VII. Arte y música
A través de la música cada ser humano expresa lo que siente. Son las notas y la melodía lo que te envuelve y te hace sentir lo que el intérprete te quiere transmitir.
Eso es lo que siempre he pensado de la música. La música siempre me ha gustado, y sobre todo la música tranquila, la clásica. No esa que tiene sólo ruido, como el rock and roll o toda aquella música pesada.
El taller de música era una opción viable a escoger, pero en verdad que no quiero tener que pasar más tiempo en el Instituto; sólo que estoy obligada a hacerlo.
Cuando George me dijo que tal vez ya no tendría opción al escoger, no sabía exactamente a qué se refería, pero vaya que me llevé una gran sorpresa. La preparatoria Huntsville tiene una estricta regla que todos los alumnos están obligados a cumplir: todos debemos escoger un taller para cumplir con horas extras, todos sin excepción. Lo que no sabía era que tienes hasta cierto tiempo para escoger, si no lo haces dentro del límite de horas, entonces ellos eligen por ti y no puede haber cambios.
Eso fue lo que me pasó. El Instituto escogió por mí, y me metió en el taller de arte y música. Ahora me tenía que dirigir obligatoriamente a esa clase extra.
Hasta el momento nadie me ha llamado para presentarme en la oficina del director, lo cual es una excelente noticia.
Debo admitir que sacarme de esa horrible clase no fue tan malo, pero me llevé una gran sorpresa, y es que ver a Aron West fumando escondido en la escuela es algo que te deja anonadado. Jamás creí eso de él. Se ve tan... No lo sé.
Ahora entiendo esa frase de "Las apariencias engañan", pero también aplica eso de "No juzgues a un libro por su portada" y por mucho que me haya sorprendido ver a Aron así, jamás podría juzgarlo. Yo menos que nadie.
Ahora bien, por obvias razones sé perfectamente que tendré que tocar algún instrumento o actuar algo dentro de ese taller, o incluso pintar o qué se yo. Cuando se habla de arte y música, esos dos conceptos engloban muchas cosas. Lo que no sé es qué clase de compañeros tontos me tocarán.
Voy por mi papeleta para poder ingresar al taller y me dirijo al otro lado del Instituto, hacia el otro edificio.
Tengo que caminar aproximadamente diez metros y pasar por un puente del cual debajo se encuentra un lago asqueroso para poder llegar.
Creo que cuando vas a ingresar a un lugar nuevo te pones a pensar en miles de ideas del cómo será ese lugar, el color que tendrá, las personas que habrá, cómo te sentirás y miles de miles de ideas más. Lo cierto es que la mayoría de veces no aciertas. Te terminas dando una sorpresa.
Eso siempre me pasa a mí.
El edificio de talleres no se parece en nada a como me lo imaginaba.
En primer lugar, en un enorme edificio victoriano-medieval gris, con columnas que hacen que parezca un castillo.
Al entrar lo primero que veo es una pared repleta de cuadros de arte, llenas aquí y allá, por todo el pasillo.
Me adentro más en el edificio y pregunto por el taller correspondiente.
Aquí como en el edificio de clases, hay una señora que atiende la entrada y te da informes sobre cada taller.
Me ha entregado un folleto que da la información pertinente respecto a mi taller y en donde se me informa que se me será impartido tres veces a la semana durante cuatro horas.
—Tienes que entrar y registrarte en su lista. Al término de cada clase tienes que pasar aquí de nuevo para registrar tu hora de salida a través de tu huella y en esta máquina—saca de la parte de abajo de su pupitre un aparato y me pide que ingrese mi huella.
No sé qué pueda esperarme, y siendo honesta, no quiero tener expectativas.
. . .
Esta clase no está muy llena que digamos.
Cuando cruzo la puerta que me separa de lo que será mi nuevo lugar de entretenimiento después de clases, me hago a la idea de que tal vez no sea tan malo. Si tienen algún piano pediré aprender a tocarlo, o incluso un violín o una guitarra. Tal vez hasta cree mi propia música.
Eso no estaría tan mal. Sería algo bueno.
Además, por lo que puedo ver no tengo ningún compañero de mis clases.
O eso pensé.
Cuando ingreso nadie se me queda viendo como en las clases o el autobús. Nadie se detiene a hacer sus actividades, al contrario, todos siguen con lo suyo y eso me hace sentir muy bien.
Me pongo a recorrer la habitación con la mirada y voy descubriendo cada detalle del salón.
La habitación es mucho más grande de lo que me hubiese imaginado; es un cuarto muy amplio que cuenta con un escenario profesional— como los que se ven en las películas durante las funciones de teatro— sillas bajo ese escenario, una amplia sección con varios asientos de cuero donde los integrantes forman círculos y practican sus diferentes actividades.
Hay muchos instrumentos geniales, que van desde guitarras eléctricas hasta flautas, una batería y demás instrumentos.
Pero lo que realmente me fascina es un hermoso piano de cola escondido en un pequeño rincón del escenario.
Me quedo embobada al ver ese piano. Jamás había visto uno en persona y ni siquiera me di cuenta de que caminé hasta llegar a él.
Es realmente hermoso.
De pronto me imagino detrás de ese piano, sentada y tocando una bella melodía.
Si pudiera hacer eso, juro que por primera vez dejaría que Elizabeth me comprara un vestido. Sólo con tal de tocar ese piano.
—Así que. ¿me estás siguiendo?
Una voz hace que me sobresalte y voltee hacia la persona que me ha hablado.
Vaya sorpresa la que me llevo al ver a Aron de nuevo
—¿Qué? — le digo frunciendo el ceño.
—Sí. ¿Me estás siguiendo? —. Repite cruzándose de brazos.
—No. En absoluto.
—¿Entonces qué diablos haces aquí?
«Bien, esto ya me fastidió»
—Qué te importa, Aron.
Lo dejo con la palabra en la boca y paso a su lado empujándolo un poco.
Escucho pasos detrás de mí y sé que viene hacia mí.
Tal vez quiera seguir hablando o tal vez quiera otra cosa, pero nunca podré saberlo porque alguien entra y todos toman asiento y se ordenan en un círculo de sillas.
Imito a los otros y tomo asiento junto a un chico castaño y delgado.
La mujer que acaba de entrar es bajita y de piel oscura. Lleva un bello cabello rizado recogido en una coleta alta y usa lentes. Sus ojos son color avellano claro y realmente la hace lucir bella.
Algo me dice que ella es diferente a todas las personas idiotas que he conocido.
Me cae bien.
—Bueno días adolescentes hormonales. Espero que su día de clases no haya sido tan malo como otros días, pero si es así, tengan por seguro que aquí se la pasarán de maravilla— dice con una amplia sonrisa en el rostro. Sus dientes están perfectamente alineados y son muy blancos y brillantes. Eso le da una luz muy linda a su rostro.
Recorre la mirada a sus alumnos y cuando nota algo inusual regresa su vista a mí.
—Pero... Wow. Creo que tenemos una nueva alumna. Querida, sí tú preciosa. Por qué no te presentas con los demás.
Niego con la cabeza.
—Vamos, hermosa—dice levantándose de su asiento. — Dinos tu nombre y por qué escogiste este taller. Será un gusto escucharlo cariño.
Veo que no tengo alternativa y que por primera vez veo curiosidad en los ojos de otras personas en saber mi nombre.
Decido levantarme de la silla y presentarme.
—Ahh... Me llamo Jane Hale. Y... Yo no decidí venir aquí.
—Ah, ¿no? — pregunta curiosa.
—En realidad no. Tenía que escoger un taller y como no lo hice, la escuela lo escogió por mí.
—Eso quiere decir que no quieres estar aquí.
—No, pero...
—Por tu mirada me imagino que algo llamó tu atención. ¿No es así?
Asiento.
—¿Y qué fue linda?
—Su piano.
—Así que te gusta tocar el piano.
—Sí, pero no sé tocarlo. Me gustaría.
—Qué bueno que la escuela decidió meterte aquí. Aquí te enseñaré a tocar cualquier instrumento y también a actuar. Aquí hacemos muchas obras y las presentamos a la escuela.
«No, no quiero actuar»
—Y déjame avisarte que todos participan en las obras.
Voy a espetar, pero ella me interrumpe antes de hacerlo.
—Bueno, es un placer conocerte, Jane Hale. Yo soy Evelyn y seré tu profesora. Bienvenida a este taller de Arte y Música. Te esperan grandes experiencias con nosotros.
Mientras Evelyn dice eso, diviso a Aron entre los alumnos y veo sus expresiones de disgusto.
Cruza los brazos y alza una ceja mientras se sienta recargando su espalda en el asiento.
La clase da comienzo y lo primero que me hace hacer Evelyn es repasar junto con los demás las notas musicales, y posteriormente nos habla sobre un famoso pintor.
No enseña varias pinturas que hizo en la época en que vivió y nos habla sobre su significado.
Para ella significa muchas cosas, así como para los demás tiene un significado.
Para mí, el arte implica muchas cosas; creo que incluso las líneas deformes tienen un significado, porque plasman los sentimientos del autor. Nadie sabe si esa línea fue hecha con odio, tristeza, o al menos no a simple vista. El arte tienes que verlo con detalle, ver más allá, porque como se dice en Eleanor y Park «El arte no tiene que verse bonito, tiene que hacerte sentir algo»
Y así se van las cuatro horas de ese taller que debo cumplir obligatoriamente.
No ha sido tan mal como lo pensé. En cierta forma fue lindo y agradable.
Mientras recojo mi mochila y unas copias que nos ha dado Evelyn para contestar de tarea, ella nos da un anuncio.
—Recuerden que ha llegado el momento de hacer nuestra primera obra del año y en la siguiente clase lo debatiremos para elegir qué obra haremos.
Es todo por hoy chicos, que descansen y tengan un buen día.
—Gracias— responden todos al unísono.
Los demás van saliendo uno por uno y yo me acerco para que me firme el papel que me dieron.
Evelyn se despide de mí y me dirijo hacia la señora de la entrada para poder firmar mi salida.
Justo cuando lo hago me encuentro con Aron en la salida.
—Que coincidencia que te hayan puesto en el taller de Arte y Música ¿no? Estamos juntos.
Lo miro sin darle importancia a lo que me dice hasta que dice algo inesperado.
—Yo hice los separadores— susurra en mi oído y después se va. Me deja ahí parada en la entrada mientras él se aleja.
Al principio no reacciono, pero cuando ya va lo suficientemente lejos mi cerebro capta el mensaje.
«Aron sí hizo los separadores. Sólo que... ¿Por qué diablos me los dio y por qué me lo dice ahora?»
Genial, ahora además de compartir clases y un taller, le debo unos separadores a Aron. ¿Qué más le terminaré debiendo o en qué más coincidiré con él?
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