10.☠︎
—¿De veras aceptó? —Chilló Min apenas le abrí la puerta. Chang se asomó por detrás.
—¿Puedes dejar de ser tan ruidoso? Vivo en un departamento, ¡por el amor de dios! ¡Entra!
—Eres un suertudo —dijo mi amigo tirándose en el sofá—. Ahora cuéntame todo.
—¿Qué quieres que te cuente? Aceptó la propuesta.
—Ajam, ¿y entonces? —preguntó Chang.
—¿Entonces qué? —fui a la cocina y volví con tres cervezas.
—Bien, bien, entiendo que quieras guardarte todos los secretitos sucios, pero ni pienses que te vas a escapar tan fácilmente de mí. Acamparé en la entrada si es necesario, pero yo quiero todos los detalles de tu escapadita hot a Jeju.
—De veras que tienes una cabecita llena de ideas, mira, es solo un acuerdo. Ambos nos beneficiaremos del trato, yo dejaré a mi madre contenta y él cobrará su parte. Listo.
Min miró a Chang y ambos se echaron a reír.
—¿Tú esperas que nos creamos eso? Ay, Wonnie, a veces no sé si eres así de inocente o eres estúpido.
—Hey —le grité.
—Min tiene razón, Wonnie —Chang dio un sorbo a su cerveza y me señaló con un dedo—. Piensa esto, vas a Jeju, a un hotel con una vista espectacular, sol, piscina. Vas a tener que compartir habitación con ese hombre que es una tentación...
—No entiendo adónde quieren llegar.
—¿Acaso te extirparon las pelotas y no nos enteramos? —Min se sentó, exasperado—. El tipo es un regalo del cielo, Wonnie, mínimo tienes que hincarle el diente.
Mis amigos eran increíbles. Bien, no era tan disparatado lo que imaginaban, yo también había fantaseado un poco (solo un poco, ejem) con este viaje. Pero no podía acallar esa vocecita en mi cabeza que me decía que Wonho sólo estaba haciéndolo por dinero. No podía darme el lujo de dejar que mi cabeza imaginara cosas que no iban a pasar. Sería poco ético, y bastante idiota, de mi parte fantasear con la posibilidad de algo más.
—Ustedes dos están mal de la cabeza —dije moviendo la cabeza.
—No, tú lo estás si dejas escapar una oportunidad como esta. Tienes la suerte de tener a un hombre que más parece un dios, a tu entera disposición un fin de semana, con un escenario romántico de fondo...
—No se te olvide agregar a ese paisaje de ensueño a mi querida madre —acoté cortándole la fantasía.
—No seas ridículo, tu madre no va a dormir con ustedes dos... —dijo, pero pronto abrió más los ojos— ¿no? Dime que no dormirán en la misma habitación que tu madre. —Min se llevó una mano al pecho.
—Aún no tengo tendencias suicidas —dije— lo cual es raro, esa mujer me atormenta hace veintisiete años.
—Bien —Chang asintió— con más razón. Dormirán en la misma cama...
Los miré esperando que terminaran su estúpida obra de teatro. —¿Y?
—Suma dos más dos. ¡Yo en tu lugar ya estaría afilándome los colmillos! —Exclamó Min.
—Pero yo no soy tú —dije—. Yo tengo ética laboral. Esto es un trabajo. Dejen de divagar.
—Eres un caso perdido —Chang suspiró y terminó su cerveza—. Tengo un par de esposas para prestarte por si cambias de opinión.
—Para ser maestro de preescolar eres bastante turbio —observé.
Chang se encogió de hombros. —Que tú seas un mojigato no significa que los demás también lo sean. Wonnie, ¿hace cuánto que no tienes una alegría?
—Oh, vamos. ¿Ahora vamos a discutir mi vida sexual?
—No, para discutir eso primero debes tener una —Min sacudió la cabeza—. Estamos preocupados por tí. Eso —señaló mi entrepierna— va a secarse por falta de uso.
Me reí. —No recuerdo que tu vida sexual sea la gran cosa tampoco.
—Ah, eso cambió desde el viernes... Tu amigo Joo sí que sabe cómo exponer un caso... —se abanicó con la mano.
—Eww —dije— Min, te recuerdo que Joo es mi socio.
—Y entre las sábanas se mueve como pez en el agua. Gracias por eso. Te debo una. Ahora dinos, ¿cuándo viajan?
—Mañana a la madrugada.
—Bien, podríamos quedarnos a cenar...
—Chang se acomodó en el sofá, estirando las piernas.
—No. Lo siento. Wonho vendrá a quedarse esta noche, viajaremos temprano y...
Ambos me miraron. —¡Acuerdo mi trasero!
—Bueno, basta. Me hartaron. Se van... Tengo cosas que hacer —dije levantándome para abrirles la puerta.
—Que una de esas cosas sea mordisquear esas nalgas... —dijo Chang riendo.
—En serio, el día que tenga un hijo ya sé a quién no pedirle que me lo cuide.
—¡Hey, los niños me aman!
—Si, si. —Abrí la puerta—. Ahora afuera, no los quiero ver hasta el lunes.
—Más te vale que vuelvas de Jeju en silla de ruedas o caminando chueco, ¿ok? —Min me dio un abrazo y se fueron.
Miré el reloj. Faltaban algunas horas para que Wonho llegara. Me puse a ordenar un poco el departamento y me metí bajo la ducha. Ahora a esperar a mi futuro 'novio'.
—¿Tienes todo listo? —HyunWoo terminó de acomodar algunas cosas en la maleta.
—Creo que si... —di una recorrida por la habitación para ver que no olvidara nada.
—¿Preservativos? —HyunWoo sacó una tira de sobrecitos plateados. Rodé los ojos.
—Basta. Voy a trabajar, Nunu.
—Llévalos. Nunca se sabe.
—Sí, lo sé. ¿A dónde piensas que voy? ¿A alguna especie de crucero gay?
—Vas a pasar un fin de semana con un abogado super sexy y a fingir que es tu pareja... ¡Vamos, no es tan difícil hacer las cuentas!
—HyungWon no es así. Si hasta me dijo que no a besarnos.
Nunu levantó las cejas. —¿Qué clase de noviazgo sería ese? ¿Sin besos?
Me encogí de hombros. —No sé, pero él es el que dispone. Yo cumplo órdenes. Pásame esa pila de ropa.
—¿A qué hora te vas?
—En dos horas más o menos. Quiero darme una ducha y bajar a comprar algunas cosas. ¿A propósito llamaste al pelirrojo?
HyunWoo sacudió la cabeza. —No, aún no... no sé, ¿qué dices?
—HyungWon me advirtió sobre tu pequeño colorado, dijo que tiene un carácter del demonio.
—Listo. Me convenciste. Lo llamaré. Me gustan las cosas picantes y explosivas.
Nos reímos un rato mientras terminaba de acomodar todo para el viaje. Una vez listo, cargué la maleta en el auto y Nunu me dejó en el departamento de HyungWon. Bien. Era hora de empezar el show.
Toqué el timbre y esperé en la puerta hasta que escuché pasos del otro lado. Un HyungWon sonriente y muy sexy me abrió.
—Hola, bienvenido —dijo estirando una mano para tomar mi maleta.
Wow, el departamento era enorme. Todo decorado en tonos grises y negro. Era un departamento tipo loft, con una escalera que conducía a un sobrepiso donde se veía una cama de tamaño kingsize. Era un lugar elegante sin estar sobrecargado. Algún que otro cuadro, unos sillones mullidos de cuero negro, una biblioteca grande y llena, una televisión de pantalla gigante. Lindo y masculino. Me agradó enseguida.
—Ponte cómodo. ¿Qué te gustaría tomar?
—preguntó.
—Lo que tú tomes está bien, me gusta tu apartamento.
—Gracias —dijo caminando hacia la cocina.
Tenía puesta una camisa amplia blanca y unos pantalones sueltos color café. El pelo suelto y húmedo... Ah, ¿en qué me había metido? —¿Quieres una cerveza? ¿O prefieres vino? Pedí comida china, espero que no tengas problemas con eso, sino podemos pedir otra cosa.
—No te preocupes. No tengo problemas con la comida —dije acomodándome en el sofá— y cerveza está bien.
Me alcanzó una botellita de una cerveza que no conocía pero que era deliciosa.
—Mmm, nunca la había probado —leí la etiqueta.
—Me la trajo un cliente que viajó a Alemania
—me sonrió—. ¿Tuviste mucho problemas para que te dieran permiso en tu trabajo?
—No, no. Me debían algunos días.
—Bien, te depositaré la plata el lunes. ¿O la necesitas antes?
—Primero tengo que hacer bien mi trabajo. No sería correcto aceptar el dinero antes —me crucé de piernas—. Ahora hablemos, tenemos que ponernos de acuerdo en la historia. Si vamos a ser pareja me gustaría saber más de tí. —Asintió y se recostó contra el respaldo.
—Bien, ¿qué quieres saber? Tú pregunta.
—Bien, sé tu nombre y a que te dedicas. ¿Edad?
—Veintisiete. ¿Tú?
—Veintiocho. —Lo vi sorprenderse.
—Oh, pensé que eras más joven que yo. ¿Cómo debo llamarte? ¿Hyung?
Reí. —Sería raro que me llamaras así frente a tu familia, puedes ponerme un apodo cariñoso si quieres... —un leve rubor le tiñó las mejillas. Me sentí extrañamente halagado.
—Emmm, ¿cómo te gustaría que te diga?
—Yo puedo decirte bebé, si no te molesta.
Se apresuró a asentir. —Por mí está bien, a mi madre le encantará —dijo soltando una risita encantadora. Bebé...
—Bien, puedes decirme como más te guste. ¿Cómo nos conocimos?
—Estuve pensando, qué te parece si decimos que viniste por una consulta al despacho y bueno... eso...
—Y caí en los encantos del sexy abogado —vi como sus pulso se aceleraba, estaba nervioso.
—Bueno, sería más creíble a decir que te conocí cuando fui a tomar clases de striptease. Nadie lo creería —rio.
No pude evitar sonreír. —Puedo darte clases si quieres.
Ahora si lo puse nervioso. Casi se atraganta con la cerveza.
—Oh, no. ¡Qué vergüenza! Desafortunadamente nací con la cadera soldada —me eché a reír—. No te rías, es cierto. No puedo coordinar movimientos. Te haría perder el tiempo y yo solo quedaría más mortificado.
—Bien, lo veremos. Quiero que tu familia quede conforme conmigo. Así que dime todo lo que consideres necesario para que esta 'relación' sea creíble. Gustos, pasatiempos...
—Bien, emm... no soy muy interesante —su mirada se perdió en la alfombra— me gusta leer, escribir, ir a museos, el rock progresivo...
Ok. No era la persona más divertida del mundo pero podía trabajar con eso.
—Soy hijo único, mi padre murió cuando yo tenía dieciocho años. Mis mejores amigos son ese grupito de impresentables que conociste la otra noche. Tengo mi propia firma y mi estudio está en el Gangnam. Me gustan los animales, pero no me gustan las mascotas... y no hay mucho más que contar. ¿Qué hay e tí?
—Mi nombre es Shin Hoseok. Tengo veintiocho, ya sabes de qué vivo, estoy estudiando arquitectura —se inclinó hacia adelante, claramente sorprendido e interesado.
—¿Arquitectura? —preguntó—. Wow. Eso no me lo esperaba.
—Lo sé. No doy con el perfil, ¿no?
—No me refería a eso, pero como me dijiste que tenías varios trabajos, me supuse que no tendrías tiempo.
—Es complicado, pero ya estoy en el último año. —El timbre sonó.
—¡Eso es sensacional! —exclamó levantándose a atender la puerta.
Volvió con la comida. Lo ayudé a servir y nos volvimos a sentar.
—Entonces, bailarín, profesor, futuro arquitecto. Eres, por lejos, mucho más interesante que cualquier persona que conozco. Háblame de tus gustos. ¿Qué te gusta hacer? —Ah, esa pregunta abarcaba tantas cosas...
—Bueno, aparte de bailar y dibujar... dormir. Pero creo que es porque no tengo la oportunidad de descansar como corresponde. Me gusta nadar, ir a fiestas, la música electrónica...
—Entiendo, eres como todo lo opuesto a mí
—se llevó los palillos a la boca y los chupó. Reprimí un jadeo. Esa boca era algo demasiado tentador. Sacudí la cabeza para sacarme las ideas pecaminosas de mi mente e intenté concentrarme en la comida.
—Bueno, podría decirse que nos complementaríamos bien. ¿No?
Asintió y seguimos conversando hasta que se hizo la hora de acostarnos.
—Saldremos a las cinco—dijo indicándome dónde quedaba el baño—. Em... puedes dormir en mi cama... —lo miré—. Descuida, dormiré en el sofá.
Me esperaba una larga noche de tortura con ese hombre increíble a metros mío... Dios, dame fuerzas para soportar el fin de semana y no cagarla...
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