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◈ Epílogo

Comencé a ordenar algunas prendas de ropa, asegurándome de que se quedaran bien estiradas y no hubieran arrugas. Me había costado mucho lograr que mi tienda surgiera, por lo que ponía esfuerzo incluso en los detalles más pequeños y que pudieran parecer insignificantes. De todas formas, era lo único que tenía y lo que me ayudaba mantener mi mente ocupada para no tener pensamientos que de seguro solo me hubieran dejado postrada en una cama si los dejaba dominar lo cabeza.

La soledad se había vuelto mi amiga, sin importar que tuviera más gente a mi alrededor, siempre había un vacío; una nostalgia que se había vuelto permanente y me acompañaba a todos lados. En lo alto de una montaña o en la costa al lado del mar, al final en todas partes estaba sola.

La campanilla sobre la puerta me indicó que había llegado un cliente. Había días buenos y malos, pero siempre tenía la esperanza de que podría hacerlo bien, por lo que me preparé mentalmente para poner una sonrisa y atender bien.

—Buenos días. ¿En qué le puedo ayudar?

Cuando me giré, pude sentir cómo mi corazón comenzó a latir con mucha fuerza, casi lo podía sentir golpear contra mi pecho. Pum, pum, pum. No recordaba hace mucho sentir que latía de tal forma.

—Un gusto, señorita Sunbin. ¿De casualidad tendrá un traje que me quede bien?

—¡Jungkook!

Aquel pequeño chico que había conocido en el orfanato, ya no tenía nada de pequeño, pues estaba hecho todo un hombre. Sin embargo, sus ojitos brillantes seguían delatándolo como la primera vez que lo había visto. Nadie en el mundo podía tener una constelación tan bonita en el iris de los ojos, tan solo él tenía esa característica especial.

Estaba alto, más fuerte, más grande y de igual forma me produjo una ternura indescriptible como si se hubiera tratado de aquel pequeño al cual le ataba los cordones de los zapatitos.

Corrí hacia él para darle un abrazo. Poco me importó dejar tiradas algunas telas. No lo veía hace mucho, tan solo quería tocarlo y ver que era real. Necesitaba que fuera real, incluso si una parte de mí ya había aceptado que no lo volvería a ver por los rumbos que cada uno había tomado. Aunque, muy en el fondo, deseaba que nos toparamos en alguna oportunidad a lo largo de la vida.

Después de todo, éramos hermanos. Siempre algo nos iba a terminar uniendo.

—No pensé que me extrañarías tanto... Bueno, en realidad miento, siempre estuve deseando que nunca me olvidaras. Soy un hermanito egoísta, ¿no?

Su voz, totalmente cambiada, me produjo una extraña sensación. Era un poco difícil creer que él era el chico que en algún momento había cargado en mi espalda. Había crecido bastante, tanto que probablemente en su lugar él podía cargarme a mí sin ningún problema.

Se veía tan lindo, y su sonrisa me hizo sentir genuinamente feliz.

—¿Cómo te olvidaría? Fuiste la primera persona en el mundo que demostró cariño sincero... —sentí mis ojos de a poco llenarse de lágrimas. Sus brazos me rodearon y por un momento me sentí nuevamente con quince años.

—Pienso exactamente lo mismo. Pero no llores. Sé que te alegra mucho verme, peero te tengo una sorpresa que de seguro te va a encantar más. Después nos podemos poner al día, ahora... —su cuerpo se giró hacia la puerta de entrada— ¡Ya puedes pasar!

Como si mi corazón no hubiera estado lo suficiente agitado, de repente una nueva figura ingresó a mi pequeña tienda. Y, aunque me había dicho que no llorara, fue completamente inevitable. Mis ojos prácticamente se volvieron cascadas, tanto que ver se volvió difícil.

Él estaba frente a mí. ¿Cómo era posible?

Ni siquiera pude hablar. En comparación al chico pequeño que pensé que no vería más pero que estaba en algún lugar del mundo, aquella figura frente a mí era alguien que realmente pensé que no vería nunca más a no ser que fuera cuando muriera.

¿Acaso estaba alucinando?

Sequé mis lágrimas como pude para verlo mejor. Su rostro tenía una cicatriz bastante visible, pero se seguía viendo igual de guapo que la última vez que lo había visto.

—No pensé que te dejaría sin palabras... Aunque tú sí me estás dejando sin ellas. Estás hermosa, y tu cabello está precioso. Sabía que tenerlo largo te quedaba estupendo.

Me quedé congelada aun después de escuchar su voz. Un suave empujón me ayudó para salir de ese estado de shock. Pero seguí pensando que estaba alucinando, no había otra explicación coherente que me dijera qué era lo que estaba ocurriendo.

—Vamos, anda a darle un abrazo y un beso. Se nota a kilómetros que los dos lo quieren. Por mi parte, me iré a dar una vuelta para que hablen tranquilos.

Caminó hacia la salida dejándole unas suaves palmadas en el hombro a su sorpresa. Cuando se fue, quedamos sumergidos en un denso silencio. La situación era surrealista, no podía entender cómo estaba ahí. Tenía muchas preguntas y ni siquiera sabía por dónde empezar.

¿Qué había sido de él? ¿Cuándo se había encontrado con Jungkook?

—Con Jungkook acordamos que él es Kook y yo soy Jung —comentó rozando con sus dedos una tela que estaba a su lado—. Ese chiquillo se ha portado muy bien conmigo, le debo demasiado. Aunque él tan solo dijo que se daba por pagado si venía hasta aquí con él.

—Pero... ¿Cómo es que estás aquí? Pensé que... pensé que estabas muerto.

Un doloroso nudo en mi pecho me obligó a llevar una de mis manos hasta allí. Sentí que mi mente me estaba jugando una mala pasada o que su fantasma me estaba acechando. Yo misma le había visto caer por un acantilado y lo había buscado una y otra vez sin importar que en algún momento pensé en que ya me estaba volviendo loca por no hallar ninguna señal.

El mar se lo había tragado, todos me habían dicho lo mismo una y otra vez. Y yo, a pesar de que me había negado a creer en ello, lo había aceptado al ver mis esperanzas cada vez más hechas añicos por no tener ninguna pista de que el siguiera vivo.

—Kook me encontró para traerme hasta ti. Sinceramente creo que fue un milagro, no tengo otra explicación para lo que pasó. No sé cómo cómo sobreviví a las rocas y olas o en qué estado habré estado luego de caer, tampoco sé cómo es que llegué hasta él, pero aquí estoy. Escuché que cada uno eligió seguir su propio camino y que la última vez que se vieron fue antes de que Kook se fuera a estudiar al extranjero —sus ojos estaban igual de brillantes que los míos. Me observó con esa intensidad característica de él—. Tú te quedaste aquí, ¿sabes si ese hombre... murió?

Sí, ese hombre hace mucho ya había desaparecido de la faz de la tierra, pero por un momento pensé en qué palabras usar para darle la noticia. Si bien no era completamente de su agrado ni tampoco del mío, la noticia no dejaba de ser fuerte.

Era un hecho, había muerto al caer por el acantilado. El impacto y no saber nadar lo habían llevado a su fin.

—Al principio no hallamos el cuerpo de ninguno... Pero a los días apareció el de él. No corrió la misma suerte que tú y ningún milagro lo salvó —pude ver cómo su mirada se apagó un poco, pero no lo permitió por mucho—. La forma en que murió fue trágica, pero los dos sabemos que de alguna manera se lo buscó. Hasta el final quiso hacernos daño siendo que solo éramos unos niños. Él perdió el último tornillo que le quedaba para estar cuerdo.

—Lo sé. Ese hombre nunca me quiso y  claramente estaba enfermo. Ahora debe estar pagando sus pecados que nunca pago en vida.

—Sí...

Nuevamente guardamos silencio. Estar viviendo la situación en la que estábamos era difícil, mucho más luego del supuesto final que habíamos tenido.

Divagando en mi mente pensé en que tendría una charla con aquel pequeño no tan pequeño. ¿De dónde había sacado aquello de un beso? Con Jung nunca habíamos hecho algo así en presencia de alguien, mucho menos en presencia de él, ¿o es que acaso alguna vez nos habia visto? Supuse que en serio había sido una locura adolescente pensar en que no había notado todo lo que había pasado si hasta me había ayudado a buscarlo.

—Disculpa si te molesta lo que te voy a preguntar, pero... ¿Estás comprometida? ¿Te casaste? Es que veo que tienes una bonita sortija en tu dedo.

Por inercia llevé mi mirada hacia mi dedo y rápidamente me saqué el anillo.

Una mezcla de emociones me invadió, siendo la predominante la vergüenza. Aunque ya era una mujer hecha y derecha, no pude evitar avergonzarme por una cosa tan simple como un objeto que decoraba mi dedo.

—Nada de eso. Solo lo llevo porque así me ahorro que algunos hombres molesten... —aclaré rápidamente—. Les digo que estoy casada y es como si, por arte de magia, dejara de interesarles. Ser una mujer soltera a esta edad sigue siendo difícil, aunque con los años pensé que dejarían de insistir.

—En parte no los culpo, como dije antes, sigues siendo igual de bella —dio unos cuantos pasos hacia mí y me puse nerviosa por ello—. Lo que ellos no saben, es que tu corazón es igual o incluso más bello —hizo una pequeña pausa—. Parece que los golpes con las rocas me volvieron cursi y yo que pensé que había quedado sin secuelas mayores.

—Creo que en realidad siempre lo fuiste, solo que lo ocultabas muy bien.

Llevé una mano hacia su pecho, el corazón le estaba latiendo rapidísimo. Aprovechando la cercanía, me atreví a llevar mi otra mano hacia la cicatriz en su rostro. No quise ni imaginar lo que le había pasado para tenerla. ¿Sería posible que tuviera más repartidas por su cuerpo? Solo esperaba que de ser así, ninguna le provocara dolor.

Ya mucho había sufrido en el pasado. Tan solo esperaba que, en caso de tener marcas, estas se sintieran como recuerdos muy lejanos.

Él sonrió ante el tacto de mi piel en su mejilla, incluso todavía teniendo sus ojos con lágrimas a punto de surgir. La ternura en su mirada me provocó miles de sensaciones bonitas. Si mi hermano me causaba ternura con su mirada, el hombre frente a mí solo demostraba la ternura que le causaba el verme; una ternura casi infantil, como si de repente fuera el centro de su mundo.

Sus ojos realmente parecían bañarse en miel cuando me veía.

—Te extrañé mucho, Sun. Todos los días pedía para volver a verte aunque fuera en mis sueños porque me sentía tan vacío. No sabes cuánto me dolió estar sin ti, la falta que me hiciste. Era como si me hubieran arrancando una parte del corazón...

—También te extrañé demasiado... Casi todos los días fui a dejar flores en la cima del acantilado con la esperanza de que estarías allí, pero cada vez que no te veía, sentí que mi corazón se estaba rompiendo de a poco. Al final dejé de ir porque me estaba haciendo mal. Pensar que estabas muerto me dolía en el alma. Pensé... Pensé que no podría seguir sin ti y muchas veces me quise rendir. Llegué a pensar que la vida no tenía sentido si no podía vivirla contigo.

No sé cómo lo hizo, tampoco porqué no me resistí aunque todavía tenía mis sentimientos revueltos. Pero, de un momento a otro, sus labios estaban envolviendo los míos. Tomó mi rostro con cuidado, sus manos estaban tibias y se sintió reconfortante. Cerré mis ojos de forma automática, sintiendo cómo lágrimas se deslizaban por mis mejillas y por las de él.

Por un momento solo fuimos nosotros dos.

No había nada más en el mundo.

Tampoco nadie más.

Solo él y yo.

Nuestros labios se rozaron suavemente al principio, como si ambos tuviéramos miedo de romper al otro, pero pronto el beso se volvió más apasionado y nuestros cuerpos se acercaron aún más mientras nos perdimos en el éxtasis del momento. Al separarnos, nos miraramos a los ojos con una mezcla de confusión y alegría, sabiendo que aquel momento definitivamente marcaría el comienzo de algo nuevo.

Era como si nos hubiéramos besado con unos extraños, aunque en el fondo nos conocíamos demasiado bien como etiquetarnos de esa forma. Podíamos haber estado separados físicamente por años, pero nuestros corazones habían seguido juntos intentando completar el del otro.

—Nunca pensé que terminaríamos así solo porque me dijiste que mi falda estaba manchada —susurré, solo esperando un nuevo roce de labios.

Todos los momentos que compartimos invadieron mi mente, incluso los más lejanos estando en ese hogar que ya había desaparecido hace bastante tiempo.

—Bueno, me ayudaste y mis ojos dejaron de estar tapados. Ahora solo te pueden ver a ti —la profundidad de su mirada me absorbió por completo. La dulzura inocente se mezclaba con el deseo adulto— Me enamoré viendo la chica tan luchadora que eras, y ahora me he vuelto a enamorar viendo la mujer que eres. Por más que el mundo te botó, siempre te levantaste para seguir, y aquí estás, tan linda que me dan ganas de llorar.

—Me dijiste que el mundo era difícil y malo... solo tuve que aprender a afrontarlo, aunque a veces a la mala. ¿Pero sabes? Al final no todo es tan terrible. También hay personas buenas como Jungkook... Como tú.

Él asintió para luego rozar nuevamente sus labios con los míos. Me sentí soñar, no podía pedir nada más. Tenerlo ahí, tan cerca, tan real... De alguna forma, todo lo que nos rodeaba adquirió más color y las nubes grises se comenzaron a dispersar. Suspiré, entregándome por completo a él y a sus labios que parecían de miel.

Sus pulgares acariciaron mis mejillas y fue deslizando sus manos hasta mi cintura. Lejos de sentir miedo o incomodidad, sentí una emoción extraña al verlo buscar algo más, algo que al parecer, yo también estaba buscando, ya que cuando menos me di cuenta, puse mis brazos alrededor de su cuello para impedir que me soltara y se alejara.

Lo quería cerca.

Lo necesitaba.

Un quejido de su parte logró hacer que sintiera una especie de retorcijón en mi estómago. Me alejó un poco, lo suficiente para volver a verme a los ojos, pero sin soltarme. Por mi parte, solo quise seguir pegada a su boca, sintiendo como su cálido aliento y sus suaves labios lograban hacer que mi sangre corriera por mis venas como si se tratase de un tren a toda velocidad.

—Vamos con calma, no hay prisa, ¿si? —Asentí sin apartar mi mirada de sus ojos— Y lo siento, tuve que preguntar si lo querías antes de solo lanzarme. Creo que los golpes me volvieron más bruto.

Solté una pequeña risa. Sus mejillas estaban coloradas. Pareció un chico observando a su primer amor, tal vez en el fondo mi pensamiento no estaba tan alejado de la realidad.

De todas formas, mi corazón estaba gritando que él era mi primer amor.

—¿Por qué lo sientes? Creo que ya obtuviste mi respuesta sin necesidad de palabras.

Su sonrisa coqueta en respuesta a mis palabras fue un disparo a mi corazón. Sentí como mi cuerpo tembló ligeramente, verlo frente a mí, tan cerca... Solo lo creía posible en mis mejores sueños.

Pero era real, él estaba ahí viéndome con total devoción y yo también estaba ahí, deseando con todas mis fuerzas que nunca más se fuera de mi lado.

—Parece que el tiempo te volvió más atrevida. Me gusta esta faceta también —sus manos en mi cintura estaban ardiendo. Mi atención estaba puesta ahí y en su mirada—. Por cierto, ¿dónde se habrá ido ese chiquillo? De seguro fue a buscar a Yoonah...

—¿A Yoonah? ¿La Yoonah que conozco?

Jung asintió con una sonrisa boba en sus labios. Al parecer sabía algo de lo que yo no estaba al tanto.

—Sí. Quedó flechado por ella desde hace bastante. Cada vez que podía, me contó que intentaba seguirle el rastro, y claro que lo apoyé con su enamoramiento. ¿Cómo no lo iba a hacer cuando yo nunca me rendí con volver a verte? Además, hay cosas que no les podía contar a su hermana, tan solo me tocó hacerle de mentor... Que por cierto, podríamos ponernos al día un poco más, al menos por un ratito para darle tiempo a ver si la encuentra.

Sus palabras me obligaron a besarlo de nuevo. Simplemente fue por instinto y porque surgió desde lo más profundo de mi ser. Tenía razón en que no había que apresurar las cosas, pues ya éramos completamente libres de hacer lo que queríamos debido a que ya no había nadie que se interpusiera, pero de igual forma no pude evitar arriesgarme.

Fui más osada. Me aproveché de su estado de sorpresa y lo besé con intensidad. La niña que ni siquiera había dado la mano estaba muy lejos, en ese momento solo estaba una mujer deseando obtener un poco más del hombre que amaba.

Nos sumergimos tanto en ello, que ni siquiera nos percatamos del sonido de la puerta siendo abierta.

—Eh... Les iba a pedir ayuda, pero creo que interrumpo. Mejor vuelvo más tarde y por mientras sigo solo.

Jungkook pequeño, quien ya no era para nada pequeño, apareció de nuevo en la tiendita. Jung me abrazó con fuerza, escondiendo mi rostro rojo para que no me viera hasta que se calmara un poco. Si antes no nos había visto besándonos, definitivamente ahí sí lo había visto bastante bien.

Habría que haber sido muy tonto para no darse cuenta.

—Espera, no te vayas. Debo ir a buscar algo. Quédate con Sun y pónganse al día como corresponde. Algo de tiempo de calidad entre familia.

Antes de irse, dejó un pequeño beso en mi cabeza. En ese instante toda la vergüenza que no había sentido, me invadió de una vez. Limpié mi rostro y observé como se marchó, quedando sola con Kook.

—¿Debería hacer alguna escena de celos de hermano menor o algo así?

Su sonrisa juguetona fue igual a la de un niño que está a punto de hacer una travesura. Se sentó en un banco que estaba vacío y yo me acerqué, por fin levantando las telas que había dejado tiradas en el piso.

—Esa debería ser yo. ¿Por qué nunca me enteré de que te gustaba Yoonah?

Su expresión cambió rápidamente. Solito se delató sobre sus sentimientos, los cuales se veían tan claros como agua cristalina.

—Qué fea la traición de Jung. Y yo que lo traje hasta ti sin importar todo lo que me costó encontrar el momento adecuado para su reencuentro.

—Con Yoonah nos juntamos con frecuencia. No creo que te haya costado tanto tomando en cuenta que, por lo visto, le sigues bastante bien el rastro.

Se puso de pie, con sus mejillas bien rojas. Fue un niño pequeño por completo, el mismo niño al que le había ayudado con sus zapatos y había arropado para que se quedara dormido.

—Bueno, es mi primer amor. Mi primer amor real. Tú y Jung se pueden besuquear tranquilos mientras yo sigo con mis asuntos.

Hasta sus respuestas habían cambiado. Realmente había crecido demasiado. El cambio de estaciones no había sido en vano y los años habían hecho lo suyo.

Y sonreí feliz.

Luego de tantas cosas malas, otra vez podía estar junto a aquellas personas que lograban que mi corazón estuviera lleno de amor y tranquilidad.

—Espero que ahora sepas ocupar bien tus zapatos. A Yoonah le gustan los hombres, no los niñitos.

—Ya tengo más de dieciocho —replicó—. Claro que sé ocuparlos como todo un hombre maduro. Por cierto, ¿te puedo decir un secreto?

—Claro.

Se acercó a mí con cierta maldad juguetona tiñendo su mirada. Entre manos de traía algo que el destello de sus ojos lo indicaba.

—Jung fue a por un anillo para ti. Hazte la sorprendida incluso si no te gusta mucho, el pobre no tiene muy buen gusto en esas cosas, pero se esfuerza mucho.

Negué aguantando una sonrisa por sus palabras.

Por mucho tiempo había pensando que tenía una buena vida a pesar del abandono de mis padres y posterior abandono de mi tía. Llegar a vivir al orfanato había sido una de las mejores cosas que me habían sucedido y, sin duda, disfruté en muchas oportunidades.

Sin embargo, luego descubrí que tras las paredes había un mundo totalmente diferente, con sus cosas buenas y sus cosas malas. Lloré más de lo que hubiera querido, y muchas veces pensé en todo lo que había tenido que luchar para mantener mi falda blanca. Había momentos en que todo había sido muy duro y me costó entender que mis ojos habían estado tapados por mucho tiempo, pero por fin podía dejar todo eso en el pasado.

Era libre, no había mucho más que explicar.

—Creo que le tendré que contar a Yoonah todas esas cosas vergonzosas que sé sobre ti...

—No me preocupo. Yo también sé algunas cosas que le podría decir a Jung.

Definitivamente todo la malo había sido una pesadilla de la cual podía despertar. Ya podía ser feliz dejando enterrados todos esos fantasmas que alguna vez me habían atormentado.

—Lamento decirte que no tengo nada de miedo por tu tierna amenaza. Jung ya conoce mis lados más vergonzosos.

Él había sido el primero en ver mi falda manchada.

Y definitivamente también sería el último.

—Ya veremos. Uy, parece que por ahí viene. ¿Esto tiene una salida por detrás o algo así? Los quiero mucho, pero no quiero estar presente para cuando se pongan acaramelados.

—Toma, aquí está la llave y algo de dinero para que compres un pastel para celebrar.

—Ya estoy oliendo la boda de mi preciosa hermana mayor —me molestó guardando el dinero en su bolsillo—. Por cierto, en verdad estoy muy feliz por ustedes. Espero que puedan retomar su romance que quedó en pausa. Y antes de que se me olvidé... Va a haber una cena en casa, por si quieres venir. Mamá y papá prometieron que no van a hacer ningún escándalo, pues Jung está más que aceptado en la familia.

Solté una risa por su ocurrencia.

De seguro lo retomaríamos desde donde lo habíamos dejado, aunque todavía teníamos mucho de lo que hablar.

Ya no éramos unos niños, pero por lo visto el amor seguía intacto.

—¿Y Kook? —observé hacia los lados viendo que ya se había marchado.

—Por ahí debe andar ese chiquillo. De seguro siguió en su búsqueda.

Jung sonrió, cerrando la puerta detrás de sí. Su semblante nervioso me removió el corazón con mucha ternura.

—E-en ese caso. ¿Tienes unos minutos para mí?

Asentí sin dudarlo. Para él tenía toda la vida.

Fin


16/12/24

Ya solo quedan las curiosidades 🙈

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