algo, a verla y darme cuenta de que es hermosa.

—No sabes nada—repite con firmeza—. No sabes lo que estoy pensando, tú no sabes nada de mí.

—Te equivocas, sí sé lo que estás pensando, lo puedo ver en tus ojos, esa idea que se te cruza por la mente muchas veces se pasó por la mía. Sé lo que estás pensando porque yo... Yo intenté suicidarme.



































Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro