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05.☠︎

Hoseok

—Nos pidieron en el salón vip. —Anunció MoonBin entrando al camerino.

—¿A quienes? —preguntó Nunu desnudándose para ponerse un pequeño bañador y una bata.

—A tí, a Hoho y a MinGyu —dijo encogiéndose de hombros—. Los de la mesa doce.

Nunu me miró y sonrió. Odiaba el salón vip. Siempre eran viejos ricachones que sólo querían ponernos las manos encima mientras fumaban sus puros y se ahogaban en alcohol. Pero debía pensar en mi madre. Necesitaba la plata. Me acomodé la bata y cuando todos estuvimos listos, salimos para el salón. Cuando entramos nos encontramos con seis muchachos que debían tener nuestra edad. Todos lucían asustados y se miraban entre ellos sin saber bien qué hacer. Nos paramos uno al lado del otro y entonces me fijé en un bombón que estaba sentado de costado en uno de los sillones. Tenía un aire elegante que llamó mi atención enseguida. Era hermoso. Cabello oscuro hasta el mentón, ojos grandes,
nariz altiva y unos labios que no me hubiera importado morder. Vi que me miraba con más atención que al resto y eso, por alguna razón, me gustó. ¿Qué hacía semejante belleza en un lugar así? Era un misterio. Viéndose así como se veía, le debían llover los hombres. O quizás era un hetero más arrastrado por sus amigos gays a un show de strippers. Aunque por la forma en que me miraba no creía que fuese hetero, pero uno siempre puede equivocarse. A veces las apariencias engañan. De todas maneras, ya habían pagado y ese bombón era un cambio agradable a los viejos verdes que frecuentaban el lugar. Le haría un buen show. Rápidamente me acerqué a él que estaba distraído mirando a su amigo que miraba a Nunu como si fuese el último vaso de agua del desierto. Lo vi sonreír, esos labios deberían ser ilegales. Puse un dedo bajo su mentón para atraer su atención y vi como sus grandes ojos oscuros me recorrieron de pies a cabeza. Sonreí y él quiso decir algo, pero se lo impedí poniendo un dedo sobre sus labios. Suaves y gordos. Se me hizo agua la boca.

Agarré una de sus manos y la apoyé en mis abdominales, pude ver cómo abría más sus hermosos ojos, siguiendo mis movimientos, estiré la mano hacia su cabello, peinándolo con mis dedos. Se sentía muy bien al tacto, suave y espeso. Pero no podía dejar de mirar esa boca, era divina. Pasé el índice por su contorno, aunque me hubiera gustado recorrerlos con mi lengua. Increíble. Era la primera vez que me excitaba con un cliente

—Eh... no sigas, por favor —dijo por lo bajo y volteó a ver a sus amigos. 'Oh, oh. Por favor, que sea gay, que sea gay'. Me incliné sobre su costado y acerqué mis boca a su oído.

—¿No te gusta lo que hago? Puedo bailar lo que tú desees.

—Yo... no... Te mueves bien... — Sonreí, le estaba gustando lo que hacía.

Aunque podría hacerle más cosas si él quisiera.

—¿Te gusta cómo me muevo? —Hice un movimiento de cadera, mientras sus ojos seguían pegados a mi ingle.

—Sí, claro. Parece un movimiento difícil de hacer... —quise echarme a reír.

—Lo siento —dijo agachando la mirada—. Yo no estoy acostumbrado a esto.

—¿Y qué sería esto? —pregunté sin dejar de moverme contra su cuerpo. Me estaba
subiendo la temperatura cuando sentí su perfume golpear mi nariz.

—El baile... nunca nadie me había bailado así.

—Tienes una boca muy linda —dije volviendo a pasar un dedo por sus jugosos labios.

Se removió en su sitio y cruzó las piernas. Y entonces se levantó de golpe. Era alto y olía
tan bien...

—¡Wow! —exclamé— vaya que eres alto.

Esbozó una media sonrisa y barrió el lugar con la mirada. Avanzó hacia la puerta, pero no
podía dejarlo ir así nomás.

—¿Qué pasa, muñeco? ¿Hice algo mal? —le pregunté agarrándolo por el antebrazo.

—No, no… Yo creo que necesito un poco de aire.

Lo agarré de la mano y salí del salón vip para ir a mi camerino. No me di cuenta que aún sostenía su mano hasta que entramos.

—Aquí estaremos más cómodos... —lo empujé suavemente a una de las butacas que había en el lugar y me relamí internamente. Bajo las luces claras del camerino su belleza resultaba más perturbadora. ¿Sería modelo?

—¿M...Más cómodos? —preguntó titubeando—. No entiendo.

Tenía una voz profunda y algo nasal.

—Bueno... —me acerqué al tocador y le di play al pequeño equipo de música que tenía para repasar las coreografías y rutinas en los recesos. Me giré a mirarlo y le guiñé un ojo—. Bailaré para ti, pagaste por un baile exclusivo.

—No... Yo... —me acerqué a él y lo hice pararse, me llevaba unos pocos centímetros, pero para mirarlo a la cara tenía que levantar apenas la mía. Eso hice y clavé mis ojos en los suyos.

—Lo siento, ¿te pongo incómodo? —comencé a mover el torso lentamente, asegurándome de mantener el contacto visual con sus hermosos ojos café. Por momentos mis ojos viajaban hacia su boca. Sentía su respiración pausada en mi cara, su aliento fresco y ligeramente frutal.

Negó despacio moviendo la cabeza, pero sin quitar la vista.

—Puedes tocarme si quieres... —le dije agarrando sus manos para apoyarlas en mis
caderas. Estaba tenso, podía sentirlo en la rigidez de su cuerpo. Lo ponía nervioso. —O
puedo hacerlo yo...

—¿El qué? —su voz salió quebrada. No pude evitar morderme el labio, aunque quería
morderlo a él.

—Tocarte. —Llevé una mano a la parte baja de su espalda, mis dedos serpenteando por la
suave tela de su camisa. Sentí sus dedos crisparse en mi cuerpo. Debería aprender a
relajarse—. ¿Siempre estás así de tenso, bonito?

Frunció el ceño y volteó la cara hacia algún punto detrás de mi cabeza.

—Yo no hago estas cosas —dijo.

—¿No haces qué? ¿Divertirte? ¿Bailar?

—Si... Eso. No frecuento este tipo de lugares.

Seguí jugando con mis dedos en su espalda.

—¿Te molestan este tipo de lugares?

—No lo sé, es... raro.

Alcé una mano a su hombro y empujé suavemente hasta que sus piernas chocaron con la butaca y cayó sentado. Me miró algo asustado. Me paré frente a él y con un pie separé sus piernas para estar más cerca suyo.

La música resonaba suave y sensual.

—Raro, ¿eh? —sus ojos bajaron a mis piernas y subieron por mi torso. Al parecer era lo que más lo atraía. Llevé ambos brazos por encima de mi cabeza y comencé a moverme despacio,  dejándolo deleitarse con la vista. Podía ver cómo su pecho subía y bajaba un poco más pausado. Sus mejillas estaban apenas coloreadas—. No tengas miedo —le dije subiendo una pierna para apoyarla al costado de su cuerpo, mis caderas quedaron peligrosamente cerca de su torso. Abrió los ojos un poco más de lo que ya estaban—. No muerdo... aún.

HyungWon

Matando. Me estaba matando. Desde el momento en que cerró la puerta del camerino supe que estaba perdido. Cuando caminó hacia el tocador, pude apreciar ese trasero que era una obra de arte. Encima solo tenía puestos esos shorts que no dejaban nada a la imaginación (ojo, no me quejaba. Si hubiera podido también hubiese aplaudido). Repasé su cuerpo mientras estaba de espaldas y por un momento me sentí avergonzado de mi delgadez. Ese hombre era una columna de músculos fibrosos y venas palpitantes. ¿Cómo sería estar entre sus brazos, entre esos muslos que seguramente podrían partirme a la mitad en un santiamén...?

¡Concéntrate!

—¿Más cómodos? No entiendo.

Se giró y me guiñó un ojo. Dios santo. No me lo estaba poniendo fácil.

—Bueno, bailaré para ti, pagaste por un baile exclusivo.

Bueno, técnicamente yo no había pagado y se suponía que si alguien debía recibir semejante regalo ese era Min. Pero internamente me alegré de que me hubiera elegido a mí. Claro que mirándolo objetivamente, el tipo estaba haciendo su trabajo. Probablemente hacía lo mismo con cualquiera que le pagara, así que era una estupidez sentirme especial por eso. El problema era que quería que siguiera prestándome atención. Todo el mundo siempre estaba repitiendo que era aburrido y, honestamente, ya estaba cansándome de mi
frigidez hacia la vida.

Empecé a protestar, pero de un tirón me hizo levantar del sofá. Quedamos cara a cara. Su sonrisa estaba a punto de hacerme hacer una estupidez. ¿Desde cuándo era tan débil ante la carne? Bueno... Tampoco era que todos los días se me presentara la oportunidad de tener un monumento así entre mis brazos, pero tampoco podía andar perdiendo los estribos por un par de movimientos de pelvis. ¡Estaba moviendo su pelvis contra mí!

—Lo siento —dijo clavando sus ojos lujuriosos en los míos —que estaban igual o más
lujuriosos que los suyos—, ¿te pongo incómodo?

No. ¡Me pones a mil por hora! Pude notar que me miraba la boca. 'Piensa en Kihyun, piensa
en Kihyun...'. Moví la cabeza negando, aunque seguramente había notado que, para ese
punto, yo era una gelatina entre sus manos. Sentí su entrepierna rozar mi cadera.

—Puedes tocarme si quieres... —llevó mis manos a su cadera. Mis dedos sobre el elástico del pequeño bañador maldito—. O puedo hacerlo yo...


Ahora sabía lo que significaba tener la cabeza llena de aire. Estaba hecho un manojo de
nervios y poco criterio.

—¿El qué?

—Tocarte —apoyó una mano en mi espalda y sentí sus dedos acariciarla. Esto se me
estaba yendo de las manos, el boxer ya me estaba apretando demasiado—. ¿Siempre
estás así de tenso, bonito?

—Yo no hago estas cosas —. Y era cierto. Debería empezar a hacerlas más seguido.

—¿No haces qué? ¿Divertirte? ¿Bailar?

—Si... Eso. No frecuento este tipo de lugares.
—Su mano trazaba un camino a lo largo de mi columna. Un leve cosquilleo me recorrió de
arriba abajo.

—¿Te molestan este tipo de lugares?

—No lo sé, es... raro.

El raro soy yo. Raro e idiota.

De golpe me empujó suavemente y caí sentado. Se paró frente a mí y con un movimiento rápido de su pie separó mis piernas y se posicionó entre ellas.

—Raro, ¿eh? —Levantó los brazos por encima de su cabeza y empezó a moverme despacio. Podía sentir como el calor subía por mi cuerpo y una punzada de deseo se disparó a mi entrepierna—. No tengas miedo... No muerdo...

Lástima. Me encantaría que me mordieras.

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