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◈ 38

❝Mariposa atrapada❞

Al interior del orfanato había una vibra diferente. Era completamente distinta al ambiente que había en el bosque, por mucho que allí afuera también se sintiera raro. Solo que al interior incluso se sentía el aire más pesado, como si las paredes mismas respiraran ese silencio denso que hacía eco de los pasos de Padre.

Mis piernas avanzaron antes de que mi mente pudiera detenerme, cada paso resonando en el suelo como un recordatorio de que no había vuelta atrás. El pasillo hacia la que había sido mi habitación pareció interminable. Cada grieta en las baldosas y cada sombra alargada proyectada por las luces tenues producto del atardecer parecían observarme.

Recordé los días en que esos mismos pasillos no me habían parecido tan amenazantes, cuando no entendía lo que realmente ocurría tras esas puertas cerradas.

Respiré hondo, tratando de calmar la tormenta que se agitaba en mi interior. La ira por mucho había reemplazado al miedo en mi pecho. Padre había controlado mi vida durante demasiado tiempo, manipulando todo a su alrededor, incluso a nosotros y seguía sin poder creer que ese hombre tan bondadoso en mis recuerdos en realidad fuera tan retorcido. Cada una de sus palabras habían parecido burlarse de mí, como si hubiéramos tenido diferentes estatus.

Como si él hubiera sido el lobo hambriento y yo el cordero asustado.

Llegué a la habitación y abrí la puerta como si alguien me hubiera estado persiguiendo cuando en verdad no había nadie detrás de mí. El lugar estaba a oscuras y pareció que ninguna de mis antiguas compañeras estaba ahí, pues el silencio que había me indicó que en verdad estaba sola. Con rapidez cerré y puse seguro, ni siquiera me atreví a observar si Padre estaba rondando por ahí.

Tenía que buscar a Jungkook grande y marcharnos de ahí lo más rápido posible.

Me descolgué el bolso que me había prestado Yoonah y busqué con rapidez una compresa para poder cambiar la que tenía. Fue así como caminé hacia unos de los muebles y saqué la primera tela que encontré para echarle un poco de agua de la que traía. En un rincón de la habitación me atreví a limpiarme un poco, sintiéndome sucia por estar haciendo eso en vez de ir por Jungkook grande. Pero era necesario, necesitaba sentirme más limpia después de todo lo que había pasado minutos atrás.

¿Había cometido un error? ¿Había hecho bien en dejar que se fueran? Empecé a dudar sobre si era lo suficiente fuerte para enfrentar a Padre sola. ¿Qué iba a hacer si solo estábamos los dos en el lugar? No había visto a ningún niño, tampoco había escuchado a alguien mientras iba hacia la habitación.

Envolví todo lo que había ensuciado y lo dejé tirado en el rincón de la habitación. Arreglé mi ropa y regresé el poco de agua que quedaba en el bolso para volver a colgarlo en mi hombro.

Mientras ajustaba el bolso en mi hombro, una ráfaga de aire frío atravesó la habitación, haciendo crujir la puerta apenas un milímetro. Fue suficiente para que mi corazón se detuviera por un instante y solo ahí noté lo rápido que estaba yendo.

Me intenté convencer de que solo había sido el viento. Pero algo no cuadraba. Esa brisa no debería haber llegado tan fuerte si tomaba en cuenta que estabas entre paredes que cubrían un poco las rafagas de viento.

Me giré hacia la puerta, intentando escuchar más allá del silencio. Nada. Ni un paso, ni una voz, ni siquiera el eco distante de la vida en el orfanato. Ese vacío era peor que cualquier ruido, y de repente, la soledad en la habitación se sintió más como una trampa que un refugio en el cual podía permanecer.

Respiré profundo y ajusté la correa del bolso. No podía quedarme allí mucho más tiempo. La seguridad de esas cuatro paredes era una ilusión, y lo sabía. No podía confiarme de nada por mucho que pareciera que ahí podía estar a salvo.

Cuando abrí la puerta, una figura al fondo del pasillo hizo que mi corazón saltara a mi garganta. Era imposible como si hubiera estado esperándome, e incluso aunque estaba lejos de donde estaba, se sintió como si hubiera estado a unos cuantos pasos.

Mi cuerpo se tensó de inmediato, y sentí que la ira y el miedo se mezclaban, empujándome hacia adelante. No era momento de dudar. Sin embargo, cuando di un paso hacia él, se dio la vuelta y desapareció en las sombras que ya se formaban, como si supiera exactamente hacia dónde me iba dirigir. Y claro que lo sabía.

Estaba jugando conmigo, y el ardor en mi pecho se hizo más fuerte.

Cerré los puños y seguí adelante. Si quería que me sintiera atrapada, si esperaba verme retroceder, tendría que intentarlo más. Porque no iba a correr sin antes ver con mis propios ojos la habitación de Jungkook grande.

—¿Vas a la habitación de mi hijo? —su voz surgió detrás de mí cuando logré pasarlo.

No respondí de inmediato, mis manos temblaban a pesar de que las apreté con fuerza contra mi costado. Sabía que me estaba observando, disfrutando de cada segundo de mi lucha interna.

—Sí. Voy a buscarlo —contesté finalmente, mi voz más firme de lo que esperaba.

Una suave risa de su parte resonó en las paredes, baja y burlona.

—Oh, Sunbin... ¿De verdad quieres hablar con él antes de tener una charla conmigo?

Me giré lentamente, como si hacerlo rápido le hubiera dado cierto poder sobre mí. Mi mirada se encontró con la suya, esos ojos oscuros llenos de una confianza que sabía que solo era el disfraz de su locura.

—No tengo nada que hablar con usted —le dije, sorprendiéndome de cómo las palabras salieron firmes, aunque mi pecho ardía por la mezcla de miedo y rabia.

Padre dio un paso hacia adelante, y aunque la luz apenas iluminaba su rostro gracias a que estábamos en medio del pasillo y las sombra que este creaba, el brillo en sus ojos era suficiente para helarme la sangre.

—¿No? —murmuró con una calma que era más aterradora que si hubiera gritado o hablado en voz alta. Dio otro paso, con las manos metidas en los bolsillos, como si estuviera paseando tranquilamente—. Eso me decepciona, Sunbin. Pensé que todo este tiempo habías querido respuestas...

—No necesito nada de su parte —lo interrumpí, avanzando un paso también, obligándome a no retroceder, aunque cada fibra de mi cuerpo quería hacerlo.

Su sonrisa se ensanchó, pero no llegó a sus ojos.

Incluso aunque verlo me diera asco, no podía evitar referirme a él con respeto. Toda mi vida había sido de esa forma y fue imposible cambiarlo, ni siquiera en esa situación podía tratarlo como un "tú".

—¿Segura? Porque tengo muchas cosas que contarte. Sobre mi hijo. Sobre tu hermano. Sobre tu madre. Sobre mí...

Las palabras se clavaron en mí como espinas. Mi respiración se volvió errática por un instante, pero no iba a darle el gusto de verme temblar más de lo necesario.

Estábamos prácticamente al frente de la habitación que necesitaba revisar. No faltaba nada para ver si el chico dueño de mis pensamientos estaba ahí dentro.

—Si quiere decir algo, entonces dígalo ahora —espeté, mi voz cortante, casi desafiante.

Padre inclinó la cabeza, como si estuviera considerando mi reacción, y por un momento pensé que podría realmente responder. Pero en lugar de eso, dio un paso más hacia la oscuridad del pasillo, su silueta perdiéndose casi por completo en las sombras en dirección a su habitación.

—Entonces ven conmigo, Sunbin. Hablemos. No querrás molestar a mi hijo con todo esto, ¿verdad? Él ya tiene suficiente con lo que lleva encima.

Sentí que mis uñas se clavaron en las palmas de mis manos mientras lo veía desaparecer. Sabía que no podía confiar en él, pero también sabía que no tenía otra opción. Si quería encontrar a Jungkook grande, tenía que seguirlo.

Respiré hondo una vez más, tratando de calmar el torbellino en mi interior, y comencé a caminar tras él, pero entonces me detuve cuando un fuerte ruido interrumpió el silencio que se había formado.

Había sido un golpe a la puerta, y a ese le siguió otro que me indicó que no éramos los únicos ahí.

—Tan inoportuno, como siempre —dio un suspiro bastante sonoro—. Les daré unos minutos para que hablen, pero la charla entre tú y yo nos queda pendiente.

Desde donde estaba me tiró una llave y no bastó que dijera algo más, simplemente corrí hacia la puerta y con las manos temblando la introduje en la cerradura para poder sacar el seguro. Mi corazón se iba a salir de mi pecho en cualquier momento.

Empujé con todas mis fuerzas. Ni siquiera sabía que podía ser tan fuerte hasta ese momento.

Al ver la silueta de Jungkook a través de la luz filtrada, una oleada de alivio me invadió, pero fue tan breve como un suspiro. En cuanto mis ojos se encontraron con los suyos, la realidad de todo lo que había pasado me golpeó con más fuerza. La necesidad de tenerlo cerca, de saber que estaba bien, me hizo correr hacia él sin pensar, sin medir las consecuencias.

—¡Jungkook! —exclamé, mi voz quebrada por la emoción y el miedo acumulado.

Me lancé sobre él con todo mi cuerpo, como si él fuera la única ancla que me mantenía en pie en ese caos. Mi corazón no me había engañado, realmente estaba frente a mí

Sentí sus brazos rodeándome, pero no con la misma firmeza que solían tener, sino con una especie de duda, como si también estuviera procesando que estuviera ahí. Sin embargo, todo lo que mi mente registraba en ese momento era que finalmente lo tenía frente a mí, que no estaba sola en este enfrentamiento.

El pequeño instante en que nos vimos se vio perturbado con las palabras de Padre. Su tono bajo y calculador, se coló entre nosotros.

—No hagan tanto escándalo, por favor. Y, sobre todo, no intenten escapar. Mi hijo bien sabe lo que pasa cuando me intentan traicionar.

El peso de sus palabras cayó sobre mí como una losa, pero no pude detenerme. Ya no había vuelta atrás. Estaba con Jungkook, y eso debía ser suficiente para que siguiéramos adelante. No me importó pensar en lo que haríamos para librarnos de su padre. Tan solo el hecho de estar a su lado me quitó un gran peso de encima.

Como pude nos ayudé a entrar en la habitación. Y repetí la acción que ya había hecho, cerrando la puerta y poniéndole seguro. Saqué la llave que había usado para abrir y a Padre pareció ni siquiera importarle, pues no dijo nada al respecto, incluso aunque nos quedamos varios segundos en silencio, solo observándonos a los ojos intentando procesar que en verdad estábamos frente a frente.

—¿Cuánto tiempo llevas aquí? —pregunté suavemente, aunque mi voz tembló un poco.

Él evitó mi mirada por un instante, y su respuesta tardó en llegar.

—No importa. Estoy bien —dijo con un tono que intentaba ser firme, pero su voz raspada y los rastros de cansancio en sus ojos lo traicionaron.

Me acerqué con cuidado, abriendo el bolso que colgaba de mi hombro. Al sacar la botella de agua que quedaba y un pequeño paquete de galletas, se las tendí sin decir nada más. Él dudó, mirando mis manos.

—Por favor, toma esto —insistí—. Si no quieres decir cuánto llevas aquí, está bien, pero no me dejes con las manos estiradas.

Terminó aceptando, llevándose la botella a los labios y bebiendo pequeños sorbos, como si temiera que se acabara demasiado rápido. Su silencio hablaba por él, pero también lo hacía el ligero temblor en sus manos al abrir el paquete de galletas.

—No debería estar aquí. No es seguro para ti —murmuró entre mordiscos.

—Necesitaba hablar contigo. Después de todo lo que pasó...

Quería tiempo para pensar, pero he pensado demasiado y no he logrado nada —mis ojos se quisieron llenar de lágrimas—. Además, han pasado muchas cosas. La familia de Jungkook me quiso presentar a un chico y hablaron de matrimonio, de tener hijos... Y me terminé escapando.

Me acerqué más a él, notando por primera vez una herida en su labio. La luz que se colaba por la ventana iluminó su rostro a la perfección, y fue ahí que también me fijé en lo brillosos que estaban sus ojos. Algo cálido se encendió en su mirada cuando vio que lo estaba observando, como una chispa de vida que había estado apagada.

—Siempre has sido así, ¿verdad? Haces lo que quieres, incluso si te pone en peligro —comentó con una sonrisa débil, y aunque intentó sonar ligero, su voz cargaba un peso que no podía ocultar.

Di un paso más hacia él, como si la distancia física pudiera acortar la emocional.

Dejó a un lado la botella y también las galletas que quedaban. Su mano se deslizó hasta tomar la mía. Por sus palabras ya había pensando que no me quería ver, pero ese simple gesto entibió mi corazón de una forma que me obligó a cerrar mis ojos.

Aunque no lo dijera en voz alta, él me quería a su lado. Ni siquiera hacían falta palabras para decirlo.

—Solo te queda quererme como soy. Mi ángel guardián me necesitaba, ¿cómo iba a dejarlo solo? —sonreí un poco, pero entonces abrí mis ojos y volví a ver su rostro herido— ¿Él te hizo eso? ¿Duele mucho?

Llevé mi otra mano hacia su rostro y fue él quien cerró sus ojos. Pensé que me iba a apartar, pero en su lugar pareció disfrutar el suave tacto.

—No importa. En verdad con tan solo verte nada me duele —llevó su otra mano hasta la mía que estaba en su rostro y dio una suave caricia con su pulgar—. No me gusta para nada la idea de que estés aquí, pero también me alegro mucho por poder verte. Te extrañé mucho, Sun.

Sabía que no era el momento, tampoco estaban las condiciones más apropiadas... Pero me atreví a inclinarme hacia él y junté nuestros labios en un breve roce, temiendo que en verdad tuviera mucho dolor y solo se estuviera haciendo el fuerte para no preocuparme más.

Me alejé despacio, pensando en lo que acababa de hacer.

Una sonrisa cálida y protectora decoró su rostro. Y viéndolo tan bien, volví a meditar en que él y su papá no tenían nada que los hiciera parecerse más allá del físico, pues esa sonrisa amable nada tenía que ver con la sonrisa venenosa del hombre que minutos antes me había recibido.

—Sun... —susurró mi nombre como si fuera una plegaria, sacando la mano que estaba en su mejilla para rozar la mía con delicadeza—. Eres lo único bueno que tengo en esta vida. Aunque sea una locura, gracias por estar aquí.

Sus palabras me desarmaron, y sentí las lágrimas rodar por mis mejillas. Su mano se mantuvo en mi rostro limpiando cada lágrima y el calor de su toque fue suficiente para calmar parte del torbellino en mi interior.

—Estoy muy feliz de que no me hayas alejado —las lágrimas continuaron deslizándose por mis mejillas—. Tenía mucho miedo de que no quisieras verme de nuevo. Lamento... Lamento mucho haber sido tan dura la última vez, solo que la noticia fue muy repentina y estaba Jungkook que todavía es pequeño, entonces me puse nerviosa y... y...

—Ya, ya pasó —me dijo con suavidad—. Tu reacción fue completamente natural, solo no volví para hablar contigo porque aquí también pasaron cosas, pero te prometo que siempre tuve la intención de volver a hablar cuando todo estuviera más tranquilo.

No hubo más palabras de por medio. En su lugar nos sentamos en el piso apoyados levemente en la cama. Ambos estábamos cansados, tanto emocional como físicamente, por lo que solo nos abrazamos en medio del silencio de la habitación y del lugar.

Mi mundo se volvió a sentir ligeramente con sentido a pesar de que la situación en la que estábamos no era la mejor. Quería seguir por siempre entre sus brazos, solo ahí me sentía segura. Por largos minutos ni siquiera su padre existió, tan solo estábamos los dos en el mundo, en aquel pequeño mundo gris y frío.

La paz del instante se rompió con el sonido de dos golpes en la puerta.

—Si ya han terminado de ponerse al día, creo que es momento de que Sunbin y yo tengamos nuestra charla —la voz de Padre atravesó el silencio como si se hubiera tratado de un cuchillo.

Jungkook se puso tenso de inmediato. Sus brazos me rodearon con más fuerza, pegándome a su cuerpo. Sus labios quedaron a la altura de mi frente y sin importarle su herida, rozó mis cabellos cuando habló:

—No irás con él —aunque no lo podía ver, sentí su mirada fija en la entrada como si hubiera estado listo para actuar si esta se abría.

Coloqué una mano en su brazo, intentando calmarlo.

—Bien, dejaré que pasen la noche juntos si así puedo hablar con Sunbin por la mañana. Cuidala bien, hijo —agradecí que la puerta estuviera cerrada, pues de esa forma no podía ver su rostro—. Ah, pero antes irme. Mis condolencias, Sunbin. Al parecer tu madre no resistió estar sin su preciado hijo. Es una lástima, pero ahí tienes a Joohyuk para que te pueda explicar mejor.

El tiempo pareció detenerse mientras escuchábamos sus pasos al alejarse, su presencia despreciable dejando un rastro de tensión en el aire, pero mucho más sus palabras llenas de veneno.

—Jungko...

No pude decir nada más, pues incluso antes de agregar algo, de su parte solo recibí un sollozo y un objeto metálico que conocía muy bien por su terminación en una pequeña mariposa. Ni siquiera indagué más, solo lo abracé con fuerza, aferrándome a él como si en ese mismo instante alguien nos hubiera estado intentando separar.

El infierno ya se había desatado, y no tenía ni la más mínima idea de cómo íbamos a escapar de ahí.

●▬▬▬▬08/12/24▬▬▬▬●


Ya solo dos capítulos y todo esto termina 🙊

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