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◈ 23

❝Planta marchita❞

Sostuve el collar entre mis dedos con fuerza durante toda la noche. Las cosas habían quedado incómodas entre nosotros y para cuando desperté, luego de haber estado mucho tiempo intentando conciliar el sueño, Jungkook ya se había marchado.

No había hecho ruido, ni siquiera lo había sentido.

Observé su cama hecha sin hallar ningún rastro de él. Las mantas estaban frías, dejándome en claro que se había marchado ya hace un rato. No lo culpaba por su actuar, había arruinado todo el día anterior, seguramente había sido el peor cumpleaños y todo por mis acciones. Me sentí inmensamente triste al ver que estaba sola cuando recién estaba empezando el día. Ya me había acostumbrado a su presencia, a desayunar juntos y luego marcharnos a trabajar.

Saqué ropa para ponerme sin tener mucho ánimo. ¿Qué podía hacer para solucionar las cosas? No me iba a ir de su lado, eso era seguro. No estaba dispuesta a irme por mucho que las cosas estuvieran mal. Se me ocurrió que podría hacer algo delicioso para cenar, al menos de esa forma podría ganar su estómago para que cambiara su idea sobre que lo mejor era separarnos.

Tras comer algo, ordené todo y salí del lugar dejando bien cerrada la puerta principal. Nunca me iba a dejar de sorprender que tuviéramos un lugar tan bonito, de seguro hasta para los vecinos era llamativo.

—Buenos días —saludé a dos señoras que me encontré en el camino hacia la tiendita de la señora Kim. Iba a ver si la podía ayudar en algo, pues necesitaba tener mi cabeza ocupada en algo más.

Al llegar, ya tenía abierto. Era una mujer muy esforzada y lo demostraba con su tienda. Sin importar que fueran días buenos o malos, siempre tenía abierto. Y lo entendía, aunque cayera un poco, era mejor que cayera a que no cayera nada.

Cuando me vio entrar, me dio una tierna sonrisa. Después de Jungkook grande, era una de las personas que más veía y agradecía que fuera amable conmigo. En mi situación, llevarme bien con alguien más me dejaba más tranquila.

—¡Sunbin! Qué bueno que llegas. Tengo que ir a buscar unas hierbas y algo de mercancía, ¿crees que te podrías quedar un rato cuidando el lugar?

Su pregunta me sorprendió. Yo era más de los mandados, no de una responsabilidad tan grande como lo era el encargarme del lugar.

—Si quiere puedo ir a buscar las hierbas... Cuidar del lugar es más difícil.

Además, tampoco es que fuéramos de total confianza. ¿Cómo me podía dejar a cargo corriendo el riesgo de que pudiera robarle o algo similar? Claro que no lo iba a hacer, pero era una posibilidad.

—No te preocupes, hija. A esta hora no hay mucho movimiento y cada cosa tiene su precio —su tono fue bastante dulce—. Por lo demás... Siempre hago un inventario de lo que tengo. Además, eres una buena chica, así que no me preocupa que te quedes a cargo, sé que no harás nada malo. Puedes quedarte bordando, hay mucho tiempo libre.

Qué confiara en mí me hizo sentir halagada, pero también pensé en que tal vez tenía prisa en ir y por lo mismo no tenía mucho tiempo para convencerme, así que al final terminé aceptando. Me senté en una vieja silla viendo cómo se marchaba, quedando así solo en compañía de un montón de pequeñas plantas y hierbas medicinales.

Por un momento pensé en preguntarle sobre Jungkook y el collar, pero opté por buscar los materiales necesarios para bordar algo. Después de todo, tras vender los bordados ella ganaba al no tener que trabajar más y yo recibía un par de monedas. Las dos salíamos ganando.

Bordé por largos minutos. La señora Kim tenía razón en que no había mucho movimiento a esa hora. Personas pasaban por fuera de la tienda, pero nadie entraba. Fue tranquilo, demasiado tranquilo para ser una mañana luego de una tan agitada.

Observé un pequeño reloj colgado en una de las paredes. Los minutos se habían transformado en una hora, pero gracias al bordado no había sentido que había sido mucho tiempo.

Me levanté para estirar las piernas luego de haber estado tanto rato sentada en la misma posición. Fue justo en ese momento que la puerta fue abierta y vi a la señora Kim con unas cajas.

—Sunbin, ayúdame con esto, por favor.

Me acerqué, dejando los bordados a un lado, y tomé las cajas para dejarlas en la pequeña bodega que había en el fondo de la tiendita. Conocía el lugar bastante bien, ya que un par de veces había ido a guardar alguno de los bordados y una que otra cosa. El contenido de las cajas no era excesivamente pesado, pero sí que me pareció que había sido una buena compra.

Acomodé todo lo mejor que pude, dejando las cajas más grande en el piso y unas más pequeñas en unas repisas que se encontraban vacías. La señora Kim me había dicho que el orden no era lo más importante, lo que sí lo era, era asegurarse de que nada se fuera a romper o dañar.

Sentí los pasos de la señora Kim detrás de mí, dejó una caja pequeña mientras yo me aseguraba de que nada se pudiera caer.

—Voy a buscar una caja más grande. Por mientras acomoda bien y haz un espacio para dejarla.

—Está bien. Vaya con cuidado.

Tomé la caja más grande que había traído y la dejé sobre unas cajas que estaban bien reforzadas. Si algo de mi orden no le gustaba, luego lo podía cambiar a su antojo.

Nuevamente sentí los pasos detrás de mí, y me giré para preguntarle sobre unas figuritas que había visto mientras ordenaba. Sin embargo, mi duda quedó en el aire y mi sangre se congeló al ver que no se trataba de ella.

—Vaya, mira a quién tenemos aquí.

Por poco me tropecé al dar unos pasos hacia atrás. En mis planes no había estado el volver a verlo, por lo mismo no había pensado en que vería otra vez esos ojos que habían quedado grabados en mi mente.

—No te me acerques.

El corazón me estaba latiendo muy rápido. Miré a mi alrededor buscando algo para defenderme y rápidamente encontré una tijera con la cual la señora Kim cortaba los tallos de algunas plantas. No era muy puntiaguda, pero se veía como una buena opción para defensa propia.

—¿Por qué tan agresiva? ¿No ves que tengo mis manos ocupadas? ¿Acaso te doy tanto miedo?

Dirigí mi vista hacia sus manos que sostenían la caja, esas malditas manos que me habían tocado y me habían provocado miles de pesadillas. ¿Qué hacía ahí? ¿Cómo iba a escapar? La bodega era un lugar cerrado, solo con un acceso y justamente él lo estaba tapando con su gran cuerpo. En mi mente solo podía escuchar maldiciones, mis pensamientos estaban enredados pensando en qué hacer.

Caminó hacia mí para dejar la caja en el piso, justo donde había hecho un espacio. Sentí que en cualquier momento iba a vomitar por el solo hecho de tenerlo tan cerca.

—¿Por qué tan callada? Hasta donde sé, la última vez que nos vimos podías hablar perfectamente —cuando se puso de pie, fui más consciente de la diferencia de altura que teníamos—. Ya sé, ¿quieres seguir donde quedamos? No pensaba que te vería aquí... Tiene que ser el destino.

—No te me acerques —volví a repetir. Sentí que en cualquier momento mi voz ya no se iba a escuchar.

¿Y si nos encerraba y no podía gritar o pedir ayuda? Jungkook no estaba conmigo para defenderme y mi cuerpo no quería reaccionar. ¿Por qué no podía salir corriendo? Lo único que quería era escapar de ahí y no volver a ver su horrible rostro. La mano con la que sostenía la tijera me comenzó a temblar, él al notarlo se rio como si fuera algo gracioso.

—Cortaste tu cabello... Es una lástima con lo bonito que era.

Sentí un nudo en el estómago cuando vi como su mano iba hacia mi cuello para luego tocar los cortos mechones. Solo en ese momento reaccioné y le di en la mano con la tijera. Soltó un quejido y agarró mi cabello de la nuca para tirarlo y como resultado le mirara a los ojos.

—Te estás ganando que termine lo que no pude.

El nudo subió por toda mi garganta hasta que sentí que finalmente podía vomitarle encima cuando puso su otra mano sobre mi cintura. Era asqueroso, sus manos, sus ojos... Todo en él era completamente repugnante.

Mierda. No quería sentir otra vez cómo tocaba mi cuerpo.

Reuní fuerzas, no sé de dónde, pero tomé su mano y enterré mis uñas tan fuerte que sentí que le había perforado la piel. Antes de que me pudiera hacer algo más, le di en el estómago con el mango de la tijera y lo empujé sobre una de las cajas, teniendo en mente la puerta para marcharme de ahí.

En cualquier momento me iba a desmayar, y no iba a permitir debilitarme y quedar vulnerable frente a él.

—Maldita zorra.

Cuando se puso de pie, le tiré la tijera sin importar dónde caía y salí a paso rápido, lo suficiente para pasar a llevar algún objeto que se estrelló en el piso. La señora Kim apareció en la entrada viendo el desastre, pero no pude hacer nada para solucionarlo. Él estaba detrás. No tenía tiempo para detenerme.

—¿Sunbin, qué pasa?

—D-discúlpeme. No me siento bien —el corazón se me iba a salir del pecho.

Estaba asustada.

Demasiado asustada.

—Si quieres le puedo decir a mi nieto que te acompañe. Estás muy pálida...

—¡No! No se preocupe —me observó sorprendida por mi respuesta—. Lamento no poder ayudarla... Le dejé unos bordados listos. Y-ya me voy.

Mi cabeza se desconectó y dejé de escucharla. Más bien, dejé de escuchar todo a mi alrededor. Solo quería ir a casa. Necesitaba ir a casa. Mi respiración era inestable, mis piernas en cualquier momento iban a ceder.

¿Por qué justo había aparecido? Ya tenía suficiente con lo de Jungkook, mi mente no iba a soportar otro problema, mi cuerpo ya no estaba soportando.

Llegué a casa como pude, y entre tropezones subí la escalera. No me importó nada más y me comencé a sacar la ropa. Me sentía asquerosa... Tan sucia como si me hubiera revolcado por el piso. Sentí que me estaba ahogando en mi respiración y quedé de rodillas en el piso.

Esos ojos oscuros y sin compasión.

Esas manos llenas de suciedad.

Terminé vomitando sobre la ropa que me había sacado y, totalmente superada, me eché a llorar. ¿Qué estaba pasando? ¿Cómo era posible que verlo me afectara tanto? ¿La noche anterior me había dejado tan mal?

Me sentí como una flor marchita tirada ahí de rodillas en el piso. Había perdido el color. Todo se veía negro, opaco... Me sentí totalmente apagada.

Mis sollozos eran tan fuertes que no sentí cuando la puerta principal fue abierta. No podía dejar de llorar, en mi pecho sentía una vacío enorme y un asco no solo por el mundo, sino que también por mí misma. Por más que me repetía que no era mi culpa... Mi cabeza no quería entender. Haber cambiado mi apariencia no había servido de nada. Todo el esfuerzo no había servido de nada.

—¡Sunbin!

Di un brinco en mi lugar por el susto. Con mis ojos llorosos apenas pude distinguir de quién se trataba. Me arrastré hacia atrás para que no estuviera cerca de mí.

No tenía fuerza para defenderme, el cuerpo realmente no me daba para ello.

—No te me acerques... —mi voz salió apenas— Aléjate.

—¿Qué pasó? ¿P-por qué estás así? No, no, no... Tu ropa está toda en el piso y la puerta estaba abierta. Mierda. ¿Qué está pasando? No me asustes, Sun.

Sun. Aquel apodo me tranquilizó un poco.

Sentí como una suave tela me cubrió aunque mis pies quedaron descubiertos. No sabía cómo sentirme, ni siquiera entendí qué era lo que estaba sintiendo. Tenía miedo, pero a la vez deseé un fuerte abrazo que me dijera que todo iba a estar bien. Sin embargo, no quería que nadie más me tocara. Mi cuerpo estaba sucio, tan solo haberlo tenido cerca me había ensuciado.

—Soy Jungkook, Sun. Soy Joohyuk. Vivo aquí contigo, somos...

—Lo sé. Claro que sé quién eres.

Limpié mis lágrimas como pude y me enderecé. Estaba en casa, no había necesidad de alejarlo. ¿Por qué tenía que alejarlo cuando la noche anterior le había rogado que se quedara conmigo? No podía seguir así, no podía seguir lejos de él cuando sentía que en cualquier momento iba a dejar de saber quién era yo misma.

Incluso estando sucia, me lancé a él buscando algo. Sentir aunque fuera la mínima pizca de una sensación positiva, pero en lugar de eso, pude sentir como nuevas lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos.

—¿Qué pasó?  —volvió a preguntar con más delicadeza, más despacio, más tierno.

Él apareció.

—¿Quién apareció? ¿Jungkook? ¿Mi padre?

Negué contra su pecho. No había forma de que estuviera así por alguno de ellos dos.

—Chansung.

Aunque anteriormente no había recordado su nombre, en ese momento de forma automática se escapó entre mis labios. Se sintió amargo, casi como veneno. Me aferré a su ropa con fuerza, quería estar lo más lejos posible de esos recuerdos.

Hubo un largo silencio por su parte. Fue incómodo gracias a mis sollozos que no podía detener. Era como si el tiempo estuviera estancado en el peor momento que podía vivir alguien.

—¿Qué te hizo? ¿Acaso él te... violó? —Su voz se rompió al final. Pude sentir cómo su cuerpo tembló— Lo voy a ir a buscar. Sabía que no tenía que dejarlo ir tan fácil. Hijo de puta... Maldito hijo de puta...

Hizo el intento de ponerse de pie, pero lo detuve.

—No lo hizo. N-no lo hizo —me aferré tan fuerte a él que tiré de sus ropas.

—Es que no entiendo... ¿Por qué estás así entonces? ¿Qué te hizo, Sunbin? No me mientas, por favor. Dime, te lo ruego, ¿qué te hizo ese enfermo?

—E-estaba donde la señora Kim... En  la bodega... Estaba ordenado y apareció —mis ideas estaban dispersas. Me estaba costando trabajo ordenarlas—. Me tomó del cabello y me acorraló, pero no hizo nada... M-me defendí con una tijera. L-le di un golpe y escapé... Dijo que vendría por mí... Qué terminaría lo que empezó. Él es capaz, Jungkook, lo vi en sus ojos... Fue igual que esa vez, é-él no se arrepiente de nada, pero estoy bien. Voy a estar bien.

Jungkook me abrazó fuerte, pero a la vez con mucho cuidado. Por un momento me hizo sentir que no estaba sucia, pero la sensación no duró mucho, porque en el fondo tenía claro que sí lo estaba, e iba mucho más allá de la suciedad que se podía ver a simple vista.

—Lo siento tanto, Sun. Soy un imbécil... Te intento cuidar, pero no me resulta. No sé qué hacer... Quiero ir a molerlo a golpes para que nunca más pueda acercarse a ti, pero no quiero dejarte sola ni que tengas más problemas. ¿Qué hacemos? ¿Nos separamos? ¿Seguimos juntos? No sé. Mierda. Realmente no sé. No quiero alejarme de ti, pero no quiero seguir dañandote por estar conmigo.

Sentí rabia hacia él. Una rabia que había dejado muy guardada en mi interior.

Cada vez que discutíamos y se enojaba conmigo, me pasaba algo malo. ¿Qué iba a pasar si discutíamos nuevamente? ¿Cómo iba a terminar? Aunque pensara en ello, no lo podía odiar, no cuando me había dado la oportunidad de conocer más allá de esas paredes blancas, y mucho menos cuando me había regalado momentos tan lindos.

—N-no digas más. Solo abrázame, por favor. Solo abrázame...

Hasta la planta más marchita podía volver a florecer, ¿no? Deseé con todas mis fuerzas que así fuera.

●▬▬▬▬14/02/24▬▬▬▬●

Perdonen que sea todo tan fuerte y triste, pero es necesario para el desarrollo de los personajes 😭

Si son personas sensibles avísenme, que a veces siento que me voy a exceder y prefiero tener precauciones.

Por cierto, invoco a: liloystihs salyoof  Emi_mimi_bonito95 Valecandy_2018 fer_army613 Jeon-Jenis Lamento la tardanza, pero estaba arreglando detalles y viendo bien el rumbo que va a tomar la historia

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