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◈ 21

Ojos de miel

—Uf, Jungkook, no aguanto más... —apreté los ojos sintiendo otra punzada de molestia—. Me duele la espalda. Ya llevamos mucho rato haciendo esto.

—Vamos, solo aguanta un poco más —una boba sonrisa se instaló en su rostro. Parecía divertido con mi situación y posición—. Has hecho cosas peores, esto no es nada.

Para él era fácil decir eso cuando estaba arriba solo clavando, pero era yo quien recibía todo el peso. ¿Cuánto llevamos? Probablemente más de veinte minutos, y si bien al principio no me había quejado, con el pasar de los minutos mis extremidades ya se estaban resintiendo. Sostener tablas de madera no era fácil, pero se me hacía mucho más fácil que tener que clavarlas al techo cuando mis habilidades con el martillo no eran las mejores.

Incluso así, sentía que en cualquier momento mis brazos iban a terminar de ceder por el peso. Pero tenía que ser firme, de alguna forma teníamos que ganar un par de monedas y reparar casas era algo accesible que podíamos realizar sin mayor problemas, lo único malo era que tras varios días haciendo eso mis brazos parecía cada vez perder más fuerza.

Dio un último golpe que por poco me hizo temblar por completo, pero finalmente pude liberar mis brazos sintiéndome libre por ya no tener que cargar con el peso.

—¿Viste que podías? Eres un chica con buena resistencia.

Mis mejillas estaban rojas por el esfuerzo que había hecho. Peiné mi cabello hacia atrás sintiéndome acalorada. Hacía calor y trabajar solo lograba que sintieras más calor. Desabotoné los primeros dos botones de mi camisa para sentir un poco la suave brisa que se creaba a ratos.

—Voy a dormir como un tronco, aunque antes debo terminar unos bordados. La señora Kim dijo que la venta estaba yendo bien, así que es probable que me dé un par de monedas extra si logro entregarle los bordados antes del viernes.

La señora Kim era la mujer a la cual le había comprado las hierbas medicinales para que Jungkook se curara. De ese momento ya habían pasado un poco más de tres semanas y desde ahí no había pasado nada muy interesante. Habíamos prometido ir a visitar al pequeño Jungkook, pero no habíamos hecho nada de eso. Tan solo nos estábamos dedicando a trabajar y de paso conocer mejor el pueblo.

Tras ver a Padre había caído enferma durante tres días, y estaba pensando seriamente en si solo su presencia era suficientemente para tener tan mal suerte. Por lo menos había alcanzado a preparar las infusiones para Jungkook y de esa forma se había encontrado mejor cuando mi ánimo fue decayendo. Le había comentado por encima lo que había sucedido ese día, pero hasta el momento no habíamos tenido una charla apropiada para hablar con claridad sobre lo que haríamos de ahí en adelante.

Los ojos de Jungkook se posaron en mi piel que había quedado descubierta al abrir mi camisa. Lo comprendí por su expresión de extrañeza que no se hizo esperar.

—¿Y el collar?

Él no sabía que lo había intercambiado por medicina para curarlo. No se lo había querido decir por temor a que las cosas se pusieran raras entre nosotros. Estaba haciendo lo posible por reunir dinero para poder recuperarla, la señora Kim no era una mala mujer, pero era difícil persuadirla para que me la devolviera. Había prometido que cuidaría del objeto con mi vida, pero lo había puesto en primer lugar a él por sobre todo.

—Lo guardé para que no le pase nada. Últimamente estamos haciendo tantas cosas que temí que se pudiera dañar o se me perdiera. Después de todo, era de tu madre.

Por un pequeño momento pareció que dudaría de mis palabras, pero por lo visto creyó todo, a le menos eso me transmitió su amable sonrisa. Nuestra relación parecía estar bien más allá de ese pequeño secreto que le tenía guardado. Nuestro lazo se había estrechado al solo tenernos el uno al otro y no quería perderlo.

—Gracias por ser tan preocupada, Sun. Te queda muy bonito, así que sería una lástima que le pasara algo.

—Así es —para cambiar de tema empecé a ordenar los materiales que habíamos utilizado—. ¿Quieres algo de comer en especial? Yo muero por tomar algo, además también quiero tomar un baño. Estoy toda sudada por trabajar.

—Supongo que por eso dicen que el trabajo cuesta... Pero lo estás haciendo bien. Sé que es duro y cansador, aún así estás dando tu mejor esfuerzo y eso es muy admirable.

—Lo estamos haciendo bien los dos. Si estuviera sola no sé si podría seguir como lo estoy haciendo ahora. Ahora vámonos, la abuela de la casa azul tiene un mueble malo, me prometió que nos daría algo de fruta de sus árboles si la ayudabamos con eso.

Emprendimos nuestra marcha para ir a la casa color mar. Nuestros pasos eran lo único que se escuchaba en el suelo que a ratos parecía llenarse con más polvo. El pueblo estaba tranquilo como todos los días, era curioso que después de días tan agitados las cosas estuvieran tan tranquilas. Mi corazón sentía que en cualquier momento iba a pasar algo que iba a perturbar aquella tranquilidad. Incluso el agua más tranquila se podía comenzar a mover con la más mínima brisa, y estaba segura de que nuestra situación no estaba tan alejada de esa realidad.

No sabíamos nada de padre y el hogar, tampoco de Jungkook pequeño o de la mujer que tenía que estar junto a él, si hasta incluso no nos habíamos topado con nadie de quienes había conocido en el lado más gris del pueblo. Y por un lado estaba agradecida de llevar una aparente vida normal y tranquila, pero en el fondo constantemente seguía esa incertidumbre de que algo malo iba a ocurrir.

El cielo tan bonito del atardecer lograba aliviar un poco el pesar de mi corazón, pero cuando la noche caía por completo era inevitable que miles de pensamientos se instalaran en mi cabeza. A veces pensaba en que lo correcto era seguir con nuestras búsquedas sin importar que eso significara tener que abandonar el pacífico existir, pero otros días solo quería rendirme y ser una pueblerina más que ganaba dinero con el sudor producto de las largas jornadas bajo el sol abrazador. Mi compañero de aventuras parecía estar dispuesto a cualquier cosa, pero si de algo estaba segura, era de que el cariño por esa mujer podía ir más allá de cualquier ilusión pasajera.

Y mi rol era el de ser esa ilusión.

Sabía que Jungkook era amable conmigo y me cuidaba como nadie más, pero eso al final del día no iba a cambiar su meta por lo cuál había iniciado todo. Aquella mujer podía destronar mi presencia tan solo con su simple mención, y eso era algo que no iba a cambiar nunca. Jungkook estaba lo suficiente encariñado como para dejarla ir de forma tan fácil. Claramente no se iba a rendir solo por compartir momentos conmigo, que al final de todo, solo era una sustituta de ese afecto maternal del pasado.

—Hoy nos hicimos una buena cantidad. Puede que mañana solo sea necesario que salga a trabajar yo —su espalda era la imagen más clara que vi mientras escuchaba su voz.

Mis ojos regresaron a los bordados que tenía esparcidos por mi cama. No podía distraerme, tenía que entregar un trabajo prolijo si quería lograr mi objetivo, y estar viéndolo podía terminar con mi dedo ensangrentado o con hilos chuecos.

—No me molesta quedarme en casa, pero creo que siempre es mejor que los dos aportemos. Puedo ir al mercado a limpiar o a la estación de tren para ayudar a las personas con sus valijas.

—Pobre tu espalda, Sunbin. Deberías aprovechar de descansar un poco.

—Bueno, es que en casa tampoco se descansa mucho, Jungkook —me atreví a elevar mi vista dejando de lado por un momento el bordado—. En casa también se limpia, se lava, se hace la comida... Un montón de cosas y no se recibe dinero por eso, en cambio afuera por lo menos puedo traer un par de verduras y unas cuantas monedas.

Se dio la vuelta para mirarme, en su rostro había una sonrisa y sus ojos parecían bañados en miel. ¿Cómo podía tener una faceta tan dulce cuando a la vez podía ser un cubo de hielo al que parecía no importarle nada? Siempre me iba a sorprender conocer esas dos caras de él.

—Te concedo la razón, pero no me gusta que te tengas que exigir tanto. Si fuera por mí... haría todo lo que pudiera para que no tuvieras que estar haciendo esto.

—Incluso si estuviera en tus manos, creo que me molestaría si no me dejaras hacer nada. ¿En qué me entretendría? Si algo aprendí de los cuentos de las princesas que estaban encerradas entre cuatro paredes, es que sus vidas no tenían ni una gama de color y eran totalmente aburridas.

—Ya está pareciendo discusión de matrimonio —soltó una risa—. Pero que conste en que intenté ofrecerte otra opción y sigue en pie siempre que quieras.

—Si te deja más tranquilo, lo voy a pensar, aunque no te prometo otra respuesta. Ahora ve a bañarte que yo ya fui y no es justo que la pobre habitación se llene con tu olor.

Salió del lugar dejándome sola junto con los bordados, y tras un par de minutos, decidí que aquel bordado con hilo violeta iba a ser el último por la noche. Reuní todos los que estaban esparcidos por mi cama y los dejé sobre la pequeña mesita que se encontraba a un lado. Luego de ello me dirigí hacia la ventana, viendo la gran Luna que decoraba el cielo. Nunca había imaginado que mi vida terminaríamos siendo de ese modo, y era raro pensar en todas las cosas que habían sucedido para que las cosas terminaran así.

Mi cabello corto tan solo era la muestra más notoria de todos los cambios por los que había pasado.

Di un vistazo a la calle que a esa hora ya estaba vacía, y cerré mis ojos sintiendo una repentina brisa dar contra mi rostro. ¿Era raro extrañar el pasado cuando ya había conocido otra nueva forma de vivir con más libertad? No extrañaba a padre, mucho menos vivir bajo su atenta mirada, pero añoraba esos momentos que había pasado junto al pequeño Jungkook... Cuando mi mundo tan solo era ver su rostro feliz y con eso era suficiente para que una sonrisa se apoderara de mí.

¿Cuál era mi nueva felicidad?

A mi mente vino la imagen de los ojos dulces de Jungkook grande. ¿Pero eso se podía llamar verdadera felicidad o tan solo le estaba dando muchas vueltas al asunto? Por Jungkook pequeño había sido capaz de dejar todo atrás, pero la respuesta era más confusa si pensaba en el chico que se estaba bañando. Nuestra relación de por sí ya era rara, las situaciones de la vida nos habían llevado a permanecer juntos y los secretos del principio tan solo se habían prestado para confusiones.

Él veía en mí a la mujer que lo había criado.

Y yo veía en él... ¿Qué veía en él?

Al principio había pensado en que tal vez la respuesta era Jungkook pequeño, pero mientras más tiempo pasaba con él, más lejos lo veía de esa imagen de niño pequeño al cual quería cuidar, es más... a veces tan solo sentía como si su deber fuera el cuidar de mí. Ver tantas parejas despedirse en la estación de tren lograba hacer que mi imaginación volara como si se tratara de un cuento de hadas, pero la vida real era muy diferente. ¿Tener un príncipe azul? Llegaba a sonar tonto pensar que algo de esa clase existía en la realidad. Los hombres que había conocido en su mayoría eran manipuladores, egoístas, violentos... En conclusión, unos malvados. Actuaban solo por su propio bien sin importar lo que le pasara al resto. ¿Cómo se podría tener sentimientos por alguien de esa calaña?

Jungkook ingresó a la habitación ya bañado y con su pijama puesto. Entre nosotros la confianza había crecido lo suficiente como para poder cambiarnos con el otro en la habitación, pero lo evitabamos a toda costa. Si nos acostumbrabamos mucho era posible que la fina línea entre nosotros se rompiera, y era mejor mantenerla para guardar una distancia apropiada en ese sentido.

Él seguía siendo un chico y mi corazón expuesto estaba débil para aferrarse a los gestos de cariño.

—El agua estaba muy agradable. Fue como un masaje para los músculos.

Sus pies resonaron en el piso mientras se acercaba a mí. Sus hombros cada vez más anchos lograban hacer una sombra mucho más grande que mi figura. Ni siquiera con mi cabello corto lograba parecerme a él, pero de alguna forma me sentía más segura con mi nueva apariencia.

—Después de trabajo duro es bueno un descanso, y claro que el agua es una medicina perfecta para relajarse un momento.

—Hey, tu cabello está húmedo —el tacto de su mano en mi nuca fue inesperado. Di un pequeño salto en mi lugar gracias a su acción.

—Ya se terminara de secar solo. Aproveché de lavarlo cuando me fui a bañar.

—Debes cuidar de tu salud, Sun. Ahora que te veo bien, pareces estar más delgada que antes.

Su mano se movió alrededor de mi cuello y acarició suavemente mi hombro derecho. Y su gesto, que sí bien no me pareció con otras intenciones, de igual forma me puso alerta, logrando que diera unos cuantos pasos para alejarme.

—En serio estoy bien —podía sentir mi nuca caliente tras su toque. Caminé hacia mi cama intentando que el ambiente no se volviera raro—. Por cierto... No falta mucho para tu cumpleaños, ¿hay algo que te gustaría? Tú me diste un collar, así que quiero darte algo que esté a ese nivel.

—No quiero nada. No te calientes la cabeza pensando en algo.

Al parecer de todas formas se Dio cuenta de que su acción me había incomodado, ya que su actitud cambió ligeramente y se acostó en su cama dandome la espalda. Por un momento pensé en que tal vez mi reacción había sido muy exagerada, pero después de todo lo que había pasado convivir con él ya era suficiente desafío. Confiaba en él, pero también había confiado en otros y las cosas no habían resultado precisamente bien.

Había noches en las que todavía tenía pesadillas pensando en aquel monstruo que se había querido aprovechar de mí.

—Oh, vamos. ¿Realmente no quieres nada? Te prometo que no haré ninguna gran hazaña ni me exigiré mucho si me dices algo que quieras. No todos los días se está de cumpleaños...

—Lo único que quería en esta vida era ver a la mujer que me crió y ya la vi, así que no tengo nada más en mente... Solo pasar el día contigo va a estar bien.

Era verdad que la había visto, pero todo se había arruinado por... mí. Tal vez el mejor regalo que le podía dar era que de una vez se pudieran reunir sin ningún inconveniente de por medio. No sería tan fácil, pero lo podía intentar si planeaba bien las cosas. Me gustaba cuando su mirada se volvía más dulce, y definitivamente ver a esa mujer iba a lograr sacarle una gran sonrisa.

—Bueno, bueno. Si se te ocurre algo más me avisas. Ahora durmamos para tener energía mañana.

—Me parece bien. Ten lindos sueños, Sun.

—Tú también sueña lindo.

La habitación quedó solo con la iluminación que provenía desde afuera, y aunque nos dimos las buenas noches y nuestras respiraciones se escuchaban tranquilas, ninguno de los dos estaba durmiendo. Las noches a veces podían ser así, tranquilas y sin mayor problemas, pero con pensamientos yendo a mil por hora pensando en qué nos depararía el día de mañana.

●▬▬▬▬18/09/23▬▬▬▬●

Holi, holi.

Recopilación de teorías acá.

Quejas acá.

Pedidos acá.

Y capítulo dedicado a: Valecandy_2018 fer_army613 salyoof Jeon-Jenis y dwilhy

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