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09.☠︎

Hoseok

—Primero flores, ahora un fin de semana todo pago en Jeju. ¿Quién es este HyungWon y por qué aceptaste? —HyunWoo sacó una cerveza de la nevera y se acodó en la mesa.

—Deja de inventar historias en esa cabeza que tienes. Lo hago porque necesito el dinero.

—¿Cuánto te pagará?

—Le pedí $5000... Dólares.

Nunu escupió la cerveza. —¿Qué? ¿$5000? —limpió la mesa con una servilleta y se sentó.
—¿Cómo lograste que aceptara pagarte eso?

—Bueno, a decir verdad pensé que me iba a mandar a pasear, pero ni siquiera discutió. Dijoque me pagaría más si lográbamos convencer a su madre de que éramos pareja.

HyunWoo sacudió la cabeza con incredulidad.

—Wow... por esa cantidad deberás lucirte.

—Tampoco es mucho problema, el tipo es hermoso, no puede ser muy difícil fingir que me gusta.

—Eso es verdad —Nunu asintió— tómalo como unas mini vacaciones pagas. Hotel, piscina, sol y un bombón como novio. Si necesitas ayuda, me llamas.

—Lo tomaré como lo que es: un trabajo. Iré, sonreiré, seré encantador, dejaré que me pellizquen las mejillas, soportaré chismes, halagaré a mi novio de fin de semana y cobraré... Listo.

—Hey, nunca se me hubiera ocurrido que eso de los novios por contrato fuera algo rentable.

—Te lo diré cuando vuelva —miré el reloj—. Ahora si me disculpas, mi 'novio' pasará a buscarme para ir de compras.

Nunu abrió la boca. —De veras irás con todo, ¿no?

—Trabajo. Es solo trabajo. —Dije abriendo la puerta. Bajamos por las escaleras ya que cualquier ejercicio era bienvenido y nos quedamos conversando unos minutos en la entrada hasta que el Tesla de HyungWon estacionó frente a nosotros. Nunu se echó a reír.

—Trabajo... Sí, como no —se alejó riendo y me apresuré a subir al auto.

Cuando la puerta se abrió el perfume de HyungWon me recibió golpeándome la cara. Delicioso. Aspiré con fuerza y sonreí.

—¡Hola! —me senté y me abroché el cinturón de seguridad.

—Hola, ¿cómo estás hoy?

—Un poco cansado. Tuve que dar algunas clases hoy y luego fui al gimnasio. ¿Tú? ¿El trabajo?

Se acomodó el cabello oscuro tras la oreja y sonrió. Tenía un perfil magnífico.

—Bueno, mi trabajo es cansador, pero a nivel mental. Hoy tuve algunos casos, ya sabes, fraudes, demandas, juicios.

Cierto que me había dicho que era abogado.

—¿Es muy difícil? Supongo que a veces tienes que ver cosas no muy agradables.

—Te sorprenderías de la maldad de la gente. Pero cuéntame de tu trabajo, suena a que es mucho más agradable que el mío. ¿Clases de qué das? —paramos en un semáforo y me miró.

—Em... básicamente, striptease —dije encogiéndome de hombros.

—No sabía que hubiera clases de eso.

—Me imagino. La gente cree que es solo sacarse la ropa y ya, pero hay que saber moverse, cómo hacerlo mientras te desvistes, expresiones...

HyungWon me miraba, estudiándome. Sus ojos oscuros clavados en mi cara. Podría acostumbrarme a eso.

—Claro...

—También trabajo en un gimnasio y en Hurricane Venus.

—¡Wow! —exclamó—. ¿Cómo sigues de pie?

—Todos necesitamos trabajar ¿no?

Asintió y se metió en el estacionamiento del shopping. Bajamos y pude apreciar lo bien que se veía de traje. Este hombre debería ganar todos los casos si aparecía luciendo así ya que era difícil apartar la mirada de su figura alta y elegante. Se movía con seguridad y fluidez, al ser tan delgado parecía más alto de lo que era. Lo dejé adelantar unos pasos y pude apreciar ese trasero apretado. Lindo.

—Tú dime si te gusta algún traje de baño en especial.

—Elige tú, yo no tengo problema.

Entramos a una tienda de artículos deportivos y una chica corrió a atendernos con una sonrisa pintada en los labios.

—Hola, buenas tardes, caballeros —saludó paseando la vista por ambos—. ¿En qué puedo ayudarlos?

—Trajes de baño —dijo HyungWon y me miró—. Para él.

—Oh, por supuesto —la chica me echó una mirada evaluadora y luego asintió—. Pueden acompañarme por aquí...

Al rato me vi invadido por una avalancha de shorts multicolores de diferentes telas y texturas. No sabía que había tanta variedad. Por lo general yo solo elegía un short y listo.

—Eh... —me rasqué la nuca—. ¿No es como mucho?

—Tú elige algunos que te gusten y te los pruebas —HyungWon sacó su celular y se acomodó en unos sillones que había en la tienda.

Agarré los que me parecieron más de mi estilo y entré al probador que la chica me señaló.
Estuve mirándome al espejo un rato cuando escuché voces, una de ellas las de HyungWon.

—¡Wonnie! —dijo una voz masculina—. ¿Eres tú? ¡Wow... ¡Te ves increíble!

—Hola, Kai —la voz de HyungWon sonaba algo forzada—. ¿Qué... ¿Qué haces por aquí?

—Vine a buscar trajes de neopreno  —respondió el tal Kai—. Este fin de semana me voy a Australia. Ya sabes, a montar las olas. ¿Y tú? ¿Sigues soltero? Si es así, podrías acompañarme.

—Yo...

—¿Qué te parece este, bebé? —dije abriendo el probador y dando un paso adelante.

Los dos hombres me miraron con la boca abierta.

Parece que mi acto empezaba antes de tiempo.

HyungWon

¡Madonna santa! Hoseok salió del probador con un bañador que se ajustaba en todos los lugares necesarios. Era una escultura perfecta. Mis ojos y los del idiota de Kai, bajaron a sus piernas y subieron a su torso. Hoseok sonrió y giró. Juro que quise sacar el celular y tomar una foto de ese trasero divino. MinHyuk iba a morir de envidia.

—Oh, Hola —Hoseok se acercó con la mano extendida hacia Kai que seguía mirándolo con
la boca abierta. — Soy Hoseok. Un placer.

—Ho-Hola... Kai. Un gusto...

—Bebé —dijo estirando una mano hacia mi pelo y peinándolo hacia atrás— no seas grosero y preséntame con tus amigos.

—¿Ah? Eh... sí —balbuceé. Miré a Kai. Parecía que lo habían pinchado y estaba desinflándose poco a poco—. Él es Hoseok... mi...

—Su novio —dijo Hoseok con una sonrisa espléndida.

—Oh —Kai recuperó la compostura y se aclaró la garganta—, no sabía que tenías novio, Wonnie.

—Si... bueno...

—Es que estamos en plena etapa de luna de miel. Apenas si salimos del apartamento —Hoseok se miró al espejo, la vendedora se llevó una mano al pecho cuando se acercó y vio a Hoseok mirándose desde todos los ángulos. Puedo asegurar que ella estaba disfrutando de la vista igual o más que yo. Solté una risa nerviosa. ¿Qué diablos estaba haciendo Hoseok? No me iba a quejar, ese Kai era un idiota que siempre había estado persiguiéndome. Que pensara que tenía novio era un giro más que bienvenido.

—Shhh, cielo —dije acercándome a él— entra ahí, no quiero que todos te miren y quieran robarte de mi lado —lo miré a los ojos y le hice un gesto. Me sonrió y me tomó por la cintura, apretándome contra su cuerpo como la noche que lo conocí.

—Sabes que no te dejaría por nadie, tontito —dijo dándome un sonoro beso en la mejilla, muy cerca de la comisura de los labios. Me sonrojé como una colegiala a la que su crush le regala chocolates. Algo vergonzoso de mi parte. —Ahora, ¿llevo este bañador? ¿Qué
dices?

—Eh... Definitivamente. Llevaremos uno de cada color.

Kai carraspeó incómodo y se giró hacia un perchero para ponerse a mirar las prendas.

—Me alegra haberte visto, Wonnie —dijo cuando Hoseok cerró la puerta del probador—. Siento mucho lo que dije, no sabía que... Bueno de él.

—No te preocupes, a decir verdad lo saben solo mi familia y mis amigos.

—¿Tú madre lo sabe? —A Kai se le desvaneció la sonrisa—. Entonces... ¿Van en serio?

—Claro, el fin de semana se casa Seol, así que iremos a la boda —ya estaba imaginando las caras de mis primas cuando vieran a Hoseok con ese bañador.

—Entiendo... Bueno... Yo ya tengo que irme... Fue un placer verte de nuevo y tan bien acompañado —su cara mostraba un gesto de disgusto que yo conocía bien—. Mándale mis saludos a Seol y a tu madre.

—Se los daré. Que te vaya bien... ¡Diviértete en Australia! —Kai sonrió y salió de la tienda.

Hoseok asomó la cabeza por la puerta del probador.

—¿Se fue? —asentí—. Siento haber hecho esa escenita, pero parecía que no querías encontrarte con él.

—Eh, si... Kai es un idiota, así que te agradezco haberme salvado —dije.

—¿Se lo creyó? —salió del probador ya vestido y con los bañadores en la mano.

—Oh, si. No volverá a molestarme, eso seguro. Así que gracias... —Yo estaba sonrojado todavía por ese beso. Hoseok hizo un gesto despreocupado con la mano y me sonrió, achinando los ojos.

—Ahora, ¿a dónde vamos? —preguntó.

A mi funeral. Vamos a mi funeral.

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