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06. ☠︎

Hoseok

No sé qué estaba disfrutando más, si el tenerlo tan cerca, su mirada en mi cuerpo o lo nervioso que lo ponía. Mis movimientos lo tenían muy entretenido... Y entonces la puerta se abrió.

—Hoho, te excediste con el tiempo, tienes otros clientes que atender —uno de los encargados del lugar se había asomado por la puerta.

¡Maldición!

El bombón que tenía entre mis piernas se aclaró la garganta y volví a mirarlo. No me miraba. Apoyó una mano en mi rodilla y se impulsó hacia arriba.

—Hey, ¿ya te vas?

—Eh, no quiero quitarte más tiempo. Estás trabajando.

—Pero no pude terminar el baile...

Hizo un gesto con la mano como restándole importancia al asunto y sacó su billetera. Dejó varios billetes de 10.000 sobre la mesa. Me sentí ofendido. Miré el dinero y luego a él.

—No es necesario —dije.

—¿No se permiten propinas? —levantó las cejas y arrugó la boca.

Me encaminé hacia mi bolso y saqué un short.

—No terminé el baile. —Era cierto. Además ellos ya habían pagado lo que le correspondía. Y tampoco le hubiera cobrado, el sujeto era candente. Lo hubiera hecho gratis.

—No te preocupes —dijo acomodándose el pantalón y alisando su camisa—. Tú lo necesitas más que yo.

¿Y eso qué diablos significaba?

—¿Lo necesito? ¿Cómo sabes lo que necesito? —bonito pero idiota.

—Bueno, si trabajas de esto es porque necesitas la plata. ¿No es así?

Solté una risita incrédula. Así que ahora también recibía clases de moral.

—Ah, entiendo. —Cerré el bolso, agarré la plata y se la puse doblada en el bolsillo trasero del pantalón. —Gracias por preocuparte pero no es necesario. Tengo para comer en la semana así que puedes ahorrarte la propina—. Abrí la puerta y le hice una señal para que saliera.

Caminó por el pasillo y lo seguí varios pasos atrás. Eso pasa por no ser profesional. La primera vez que me permito hacer una excepción y termino con un idiota con aires de superioridad.

—¡Wonnie! —un rubio alto se abalanzó sobre el idiota. Lo miró y luego me miró a mí y sonrió— ¿Te divertiste? —le preguntó.

—Cállate —dijo el otro—. ¿Podemos irnos?

—Espera —el rubio lo tomó por los hombros. Pasé por su lado hacia el salón—. Estuve pensando y ¿por qué no le ofreces lo de Jeju al bailarín boxeador?

Fruncí el ceño. Me paré fingiendo recoger algunas cosas de la mesa para escuchar mejor.

—¿Estás loco, Min? ¿Cómo puedes siquiera pensarlo?

—¿Por qué no? Tú lo necesitas...

—No, de todas formas no iré.

—Sabes que tu madre vendrá a buscarte y te llevará a la rastra, ¿no? Y aparte, ¿qué tiene de malo llevarlo? Es atractivo.

¿De qué hablaban?

—Es... Min, el tipo es prostituto... —exclamó bajando la voz.

Ouch. ¿Prostituto? Quise partirle un vaso en la cabeza.

—Wonnie, no seas idiota. ¿Desde cuándo juzgas la vida de los demás?

No quise seguir escuchando. Salí del salón con ganas de estrangular a alguien. Jamás me había sentido tan humillado. Me perdí tras la barra y me serví un whisky que tomé de un golpe. No debía pensar más en eso. Tenía que seguir bailando y así terminar para irme a casa a dormir. Los vi salir del salón y caminar hacia la salida.

Volví al camerino y me cambié para el próximo baile privado. Alguien golpeó la puerta y una cabeza rubia se asomó sonriendo. Era el amigo del idiota.

—Hola, Wonho, ¿no? —preguntó con una sonrisa agradable. Asentí en silencio.

—¿Qué necesitas?

—Bueno, verás... Mi amigo...

—¿El alto que me llamó prostituto? —el rubio se puso todo colorado.

—No lo decía en serio, por favor no te lo tomes a mal...

—¿Qué hay con él?

—Bueno, tiene un problemita que resolver el otro fin de semana, y yo quería saber si estás libre...

—Trabajo los fines de semana. Así que lo siento, estoy ocupado.

—Por favor, solo será un fin de semana. Te pagaremos.

Me crucé de brazos y me apoyé en el tocador.

—¿De qué hablas?

—Necesita un novio de mentira. —Me eché a reír.

—¿Qué?

—Lo que escuchaste. Tiene que ir a una boda en Jeju y... necesita un novio por ese fin de semana.

—¿Él te mandó a preguntarme? Creí que escuchar que no se le ocurriría pensar en un prostituto y ahora me ofrece pasar un fin de semana haciéndome pasar por su novio. ¿Es bipolar además de idiota?

El rubio rió y negó con la cabeza.

—Mira, no te lo pediría si no estuviera desesperado. Sé que le gustas, lo conozco. Y por favor, no pienses mal de él, Wonnie a veces puede ser algo borde pero es un buen hombre... Y necesita tu ayuda.

—Lo siento. Pero no me interesa. No acepto propuestas fuera del boliche.

El chico sacó una tarjeta y la apoyó en el tocador.

—Piénsalo. Por favor... —y salió del camerino.

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Guardé la tarjeta y salí para el salón.

—¿Que hiciste qué? —Min levantó las manos atajándose.

—Deja de ser tan dramático. Además dijo que no.

Abrí la boca para decir algo pero la cerré tan pronto escuché lo último.

—¿Se negó?

—¿Y qué esperabas? Escuchó cuando le dijiste prostituto.

Ah... oh. Lo sé. Soy idiota de campeonato. Quizás debía dejar que mi madre me casara con alguna de sus conocidas...

—Bueno, no me importa. Porque mañana mismo llamaré a mi madre para decirle que no iré. Ya demasiado drama tengo en mi vida como para soportar a mi familia dos días enteros. No gracias. Paso.

—No lo pienses más, lleva a Kiki.

Lo miré enojado y le cerré la puerta en la cara.

Llamé a mi madre.

—Cancela el pasaje, mamá. No puedo ir. Tengo trabajo que hacer, un caso que requiere toda mi atención...

—Chae HyungWon —dijo enfadada— no pienso tener esta discusión otra vez. Vendrás a la boda y se acabó.

—Pero mamá... —la línea se cortó. Agarré del cajón dos aspirinas y me las tragué con el café. Piensa, Wonnie. Piensa.

No quería ni pensar en KiHyun, pero no tenía muchas opciones. Si hubiera sido más sociable... Mis pensamientos se dirigieron a cierto bailarín con nalgas de acero. Me recosté en mi silla, rememorando la noche anterior. Sus manos en mi espalda, su aliento tibio en mi cara, sus movimientos... Y ¿qué había hecho yo? Lo había llamado prostituto. Golpeé la mesa con el puño y marqué el número de la florería. Debía disculparme con el muchacho.

—Hola, me gustaría encargar dos docenas de rosas amarillas y una de lirios blancos... Si, si puede ser me gustaría que colocara una tarjeta. 'Siento mucho lo que dije anoche. Espero puedas disculparme. Estoy sinceramente arrepentido. Te deseo lo mejor. Chae HyungWon.' A nombre de... Wonho...

Bueno. Era lo único que podía hacer por el momento. Decidí enfocarme en los casos que tenía atrasado. Eran las once de la noche cuando mi teléfono sonó. Me estiré en mi silla y atendí.

—Hola...

—¿Rosas amarillas y lirios? —dijo una voz al otro lado de la línea—. No entiendo por qué te tomas tantas molestias, ni siquiera me conoces.

Abrí los ojos y salté de la silla. —¿Wonho? ¿Cómo... ?

—Tu amigo me dejó tu tarjeta.

—Oh... Bueno, si... Lo siento.

—Escucha, aprecio el gesto pero no era necesario. Después de todo, no tienes la culpa por pensar así de mí, así que sin resentimientos. Que te vaya bien.

—¡Espera! —casi grité—. No fue mi intención decir eso, yo soy un idiota.

—Lo eres, pero como dije antes, no te culpo. No nos conocemos ni somos amigos así que no le des tantas vueltas al asunto. No eres ni el primero no serás el último que diga eso de mí.

—Pero no debí haberlo hecho.

Oí un suspiro largo. —Bien. Disculpas aceptadas. Ahora si me disculpas...

—Con respecto a lo que te ofreció mi amigo...

—Lo siento, no estoy interesado.

—Si, bien. Claro...

—Suerte con eso. —Colgó.

Ok. Entonces Kihyun... ¿Será muy tarde para suicidarme?

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