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08. ☠︎

Hoseok

—Antes que nada, me llamo Hoseok —asintió y llamó a un mozo.

—¿Tomas vino? —me preguntó. Asentí y esperé a que ordenara. Lo hizo en un francés que se me hizo super sexy aunque no entendí una palabra.

—¿Hablas francés? —me incliné hacia adelante.

—Sólo un poco, nada de otro mundo. Así que Hoseok. Wonho es tu nombre artístico entonces.

—Algo así, bueno cuéntame un poco más. ¿Quién se casa?

Resopló y se acodó en la mesa. —Mi prima. Honestamente no quería ir pero mi madre es... en pocas palabras, insufrible. Si no voy no me dejará en paz lo que me resta de vida.

—¿Pero por qué lo del novio?

—Bueno, tengo casi treinta años y cree que moriré soltero. No es algo que a mí me moleste, pero evidentemente está convencida de que no sobreviviré por mi cuenta —rio. Tenía una risa totalmente escandalosa—. Y quiere que me case. Quiere emparejarme con alguna de las hijas de sus amigas, pero bueno, soy gay.

—¿Y está de acuerdo con eso?

—El problema de ella es la soltería. Podría casarme con un árbol y no haría diferencia. Tengo una familia algo peculiar donde la mayoría son mujeres. Y demasiado invasivas. No me dejan en paz y creen que ya perdí mi tren y mi madre no piensa desistir y darles la razón. No podía llevar a un amigo porque mi madre los conoce a todos. No tengo muchas opciones. Era buscar a alguien o llevar a Kihyun.

—¿Y Kihyun es...?

—El que estaba aferrado a tu compañero el cowboy.

—Ah, el pequeño colorado.

—Ese mismo. Mi madre piensa que haríamos una buena pareja y no cesa de intentar juntarnos.

—¿No te gusta Kihyun? Parece agradable.

—Tiene esas caras que hacen que la gente mayor se sienta a gusto. Que no te engañe su tamaño, tiene un carácter de los mil demonios.

Me eché a reír. —Bien. Entiendo. ¿Cómo haremos? Tenemos que inventarnos una historia creíble y también habrá que poner ciertas reglas.

—¿Reglas? —sirvió un poco de vino en ambas copas y ordenamos.

—Si. Demostraciones de afecto, qué podemos y no podemos hacer...

—Ah, si. Bueno, no pensé en eso. Supongo que algún que otro abrazo será suficiente. ¿Tienes algún problema con eso?

—No si tú no lo tienes. ¿Pero sólo abrazos?

Abrió los ojos y se sonrojó. —Si, ya estoy más que agradecido con que hayas aceptado. Partiríamos el viernes... a la madrugada. —me miró. Era muy atractivo, sus ojos oscuros eran definitivamente, devastadores. Podía causar mucho daño con esa mirada. Mis ojos bajaron a su boca como por inercia. Tenía unos labios increíbles.

—¿Besos? —la pregunta salió de mi boca antes de siquiera poder reaccionar.

Abrió la boca como para decir algo y la volvió a cerrar.

—¿Cómo?

—Que si debo besarte.

—Oh... Descuida. No pienso abusar de ti. Ya te dije que estoy más que agradecido con que hayas aceptado toda esta locura. Créeme, si pudiera zafarme de esto, lo haría —sonrió con pesar—. Mientras sonrías y soportes a esas urracas por el fin de semana, seré más que feliz... ¿Tienes algún día libre esta semana? ¿Algunas horas por la tarde?

—¿Para?

—Bueno, iremos a un hotel, con pileta, y necesitarás un traje.

—Ah, creo que tengo...

—Descuida. Yo te metí en esto, así que déjame compensártelo. Compraremos algunas cosas.

Nos enfrascamos en una conversación mientras comíamos una cena deliciosa. Aún seguía preguntándome qué era lo que estaba mal con él que le costaba tanto conseguir pareja. Fuera de lo que había pasado en el club, el tipo era agradable. Era simpático, ocurrente, con un humor simple, pero certero, además era terriblemente atractivo y eso, al menos para mí, era muy distrayente ya que varias veces me encontré perdido en su boca, en su risa, en sus manos largas y elegantes. Si. Peligroso era la palabra para describirlo. Iba a tener que andar con cuidado con él. Y definitivamente tenía que cambiar esa regla de los besos... Si iba a hacer mi papel de novio, iba a interpretarlo con todo.

—Deberé quedarme el jueves en tu casa entonces.

—Eh —dijo rascándose la nuca— bueno... No creo que haya ningún problema con eso.

HyungWon

Hoseok. Así se llamaba. Cuando entramos al restaurant varias cabezas se dieron vuelta a mirarnos. Al principio creí que era por la vestimenta de él, algo fuera de lugar para el sitio, pero luego caí en la cuenta de las sonrisas y miradas lascivas que algunas mujeres le echaban a él. Curiosamente eso me hizo erguirme más en mi altura porque ese bombón estaba conmigo. Sonreí complacido por mi pensamiento y miré a algunas de esas mujeres con aire de autosuficiencia. Envidiosas.

Hoseok escuchó atentamente la historia de por qué necesitaba un novio de emergencia. Era entretenido verlo comer, abría los ojitos cuando algo le gustaba, como un niño. Por momentos se me quedaba mirando fijamente. Me incliné y le serví un poco de vino. Hablamos sobre Kihyun y entonces...

—Bien. Entiendo. ¿Cómo haremos? Tenemos que inventarnos una historia creíble y... habrá que poner ciertas reglas.

—¿Reglas? —ciertamente no había pensado en eso.

—Si. Demostraciones de afecto, qué podemos y no podemos hacer...

Ah. Eso. Me hubiera encantado hacer de todo con él. Eso seguro.

—Ah, si. Bueno, no pensé en eso. Supongo que algún que otro abrazo será suficiente. ¿Tienes algún problema con eso?

Yo tenía todos los problemas con eso. Tener todo ese cuerpazo al lado y solo darle abrazos me parecía un crimen.

—No si tu no lo tienes. ¿Pero sólo abrazos?
—preguntó.

Me sonrojé porque por un momento pensé que había dicho lo que pensaba en voz alta. Mascullé una excusa pobre pero creíble y tomé un poco más de vino.

—¿Besos?

—¿Cómo? —quizás estaba mirándole la boca más de lo aceptable.

—Que si debo besarte.

¡Sí, por favor!

—Oh... Descuida. No pienso abusar de ti. Ya te dije que estoy más que agradecido con que hayas aceptado toda esta locura. Créeme, si pudiera zafarme de esto, lo haría. Mientras sonrías y soportes a esas urracas por el fin de semana, seré más que feliz. ¿Tienes algún día libre esta semana? ¿Algunas horas por la tarde?

Iba a necesitar ropa para la boda y para pasear y... Vaya, lo viste un día y ya quieres ser su sugar daddy. Min se reiría mucho si me escuchara.

—¿Para?

—Bueno, iremos a un hotel, con pileta, y necesitarás un traje.

—Ah, creo que tengo...

—Descuida. Yo te metí en esto, así que déjame compensártelo. Compraremos algunas cosas.

Acordamos que pasaría por el el miércoles para comprar lo que necesitara para el viaje.

—Deberé quedarme el jueves en tu casa entonces.

Tragué con fuerza. —Bueno... No creo que haya ningún problema con eso.

No había ningún problema con eso. Solo pasaría una noche en mi apartamento con un hombre que era infernalmente sexy y hermoso... y... ¡No iba a sobrevivir ese fin de semana!

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